5 ♡
Anton ya estaba fuera del salón antes de que sonara la campana del almuerzo, dejándome con los papeles para nuestro experimento extendidos sobre la mesa. Suspirando junté todas las hojas sueltas y las metí en mi carpeta. La mayor parte de la escritura estaba con mi letra pero en algunos pocos el texto estaba escrito por él. Su letra era tosca, el bolígrafo cavaba en el papel con brusquedad mientras su mano se movía. Pensé eso la mayor parte del tiempo, cuando Anton intervino con algunas ideas breves las tomé, agradecido de que al menos estuviese haciendo un esfuerzo para parecer que lo estaba intentando. Estaba seguro de que Yuna habría estado en su teléfono todo el jodido tiempo sin molestarse en fingir que estaba trabajando.
Mientras obtenga la calificación que quería, estaba bien.
Agradeciendo a la Sra. Jeon cuando salí del salón, la mujer alzó rápidamente la vista de sus notas para despedirse de mí con la mano, rápidamente me dirigí a mi casillero y Shotaro ya estaba allí esperándome impaciente.
—Tómate tu tiempo. —se quejó el japonés con sarcasmo, golpeándome en el brazo mientras abría mi casillero y sacaba mi bolso. Una vez listo, nos dirigimos hacia la cafetería que ya estaba llena de personas que intentaban comprar algo de comer antes de que se agotara todo. —¡Joder pero mira que gentío! Tardaste tanto que lo más probable es que cuando sea nuestro turno no quede nada.
—Cállate Shotaro. —mascullí con el ceño fruncido mientras presionaba para abrir paso entre la multitud que de alguna manera se había vuelto más espesa de lo que ya era cuando Shotato y yo entramos en la cafetería. Deslizándome entre la masa de personas logré llegar al mostrador y las damas del almuerzo me dieron miradas cansadas debajo de sus redes para el cabello.
—¿Qué desean? —preguntó una de ellas, bostezando levemente mientras yo señalaba una caja de arroz y curry empujando el dinero en su mano antes de escabullirme de la multitud. Retirándome a lo largo de los bordes, traté de mirar por encima de las cabezas de las personas que quedaban hacia Shotaro y al parecer su melena todavía luchaba por llegar hacia el mostrador.
—¡Hola Wonbin! —una voz atravesó la multitud haciéndome mirar a mi alrededor, confundido sobre dónde estaba la misma. Una risa surgió detrás de mí luego de un leve golpe en el hombro, girando mi cara confundida se volvió más brillante cuando vio a Winter sonriéndome. Ella acababa de ver a Shotaro gritar triunfante mientras él levantaba su caja de pasta sobre su cabeza como si fuera su hijo recién nacido.
—No sabía que nuestra escuela estaba haciendo una producción en vivo del Rey León. —comentó Winter mientras se reía.
—No conozco a ese tipo por si te lo estás preguntando. —le comenté y ella resopló con gracia. Sintiendo de repente el peso del japonés descansando sobre mis hombros mientras se colgaba de ellos, suspiré.
—Sí, definitivamente no lo conoces. —dijo Winter. Shotaro me miró antes de volverse hacia la chica, con una cálida sonrisa en su rostro.
—Gracias por hablar con Bin, estaba empezando a creer que él bateaba para el otro equipo ya que nunca habla con chicas. Nunca. —recalcó lo último, dejando escapar un sollozo falso mientras Winter se reía elegantemente detrás de su mano y yo me congelaba.
Imágenes del brazo tatuado de Anton a mi alrededor me vienen a la mente sin perder el ritmo, por lo que sacudiendo mi cabeza, salí de debajo del brazo de Shotaro golpeándole a un lado antes de girar hacia Winter.
—Ignóralo. —le pedí y ella me dio una sonrisa amable para después girar su cabeza detrás de ella hacia un grupo de personas sentadas alrededor de una de las mesas en el patio.
—Mis amigos y yo estamos almorzando por allá. ¿Quieres unirte a nosotros? —preguntó con ojos esperanzados mientras tiraba tiernamente de mi manga.
—No tengo que darte mis notas de matemáticas a cambio, ¿verdad? —Presioné una mano sobre mi corazón mientras fingía estar lastimado cuando ella me guiñó un ojo. —Eso me lastima, Winter.
—Tengo vendas allí, chico grande. —respondió, haciéndome reír a la vez que me empujaba hacia la mesa de sus amigos. Todos levantaron la vista con curiosidad cuando Winter se acercó a ellos, con la mano todavía envuelta alrededor de mi antebrazo. Dejando de hacer un gesto a las caras de Shotaro y yo, Winter nos presentó.
