CAPITULO 42
Hola les cuento que le cambié el título al capítulo anterior a "El Principio del Fin" y decidí que hubiera un solo capítulo de la batalla, que es este. Tengo muchas dedicatorias que hacer, así que lo haré en otra página. Buena lectura.
LA BATALLA FINAL
-Que inicie la diversión. –Varinia sonrió de una manera aterradora, desfigurando su rostro.
Unió a sus tropas, haciendo lo mismo nosotros. Reivel volvió a ver a los ángeles y les habló mentalmente, yo también pude escuchar lo que les decía:
"Hermanos, hoy defenderemos nuevamente a la humanidad, muchos perecerán pero el Señor nuestro Dios, nos acogerá entre sus brazos".
Lanzaron un grito a coro de júbilo que hizo que la piel se me erizara.
Los primeros en atacar fueron ellos, vi como Sebastián y Mara protegían a la pequeña Agnes, no podía hacer nada por mis amigos, desde este momento cada quién estaba por su cuenta.
Los brujos blancos sacaron espadas con hojas relucientes labradas con extrañas runas, las espaldas refulgían como la de los ángeles pero de un color dorado, todos llevaban puestos amuletos.
Reivel volteó a verme, mentalmente me dijo: -Te amo. –Lo vi alejarse enfrentando a uno de los demonios. Los ángeles se encargaban de los demonios, mientras que los humanos con los mismos de su clase, recibiendo apoyo de los gigantes de piedra.
Por un momento me quedé petrificada, veía pasar a los guerreros del Señor a mi alrededor como en cámara lenta, escuchar el repiqueteo de las espadas, a los brujos oscuros usar sus poderes en contra del Clan de los blancos, pero los amuletos los protegían, un campo de fuerza se formaba en torno a ellos, haciendo más parejo la contienda.
-Así que tú eres quién me destruirá. –La Bruja Madre me miraba con diversión. –No lo creo niña tonta, se abalanzó sobre mí y apenas fui capaz de esquivar su golpe, caí de espaldas pero para mi sorpresa me vi levitando.
-Todo acabará aquí y ahora. –Afirmé con seguridad.
-¿Sabes lo que pasará con ellos si yo perezco? Se quedaran sin sus dones ¿Es eso lo que realmente quieres?
-Lo que tú hiciste no es correcto, no ante los ojos del Señor.
-"Blasfemia". –Gritó y una daga negra apareció en su mano dejánndola ir en mi contra. La detuve con ambas manos, desarmándola rápidamente pero para mi sorpresa sus uñas crecieron, movió sus dedos y vi como cientos de fragmentos metálicos y filosos se precipitaban sobre mí, me cubrí con las alas, se convirtieron en humo negro al chocar contra éstas.
La miré desafiante, mi cuerpo se cubrió de fuego y por primera vez pudo hacer aparecer agua con solo desearlo, agua y fuego me cubrieron por completo y se solidificaron en uno solo, extendí mis brazos y lo dejé ir contra ella, que cruzó sus brazos y recibió el embiste sin siquiera moverse un centímetro, me sonrío.
-¿Es todo lo que tienes traidora? –Una neblina nos cubrió en segundos, la perdi de vista. Un dolor penetrante hizo que viera mi brazo, un hilo de sangre, un corte hecho sin darme cuenta. Ella se movía con gran velocidad, me concentré e invoqué al viento haciendo que la neblina desapareciera, entonces la vi deteniendo su ataque, la empuje con un ráfaga de viento, pero se puso de pie de inmediato.
Me miró de forma penetrante y comenzó a mutar convirtiéndose en una clase de arpía con enormes alas, garras e intimidantes dientes. Se elevó, el cielo era castigado con los relámpagos, la seguí. Ya en las alturas, formé una espada, ella hizo lo mismo.
-Hoy morirás Agatha, pronto te reunirás con tus padres.
-Sí he de ser así habré fallado, pero te aseguro que hoy no es el día.
Me moví a una velocidad sobrehumana, haciendo ella lo mismo, nuestras espadas chocaron, parecía que cada vez que esto sucedía, los truenos se estremecían aún más en el sonoro firmamento.
************
Busqué a Agatha, no la puedo ubicar hasta que mi vista se pierde en el cielo, la veo luchando con la Bruja Madre. Ya he eliminado a dos demonios y una voz conocida me hace voltear.
-Hola Reivel. –Es Sarangel.
No contesté, blandí mi espada y la envolví con el fuego celestial, la miré y esperé que ella atacara primero.
-Nunca podrán estar juntos. –Trata de distraerme, un demonio se posicionó a su lado. –Permítee hacer las presentaciones, él es mi esposo.
-Dos contra uno. –Sonrío ante la situación.
Ambos se lanzan contra mí pero me elevo unos metros. De la espalda del demonio sobresalen unas alas negras y deformes como si fueran de murciélago, su vista se oscurece y me sonríe de forma siniestra. Entre ambos me atacan, soy capaz de enfrentarlos pero la lucha no es pareja.
Estoy tendido en el suelo, mi boca sangra, el demonio deja ir su espada contra mí, bloqueo su ataque pero Sarangel me inmoviliza con su poder.
-Muere ángel. –El demonio sonríe eleva su espada y la deja ir, cierro mis ojos, sólo pienso en Agatha. Cuando los abro una rocosa mano detiene el fatal golpe, un hombre de piedra me mira, sonriéndome de manera amable, toma el arma y la tritura, su rostro se endurece y se precipita contra Sarangel.
