Perdido en tu Aroma
Pareja: EpicCross.
Multiverso: Omegaverse!HS.
Canción utilizada: How it feels to be lost (Sleeping With Sirens).
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La vida...~
Pese a las desveladas en demasía y a los excesivos trabajos escolares a entregar, no cambiaría por nada su turno matutino en aquel instituto público por ciertos puntos a rescatar; debido a la larga distancia entre ambos puntos, le tocaba levantarse mucho más temprano de lo necesario si es que quería llegar temprano, entonces, cuando salía de su hogar todavía los colores gélidos pero no frívolos le acompañaban en una retratada pintura de lo que parecía una noche nublada, maravillado y con una sonrisa tan hiperactiva como sí, sentía una vibrante energía satisfactoria por el espectacular amanecer. Las nubes siendo acariciadas por los rayos solares que trastornan sus colores blanquecinos a excéntricos rosados, amarillos, anaranjados, ¡incluso morados y azulados! Se suelen ver tan mórbidas y fantasiosas como su extasiada actitud lo marca. A veces, cuando las clases comienzan a ser muy tediosas, alucina brincos que rechazan a la misma gravedad cuando se eleva inalcanzablemente por los frescos aires hasta aterrizar a la hora que quiera en su blanda contextura. Esperando, siempre, sin falta, ¡como indispensable! A otro ser del otro lado, donde éste, contento, se mantiene sentado con los cálidos brazos extendidos a su dirección.
Suspiró, anhelando un algo, o a un alguien; estuvo pateando con gusto una botella de plástico por la banqueta un rato hasta llegar al bote de basura —donde tiró el envase de plástico— que se ubicaba a las afueras de las prepotentes bardas de hierro, las cuales indicaban la entrada de la escuela donde apenas algunos estudiantes ingresaban somnolientos, neutrales o con todo el ánimo desbordándose en estruendosos zapateados de alegría. Él sólo los veía con cuidado, cruzando cada pasillo con baldosas relucientes en un tradicional plateado que combinaba junto a la pintura beige de las paredes algo desgastadas y sucias, con los casilleros rojizos abriéndose paso en cada espacio hasta llegar a las escaleras y repetir lo ya visto tan fácil como "copiar y pegar". Ante un contraste tan monótono, era divertido para él a veces dejarse llevar entre tejidos de imaginación interminable.
Es caminar sobre una cuerda floja...~
Solía pensar que el edificio entero temblaba y tenía que correr escaleras abajo si no quería morir —razón por la cual la adrenalina le ganaba y cuando tocaba moverse de un aula a otra bajaba las escaleras con emoción—. En otros pensamientos más inocentes y raros, que el piso era una cuerda floja donde tenía que caminar minuciosamente. De cualquier forma, se entretenía buen rato.
Con nada más que una venda en los ojos...~
Llegó a su primera clase: Matemáticas, donde ya ciertos compañeros suyos aguardaban en sus asientos descansando horas de insomnio. Las ventanas ya habían dejado de estar empañadas por el rocío, una lástima por eso, pero al menos seguían frías para recargarse en ellas y compartir diferentes temperaturas. Buscó con la mirada a una específica persona, encontrándola al final de la cuarta fila y, efusivo, caminando hasta él —impaciente en diferentes aspectos—.
—Hey, bruh —se sentó detrás suyo, a lo que el de cicatriz carmín se volteó, igualmente saludándolo—, ¿cómo está mi omega favorito?
—Heh, vete a la mierda, dude.
—Pero con amor~.
—Sí, sí; con todo mi joto amor. —ambos rieron sinceros por el mal chiste—. ¿Tú cómo estás? Estoy considerando seriamente irte a buscar en persona a tu casa, me siento muy solo y aburrido llegando primero al salón.
—Pues tendrías que arrastrarme con todo y mis pantuflas, porque no querría moverme ante tanto desvelo.
—¿Por estudiar? —sonrió burlesco, afilando la mirada pícaramente.
—Uff, por supuesto bruh, sino, ¿qué haría un excelente estudiante, elevado a todas las notas de la prepa? —estallaron en risas a los pocos segundos de haberse dicho eso—. Obviamente que viendo memes, bruh.
—No tienes remedio dude.
—Nop, y sigo teniendo sueño, así que~ —encarceló a su mejor amigo entre sus fuertes brazos, a lo que el otro "intentaba" liberarse con banalidad. Reían, y no porque las bromas fueran necesariamente buenas, sino porque adoraban la ocurrente compañía ajena—; ¡tú serás mi nueva almohada!
—¡Aquí no cariño! ¡HAHA! —era costumbre entre ellos usar pseudónimos melosos, como parte de sus chistes o, sin los eufemismos, "joteo".
He allí lo que más adoraba del día, su increíble adyacencia perfumada en dulces y almibaradas soberanías de alivio. Un aroma emanaba del amante de las cruces monocromáticas, tan embriagante que podría aspirarlo todo el día sin que le dé jaqueca, totalmente moldeado para él; rezaba todos los días, releyendo los libros sobre la función y características de las mil y un veces nombradas "parejas destinadas" que ambos fuesen los que llevaran estupefacto título. Podría confundirlo por momentos con el de su dulce favorito: el chocolate, sin embargo, habían ocasiones donde se asemejaba al de una cacalosúchil, cempasúchil... tan indescifrable, indescriptible, ¡perfecto!
Es un largo camino...~
¡Tan perfecto que era un ejemplo de las falsas oraciones que exclaman "la triste incapacidad de no poderse crear milagros"! ¡Tan contagioso y apasionante que el menester de marcarlo cada que lo tenía así de cerca —entre abrazos, cuando chocaban... por eso le encantaba permanecer atrás de él— era, oh, sumamente doloroso! Porque su instinto se lo gritaba y él no respondía por más de acuerdo que estuviera en tales enigmas. Esa diminuta duda carcomía: ¿Qué tal si no era correspondido? ¡Que horror, perdería su amistad en lo más que la palabra "eterno" pueda marcar!
Atraparse con dichas circunstancias es exageradamente cliché, y un verdadero suicidio colectivo.
—Hey, dude, ¿me podrías pasar más tarde la tarea de Español? Recuerda que ayer te había comentado que iba a tener que cuidar a mi hermano hasta tarde y-...
