Entre Sabanas


Despertaba adormilado luego de una noche... "agitada" con la persona que considera su pareja. Podrá datar de los años 40 y estar chapado a la antigua pero, rayos... el pequeño cretino creído se las había arreglado para poner una correa alrededor de su cuello.

Con esos enormes ojos verdes iguales a los de un cachorrito y que siempre tenían un brillo impresionante en ellos. Esa boca hermosa de suaves labios con relleno extra, y esa tierna actitud tan inocente como un niño que mostraba cada vez que estaba con él y luego en el trabajo se transformaba en la perra más aterradora que haya visto, utilizando movimientos de pelea que solo él sería capaz de imitar.

"Es perfecto" se dijo a sí mismo mientras sentía como su amante se movía y se abrazaba a su brazo derecho para luego ocultar el rostro en su cuello mientras su barbilla descansaba sobre su hombro, todo mientras aún estaba profundamente dormido.

Bucky sonrió ligeramente mientras estiraba la mano hacia la frente del hombre a su lado para arreglar un mechón rebelde de su cabello, el cual volvió a la misma posición, su pelo es DEMASIADO fino y liso.

Y entonces, como si el mero gesto hubiese hecho algo, su amante empezó a moverse a su lado y abrió los ojos lentamente hacia el techo y luego, al sentir una segunda presencia a su lado, giró rápido y sorprendido hacia Bucky.

– Hola –le dijo el ex soldado al hombre a su lado, quién parecía estar algo perdido hasta que su mirada se relajó.

– Ah, eres tú –dijo el hombre con la voz ronca y somnolienta mientras se estiraba en la cama.

– ¿Quién más esperabas que fuera? –preguntó el pelinegro poniendo especial atención a los fuertes músculos que se destensaban y al bello cuerpo que se arqueaba y volvía a caer lentamente en el colchón.

"Es hermoso" se dijo a sí mismo.

– ¿Cómo dormiste, "Apollo"? –preguntó el menor.

– ¿"Apollo"? –preguntó Bucky apoyándose de su codo a medio lado.

– Porqué yo soy Adonis –dijo el sujeto llevando los dos brazos por detrás de su cabeza, Bucky solo pudo reír.

– Es claro que tu hermano acaba de mentirme en la cara –dijo el moreno posicionándose sobre el cuerpo del otro hombre utilizando sus codos y antebrazos como soporte.

– ¿Por qué? –preguntó el rubio oscuro con el ceño ligeramente fruncido.

– Porqué Sammy me dijo que sufrías de baja autoestima, Dean –le respondió antes de dirigir sus labios a su boca para un corto beso– y que por eso debía tenerte paciencia y consideración.

– Gracias por decirme que debo matarlo cuando regrese a casa –dijo el cazador sacando una sonrisa rápida antes de recibir otro beso en los labios por parte del ex soldado, pero esta vez el beso se extendió un poco más y por un rato más, seguido de otro y otro más.

– No tienes que regresar ahora, ¿cierto? –preguntó el pelinegro bajando sus besos hasta la perfecta mandíbula del cazador.

El mayor de los Winchester cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación de la boca de su "amigo con beneficios" bajando por su mandíbula hasta llegar a su oreja, en la cual se detuvo para morder un poco el lóbulo mientras una de sus manos subía hasta su pecho buscando uno de sus pezones para empezar a dibujar círculos alrededor de este con su pulgar.

El ex soldado pudo sentir como la espalda de su pareja se arqueaba ligeramente ante su delicado tacto, y entonces Dean respondió:

– Supongo que puedo quedarme un poco más.

– ¿Cómo una hora? –preguntó Barnes en su oído sin dejar la dulce caricia mientras que al mismo tiempo lamia toda la zona de su oreja.

– ¿Quién es el que se desprecia a sí mismo ahora? –y como siempre el Winchester mayor tuvo que sacar uno de sus comentarios audaces en el peor momento.

– Pero lejos de mostrar otra emoción que no fuera absoluta diversión, ternura o devoción hacia el cazador, el ex soldado le dio un dulce beso en la mejilla mientras reía un poco– nunca te atrevas a cambiar –susurró en su oído para luego seguir repartiendo besos a lo largo de su mandíbula.

– Descuide soldado, su general siempre será el mismo –dijo Dean tornando su voz más áspera y ronca según los besos y caricias que recibía en su cuerpo se extendían.

– ¿Tú eres el general? –preguntó Barnes alzando su mirada azul para encontrarse con la verde de Dean.

– Claramente –respondió el rubio opaco con arrogancia.

– Entonces no te importara... demostrarlo, ¿oh sí? –ante el reto, el Winchester mordió ligeramente su labio inferior y tomando a su amado de la cintura dieron una vuelta en la cama quedando ahora él encima...

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