20 ♡
Aparté las manos de Anton de mi cabeza, rodando los ojos. Él sólo sonrió mientras bajaba mis brazos hacia mi regazo, su otra mano continuaba tirando de mi cabello recién oscurecido.
—¿Es este realmente tu color natural? —preguntó con su rostro genuinamente asombrado a la vez que pasaba los dedos por los mechones negros.
—Sí, natural desde que nací. —dije rotundamente, alejando sus manos de nuevo con delicadeza y mirándolo a modo de advertencia. —Ya ha pasado casi una semana Anton, la sorpresa ya debería haber desaparecido.
—Es sólo que... —comenzó pero su rostro se apagó y se transformó en uno pensativo exagerado.
—¿Es aburrido? —completé el espacio en blanco. Él negó con la cabeza rápidamente y arrugó la nariz.
—No, es sólo que no estoy acostumbrado a verte con cabello oscuro pero te queda muy bien. —halagó, sus palabras y la sonrisa que lo acompañaba me hicieron sonrojar. —Todo te queda bien. —Tosí mientras tiraba de las mangas de mi sudadera y las llevaba hacia arriba para cubrir mis mejillas sonrosadas.
—Eso espero, ya que así es como nací. —suspiré, sacudiendo mi cabeza para remover el cabello de mi cara, había crecido una cantidad significativa desde la última vez que lo corté y a menos que lo peine hacia atrás con gel, caería sobre mis ojos. Soplé con gusto los mechones negros rebeldes sólo para que cayeran sobre mis ojos nuevamente, Anton se rió entre dientes mientras yo volvía a soplar.
No detuve a Anton cuando extendió su mano para quitarme el cabello de los ojos, sus dedos recorrieron mis mejillas calientes después, su sonrisa relajada y de labios cerrados se profundizó cuando me apoyé en su toque, casi acariciando su palma como un animal domesticado.
No sabía desde cuándo la presencia de Anton se había vuelto tan normal e indispensable pero era cuando él no estaba conmigo que sentía su presencia aún más, si es que eso tiene sentido.
Winter estaba encima de mí en la escuela cada que podía y los únicos momentos de alivio que pude encontrar fueron esos al final de la pausa del almuerzo cuando me iba a la piscina sabiendo que Anton ya estaría allí esperándome, se había convertido en mi escape y me encontré con ganas de estar a su lado más que antes... realmente lo deseaba, lo anhelaba.
Esos momentos de revelación solían ser cuando estaba acostado en la cama a altas horas de la noche con las sábanas un poco frías. A veces me sorprendía a mí mismo pensando que sería agradable sentir su calor a mi lado, sus fuertes brazos alrededor de mi cintura, me preguntaba cómo se sentiría despertarse con el olor de su champú y su voz ronca mientras gruñía ante los rudos intentos del sol de despertarlo, el solo pensamiento me hizo temblar causando que Anton frunciera el ceño a mi lado.
—¿Tienes frío? —preguntó comenzando a quitarse su suéter, mi corazón dio un vuelco, le acaricié el brazo y negué con la cabeza a lo que él inclinó la suya hacia un lado inquisitivamente.
—No tengo frío. —le tranquilicé doblando las rodillas contra mi pecho, de hecho el clima se había vuelto un poco más frío debido a que estaba entrando el otoño. El almacén de la piscina se heló en particular sin la unidad de calefacción encendida, ya que no estaba destinada para que las personas pasaran su hora de almuerzo abrazados aquí.
—Tienes la piel de gallina. —comentó pellizcando la parte posterior de mi cuello, me sonrojé sabiendo que la piel de gallina no era porque tenía frío sino porque mi cuerpo se estaba calentando con la idea de despertar con Anton en la cama.
Gracias a Dios por el clima frío.
No pasó mucho tiempo antes de sentir a Anton deslizarse y acomodarse detrás de mí, sus fuertes brazos se envolvieron alrededor de mí y sus manos me rodearon hasta tocar sus bíceps opuestos, encerrándome en una jaula de músculos y tatuajes.
—Te dije que no tenía frío. —expresé, tratando de hacer que mi voz sonara molesta aunque la pequeña sonrisa en mi rostro decía lo contrario, me estremecí nuevamente cuando Anton se rió entre dientes y su abrazo se apretó más.