—¡Claro bruh! Ya sabes que no tienes que pedirlo dos veces. —pero ante todo, las esperanzas aumentaban cuando éste le decía:
—Ah, por cosas así te amo dude. —y el hormigueo por su estómago y garganta apunto de explotar por esos agradables latidos con más aceleración que un auto de carreras no se hizo esperar.
Es un largo camino hacia abajo...~
¿Abajo está el cielo o el infierno?
(...)
Entonces se preguntó: "¿Por qué mi corazón vocifera sin control? Me hará perder esta pequeñísima razón con el nombre simplificado en 'vida'".
No era un camino recto el que estaba recorriendo, es más; entre la numerosa multitud, las cegadoras luces fosforescentes —fogosas redundantes, con un radio posiblemente mayor a 1,000 metros de distancia— que se vislumbraban en reflectores estrambóticos, el olor a carbohidratos, sudor... ¡hasta los susurros más recónditos de aquella calle pavimentada en confetis arcoíris, detrás de los puestos radiantes con sus llamados enérgicos y entusiasmados! Cada uno de estos factores le aturdía de sobremanera, no sabía qué hacer entre tanto revoltijo de vibraciones fuertes, codeos de personas que pasaban a su lado, y es que ya había perdido el gusto por ir a las ferias. Desde hacía rato pudo haberse marchado hasta donde la oscuridad con voracidad carcomía a los frondosos y pacíficos árboles, las casas con rejas, celosías negruzcas sin compañía igual de elegantes y lóbregas que las mismas...
Y sin embargo no estaba solo, porque, sólo por seguir sintiendo su joven e inherente calor ante el tacto que sus manos hacían y el roce de sus tímidos dedos, por aspirar su propia "heroína" de gardenias con forma esqueléticas, admirar sus insólitas pupilas bicolores por segundos que atesora como a nada existente. Sí, así de enamorado estaba —lo sabía, ni por un segundo lo ponía en duda cuando a sus fosas nasales nada más llegaba su emanante dulzón natural, adictivo—. Seguiría en aquel océano —de gente, de catarsis, ¡de lo que fuera!—, ahogándose cuantas horas dijera si le prometían una plenitud insaciable, si le juraban el vasto campo de dalias sin tocar y paredes tapizadas en enredaderas que cada mañana, húmedas, le sonrieran. Pero, por favor, ¡que todo sea al lado de su venerado gran amor! Sino, no tendría sentido.
Tantas sublimes expectativas creadas bajo una rosa, cacalosúchil, gardenia, guerrera, monocromática, ¡encantadora! —extender un poco la lista de los apodos melosos y no tan ajenos a la realidad le era una maravilla que sólo lo hacían doblegar a abrazar súbitamente la cadera de quien ya en su mente había proclamado como "su omega", recaer con gusto... como com su aroma, que desde lejos siempre le sería perceptible, y siempre lo tomaría con predilección—.
Estoy, sí, estoy un poco loco...~
—¡Dude, mira! ¡Al fin, la fila de la montaña rusa ya no está tan larga! ¿Subimos juntos? —le sonrió vivazmente, usando accidentalmente su peculiar brillo inigualable de los bordes en sus pupilas justo ahora albares. Nunca podría negárselo, en especial porque, ni tan loco que se dice estar, rechazaría una oportunidad de pasársela con él.
—¡Por supuesto bruh! Te apuesto todo lo que quieras a que yo aguantaré más en ella~.
—¿Eso es un reto, dude? —las retadoras risas resonaron sólo en su oído, únicamente en su tímpano..., sólo para él—. ¡Trato hecho, ya verás cómo te haré tragar esas palabras!
—¡Heheh! ¡Menos charla y más acción, bruh! —corrieron, nunca deshicieron el lazo que sus palmas y brazos formaban al estarse aferrando, ¿no es esto conmovedor? ¿La típica insania por amor verdadero?
¿Pero realmente puedes culparme...~?
Gritaron emocionados en cuanto dieron la primera vuelta, y aunque las brisas frescas que la noche regala prometían una velocidad "incomparable", pudo haberlo sentido en una cámara lenta poco común. Tragó en seco, pues sintió que el aire se le arrebató y pasó a alguien más; en cuestión de ese mítico conteo titulado "tiempo" tembló, porque los espasmos no lo dejaron en paz mientras su rostro formaba tics nerviosos que no sabía ni que podía hacer. Dichosas incomodidades no medianamente pararon hasta que estuvo a punto de llorar sin justificación, ¿qué sucedía consigo? ¿Jaqueca extrema? ¿Ataque de pánico —por qué—? Apretó la chamarra rimbombante de Cross, sintiendo que la consciencia se le iba y la intercambiaba por pantallas en negro que, por esta ocasión, resultaron atemorizantes. Negando cualquier lógica o claridad, las nauseas le arribaron y como pudo adentró su rostro en los costados de donde deberían ubicarse las clavículas de su guardia real, deidad de pura salvación a sus males; olía en esas circunstancias a dulce de leche, suave y azucarado, un remedio para él, como conmiseración.
Cinco falanges le acariciaron el cráneo, y, pese a que el juego consistía en acelerarte, desbordarte en adrenalina, la calma le dominó. Eran las carantoñas que no sabía que necesitaba, pero las idolatraba. Cuando el viento dejó de estrellarse en su cara y helarle las mejillas sonrojadas, se despegó de su acompañante, quien ya le miraba con preocupación, confusión y ternura —¿ternura? ¡Ternura!—.
—Dude, umm, Epic..., ¿estás bien? ¿Te mareaste demasiado? Te dije que no comieras mucho antes de subir.
—Heh, descuida, estoy bien.
—Sí, claro, ¿me viste cara de estúpida? —rieron levemente por el meme pronunciado—. Pero hablo en serio dude, ven, vamos a sentarnos.
—No es nada bruh, es que me aferro a ti porque adoro sentirte, precioso~. —el de cicatriz rojiza rió fuertemente por el "piropo mal hecho".
—Soy inalcanzable para ti, mi amor~. —¿cómo saber qué tan cierta era esa inocente oración (oh, ¿lo es?)? Parece inocuo, ¿verdad?—. Espera-... ¡oh! ¿¡Ése de allí es Dream?!
