O C H O

Me estaciono en un lugar vacío, a esta hora es difícil encontrar uno, ya que tal parece que todos han venido a desahogar sus penas en el alcohol como si fuera el último recurso.

si, acepte la invitación de Alexis, claro que ya ni recuerdo porque lo hice. lo que si sé es que debo descubrir que es esto que estoy sintiendo por ese idiota. Si acaso llegara a gustarme una persona como él, me daría una galleta yo misma, lo juro por todos los helados que he comido—que, por cierto, han sido muchos— sin duda alguna.

Después de un rato entro al bar repleto de gente que toman diferentes bebidas alcohólicas, aguanto las nauseas al ver a dos tipos casi desnudos en una esquina. Me enderezo y sigo caminando hasta encontrar a Alexis con una botella de lo que parece ser whisky, aprovecho el asiento frente a él para sentarme. Al examinar el atuendo que traen todos, cruzo mis brazos, el mio no es para este lugar.

Me dedico a observarlo por unos segundos, su mirada parece estar perdida, trae unos pantalones de vestir negros y una camisa blanca con los primeros dos botones sueltos, que dejan ver un poco de su pecho. Alejo mi mirada pervertida antes de pensar algo de lo que me arrepienta más tarde.

— a mis padres les encantaba este whisky— ríe bajo, creo que está hablando sólo, puesto que no me ha echado el ojo— pero esto sabe horrible, no los entendía antes y ahora menos— sus ojos se humedecen cuando mira en mi dirección— te pareces a ella—

Nos miramos a los ojos por unos segundos, yo con cara confundida y el con una mirada llena de dolor, tanto que me asusta.

— ya he venido 3 veces por tu cuenta, me despedirán si no lleno la caja con todo lo que consumiste— habla un chico con brazos de espagueti que suena nervioso y algo molesto.

Alexis dirige toda su atención hacia él.

— ¿cuántas veces debo decirte que te pagaré cuando termine?— arrastra todas las palabras, está muy ebrio.

— lo siento, pero si no pagas tendré que llamar a la policía— y con eso se larga de nuestra mesa a hacer más pedidos de algunos líquidos que no logro reconocer.

— ¿por qué no has pagado tu cuenta? — modelo mi tono para no sonar preocupada por el hecho de que el chico de hace un rato empieza a usar su teléfono, puede que sí llame a la policía.

— dejé mi billetera en casa, creo que no lo pensé mucho antes de salir— apenas se entiende lo que dice.

No puedo creer lo que haré.

— espera aquí— me acerco hasta el chico, puedo ver como empieza a marcar un número— hola— trato de sonar lo más amable posible, pongo un mechón de cabello detrás de mi oreja. Deja lo que hace para observarme y ponerse nervioso casi al instante— vengo a pagar la cuenta de mi amigo— lo señalo y el chico de la caja asiente tembloroso, me da miradas coquetas, pero solo me concentro en pagarle

— claro, son $350 dólares— le entrego cuatro de 100, cuanto más pronto esto termine, mejor. Este lugar no me da buenas vibras.  

— quédate con el cambio— con eso me doy la vuelta, Alexis está parado no muy lejos de mí, mirando al chico mal, aunque no comprendo porque.

— vamos, te acompañaré al auto— salimos del bar, él apenas puede mantenerse de pie, por lo que lo ayudo a caminar hasta que llegamos a su camioneta. Mi plan era soltarlo y que fuese a casa por su cuenta, algo bastante sencillo, pero no puedo hacer eso, no en su condición.

Y no sé cómo pretende conducir tan ebrio, digo, tiene unos segundos desde que llegamos intentando abrir la camioneta sin saber que debe usar una llave. Me empiezo a reír de él y se da cuenta. Me observa con cara inexpresiva.

— ¿qué es tan divertido? — pronuncia esas palabras como si nada, yo solo lo miro mal.

Busco en su pantalón trasero y la encuentro, presiono el botón para que por fin se abra. El entra en la parte trasera de la camioneta.

¿panea dormir aquí?

Subo a su lado y cierro la puerta, luego enciendo las luces.

Si le pasa algo porque lo deje irse solo me sentiría culpable, no porque me importe, pero preservar una vida— aunque sea a una idiota— es bastante importante, si, no soy tan insensible de vez en cuando.

Recalcando en la últimas 4 palabras.

— bien Alexis, te llevaré a casa— empieza a reír. 

— ¿pensabas en eso por todo un minuto? —

— no...— lo pienso bien y me doy cuenta de que mañana posiblemente no recordará nada de lo ocurrido— de hecho, si—

—uhyy, que atrevida— sonríe mostrando su dentadura blanca. Trata de ponerse el cinturón, no puedo creer que sí recuerde lo que es seguridad y no vergüenza— ¿me ayudas? — sus ojos me recorren lentamente, muerdo mis labios en respuesta, pero me arrepiento.

