Capítulo 45

Las horas pasaban demasiado lento, ya habían pasado dos horas y la ojiverde no había recibido ninguna noticia sobre su amigo Matt. Estaba muy preocupada por él y no sabía si decirle ya a Camila o simplemente esperar a que él esté mejor y le de el permiso para decirle algo. Se había pasado las dos horas sentada o a veces parada, estaba muy confundida, no sabía nada sobre Matt, si preguntaba a alguna enfermera que salía de la sala; la respuesta era 'espere a que el doctor salga', eso la molestaba demasiado, si Vero estuviera acá sabría rápido sobre él. Estaba muy nerviosa, a los minutos levantó su mirada y noto que el doctor Richard estaba hablando con una enfermera. Había viajado a Nueva York para ver a su amigo y paciente. Se levantó del asiento y casi corrió hacia él para preguntarle algo.

-Doctor Richard, no se nada de Matt...- el doctor se dirigió a Lauren.

-Lo siento Lauren, acabo de llegar -era cierto apenas estaba enterandose que ya estaba en la sala de operaciones. -. Pero ahora entraré. Creeme que yo estoy preocupado por él también, haré lo posible por ayudarlo a vivir más tiempo.

-No se puede morir, él tiene una familia.

-Lo se muy bien, Lauren. Debo entrar, nos vemos luego -le dio una media sonrisa reconfortante y entró a la sala de operaciones.

Todo es una mierda. Pensaba Lauren mientras caminaba hacia la sala de espera, debía esperar más horas eso la estaba poniendo más nerviosa. Quería decirle a la morena pero no sabía si debía o no, pues estaba aún muy delicada con el nacimiento de su hija, estaba frustrada también. La ojiverde era como una frasco de sentimientos encontrados. Mientras esperaba miraba cada cinco minutos la hora en el reloj de la pared, quería que pasara más rápido el tiempo, era tan insoportable estar así sin saber nada sobre su amigo.

A las tres horas el doctor salió con el doctor Richard, ambos estaban hablando, la ojiverde estaba viendo desde su asiento, estaba por ir hacia ellos; pero una chica de su misma edad llegó hasta ellos, la chica se dirigió más al doctor Richard que al otro doctor. Desd donde la ojiverde estaba no lograba ver quien era la chica que estaba hablando muy intenso con el doctor, estaban cómo discutiendo. Sin más se levantó Lauren y fue hacia ellos, ya cerca notó que era Samantha la que estaba con él. ¿Pero que hace acá?, pensó mientras se acercaba a ellos.

-No se puede, entiende que... -estaban discutiendo-Pa...

-Lauren -dijo el doctor al notar su presencia. Lauren se quedó un tanto curiosa con la frase que no terminó Samantha.

-Samantha, ¿que haces acá? -la ojiverde sabia que ellos no eran muy cercanos. Pero con la mirada de ambos se dio cuenta que algo ocultaban.

-No le diré nada a Camila, solo quería saber si estaba bien. -dijo sin más la ojiazul. -. Mi pa... El doctor Richard me lo estaba por decir.

Lauren se dio cuenta que eran padre e hija, pero por que no lo llamaba padre, se cuestionaba la ojiverde. Todo se quedó en silencio, el ambiente se torno un tanto incomodo para el doctor y la ojiazul. Algo andaba mal en ellos, era cierto, ellos guardaban muchas disputas.

-Bien, Matt esta estable -comenzó a decir el doctor. -, esta en su habitación, debe de despertar para que puedan entrar.

Se despidió de la ojiverde y entró a la sala nuevamente. Entre Richard y la ojiazul pasaba algo, eso lo notaba Lauren, era como si el padre no le agradaba la presencia de su propia hija o más bien cómo si ambos no se agradaban. La verdad está por conocerse muy pronto. Ambas chicas decidieron ir a beber un poco de café, apenas eran las tres la tarde, Lauren no había almorzado nada, pensaba que un café le vendría bien. Ambas se sentaron con sus cafés en mano. Una frente a la otra. Estaban en silencio, la ojiazul sabía muy bien que Lauren tenía dudas sobre lo que sucedió anteriormente.