Es un largo camino...~
—¿Dream-?...
—¡Vamos, hay que ir a saludarlo! —fue jalado por el brazo. Verlo tan esperanzado y extasiado fue una terrible apuñalada, de repente sólo predominaba en sí una sensación de esplín, desdén y murria.
¿Qué mejor que zaherirse con visiones perfeccionistas hechas con nada más que un cristal que alardeaba de ser transparente cuando era pintura desvanecida con la lluvia y la sal? Desvariados cables de fe yacen bajo las cadenas de sus cuerdas vocales que se niegan a exclamar un "¡te amo!".
Es un largo camino hacia abajo...~
Pasó todo lo que restó de la oscuridad alumbrada por artificiales estrellas multicolores haciendo malos chistes que pudieran hacerse notar entre ese dúo cariñosamente taciturno. Dime, si tan loco por amor estás, ¿serás lo suficientemente perseverante? ¿Cuál será la siguiente estrategia? No te preocupes si te pierdes, será normal. Normal, completamente normal.
¿Es normal estar loco? Tengo miedo.
(...)
Oh~ su perfume de margaritas le hacen babear en busca de besar cada zona emanante a éste, ¡cordura! ¡Por favor, haz algo al respecto antes de que cumpla lo imaginado!
No, no; demasiado tarde.
Por cada paso que doy...~
—¿D-dude? —el pomo de su puerta fue bruscamente abierto, sorprendido, el fanático de las cruces volteó, pudiendo observar a su encapuchado favorito aproximándose a él sin la menor sensatez al romper con ese círculo de privacidad. Sus alientos chocaron con escasos centímetros de lejanía y no los anulaban por un shock de socavados sentimientos creyendo no haberlos experimentado antes; la mano del de colores negro-violeta estaba muy fría, tanto que al primer contacto entre su bochornosa mejilla y ésta, una descarga eléctrica se hizo presente en el cuerpo del omega que recorrió cada célula con satisfactorias sensaciones de estar siendo protegido y amado. ¿Cosa de razas? ¿Quién podría saberlo?—. E-Epic, ¿qué haces?
—Heh, hey, bruh —se asomó una temblorosa sonrisa, dejándose llevar por un instinto y todo lo contrario a un carácter experto con lo que hacía referencia al "placer carnal"; se miraron innombrables momentos, tal vez en los que sincronizaban lo que sucedía y sucedería. ¿Qué es lo que marca el destino? ¿Qué es lo que marca el amor? ¿Qué es lo que marca la lujuria? ¡Respondan! Que sus intrusas manos, inseparables de la figura maliciosamente obstruida por la ropa (que por supuesto no planea despojar..., ¿o sí?) bajan y bajan, pero nadie las detiene en su pecaminoso acto por tocar lo que se considera clandestino e íntimo, ¿es una señal? Sus manos extrovertidas encajan con el silencio deseoso de ambos compañeros inseguros y a la vez más que seguros—; ¿sabías que me ignoraste en toda la noche?
—N-no.
—Oh, bueno, lo hiciste. —lenta y tortuosamente acercó su barbilla hasta el punto exacto donde la columna vertebral y manubrio hacían una danza de unión ante el acalorado ambiente. Que húmeda se sintió su mandíbula cuando el de cicatriz en la cuenca derecha le besó el hueso, y más aún cuando lo hizo en sus clavículas—. Oye, bruh, saliendo de las bromas gays; ¿sabías que me encantas?
—No, —negó nuevamente en lo que jalaba aire, sus piernas sin fuerza resbalaban como si el suelo le hiciera la mala jugada de volverse resbaladizo; se recargó en el canapé color vino detrás de él— pensé que bromeabas.
—Supongo que era de esperarse. —jugó con la sensibilidad de las costillas de su flor albar, dejaba arribar sus feromonas con un esperado efecto que llegó al de colores monocromáticos: Excitación—. ¿T-te molesta?
—H-heh, para nada.
Estaba muriendo en el suelo, desangrando, su boca estaba abierta en perplejidad mientras escurrían los indispensables líquidos con populares fragancias a metal oxidado —¿dónde quedó su innato dulzor?—. Su ropa estaba arrugada y cada minuciosa parte de su cuerpo había sido apuñalado con el filo que tenía en sus manos. ¿Era culpable del mayor crimen cometido por el maléfico ser humano?
Doy dos pasos hacia atrás...~
—Bien... —dieciséis segundos contó en cuanto sintió un real miedo, ¿qué alucinó esta vez para distraerse? Besó con libidinosos suspiros correspondidos los "labios" ajenos, ¡olía tan bien a margaritas y manzanillas pequeñas pero bohemias!—. No soy nada experto en esto, hehe.
—Yo tampoco, —con timidez, extendió ambos brazos hasta enrollarlos por el cuello del "épico"— y no te juzgaré; no te preocupes.
Rió maniáticamente, sufría, pero lo hecho ya no se podía deshacer. Irreversible, irreparable. La flor cándida era tan perfecta que no podría haber vivido más para ser igual de admirada como él lo hacía. Ay, lo amaba tanto que lo había alejado de un mundo completamente ensañado, poseía una suerte inigualable —¿o son falacias que se dice a sí mismo para que el remordimiento no lo hunda hasta enterrarse vivo en el pasto de la escuela?—.
...
De cualquier forma, había acabado con su aroma, ya no podría tenerlo nunca más cerca. Se golpeó fuertemente con el mango de una pistola que paulatinamente se encontraba sujetada a su mano izquierda; buscaba deformar su rostro tal y como hacía segundos lo hizo con su amor putrefacto. Gritaba con agudeza, pero nadie venía, porque a nadie le importaba cuando hay uno más o uno menos —o porque la soledad es una amiga traidora que convierte tus alaridos desesperados en susurros del País de la Nada—.
Es como un puñetazo en la cara...~
Parecía recobrar la vista de alguien a quien llamársele "con buen juicio moral", miraba horrorizado el cuerpo inerte y no podía ni siquiera acercarse para musitar congelado un "lo siento" sincero e inservible. La apuñalada la sentía ahora en sí, y era real, tan real...
