Capitulo 3.
Creo que dormí demasiado, la luz del sol no traspasaba las cortinas, supuse que era ya de noche.
Asome mi cabeza por las cortinas y mire al cielo; repleto de luces... que paisaje tan mas bello apreciaban mis ojos, me quede unos minutos mas admirando el cielo, hasta que la carreta empezó a bajar la velocidad, al parecer llegamos al pueblo, al instante regrese a mi posicion del inicio.
Escuchaba voces, muchas voces, algunas saludando al señor y a la niña, eran muy queridos aquí.
La carreta se detuvo, baje de la parte trasera y me dirigí hacia el señor.
-No tengo palabras para agradecerle lo que hizo, tome-dije mientras sacaba unas monedas- espero que sea suficiente.
Sin mas que decir le entegue las monedas y me marche de ahi, buscaria un lugar donde pasar la noche, mientras caminaba pude apreciar un poco mas el pueblo.
-Pueblo rodorio...-mi mente colpaso por un momento, ese nombre... este poblado, con este poblado mi gente comerciaba antes, flores y hierbas era lo más solicitado.
¿Porqué tuve que terminar aqui? Cerca de aqui se encuentra el santuario, lugar donde gobierna Atenea, junto con un patriarca, los cuales son protegidos por sus caballeros; oro, plata y bronce eran los rangos.
Para poder llegar al patriarca y a Atenea tendrias que pasar por las casas protegidas por los doce caballeros de oro, lo mas fuertes al servicio de la diosa.
Segui caminando sin rumbo fijo, mi cabeza estaba sumergida en recuerdos de aqui, vine unas pocas veces aqui, solo por curiosidad, aunque mi principal motivo era verlo.
En efecto me enamore de un caballero de oro en los tiempos que aun podia caminar "libremente", me preguntaba si el seguiría viviendo por aqui, me encantaría volver a verlo, aunque sea de lejos, fue el unico que no tuvo miedo de mi.
Sin darme cuenta llegue al santuario,¿Qué demonios hago aqui?. Busque un lugar donde pasar la noche, pude notar un árbol grande y frondoso, ¡Perfecto! Sus ramas seran cómodas. Llegue al árbol y lo escale, busque una rama lo suficientemente fuerte para poder descansar, encontre una y me prepare para dormir, mañana tendría que explorar un poco mas esta zona.
Senti un fuerte dolor en mi cabeza, al parecer no estoy lista para dormir en arboles.
Me incorpore lo mas lento que podía, el dolor era insorportable, pero la cabeza no era el único problema.
-¡Lo que me faltaba!- una rama se habia enterrado en mi pierna.
Por suerte cuando caí todo cayo conmigo, mi mochila era la que mas me importaba, saque unas vendas de ella y me cubrí la zona afectada, sin magia no podía hacer nada mejor, no habia nadie cerca pero no me arriesgaria.
A paso lento avanzaba, llegue al sendero que llevaba hacia las casas, pero no si antes pasar por un coliseo; un poco viejo cabe recalcar.
Había jovenes entrenando ahi, entenando para ser un caballero de Atenea.
Me acerque un poco mas para tener una vista mas clara, habia unos asientos, no se veían tan cómodos pero era algo que mi pierna afectada agradaceria mucho.
"Que fuertes son algunos" pensaba mientras los veía entrenar, todos pararon de un momento a otro, voltiaron al mismo lugar.
-Asi que ellos son los caballeros de oro- dije al observar aquellas siluetas acercarse al coliseo.
Todos hicieron una reverencia hacia ellos, al parecer solo habian venidos alguno, no los doce, que mala suerte la mia.
Eran 4 los que habian llegado, gracias a las armaduras que portaban pude saber de que casa eran; Aries, Libra, Acuario y Cáncer, eran los santos presentes, desconocía en nombre de aquellos hombres, atractivos cada quien a su manera.
Se unieron al entranamiento, apoyaban y aconsejaban a los aspirantes, la solidaridad abunda aqui en niveles descomules.
Sentia miradas sobre mi, algunos aspirantes no dejaban de mirarme, olvidando su entrenamiento por completo, el santo de Aries se percato de aquello, inmediatamente fue a corregir aquella actitud de los pobres jovenes
El joven caballero de Aries volteo a verme, era de test blanca como la leche, de cabellos verdes claros, tenia un porte elegante pero se veía que era una persona de buen corazón.
Mi presencia no servia ahi, solo estaba distrayendo a la gente por lo cual decidi retirarme, aunque claro que no estaria facil, no recordaba mi pierna herida. Habia empeorado, el líquido color carmesí no dejaba de brotar y poco a poco mi vista se nublaba, todo comenzó a volverse negro, alcance a escuchar voces muy cercanas a mi, eso fue lo unico que recuerdo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top