—Mhmm, lo sé. —contestó sin más, su murmullo era un estruendo tormentoso.
—No necesitas calentarme. —insistí aunque me enterré más en su pecho, apoyándome en el calor que encontré allí.
—Lo sé. —dijo nuevamente, mi cabeza se movió para descansar sobre su hombro y luego me giré un poco para mirarlo, la mayor parte de su rostro estaba serio pero su mandíbula se suavizó al sonreírme, mis ojos seguían su movimiento mientras él hablaba.
—Bueno, es bueno que lo sepas. —le respondí a lo que Anton rió mientras asentía. Los dos nos sentamos allí hasta que terminó la pausa para el almuerzo, fruncí el ceño cuando el timbre se filtró por debajo de la puerta del almacén, no queriendo alejarme de los cómodos brazos de Anton. Mi corazón se aceleró cuando éstos se apretaron un poco más mientras intentaba levantarme, consolidando mi posición en su abrazo.
En momentos como este me preguntaba si Anton también quería estar a mi lado.
La idea sólo duraría un momento fugaz antes de que lo absurdo se hiciera cargo. Eso era el pensamiento; absurdo. Cuanto más tiempo pasaba con él, más me olvidaba de que era Anton Lee.
—Anton déjame ir, tengo que ir a clase. —le pedí con la voz un poco dura mientras apartaba con fuerza sus manos de mí, levantándome antes de que pudiera atraparme de nuevo. Anton sólo me miró lánguidamente, su mano buscando en su bolsillo un cigarrillo. Hice una mueca al verlo y los ojos de Anton se iluminaron divertidos ante mi reacción.
—¿Nos vemos mañana? —preguntó y yo comencé a asentir con la cabeza hasta que me acordé de que ya tenía planes. El largo fin de semana había llegado más rápido de lo que pensé y mañana me iba a la playa con mi madre, Karina y mi padre que llegaba de su viaje de negocios en el extranjero esta noche.
—Um no, en realidad no voy a estar el fin de semana. —comenté y él levantó una ceja. —Me voy de paseo con mi familia. Um sí, lo siento.
Me preguntaba por qué sentía la necesidad de disculparme... no habíamos hecho planes, ni teníamos ninguna obligación de vernos cada fin de semana pero aún así algo acerca de no ver a Anton el fin de semana me hizo sentir un poco incómodo, como si hubiera una picazón que no puedo alcanzar en las profundidades de mi estómago.
—Suena divertido. —dijo aspirando un cigarrillo, el humo se arremolinaba en su boca antes de exhalar. Luego se puso de pie y sonrió para volver a hablar. —No me extrañes demasiado, Bin.
Resoplé ante sus palabras, alejándolas junto con su humo.
—No te extrañaré en lo absoluto. —solté con firmeza, Anton sólo sonrió un poco más y dicha sonrisa en su rostro hizo que mis venas palpitaran de molestia.
—Claro, Bin. —expresó con sarcasmo, caminando hacia mí y presionando un beso duro que sabía a nicotina contra mis labios. Anton sonrió a sabiendas que mientras retraía su paso, la distancia entre nosotros crecía. —Nos vemos la próxima semana, bonito.
🐰♡🦕
Shotaro soltó un grito emocionado cuando dejó caer sus maletas en la puerta principal del alojamiento de nuestro resort, corriendo por la casa de playa de paredes blancas con los brazos abiertos. Karina puso los ojos en blanco ante sus payasadas pero de igual forma sonrió mientras miraba a su alrededor.
Mi padre había llamado tarde anoche avisando que no podía regresar debido a compromisos laborales repentinos y yo no pude evitar decepcionarme, pues habían pasado meses desde la última vez que lo vi. Como ahora teníamos un espacio libre, Shotaro había sido invitado a venir con nosotros y no es que me importara. Shotaro y yo habíamos sido amigos desde hace muchos años y naturalmente también estaba familiarizado con Karina y mi madre.
Mientras pasaba mi mano por la gran mesa de madera en el centro del comedor de la casa, mi madre me palmeó los hombros por detrás y suspiró en mi oído.
—Al igual que las fotos, ¿eh, cariño? —comentó ella, haciéndome asentir.
—Lástima que papá no pudo venir. —lamenté, sus manos sobre mis hombros se congelaron un poco antes de darme un fuerte apretón.