Es como un cuchillo en la...~
Tan real, ambas circunstancias se sienten tan reales. Ah, vivir en dos o más mundos dicen que es peligroso, pero al final terminas desfalleciendo, ¿qué importa? ¿Qué importa que nada sea real, y a la vez todo pueda serlo? No vale la pena saberlo, ¿cierto?
¿Cómo se deshace uno de lo dañino,
si se le ama con fervor?
(...)
La ida a la feria fue magnífica..., también una verdadera mierda. Su imaginación le orilló a romperse psíquicamente cuando caminó ido por las calles desoladas.
(Cuchillo en la...~)
Y al irse solo, desgarrado, desarraigado, compró un ramo de rosas blanquecinas como la falsa pureza en quienes dicen ser santos, cuyos pétalos al llegar a su casa, con descaro, los arrancó y tiró al suelo que ahora se afanaba en ser gélido y llorón. Caminó descalzo sobre éstas pobres desprestigiadas largo rato, tal y como a él pisotearon con actos de buena o mala intención —era confuso atinar a los mórbidos o cándidos pensamientos ajenos—. Lagrimearon un río que no alimentaría a las plantas o formaría lagunas para los animales, lloraron carmines milagrosamente todavía bombeados en lo que las sutilezas marcaban la vil apuñalada a sus jóvenes almas. Adonices muertos por dentro, ¿cuántas veces han escuchado eso?..., no, mejor aún, ¿cuántas veces han repetido ese dichoso ritual/proceso?
(Cuchillo en la...~)
Su animal interior calló lo que debió haber gritado en cuanto llegó, guardando un menester de afecto completamente incorrecto. ¿Cómo saber cuando hay que renunciar o sujetarse al bote del océano traidor? Últimamente, podía verse corriendo en una cuerda floja —desconocía la metáfora con la que esta situación se asociaba— con una venda cubriéndole los ojos y cayendo al final para ahogarse, nunca más despertar diciendo con tedio y diversión: "Oh, bueno, otra vez volví a divagar".
Suspiró resignando, durmiendo sin ningún tipo de premura sobre los pedazos sedosos y marchitos de lo que, en poco tiempo de vida, fueron rosas bellas. Asesinadas.
¡Es como un cuchillo en la espalda...~!
Y es que, enserio me equivoqué,
perdón...
(...)
Era malo, terrible..., inevitable.
Las tinieblas eran una alucinación al bajar por las escaleras, cada paso era ilícito e impredecible, podrías en cualquier momento darle una vuelta a tu propio mundo para inclinarte hacia atrás, buscando la caída libre perfecta y resbalar, mirando por el rabillo destrozado de tu hombro las baldosas brillantes de adelante, ¡burlescas de tu situación! Donde todo te daría vueltas en la cabeza que has masacrado voluntariamente y acabar con una mísera energía auténtica como ya tantas que se han corrompido en lápidas prematuras. Leyó en una rarísima ocasión que era mejor morir joven, antes de contaminarte con los moribundos enigmas que engloban a los monstruos y humanos, con un lazo tan fino y estrecho que no los hace tan diferentes cuando se trata de benevolencia o atrocidades catastróficas.
¿Su precioso amor y él seguían siendo almas aventureras, jóvenes y candores?
Los peldaños traidores lo hicieron caer, pudo ver un indescriptible temor en su rostro cuando la mano dejó de sujetarse a cualquier rastro de salvación que pudiese anular las rudas vueltas que dio y terminó por golpear la zona frontal de su cráneo. En el suelo, demacrado, inútil si de movimiento se trata, le disparó.
¡Como una bala en la cabeza...~!
La sangre brotó, hizo una bizarra pintura cuyo título podría derivarse a "cuando la muerte aterriza" en doradas imponentes. Tan efímero como soplarle a la vela que se decía ser apaciguada pero indestructible; bonito.
...
Es un sádico monstruo, ¿por qué visualiza escrupulosas cosas así, anhelando que sucedan malicias a un esqueleto demasiado bueno, perfecto?
Despierta; despertó y ve cómo el siempre presente en sus pensamientos pasea, moviendo de un lado a otro su pañoleta negra, riendo a carcajadas como si fueran sus chistes los causantes de ello, al lado del tirano dorado como el altisonante crepúsculo. Desde su sitio podía aspirar el aroma a cajeta, proveniente de su amado. Vuelve a preguntar con más desespero, ¿¡cómo saber cuando hay que renunciar o sujetarse al bote del océano traidor?! ¡¿Qué es el océano justo ahora?! ¿¡La soledad, la locura, la cordura?! ¿¡QUÉ?! ¡Mierda!
¿Por qué no lo puedo entender...~?
El buró de su casa fue testigo de una cólera incontrolable. ¿En qué momento las sublimes pequeños cosas que agradecía se habían vuelto contraproducentes?
Mi hostilidad es inaceptable, ¿cómo se borra
la palabra "eternidad" del resentimiento?
(...)
Ese día su cerebro se la jugó de forma tramposa —como en otros incontables días—, ese día su Cross murió apedreado por él.
Sus brazos se dejaban caer lánguidos en la bañera, manchándola impuramente con su sobrante líquido del sobrevalorado color rojo al igual que el agua con el que se supone iba a "limpiarse" la tétrica belicosidad desarrollada. Le resultó exactamente lo contrario, resultó victoriosa la impunidad... otra vez. Veía el techo, el foco que iluminaba el cuarto parpadeaba cada cuantos exclamaciones de pesar, sumergiéndose en la agonía, predominante en el asfixiante ambiente negativo que no se esforzaba en encubrir; vivía solo desde hacía mucho, a final de cuentas. Las ojeras se habían hecho más presentes, dormía y comía poco, se sentía inservible y paranoico.
El cuchillo yacía en el tapete café, encarando la situación nada sana. Los tres espejos le acusaban con reflexiones de un trastornado monstruo ya nada qué ver con el que sólo quería una acacia amarilla para honrar... al lado de alguien que no halla muerto en ya numerosas ocaciones junto con él. Incluso dudaba de que esa fuera su sangre —punto de quiebre—; las sombras juzgadoras y con murmullos elocuentes le hacen tentar a cometer frívolamente cada una de las tachadas anatemas inauditas que no merecen ni una minúscula muestra de indulgencia.