Sin pensarlo dos veces trato de acomodar el cinturón de seguridad sin acercarme a él, pero es casi imposible, por lo que tengo que subirme en sus piernas para poder colocarlo a la perfección.

Soy estúpida, lo sé.

Mi perfeccionismo me ha metido en aprietos con este chico, ya que cuando intento alejarme, me sostiene por la cintura dejándome muy cerca de él. Mis ojos están bien abiertos esperando su próximo movimiento.

— no sabes cuanto te deseo Al— me susurra en el oído— pero no quiero que sea como las otras veces, esas en las que no siento nada. Esta vez quiero amarte— la oración parece tan elaborada que apenas creo que el la haya hecho, porque vamos, este tipo está ebrio.

Por un momento dudo en que sea verdad, pero mi subconsciente tiene que sacar a relucir su punto de vista.

— el borracho nunca miente preciosa— se une a mis pensamientos, siempre está apoyándolo

— no puedes amarme Alexis—

— ¿por qué? — arruga su frente mientras yo evito reír por cómo se ve su cara cuando está confundido, extremadamente adorable.

— porque yo tampoco puedo—

Paso al lado del conductor, el GPS me indica los lugares a los que más va y un hospital me llama la atención, pero le resto importancia. 

El camino es tranquilo, Alexis apenas se escucha mientras duerme plácidamente, creo que mañana tendrá un horrible dolor de cabeza.

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Me estaciono casi en la entrada de la casa, entrar por el enorme portón no fue difícil, desde que vieron la camioneta lo abrieron sin siquiera titubear.

Un hombre joven que trae un uniforme de mayordomo me ayuda a llevar a Alexis- el cual despertó, pero sigue ebrio- a su habitación, se va y vuelve en menos de un minuto con un vaso de agua, ¿cómo pudo ir y venir tan rápido?

Se vuelve a ir mientras Alexis toma por completo el agua y se acuesta. Me levanto con intenciones de irme, pero me sostiene la mano antes de alejarme lo suficiente.

— ¿podrías quedarte hasta que me duerma? — suena tan vulnerable que no puedo resistirme. Me hace un espacio para que me acueste a su lado, me pongo justo frente a él para vigilarlo de cerca y saber cuándo se duerma.

Poco a poco sus ojos se van cerrando y los míos deciden seguirlo, luego todo se ve oscuro.

Y por un momento, me permito sonreír.

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— mamá..., por favor, no te vayas— unos gritos me despiertan, abro los ojos poco a poco para darme cuenta que provienen de Alexis. Aún está oscuro, pero puedo ver claramente su rostro cubierto de lágrimas.

Se empieza a revolcar en la cama mientras que los gritos aumentan.

— por favor papá...— toco su hombro y lo agito un poco para lograr despertarlo.

Abre los ojos después de unos segundos y su mirada casi me hace llorar, nunca imaginé ver sus ojos llenos de tanto dolor, ese que sientes cuando reservas todo y de pronto explotas.

El solo pensar que él cargue con tanto me hace cambiar mi perspectiva hacia su persona, quizás no es como dice ser, puede que haya un pasado que oculta. Titubea algunas palabras que no entiendo bien, no hasta que vuelve a hablar.

— ¿qué es esto que siento en mi pecho? — golpea su pecho tratando de que pare, justo como si nunca hubiese sentido dolor. Su mirada confundida parece revelar eso. Le sostengo el rostro con mis manos y las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas. Sus labios tiemblan y su nariz está roja.

— es dolor— apenas puedo decir esas palabras cuando siento más lágrimas caer.

¿qué es esto?

¿porque me duele tanto verlo así?

— no..., no se supone que pueda...— sacude la cabeza, sus sollozos aumentan.

— es normal, se supone que así se sana— pongo mi mano en su pecho, su pulso está muy acelerado.

Bien, esto me está preocupando mucho.

— no, no...— acerco su cabeza a mi pecho para abrazarlo, tal vez así se sienta mejor.

— shhh, estoy aquí—

Su pulso empieza a acoplarse al mío y su respiración se vuelve cada vez menos forzosa, esto lo está ayudando.

— no me iré de aquí—sentí la necesidad de decir esas palabras para lograr que se calmara.

— ¿lo prometes? — susurra

— lo prometo— y eso basta para que sus hombros se relajen. Por un momento pienso que está dormido hasta que vuelve a hablar.

— tuvieron un accidente— me mira a los ojos, él..., se está abriendo conmigo— ellos..., murieron frente a mi y no pude hacer nada— su voz se corta.

— yo...— no encuentro palabras, esto es mucho que asimilar en tan poco tiempo.

— gracias por esto Alma, no sé como logras hacer que sea tan fácil para mí contarte mi pasado— y luego de eso logra dormir como si no hubiese dejado un millón de preguntas en mi cabeza.

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