-Detente. –Le ordena la bruja pero su poder de persuasión no funciona en la criatura. Trata de defenderse pero el coloso parece invencible, la toma del cuello y la eleva unos metros.
-Esposo. –Lo llama agónica.
-Puedo prescindir de ti. –Le contesta él, observo a Sarangel sonreír sin ganas antes de morir.
La criatura se abalanza contra el demonio pero este da un salto quedando a sus espaldas, golpeándolo con fuerza, convirtiéndolo en pedazos.
-¿En qué estábamos? –Sonrió caminando hacia mí.
Levanté mi espada, él formó otra, arremetía contra mí una y otra vez, resistiendo a sus embistes. Se impacientaba, sus golpes fueron más veloces, llevando su ritmo, hasta que también comencé a cansarme y en un movimiento no esperado por mi adversario, logré rodearlo, clavando la espada por su espalda. Un humo negro se evaporo de inmediato.
Mi vista viajó al cielo, Agatha seguía luchando con la Bruja Madre, quería ayudarla, pero se me tenía prohibido interferir.
Volteé observando a Agnes, formó la neblina grisácea y la dejó ir contra el enemigo, Sebastián cuidaba su retaguardia, y Mara el frente, sin embargo, estaban siendo rodeados, me dirigí en su dirección.
***************
-Ríndete Agatha, no tiene caso que te resistas a lo inevitable.
-Jamás. –Le sostuve, me concentré como lo había hecho en el bosque cuando vencí a Adiraet. Dejé que el poder fluyera a través de mí, el primero en aparecer fue el fuego, luego el agua que emanó del cielo, una brisa me envolvió y por último el fuego celestial, por primera vez desde que empezamos a pelear vi temor en los ojos de la Bruja Madre.
Moví mis alas con rapidez, tanto que se formó un torbellino, y la idea vino a mi cabeza, pero primero necesitaba quitarla de mi camino. Canalicé toda la energía en mi mano y la dejé ir en una gran esfera de luz en su contra, trató de protegerse pero de nada le valió, la esfera la absorbió y la escuché gritar mientras que su cuerpo se convertía en pequeñas partículas.
Aterricé lejos de la contienda, coloqué mis manos en dirección al suelo que comenzó a estremecerse, hice que se agrietara y lo guié directo a los demonios, sin tocar a los brujos blancos, poco a poco se los tragaba la tierra siendo consumidos por el fuego. Un remolino se formó y lo envíe en contra de ellos, fueron sorprendidos y sus minúsculos cuerpos volaron por los aires.
Se sentía bien, tener tanto poder, me uní a la batalla, sentí como aquella energía fluía y la dejé ir como una onda, no afectó a los míos, pero tantos brujos como demonios cayeron. Las miradas recayeron en mí, pude ver la ira reflejada en los ojos de nuestros enemigos.
Los brujos perdieron su don al matar a la Bruja Madre por lo cual, dejaron de pelear, por completo indefensos.
Los demonios se convertían en humo negro cuando eran eliminados, mientras que los ángeles, en hermosas estelas de luz. Poco a poco ganamos terreno, hasta ver como los demonios retrocedían, con la muerte de la Bruja Madre no había a quien defender, dejando atrás a los que alguna vez, se unieron a ellos. La batalla terminó, siendo nosotros los vencedores, con el sabor a victoria en mi boca. Los ángeles saludan, inclinando su cabeza levemente, para desvenarse en el acto.
Perdí mis hermosas alas, busqué con la mirada a Reivel sin poder ubicarlo por ningún lado. Los brujos que se rindieron huían como los cobardes que son.
-Agatha. –Me llamó Mara con su rostro lleno de lágrimas.
Corrí hacia ella. -¿Dónde está Adriel? –Quise saber
Ella movió la cabeza a los lados y algo en mí se partió. –No. –Fue todo lo que logré articular.
-Murió protegiendo a Agnes.-Su voz se quiebra y comienza a llorar.
La angustia rompió la poca fortaleza que me quedaba. –Reivel. –Grité desesperada.
-Aquí estoy. –Contestó a mis espaldas.
Me volví pero mis ojos se abrieron como platos al notar la herida que traía en su costado, cayó al suelo colocándome junto a él, poniendo su cabeza sobre mi regazo.
- ¿Por qué no sanas?
-Porque soy humano –Terminó de decir Reivel con una mueca de dolor. Recordé que después del enfrentamiento, él sería un mortal como nosotros.
-No, no puedes morir, me oyes. –Numerosas lágrimas surca n mi rostro.
-Agatha no llores. –Me consoló, viendo como su piel tomaba un color blanco sepulcro.
-Ganamos mi ángel.
Él me sonrió, quería hablarme pero no pudo, respiraba con dificultad.
-Oh Dios por favor no, por favor no.
Reivel cerró los ojos y quedó inerte entre mis brazos. Un dolor indescriptible se apoderó de mí. Mis manos se iluminaron y se postraron sobre él, me encontraba débil pero utilicé lo que me quedaba para sanarlo. Fui perdiendo la conciencia, las fuerzas me abandonaron, me desmaye antes de terminar, la oscuridad se llevó las esperanzas de revivirlo.
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