La sangre está en mis manos...~
La penumbra es una fascinante línea recta que lo lleva al borde del agujero negro que lo tragará y ni un rastro de su sadismo dejará. Sólo se disipará del Algo y pasará a la Nada —que países más hipócritas y condescendientes ha descubierto—.
Ahora estoy parado en el borde...~
¿Debería saltar para apagar la llama de su vida y dejar de fumarse la animadversión? Suena tan aburrido y cobarde, pero es cierto que también está tan perdido y no hay puerta de escape...
Sin ningún lugar a donde ir...~
(A donde ir...~)
Una imaginaria —¿lo es?— melodía retumba en las esquinas de cada pared prusia, y es tan relajante... que lo denigra.
Así es como se siente...~
Si el tiempo no fuera tan relativo en ese espacio tedioso y enfermizo —con todo el eufemismo posible—, asumiría que su preocupante estado cognitivo con escasez de buena consciencia cayó al caño cuando debió haber sido de noche. Claro, si los segundos realmente le hicieran más viejo y no menos psicótico actualmente.
Imaginó un ruiseñor volando, era blanco, frío y candoroso; no podría atinar a saber si era tan puro como lo reflejaba abiertamente, pero le llenaba de inédita esperanza. Tanto así, que lo veía sin parpadear atravesar las infranqueables paredes invisibles de "cuarzo blanco" y le emocionaba de sobremanera cuando alzaba el vuelo más glorioso que antes —aunque también, en su interior, moría apretando con gracia la manga de su suéter decolorado por el cotidiano uso cuando creía que se caería y rompería en indescifrables pedazos igual que a una muñeca de porcelana china—. Sus impecables plumas se tornaban multicolores cuando se bañaban en la propia luz del infinito albar que es mente y le fascinaba, no disimulaba el aprecio en sus pupilas resplandecientes y ansiosas por más del espectáculo divino; le era imposible no discernir entre su encanto y el de las demás aves elegantes que por su mente surcaban con recelo por la exuberante belleza de la otra afortunada.
Así es como se siente...~
Oh, si tan sólo los ruiseñores —el ruiseñor— no murieran con su tímido y, al parecer, venenoso tacto incognoscible de perdición lastimosamente asegurada entre las flores. SU flor ingenua...
...
¿Qué acaba de pensar? ¿Fue otra metáfora a la que debería hallar sentido?
Como se siente estar perdido...~
¡Le duele tanto la cabeza —fue demasiada sangre desperdiciada hoy—! ¡Ya deja de pensar innecesariamente las cosas, tú, monstruo-...!
¡Perdido...~!
Jamás he dejado de estar perdido.
(...)
¿Hacia qué lado se está inclinando ahora que las befas no le dejan en paz —¿ha estado en paz, desde su corta vida?— y le desnutren con un amargo desazón de heridas abiertas, causadas por el descarrilado amor? ¿Locura o cordura? La muerte no ha dejado de aparecérsele, tiene tanto miedo, está tan abatido. No puede concentrarse en lo que se explica en el pizarrón, o en el bullicio de sus compañeros —a los que envidia por ser tan irritablemente sonrientes—. Ya no se siente a sí mismo, ya no se siente como "Epic!Sans"; un joven chico con la meta de ser un grandioso científico que adora los chistes malos, las deliciosas galletas de chocolate y que, con sus ocurrencias, más sus disimulados dotes de poesía efusiva y bella, se la vive el día a día.
Las ventanas tampoco transmiten ya una quietud alucinante cuando las ve rencorosamente, y ya no interpretan a un chico cómico y risueño a través dé; ¿quién es ése con las ojeras más abajo de los cachetes, con la mirada desahuciada y lóbrega, una exacta flecha corta y recta que figura a una inexpresividad o antipatía... ése que, sino es el olor de su guerrero amante de las cruces el que inhala, es capaz de vomitar asqueado? Se siente —muchos "sentir", ¿dónde está la lógica y verdadero raciocinio aquí?—... disgustado. No podría tragar más agua salada, no puede nadar en más mares; ¿le han dominado las olas?
He estado varado en un océano...~
Un papel con mal cuidado cae hasta su mesa-banco, desarrugándola, puede ver una pequeña pero significativa nota hecha en éste.
¿Estás bien?
Veme en el salón 16 al finalizar las clases.
La letra... puede discernirla entre mil parecidas. El desasosiego y las ansias se hacen presente, ¡finalmente! Algo bueno —¿esperabas que llegara simplemente?—.
Creo que fui muy idiota,
¿podrías disculparme por ser tan ciego e inútil?
(...)
Es recreo, y al estar en el exterior, el olor a tierra mojada es mayor por la reciente llovizna, siendo tan, ¡tan...! Repulsivo... le dan arcadas.
Pisotea los charcos siendo veleidosamente desapacible, manchando levemente su pantalón del uniforme. No hay nada, nada siente, nada cambia. ¿Por qué sólo hay muerte en su pensar, porque ya no hay poesía preciosa hecha especialmente para él, su heterocrónico adorado?
Pisando agua, pero es inútil...~
Que molesto es vivir como alma en pena, ¡sólo no se comporta de aquella manera cuando —ya no es tan seguido, ¿influirá aquello por igual?— está con...! Oh, adivinen.
¡Inútil...~!
Ya todos salen, algunos más felices que otros, corriendo y caminando hasta la salida de la preparatoria. Otrora, pudo haberse reído —sabía lo ridículo que se veía siendo así de "emo", pero, ¿de verdad le importa lo suficiente?—, sin embargo, "otrora".
Ah.
¿Por qué hay tantos súbitos cambios? ¿Qué le ha impulsado a ser tan quejumbroso y sombrío? ¿Golpearse con vívidas muertes de dudosa procedencia real o imaginativa? Fíjense, además, se ha vuelto tan cogitabundo que no puede usar ni un aproximado para darse cuenta del momento en el que empezó a subir las escaleras, 16 peldaños...
Es un largo camino...~
Sube, sube, sube...
Es un largo camino hacia abajo...~
Y aún así, decae tan rápido.
Tercer piso, ve derecho por el escandalosamente silencioso pasillo, gira a la derecha y encontrarás el grabado "16" con pintura negra y una mediana puerta grisácea de metal, sólo hubo que empujarla un poco para poder ingresar al interior. Un salón como cualquiera otro pudiese decirse, con 38 mesa-bancos y un escritorio práctico con una silla de ruedas algo vieja, pese a que la incomparable silueta del omega monocromático y poseedor del extravagante olor a flores albares con polen yacía encima del escritorio, meditabundo, idiosincrásico.