-¿Que? -preguntó Samantha mientras le daba un corto sorbo a su café.

-Nada, yo solo... -no sabía si preguntar o no.

-Si, él es mi padre Lauren -la ojiverde estaba muy sorprendinda, aunque ya lo suponía. -. Es complicado.

Por lo visto Matt no es el único que tiene secretos que se guarda muy dentro y no quiere que nadie los sepa. Lo que pasaba con Samantha era casi la misma historia que la de Matt, todo iba vinculado a la misma persona, simplemente eran secretos compartidos. Las chicas se quedaron en silencio, las miradas hablaban más que las palabras. El color azul se mezclaba con el verde, Samantha sabía que tenía que decirle, confesarle que no es tan santa cómo ella ha hecho creerle en estas últimas semanas. Cómo todo ser humano en esta tierra, ella tenía un pasado muy malo, muy oscuro. Ella no era tan dulce cómo lo estaba demostrando con la ojiverde. Tenía miedo a que ésta se alejara de ella para cuando ya se haya enterado. Eso había sido el motivo por buscarla en la boda de Matt, quería verla y estar segura si era ella. Su secreto no estaría tan a salvo.

Mientras las horas pasaban ellas hablaban de cosas fuera del tema principal, estaban ansiosas por ver a Matt, lo que aún no le quedaba en claro a Lauren; era extraño que Samantha estuviera ahí, pues cómo ella lo había dicho solo era una conocida para él y su familia. La verdad de su presencia solo la sabía la ojiazul, necesitaba esa oportunidad. A las dos horas llegó una enfermera hasta donde ellas estaban para decirles que ya podían pasar a ver a Matt, pero solo una podría. Samantha le pidió a Lauren que entrará primero, pues es su amiga. Lauren al entrar lo primero que sintió fue una pulsada en su pecho. Matt estaba muy mal, su rostro estaba más pálido, sin color, que nunca. Alrededor de su cabeza había una venda, se dio cuenta que lo había operado o más bien arreglado la suturas. Pero Lauren no sabía. Se sentó en la silla que estaba cerca de la camilla. Matt estaba muy concentrado en el techo de la habitación, aún no podía olvidar lo que le había dicho a Lauren en la cafetería. Antes de que eso sucediera. Ni Lauren lo había olvidado.

-Yo no... -trato de hablar Matt, pero Lauren lo impidió.

-Solo te diré algo-Lauren se acerco un poco más a la camilla. -. Te odio y mucho, pero aún eres mi puto amigo. -Matt hizo una mueca tratando de sonreír. -. Quisiera aprender a perdonar, pero no lo logro hacer.

-Sabes, te perdono; por lo de Camila -tosio un poco, eso ocasionó un dolor en la cabeza, pero era un poco soportable. -. Debemos aprender a perdonar. Pero lo que te hicimos no tiene precio.

-Ya soy madura, dejara de pensar en esas mierdas-la ojiverde estaba muy segura de lo que decía. -, ahora debemos de pensar en ti, debes recuperarte por tu hija y esposa.

-No creo que salga de esta Laure. -volvió su mirada hacia el techo. Matt sabía que le quedaban minutos y horas ahí en ese mundo. -. Creo que esta enfermedad pasó por una cosa y eso se llama Karma.

-No digas tonterías, tú estarás bien.

-Lauren, tú y yo sabemos que no saldré de ésta, no nos engañemos. -volvió a toser un poco más fuerte, se tapó con su mano la boca y luego de toser se observo la palma de mano, en ésta hacía gotas de sangre.

-Llamaré a un médico. -Lauren al verlo se preocupó, su amigo la detuvo.

-Tranquila. Quedate acá unos momentos conmigo -se volvió a sentar, lágrimas estaban amenazando por salir de sus ojos al verlo así tan mal y débil. -. Quiero decirte más cosas, esto te lo debería de decir la persona involucrada, pero si no quiere lo haré yo. -se movió un poco en la cama y suspiro. -. ¿Te acuerdas que habían dos chicas en la escuela, una te molestaba y otra te defendía?.