El resto del grupo en la mesa estaba en su nivel de año; Ningning, una chica china de intercambio que se había teñido su cabello a un tono castaño claro, estaba sentada al borde de la mesa y nos sonrió tímidamente después de tragar su alimento. Seunghan, se levantó de su asiento para estrechar nuestras manos, sus dientes imposiblemente blancos, y luego estaba Eunseok, que nos saludó con la mano cuando Winter nos presentó, sonriendo a medio masticar.
—Chico de matemáticas, ¿verdad? —Eunseok bromeó y Winter lo pellizcó, dándome una mirada de disculpa. —¿Qué? ¿Acaso no es verdad?
—Bueno... yo soy Wonbin, el chico de las matemáticas, aparentemente. —me presenté con una sonrisa divertida en mi rostro cuando Winter empujó a Eunseok en el banco para que yo pudiera sentarme a su lado, Shotaro se sentó al lado de Seunghan.
—También el chico de biología por lo que he estado escuchando. —aportó Ningning, inclinándose sobre la mesa. —Y química. —Seunghan silbó, haciéndome frotar la nuca torpemente.
—Está bien muchachos, no los invité aquí para tratar de que nos enseñen a menos que quieran... —habló sugerente la rubia, alzando las cejas cuando Eunseok resopló, tragando su comida en voz alta. —Estoy bromeando. Sólo quiero que seamos amigos. —Seunghan volvió a silbar aunque su tono era diferente al anterior, haciendo que Winter lo pateara por debajo de la mesa.
Yo sólo me reí entredientes mientras sacaba un cuaderno delgado de mi bolso, entregándoselo a la chica a mi lado. Winter me dio una mirada inquisitiva, mi letra cubría las páginas con un bolígrafo azul brillante.
—¿Notas? —cuestionó confundida. —¿Tus notas?
—Podrían ayudar un poco. Algunos fragmentos pueden ser difíciles de leer debido a mi letra pero envíame una foto y puedo traducírtelos. —le dije riéndome un poco al identificar algunas áreas desordenadas en mi observación y ella apretó las hojas contra su pecho agradecida.
—De hecho, ahora puedo oler la graduación. —canturreó antes de apretar ligeramente mi antebrazo. —Gracias Bin. Esto es realmente muy amable de tu parte.
—No hay problema. —respondí, reflejando la sonrisa de Winter antes de volver a mi comida. Shotaro me dio una sonrisa ladina y yo sólo atiné a darle una patada en la espinilla e ignorar sus miradas burlonas entre la rubia y yo que se había acercado un poco más a mí. Sus muslos delgados rozaron los míos y me erizaron la piel recordando cómo la rodilla de Anton había empujado la mía en el salón de clases tan sólo una o dos horas antes.
"Basta, sólo olvídalo." No me gustan las personas como él.
"Olvídalo Wonbin" me reprendí a mí mismo golpeando mi muslo contra el de Winter, los labios de la chica se curvaron en mi periferia.
Olvídalo.
🐰♡🦕
Estar de pie frente a la casa de mis pesadillas me hizo sudar frío. La última vez que estuve aquí la parte delantera de la casa había estado borrosa. Ahora, observando específicamente mi entorno, la casa de Anton era de un tamaño moderado pero tenía un amplio jardín con flores de todos los colores, una variedad de flores que de alguna manera parecían cohesionadas en su brillo. El camino que conducía a la puerta estaba hecho de ladrillo pavimentado, la puerta principal era de madera blanca y las paredes exteriores eran de un blanco fresco, toda la casa era luminosa y colorida.
Me coloqué nerviosamente enfrente de la puerta con la mano flotando sobre la madera mientras dudaba en tocar. Cómo terminé en esta situación e incluso el asociarme con Anton Lee arrojó mi cabeza en picada. Alguien con quien ni siquiera recuerdo haber interactuado (interactuar en un sentido muy, muy íntimo), de alguna manera ha logrado invadir mi mente cuando menos lo he querido. Me estaba volviendo loco.
Golpeé la puerta y Anton tardó menos de un minuto en abrirla, luciendo muy fuera de lugar en la casa luminosa. Vestido con jeans negros rasgados en las rodillas y una simple camiseta negra, parecía que acababa de levantarse de la cama hacía no menos de cinco minutos y había usado lo primero que pudo encontrar. Lo miré amargamente, un poco molesto por cómo todavía se las arreglaba para verse tan bien con tan mínimo esfuerzo. Sus ojos estaban cansados pero aún así abrió la puerta y me hizo pasar, cerrando la puerta detrás de mí. El interior de la casa era tan vibrante como el exterior, si no es que más. Las imágenes en mi cabeza se alineaban en las paredes que eran de un color amarillo brillante que se vería llamativo en cualquier otra casa, y también pude ver un pequeño piano contra la pared del salón.
—Bonita casa. —elogié suavemente y Anton sólo rió entre dientes.
—No es la primera vez que la ves. —me recuerda, haciéndome sonrojar.