Tú, que te muestras tan insatisfecho, lo tienes ahí enfrente, drógate con todo en él hasta sufrir efusivo de una sobredosis; ¿con ello estarás contento, alfa? Porque nadie puede darte lo que deseas simplemente en tus manos de glamorosa tela algodón. ¿Por qué te muestras tan reacio a escuchar lo que tu lógica emocional dictamina?
¿Por qué siempre estoy a punto de...~?
—¡Hey, bruh! —su voz sonó rígida, exhaustiva; costumbre—. ¿Cómo has estado? ¿Hace cuánto que ya no hablamos como antes? ¿Uno, dos, tres días? —cinco días, pero no admitiría que los ha estado contando, ¡obviamente no!
—Dude, —no se molestó en contestar esas "triviales" preguntas, iría directo al grano, como siempre lo ha hecho— ¿cómo te sientes?
—Hehe, muy bien, ¿a qué viene la pregunta?
—... has estado desanimado dentro y fuera del instituto, te alejas mucho de todos; te he estado observando, y tu comportamiento es inusual, pareciera que te has puesto más que furioso con la vida.
—Wow, bruh, ¿acaso has dedicado tu tiempo a más libros de inteligencia emocional?
—Epic —adiós pseudónimos amigables—, esto es en serio, ¿qué te sucede? En mi vida, sólo te he visto así una vez, ¡y fue cuando-...! —acallaron para evitar mayores incomodidades a las que ya se estaban tortuosamente presentando como los nuevos soberanos, dictadores—. Dime, te lo ruego, —que excelente sonó el "ruego"— ¿estás bien?
—... por supuesto, ¿por qué armas tantas teorías absurdas? Haha, ¿es que tus nuevos amigos ya te han vuelto un poco "monomaníaco"?
¿A punto de perderlo todo...~?
—... no-... no pensé que un día fueras a mentirme, somos mejores amigos.
Su dedo, su falange índice se estremece cuando otra vez el reloj decide aparecer con su horroroso "tick tack" en el núcleo del suelo. Lo odia. Da un respingo, pero sin borrar la sonrisa divertida, abre un "portal" de esos encantadores subterfugios, esos de los que se ha convertido en todo un experto; de repente la eterna noche estrellada es el único paisaje visible, la única cura contra todo existente malhumor contagioso que quiere exterminar el gozo de hallarse a solas con su amor. Admira por un momento como su dióxido de carbono se quita el manto reservado con olor a dulce —ojalá sus divagaciones fueran igual de acarameladas— para tomar aire nuevo. Finge una sonrisa, antes de que todo empeore.
Porque sabes que así será. Siempre lo sabes, lo supiste...
Es un largo camino...~
—¡Haha! —sarcasmo, hipocresía; ¡basta! ¿Por qué eres-?—. Bruh, no empieces con esto-... —algo le detiene, algo está mal (algo siempre estuvo mal, ¿apenas lo notaste?), algo no encaja.
Su olor, el magnífico aroma de su omega no le gusta. Es-... ay dios, no, por favor no.
Es un largo camino hacia abajo...~
Era obvio, tan demoniacamente obvio, siempre debió serlo; su olor era imposible no ser simplemente anhelado por él, habrían demás imbéciles que buscarían apropiársele. Ya estaba marcado como el omega de alguien más.
Por cada paso que doy...~
Deja que el golpe infausto, doloroso, sea digerido. Retrocedes asustado, anonado; no quieres aceptarlo, quieres llorar y lamentarlo. Éste, causante de todos tus bienes y males, se acerca a ti, preocupado por tu drástica reacción.
Doy dos pasos hacia atrás...~
—... ¿e-estás tratando de burlarte de mí, Cross? —su cuerpo entero tembló, sentía descargas eléctricas nerviosas en sus dedos y sus mejillas temblaban por la engrandecida furia sin consciencia; el raciocinio y la elocuencia se alejaban, resbalaba por la cuerda floja al haberse quitado la venda. Ahora era el de pañoleta negra quien retrocedió cuantos pasos fueran posibles ante las feromonas (androstenona) dejadas salir a la luz, las cuales, para él eran "intimidantes", pues podrían hacer a uno doblegársele a cualquier hora y bajo cualquier rango inferior—. ¿¡Qué clase de blasfemias son éstas?! ¡DIME QUE ES UN MALDITO MAL CHISTE!
¡Es como un puñetazo en la cara...~!
—¡E-Epic, tranquilízate! —una fina gota de sudor, salada, asustada resbaló por su barbilla, no entendía qué le pasaba. ¿Fue el indirecto llanto del porvenir? Hay una margarita que afuera marchita en conmiseración—. ¿¡Qué pasa?!
—¡CÁLLATE! —se acercó, inesperadamente, jalándole con brusquedad por la blanquecina (pura, no tan pura, ¿a quién le importa?) manga izquierda, logrando incrementar el temor ajeno cuando se hallaron a una distancia imprudente; y es que su aroma... ¡SU AROMA YA NO ERA PERFECTO! ¡LO PROFANARON, Y NO FUE ÉL EL CAUSANTE DE MENCIONADA IMPERTINENCIA! ¿¡ES QUE SÓLO HABÍA MALGASTADO TODO?! ¡NO ERA JUSTO, NADA ERA JUSTO, SÓLO FALSEDADES DISFRAZADAS EN CLANDESTINA POESÍA!
¡LÁGRIMAS, NO SALGAN, COBARDES, HIPOTÉTICAS MARGINADAS!
¡Es como un cuchillo en la espalda...~!
Traiciones, mentiras, anatemas zozobradas, pérdidas de tiempo, subterfugios interpuestos, desgañito desvariado, torturas psicológicas/emocionales, órganos descompuestos, líquidos escupiéndose en escrupulosas sangres... el escenario completo de la tragedia y la desesperación le hacen gritarle de todo sin decirle nada convincente, y es que busca descargarse, pero, ¿a qué costo? ¿Habrá algún giro que provoque una espantosa barbarie? ¿Algo... ineludible?
