Capítulo I

«Desde tiempos ancestrales, circulaba una leyenda sobre las almas destinadas. Todos nacían con un tatuaje de la luna en alguna de sus fases, siempre en el mismo lugar: la muñeca izquierda. Algunos portaban una luna nueva, otros un cuarto creciente o menguante, y unos pocos privilegiados, una media luna. Sin embargo, nadie tenía una luna llena desde el nacimiento. Según la tradición, solo al encontrar a tu alma destinada, aquella que estaba entretejida con la tuya desde antes del primer aliento, el tatuaje se transformaría en una brillante luna llena, irradiando una luz cálida y única durante unos instantes.

Era un fenómeno raro y hermoso. Algunos pasaban la vida sin que su luna cambiara, resignándose a la idea de que su alma destinada podría no existir. Otros contaban historias de abuelos o conocidos que, un día, habían sentido esa conexión inexplicable y visto la transformación de sus tatuajes. Pero entre las generaciones más jóvenes que preferían creer en la casualidad antes que en el destino, la leyenda se iba terminando...»

El pequeño omega vio su tatuaje, sonrió acariciándolo.

—Mamá ¿Crees que alguna vez mi media luna se convierta en luna llena, igual que el tuyo y el de papá?—

El omega sonrió cerrando el libro, lo dejó en la cama y acarició el cabello de su hijo.

—Lo presiento cariño, encontrás a tu alma destinada y tendrás un tatuaje muy bonito, más bonito que el de papá y yo.—

—¿Cómo será mi alma destinada?— Se preguntó Harry.

—Aún no lo sé cariño, pero debemos dormir, se nos hace tarde.— Asintió.

—Buenas noches mamá, te amo.—

—Te amo más cariño, nos vemos mañana.—

Lirian dejó un beso en frente de su hijo, Harry se quedó dormido, apagó las velas de aquella habitación y salió, enfrente de la puerta estaba su hijo mayor.

—Mamá ya deja de ilusionar a Harry con esas historias.— El omega abrazó a su hijo.

—Oh cariño, cuando tú tenías siete años, también leía esa historia, y te encantaba escucharla.— El alfa rodó los ojos.

—Mamá ahora tengo diecisiete y creo que es una estupidez.—

—Cuida tu lenguaje jovencito.— Niall sonrió.

—Ya se mamá, perdón, pero no alimentes a Harry de esas historias, que viva la realidad.— Asintió.

—Esta bien cariño, ahora vamos con papá ¿Si?—

Bajaron los escalones abrazados, pero antes de llegar a la cocina, se escucharon gritos, fruncieron el ceño.

—Alfa ¿Qué pasa?— Vio a Thalion correr hacia la puerta.

—Cuida a Harry, la manada Vorath nos está invadiendo.—

—Papá te acompaño.— Negó.

—No, cuida a tu madre.— Iba a abrir la puerta, pero fue imposible, ya que un lobo grande, color negro de ojos rojos rompió la puerta.

Se dejó ir a Lirian, clavándole las garras, Niall y Thalion trataron de apuñalar al lobo, pero todo fue demasiado tarde. Lograron matar al lobo, Niall trató de ayudar a su madre, pero todo fue demasiado tarde.

—Mamá, mamá resiste por favor.— Hizo presión en la herida, Lirian solo negó sonriendo.

—Tranquilo cariño, solo cuida a Harry, evita que vaya al río.—

Varios alfas de la manada entraron corriendo, se llevaron el cuerpo del lobo ya sin vida, algunos alfas trataron de ayudar a Lirian, pero el omega se negó.

—Esta bien, estaré bien, solo cuiden a mis hijos y a mi esposo, cuiden a la manada.— Sus ojos comenzaron a cerrarse.

Thalion corrió hacia su omega, Niall ya se encontraba llorando, tomó la mano su esposo.

—Omega, no puedes dejarnos, todos te necesitamos, eres demasiado importante en nuestra manada y en nuestra familia.— El omega suspiró.

—Gracias por matar al lobo, cuida a nuestros hijos, no dejen que ninguno de mis hijos traten de salir de Nyvaris, los amo... Díganle a Harry que lo amo.— Sus ojos se cerraron.

Thalion y Niall comenzaron a llorar y gritar que tenían que matar a la manada Vorath, no tenían que dejar a nadie vivo...

«...Era un fenómeno raro y hermoso. Algunos pasaban la vida sin que su luna cambiara, resignándose a la idea de que su alma destinada podría no existir. Otros contaban historias de abuelos o conocidos que, un día, habían sentido esa conexión inexplicable y visto la transformación de sus tatuajes. Pero entre las generaciones más jóvenes que preferían creer en la casualidad antes que en el destino, la leyenda se iba terminando...»

—Mamá llenas de ilusión a Alec.— Le dijo el pequeño alfa, quién estaba recostado en la puerta.

