Capitulo 4
POV SHION
Hoy tocaba supervisar el entrenamiento de los nuevos caballeros, les pedí ayuda a algunos santos de oro, ya que hay ocasiones donde los jóvenes aspirantes se dejan llevar por sus emociones y hacen tremendo escándalo.
Dohko de libra; viejo amigo, fuimos caballeros de bronce durante un tiempo, mas tarde fue promovido a santo de oro.
Manigoldo de Cáncer; Arrogante a todo lo largo de la palabra, cínico pero sobre todo simpático, creo eso nivela un poco su personalidad.
Degel de Acuario; la rata de biblioteca, como suele decirle Manigoldo para molestarlo, es un gran amante de la lectura, la misma casa de Acuario la convirtió en una biblioteca.
Junto con ellos, me dirigí al coliseo; veríamos cuanto han avanzado en estos días; si nos sobra tiempo, podríamos entrenar un poco nosotros, nos hace falta demasiado. El santuario ha tenido muchos problemas últimamente, mas por las "brujas".
Gente de la aldea viene en busca de nosotros para enfrentar y alejar a este gente mágica, pero cada vez que acudíamos al lugar del incidente, salían huyendo en sus escobas.
Llegamos al coliseo, pero ¿Qué demonios esta pasando aquí? ¿Porque nadie esta entrenando?. Intentaba buscar alguna razón por la cual estos tontos no estuvieran entrenando, vienen para convertirse en Caballeros de Atenea, no a perder el tiempo!
-Shion... creo saber cual es motivo por el cual no entrenan- dijo Dohko con una pequeña risa que no pudo contener- Mira- señalando a los asientos del coliseo.
Se encontraba una joven, con ropa realmente vieja y sucia, supongo que debió sentir que la estaba mirando, ya que se le notaba nerviosa, por un momento voltio la mirada y nos observo, no lo podía negar, a pesar de todos esos trapos viejos que portaba no podían opacar su belleza, era una joven realmente hermosa... Un momento, ¿Sera ella? Su cara se me hacia tan familiar, la he visto en otro lado, estoy seguro, pero no era momento para esto, tenia cosas mas importantes que hacer.
-Ustedes holgazanes!- grito tan fuerte como un cantante de opera hacia los aspirantes- Vienen a entrenar no a perder el tiempo, idiotas!.
Quedaba mas que claro que Manigoldo da mucho mas miedo de lo normal, Degel se acerco a mi.
-Shion, iré a ver quien es, tengo un presentimiento extraño sobre ella- comento.
-Vale, si necesitas ayuda, tu tranquilo- solo asintió y se dirigió hacia la joven, esta sensación no desaparecía de mi.
La joven se levanto del lugar y estaba a punto de marcharse pero algo la detuvo, no estaba caminado bien, se tambaleaba a cada paso que daba, hasta que cayo al suelo. Degel se apresuro e intentaba buscar la razón de porque la joven había caído.
Corrí y llegue hasta el.
-Degel no la muevas, espera... eso es sangre!?-comente un poco asustado, yo pensando que era algun enemigo y quiacas solo sea alguien que buscaba ayuda.
-Su pierna, mira su pierna-su pierna estaba sangrando, tenia un vendaje pero no pudo contener la hemorragia, a este paso moriría.
-Vamos cárgala, hay que llevarla al santuario, Atenea quizá la pueda ayudar, rápido!- comente.
Degel hizo lo que le dije, la cargo sobre su espalda y corrió lo mas rápido hacia a Atenea, Dohko se había acercado donde estaba, puede que haya escuchado mi grito de hace unos momentos.
-¿Qué ha pasado Shion?- pregunto preocupado.
-La muchacha que estaba aquí, estaba herida, en estos momentos Degel la esta llevando con Atenea, me voy Dohko, tengo que asegurarme que todo esta bien, ¿Puedo encargarte a estos diablillos?.
-Claro, anda vete de una vez, tienes que atender un asunto- dándome palmadas en la espalda.
Sin mas que decir, corrí lo mas rápido que mi piernas me lo permitían, al pasar por las casa todos me preguntaban cual era mi prisa pero no tenia tiempo para eso, con gusto se los contaría otro día pero ahora no es el momento.
Llegue al templo de Atenea, busque a Degel y estaba enfrente de la puerta.
-¿Qué paso Degel? ¿Como esta?- pregunta angustiado, cosa que pudo notar mi compañero.
-Tranquilo, Atenea se esta siendo cargo de ella, estará bien, no te preocupes demasiado- contesto Degel con una sonrisa que me tranquilizo, en ese momento salio Atenea, por instinto me hinque, como una señal de respeto.
-Señorita Atenea, disculpe las molestias que le ocasione- dije realmente culpable, pero ¿Porque me sentía así? Era lago que ni yo mismo pude descifra.
-No es ninguna molestia, es mi deber cuidar a las personas que estén en el santuario, sean habitantes o viajeros, ella esta bien ahora, se perforo la pierna con algo, pero ya paso lo peor, solo necesita descansar, muchas gracias por traerla aquí- comento la Diosa con una de esas sonrisas que la caracterizaban- Ahora vuelvan a sus puestos, los mantendré al tanto de la situación.
-Si- contestamos al unisono Degel y yo, con ello nos retiramos a nuestras casa, como el entrenamiento había terminado hace unos minutos, no tendría caso ir al coliseo otra vez.
No era seguro dejar a la diosa a solas con una desconocida, pero ella aseguro que todo estaría bien, espero algún día buscar el porque me sentía así.
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