—No sé de qué estás hablando. —respondo como quien no quiere la cosa, mirando la alfombra suave bajo mis pies mientras caminábamos. Anton me observaba detrás de su hombro con una sonrisa divertida en su rostro.
—Claro. — replicó con sarcasmo, su voz suave y ligera mientras yo lo seguía. La cocina era pequeña pero hogareña; las ollas colgaban de una estante sobre la barra y el mostrador estaba cubierto de varios floreros con diferentes flores recortadas. Algunas estaban un poco marchitas pero otras parecían haber sido recién recogidas y sumergidas en agua. Dejé mi bolso en una silla después de vaciar su contenido en la mesa del comedor, Anton se apoyó contra la mesa mientras me miraba desempacar con los ojos inquebrantables. Después de que terminé, me señaló con el pulgar una silla más lejana del comedor con una sonrisa en su boca.
—Dejaste uno de tus calcetines aquí por cierto. Está por allá. —dijo con burla y yo me ahogué audiblemente al mismo tiempo que mis ojos seguían la línea dirigida por la mano de Anton. Mi calcetín con estampado de conejitos cubría el reposabrazos de la silla. Casi cayéndome de la silla en la que estaba plantado mi trasero, agarré el calcetín y lo metí profundamente en mi bolso, maldiciéndome mientras Anton se reía, tirando de la silla frente a mí para sentarse en ella.
—Jódete. —siseé, dándole al más alto una mirada fulminante y apretando mis manos contra mis mejillas calientes.
—Ya te jodí a ti. —respondió victorioso, su sonrisa se ensanchó mientras yo gemía presionando mi frente con fuerza contra la mesa, la fría piedra hizo poco para calmar mi vergüenza.
—Era mi primera vez, ¿sabes? —murmuré en voz baja y amortiguada contra la piedra y Anton dejó escapar un pequeño sonido de afirmación. —Y ni siquiera puedo recordarlo y fue contigo.
—Dices eso como si fuera algo malo. —refutó, obviamente refiriéndose a mi aborrecimiento ante la idea de haberme acostado con él. Me burlé girando la cabeza para que mi mejilla esté contra la piedra.
—Eres un chico. —dije simplemente, Anton se encogió de hombros.
—¿Y?
—¿Y? —repetí incrédulo y sentándome un poco derecho. —Soy un hombre también.
—Créeme que me di cuenta. —expresó con obviedad, apoyando su cabeza en su mano mientras descansaba su codo sobre la mesa. Después de pensar por un momento, Anton se inclinó hacia adelante y su rostro quedó a sólo unos centímetros del mío. Podía oler el ligero olor a humo de cigarrillo en su ropa y loción para después del afeitado. Tragué saliva, mi cuerpo arqueándose hacia atrás para alejarse.
—¿Qué demonios estás haciendo? —cuestioné, apartando mis ojos del hombre frente a mí quien se rió entre dientes mientras me agarraba la barbilla bruscamente, obligándome a mirarle directamente a los ojos que por cierto eran tan brillantes que encajaban en la colorida casa.
—Satisfaciendo mi curiosidad. —dijo con una voz grave que me erizó la piel mientras avanzaba de nuevo hacia mí, sus ojos se posaron en mis labios.
"Tenía curiosidad y estaba borracho".
—¿Estás borracho? —pregunté cauteloso y Anton se detuvo frente a mí entrecerrando los ojos por un momento antes de soltar una carcajada, alejándose de mi cara.
—No esta vez. —aseguró, el movimiento en sus labios hizo que su piercing se tambaleara.
Me pregunto cómo se habrá sentido esa perforación cuando nos besamos.
—F-Frijoles. —espeté sorprendido y atropelladamente por mis propios pensamientos. Anton me dio una mirada confusa mientras yo sacaba frenéticamente un pequeño paquete de semillas de frijol de mi mochila dejándolas caer sobre el comedor. —E-Experimento. F-Frijoles. Comencemos ahora.
Anton sólo me dio una mirada extraña cuando abrí mis libros, tratando de ignorar lo que acababa de pasar y lo que ya había pasado una semana atrás pero que todavía estaba tan fresco en mi mente.
No me gustan los chicos y definitivamente no me gusta Anton Lee. No hay manera en el infierno.
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Hasta aquí el capítulo, espero que les haya gustado!! ♡
De antemano les aviso que Winter y Wonbin tendrán ciertas interacciones "importantes" en la historia, en este cap eliminé y modifiqué algunas cosas que para mí eran innecesarias y tipo relleno entre ellos pero habrán otras que simplemente no podré eliminar ni nada parecido porque son parte de la trama, entonces lamento si esas partes no son mucho de su agrado pero créanme que el desarrollo que tendrá el Wonton valdrá totalmente la pena ♡
Pd: el próximo capítulo lo subo el viernes. 😼
Si ven algún error no duden en comentar o escribirme. Besitos. ♡
Key♡
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