—Alfa, te leía el mismo cuento cuando tenías siete años.— Louis caminó hacia la cama de su pequeño hermano, tomó asiento en el borde.

—¿Tu no crees en eso Louis?— Le preguntó el omega.

—Tu hermano nunca creyó en eso.—

—No es eso mamá, es solo que no creo que me interese por conocer a mi alma destinada.— Alec frunció el ceño.

—¿Y si te enamoras de una omega o de un omega muy hermoso?—

—Tal vez me enamore cuando la guerra entre ambas manadas termine, pequeño.— Asintió.

—Busca a alguien que te haga muy feliz, y no seas un amargado con tu destinado.— Louis alzó una ceja, su madre comenzó a reír.

—Mamá no ayudas.— Mary alzó los hombros.

—Perdón cariño, pero es cierto.— Negó riendo.

—Tú eres un amargado.— Le hizo cosquillas a Alec, el omega comenzó a reír.

—¡Louis no lo hagas!— Gritó riendo.

—Retira lo que dijiste.— Asintió riendo.

—¡Esta bien! No eres un amargado ¡Eres el mejor!— Louis dejó de hacerle cosquillas, sonrió.

—Ya lo se hermanito, ahora hay que dormir.— Negó.

—No, papá aún no regresa.— El alfa sonrió.

—Cariño duerme, papá vendrá tarde.—

—Pero yo quiero esperarlo para darle un beso de buenas noches.—

La puerta se escuchó abrir, Mary sonrió.

—Ya llegó papá, iré a decirle que venga a darte tu beso de buenas noches.— Asintió feliz.

—Si mamá por favor.—

Mary salió de la habitación, Alec sonrió.

—Te quiero mucho pequeño.—

—Yo más alfa gruñón.— Rieron.

—Iré a ordenar la alacena.—

—Esta bien, buenas noches.—

—Buenas noches pequeño.— Dejó un beso en la frente del omega, apagó las tres velas, dejando solo una que iluminará la habitación, salió, encaminándose hacia los escalones.

Frunció el ceño al no ver a su padre, un ruido se escuchó, se transformó en lobo, caminó hasta llegar al principio de los escalones, en la puerta estaba en cuerpo de su madre atravesado por una flecha, se alarmó y corrió hacia el cuerpo.

Escuchó una ballesta preparándose, gruñó al ver un alfa de la manada Nyvaris, tomó impulso y se tiró a él, mordiendole el cuello y el rostro, hasta dejarlo sin vida.

Analizó todo su ambiente, varios lobos estaban sin vida, la manada Nyvaris estaban acabando con ellos, corrió hacia el interior de la casa, llegó a la habitación de Alec, el omega estaba dormido.

Se convirtió en humano.

—Omega, pequeño vamos, tenemos que irnos.— Alec frunció el ceño, abrió poco a poco sus ojitos.

—¿Estas bien?— Vio el rostro lleno de sangre.

—Si pequeño, conviertete en lobo, vamos a huir.—

—¿Mamá y papá?— Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—En el camino te explicaré eso ¿Si?— Asintió.

Se convirtió en lobo, un pequeño lobo negro con ojos azules, Louis se convirtió en lobo, sus ojos eran rojos.
Con su osico tomó a su pequeño hermano, bajó los escalones, se negó a que su hermano viera el cuerpo de su madre sin vida, así que salió por el jardín trasero, huyeron hacia una cabaña en el mismo territorio, solo que ninguno humano sabía dónde se encontraba.

Dejo al cachorro en la habitación, Alec se convirtió en humano, se quedó dormido con facilidad. Louis volvió a la manada, corrió hacia su antigua casa, el cuerpo de su madre aún estaba, la manada de los humanos ya no estaba, todos salieron de sus escondites.

—¿Qué fue todo eso? ¿No estábamos en paz?— Un lobo mayor se acercó.

—No, el líder decidió ir ayer a matar a unos humanos.—

—¿Y mi padre?—

—Murió en el territorio de los Nyvaris.— Suspiró.

—¿Ya no regresarán?— Negó.

—No, ya estamos a mano, no pueden volver.—

—Esta bien, iré por Alec.—

—Sera mejor que limpiemos el lugar primero.— Asintió.

Los lobos limpiaron el lugar, llevaron los cuerpos al templo, dejándolos bajo una manta, esperando a que la luna hiciera presencia.

Louis fue por Alec, el omega seguía dormido, lo tomó con cuidado y corrió hacia su casa, lo arropó en su cama, después de eso sus lágrimas cayeron.

—Te juro que vengaré la muerte de nuestros padres, no te dejaré solo, haré todo lo posible para protegerte.— Dejó un beso en su frente.

Se convirtió en lobo, se quedó al lado de Alec, el pequeño lo abrazó y acarició sus orejitas.

—Mamá y papá están bien, debemos vivir por ellos.— Susurró el pequeño abrazándolo fuerte.

—Si pequeño.— Se quedaron dormidos con lágrimas en los sus mejillas.

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