—Sí bueno, él deberá llamar pronto. —aseguró, dándome una sonrisa tensa antes de empujar ligeramente mis hombros. —¡Ve a mirar los alrededores! Si quieres puedes ir a la playa con tu hermana y Taro. Está justo al otro lado de la carretera.
—Sí, claro mamá. —acepté y ella asintió alegremente a la vez que sacaba un libro de su espalda, sus ojos inmediatamente se enfocaron en la hamaca que estaba extendida en el porche trasero. Sonreí cuando ella se dirigió directamente a la hamaca, su cuerpo se veía más relajado de lo que lo había visto en mucho tiempo. Ella merecía un descanso pero deseaba que pudiera haberlo compartido con mi padre.
—Dios mío Wonbinnie, ¿ya viste la playa? —Shotaro chilló, tirando de mí hacia las grandes ventanas. —¡Es enorme! ¡Vamos, vamos! —insistió con entusiasmo.
De repente, el japonés gritó cuando la parte superior de su cabeza recibió un golpe que lo hizo chocar contra el cristal de la ventana. Shotaro se dio la vuelta confundido y se topó con Karina sonriéndole con maldad, ésta ya vestida con un bikini rojo brillante junto con un vestido de playa suelto en capas y sus gafas de sol encaramadas en su cabeza.
—¿Vienen a la playa o no? —Karina se echó a reír y Shotaro le sacó la lengua antes de correr rápidamente hacia su alcoba para colocarse su propio traje de baño. Me reí de la interacción de mi mejor amigo con mi hermana, preguntándome si de alguna manera estaba relacionado con nosotros; Karina lo veía como su segundo hermano menor y Shotaro hacía su misión de atormentarla como lo haría un hermano menor.
Minutos después, los tres ya nos encontrábamos en la playa y tan pronto como puse la toalla grande sobre la arena fina y dorada, Karina ya estaba tirando sus cosas encima para dirigirse al agua. Shotaro se apresuró a seguirla, sus piernas casi tropezaron mientras corría tras mi hermana para zambullirse en el agua, sonreí al mismo tiempo que cubría mis ojos del sol, viendo a Karina reírse mientras empujaba la espalda de Shotaro bruscamente, su cuerpo se agitaba en el aire antes de caer en las olas.
—¡Oye Wonbinnie, ven! —gritó el japonés mientras me saludaba y sacudía su cabeza llena de agua.
—¡Un segundo! —grité sacando mi teléfono, entorné los ojos hacia la pantalla que estaba a la sombra del resplandor cegador del sol sobre mi cabeza. Ojeando, parpadeé con emoción cuando vi que Anton había respondido a mi mensaje del viaje en automóvil por la mañana, sonreí un poco preguntándome si acababa de despertarse.
- Anton - 3:12 pm
¿Estás en la playa todavía?
- Bin - 3:14 pm
Sí. 😋
[ Imagen enviada ]
Rápidamente tomé una foto de la playa y se la envié a Anton antes de que pudiera registrar lo que estaba haciendo. ¿Por qué estaba compartiendo fotos de donde estaba con él? Dudaba que incluso le importara saberlo, por lo que incapaz de recuperar la imagen, esperé ansiosamente por su respuesta.
- Anton - 3:15 pm
Debes extrañarme, Bin.
Me ahogué audiblemente con mi propia saliva mientras leía su mensaje, las palabras resonaban en mi cabeza con la voz de Anton, rápidamente apagué mi teléfono y lo lancé profundamente en la pila de ropa sobre la toalla. Tirando de mi propia camiseta, abofeteé mis mejillas antes de acercarme a Karina y Shotaro con lentitud, este último actualmente atrapado en una llave de mi hermana mientras sus brazos se tambaleaban en el agua y ella se reía con diversión. Saltando al agua poco profunda, sumergí mi cabeza bajo las olas entretanto intentaba enfriar mis mejillas ardientes.
No lo extrañaba, claro que no... ni siquiera un poco.
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Hasta aquí el capítulo, espero que les haya gustado!! ♡
Wonbin es un poco terco y le cuesta decir que no (como lo han podido notar), además de que siento que muchas cosas y personas lo presionan pero ténganle paciencia, pronto va a reaccionar xd
Si ven algún error no duden en comentar o escribirme. Besitos. ♡
Key ♡
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