¡Como una bala en la cabeza...~!
Siente su cabeza a explotar.
No es suyo, nunca fue suyo, no era (es) un objeto. Pero... ¡¿POR QUÉ INTENTAN ARREBATÁRSELO?! ¡ÉL SIEMPRE ESTUVO CON ÉL, APOYÁNDOLE, CUIDÁNDOLE, AMÁNDOLE!
¡ÉL! ¡ÉL!
¿Por qué no lo puedo entender...~?
Hay un filoso tubo de hierro en la esquina, detrás del escritorio, estuvieron remodelando y lo habían olvidado por completo. Las coincidencias son increíbles.
—¡EPIC! ¡NO!
Toma un segundo, piensa, analiza, concluye. Una gota —diminuta, roja como los pigmentos de pintura— resbalando por el pizarrón es inocente, inocua, insignificante como cortarse con papel; pero dicen que quince mil resbalando, juntándose, fusionándose, formando charcos trastornados de horrorosos orígenes son un serio caso. Los ojos se dilatan como la imperceptible luz que entra por las ventanas cubiertas en cortinas holgadas y se dejan llevar, danzar con cinismo por la brisa que entra rebelde entre los orificios producto de la antigüedad y genera un sonido agudo, obstruye por completo los alaridos debajo de su sombra inconsciente. Pánico, retumba el pánico y ya no hay quien lo exprese —lastimosamente— porque la voz se le acabó como la capacidad de pensar, controlar su propio cuerpo.
El suelo estaba tan limpio..., ahora es un desastre que, con eufemismos, darán al conserje qué vomitar por largo rato mientras los policías inspeccionan el área fingiendo ser rocas sin traumas por vivir de la mitad que no deja ni un rayo de sol salvador cruzando la calina de psicóticos insatisfechos. Dile adiós a lo que se llama "vivir regocijado", Epic, adonis corrompido.
¡La sangre está en mis manos...~!
Curioso, no se ve tan afectado, se ha visto en múltiples veces haciendo lo mismo. Una, y otra, y otra, y otra vez... siempre termina despertando de la pesadilla —sueño inaceptable—.
Pobre idiota, ingenuo.
Ahora estoy parado en el borde...~
... oh... no ha pasado nada. El tiempo no ha hecho su "crack", no ha abierto sus ojos, no se ha topado con ningún espacio oscuro y un cielo estrellado que, si miras con cautela, resulta ser prominente, insondable aún cuando resulta tener un límite de cuatro metros y medio aproximadamente. El escenario no ha desaparecido.
¿Producto de la gravedad o la inestabilidad sentimental por la circunstancia? Usemos la empatía lógica, imaginemos que es un examen; cierras los ojos, cosiéndolos con un fuerte nudo infausto que no te permite abrirlos porque no quieres ver la perturbadora pesadilla que te orilla a romper la testigo de terrible penuria, te has caído al suelo, tus piernas no acatan con el seguir parado, tu garganta arde en el deseo de poder gritar, te olvidas de tragar saliva porque sería la gasolina del fuego. ¡Sientes tanta furia, tanta tristeza, tanto dolor que los ignorantes llamarían "enfermedad física"! ¡Porque, sí, estás enfermo! ¡Estás enfermo de tristeza, de culpa, de soledad, de insania! ¡Ruegas a cántaros por el desolado camino que queda para que se acabe la mala broma! ¡Sientes que el adarga de sencilla belleza se rompe como la copa de vino que apenas ayer tomaste con gozo! ¡Te remueves en tu propio espacio de picos con filo, pides por más de ellos para que atraviesen y acaben por llevar tu envenenado cuerpo sin restos de dopamina sublime a un infierno donde hasta el carcelero se quitaría el sombrero por ti!
¡YA NO SABES QUÉ HACER! ¿¡CIERTO?!
Sin ningún lugar a donde ir...~
(A donde ir...~)
...
Entonces, ¿cómo se le llama a ese momento crucial en la mayoría de todos?... pérdida, correcto. Y está perdido.
Ha pasado del dolor emocional al físico. Se estrangula como si ya el "inexplicable" ardor que le ahoga no lo matara como a mini explosiones nucleares internas en todo su cuerpo. Alguien puso un cerillo en donde se había acumulado el hidrógeno; sus cuerdas vocales. ¿Es que acaso oyó hablar acerca de que el cerebro no puede concentrarse en dos zonas lastimadas a la vez? Que alguien le diga que ante esto se vuelve un mito, porque su banal intento le provocará la asfixia y, en consecuencia, la muer-... oh.
Así es como se siente...~
16, 16, 16... 16 veces lo atravesó, el doble será para él, no habrá ningún escape a su castigo, porque es un maldito bastardo que merece la muerte, ¿cierto?
Y es que, ¡es tan horrible sentirse complacido!
Así es como se siente...~
Cuando las criptas de tus consciencias fallecidas busquen hablarte, no lo hagas, ¿acaso quieres morir arrepentido? ¿Te das cuenta de que si alguien acude al "teatro de los masacrados" sufrirás la condena del arrepentimiento absoluto? Estás perdido. Oh, tan perdido.
Como se siente estar perdido...~
¡Perdido...~!
¡PERDIDO...~!
—¡CÁLLENSE, CÁLLENSE! —vociferaba a las insoportables melodías de la podrida verdad; las fragancias dominantes eran los pétalos marchitos, una carta incendiada y el oxidado metal de la sangre coagulada, pero ahora ya no le importaba, sólo deseaba no haber sido tan impulsivo, maniático y temperamental con quien arrastró a su perdición. La perdición de la obsesión; obsesivo porque fuera suyo, obsesivo por su belleza, obsesivo por su carácter, ¡obsesivo por su...! Aroma...—. ¡CÁLLENSE, POR FAVOR, CÁLLENSE!
Y es un largo camino hacia abajo...~
(Es un largo camino hacia abajo...~)
¡Y es que...! Ese aroma, ese maldito aroma, no es que no sea indescifrable, es que era —era, ERA— tan suyo que, nunca pudo encontrar las palabras para exclamárselo..., porque es y será en el infinito infierno un olor corriente, tonto. Eso fue todo.
...