-Si, lo recuerdo, Emma y...-Lauren no recordaba el nombre de la odisea chica.

-Lissandra -dijo Matt, Lauren rápidamente lo recordó. Así se llamaba. Era un nombre tan tonto y odioso.

-Era tan odiosa. A odiaba demasiado.

-¿Aún lo haces? -preguntó Matt dándole un mirada.

-Cómo dije, ya soy madura y dejaré esas mierdas atrás. -Matt sonrió, sabía que Lauren lo decía en serio. -¿Ellas eran tus amigas también?.

-Más bien... Mis primas -Lauren se sorprendió al escuchar eso, pues nunca lo imaginó. -. Nuestros padres nos habían enseñado que lo diferente era malo. Pero estaba la chica rebelde. Emma. Ella nunca hacía caso de eso. A sus 12 años sabía que no era malo serlo. -Lauren estaba recordando su pasado. Odiaba hacerlo pues comenzaba a odiar a sus acosadores. -. Ellas están viviendo acá en Nueva York. Lauren... Debo decírtelo ahora. El nombre completo de tu agresora era... -comenzó a toser un poco más fuerte. Uno tras otro. -... Lissandra Samantha. Es la misma que conociste en la boda.

Lauren se quedó muy sorprendida al escuchar eso. No podía ser cierto, no podía ser Samantha la que conocía, ella que le había abierto las puertas de su casa. Comenzaba a odiarlo más y también a sí misma por dejarla entrar a su vida, en el pasado la había arruinado mucho y eso no tenía perdón. Matt no dejaba de toser, ya estaba por terminar su sufrimiento y eso lo sabía muy bien el pobre chico.

-Escucha... -la tomó del brazo, estás tal vez serían sus últimas palabras. -. Quiero que recuerdes... Debemos perdonar a los demás. Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.

-Matt, no hables, iré por un doctor.

-No, Lauren, quiero que me prometas que estarás al lado de Camila y de mi hija, por favor -Matt estaba muriendo poco a poco y dolía, vaya que si dolía como la mierda. De sus ojos resecos salían lágrimas.

-No, tú las cuidaras. -a esta altura Lauren estaba derramando unas cuantas lágrimas.

-Prometelo. Yo me debo de ir, quiero que las cuides muy bien, Lauren. -la ojiverde lloraba y negaba con la cabeza, no podía aceptar que Matt se fuera, no aún. -. Prometelo.

-Si, lo prometo.-se había derrumbado total la ojiverde.

-Gracias por todo, Lauren, debo irme. -sonrió, poco a poco iba cerrando sus ojos y luego durmió para siempre.

Su corazón se había detenido. Doctores y enfermeras entraban a la habitación, Lauren estaba aún en shock, su amigo se había ido y eso la tenía mal. No sabía que haría ahora sin él y más con la promesa que debía de cumplir. La sacaron al pasillo, ella se tumbó de rodilla contra el piso y lloro muy fuerte. Estaba frustrada por no hacer más por su amigo, se odiaba por no hacer más nada. No era posible que la vida lo hubiera llevado, la ojiverde estaba devastada. Sus pensamientos iban a lo que le diría a Camila, ella no sabía nada.

-Lauren... -dijo una voz conocida. Levantó su mirada y frente a ella estaba Normani. -. Tranquila.

-¿Mani? -con cuidado la levantó y caminaron hacia la sala de espera, donde estaba una chica morena más devastada.

Camila yacía en el piso llorando sin desquicio. La noticia se la había dado su médico, casi se desmaya al saberlo. Nunca pensó que se moriría. Lauren al verla así lloro más. Sus gritos de llanto se escuchaban por todo el edificio. Una lloraba por que su esposo al cual amaba con locura se había ido, dejándola sola y sin consuelo con su hija. Otra lloraba por impotencia, odio y también enojo, no puedo ayudarlo cuando lo necesitaba. Camila se echo a llorar en los brazos de la ojiverde. Las dos buscaban consuelo. Una promesa se había echo ese día y se debía de cumplir. No debes prometer algo que no cumpliras. Ahora Lauren debía cumplirla y tratar de salir adelante.


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