Todo, ¿y por nada? Ya puede decir que murió por amor, que tuvo que morir un poco para vivir milésimas de segundos en éxtasis malicioso, tal y como los pasos errabundos que desde niño dio, ignorante de lo que rebasaba a su burbuja de doble sentido.
—Cross, Cross —le hablaba, buscándole en su corto campo visual—, Cross, ¿Cross?
Y es un largo camino hacia abajo...~
(Camino hacia abajo...~)
Allí estaba..., destrozado, pero, con el alma todavía pura e intacta.
¿Por qué me hago esto a mí mismo...~?
En sorprendente paz, acarició con delicadeza la tráquea rota que ni chorreando ese nuevo intruso oloroso a "metal oxidado" opaco le quitaba su originalidad inicial, la raíz del tóxico amor que entregó y finalizó con dos almas acostadas contra el piso a reventar de espejos (espejismos) rotos que les acababan entre sornas que ya no pretendía escuchar para no romper con el círculo vicioso de la belleza que admira y admiró. Pronto el tiempo pasado se volverá su presente.
¿Triste? No, decepcionado de sí mismo; sólo pudo permanecer con quietud y pacifismo a su afable lado —extinguido, está más pálido que de costumbre, la sangre ya se ha secado, él ya se ha entregado a la inmortalidad de las fuerzas invisibles que rondan por los aires— cuando ya no puede ni mover la mitad de su cuerpo, cuando el agotamiento es el nuevo gobernante en el Parlamento de aquel salón que en un par de horas no tardarán en abrir por el nauseabundo aroma. AROMA.
¿Por qué me atravieso por el infierno...~?
AROMA.
AROMA.
AROMA.
¡AROMA!
¿Y alguna vez lo entenderé...~?
Esa minúscula palabra que siempre predominó entre ambos mundos suyos donde de igual forma se había vuelto loco parecía tan dañina..., lloraba, esta vez sí por aflicción, remordimiento, ¡culpa! Valla; tan contradictorio pensar en el apocalíptico fervor de sentirte bien por, al menos, sus últimos suspiros y lloriqueos que podrían comparársele al babeo celestial del afuera, que nutre a las plantas, pero a él sólo le quema como aceite hirviendo (¿karma?). Rigurosa Muerte, compasiva Vida; ¿no pudieron despertarle de sus fantásticas realidades-no-realidades? ¡Pudo haber aprovechado tanto! Quiere pensar que pudo haber aprovechado tanto... ah, claro, repítete lo que ya sabes.
Llora, llora: de nada servirá, incluso las apuñaladas son tatuajes eternos, incluso la oscuridad es innata. Puede ver cómo ésta busca alejar su protectora mano afectiva de su gran amor, porque busca llevárselo —lejos, lejos, lejos— junto a su fragancia natural y adictiva. ¿Qué importa ahora que su amor no pueda resguardarle más —todo, lo importa todo—? En algún lugar, la noche está estrellada, pero ninguno de los dos estarán juntos, jamás, aunque sea como amigos. Comienza —ya los comienzos son inexistentes, ¿correcto?— a odiar los escarnios del destino.
¡La sangre está en mis manos...~!
Un aliento más, un aliento menos..., ¿puede volver a jugar con la imaginación otra vez, ya que no hay nada que ganar o perder? No contaría entonces como nuevamente desgaire malagradecido ante los pecados cometidos, ¿o sí?
(Cuchillo en la...~)
Siempre supo que ese chico rubio y con los ojos de miel no le convenía, se lo advirtió a su furtivo amor, pagaban inauditamente las consecuencias por ello. Admite también que fue estúpida la idea de verse a escondidas en lugares tan poco discretos, aunque no los cambiaría por insanos momentos de desolación ante tantos jadeos y suspiros robados de rimbombante lujuria; ¿para qué? ¡Horas y horas que le dieron el vuelco a sus barreras antipáticas por completo!
(Cuchillo en la...~)
Pese a que ambos mueren, mueren juntos, tomados de las manos, porque están cómodos con todo lo hecho y sonríen en los instantes que han de sonar a perjuicio mofado. Desearían —AMBOS, ¡PORQUE AMBOS SE CORRESPONDEN!— besarse, pero la debilidad es mayor y prefieren simplemente sentirse, imaginando paredes sin techo y a la oscuridad del cielo sin oxígeno. Ese maldito ha huido después de hacerles tal atrocidad, y no les importa, porque se aman, aman y aman...
¡Es como un cuchillo en la espalda...~!
Incluso después de que la muerte les haya separado.
Sí, suena mucho mejor...
¡Como una bala en la cabeza...~!
Perdido entre dos mundos irreales —o no—, ya puede cerrar los ojos y...
¿Por qué no lo puedo entender...~?
¿Descansar?... sí, descansar. Descansar...
La sangre está en mis manos...~
Los líquidos derramados no son importantes, a final de cuentas, despertará mañana... —no, no es cierto, no te pierdas con exageración—.
Ahora estoy parado en el borde...~
... porque, sí, tiene tanto sueño. Quiere descansar. Descansar...
Sin ningún lugar a donde ir...~
(a donde ir...~)
Yo... ¡te amo!,
te amo..., sólo quería comunicártelo.
(...)
De todos los funerales a los que alguna una vez hubiera asistido, ése fue el que más dolió. Los cempasúchiles encima de los preciosos jarrones de porcelana eran sólo consuelos condescendientes, las sillas ya vacías desde hace un par de horas, espíritus con la palabra "aflicción" atragantada; y todavía sostenía, como si fuera su corazón agitado, la carta con tintas de lo que pudieron ser besos melancólicos. Sus cachetes estaban sonrojados, salados, resecos. Imaginaba los mil y un finales alternativos a la tragedia merecedora de algo más digno que aquello.
Epic fue encontrado muerto en el salón 16 con un tuvo atravesado en el abdomen, siendo apuñalado la misma cantidad de veces que el número recién dicho, completo suicidio, no hubo rastro de forcejeo. Ni siquiera un alma alrededor, sólo él, en la habitación. ¿Cómo cambiar lo que su imaginación y subconsciente orillaban a pensar? Sus últimos segundos de vida, robados...
Así es como se siente...~
—Yo también te amo, —susurraba el de nombre Cross!Sans en busca de una inexistente indulgencia que anulara su pesar— yo también te amo..., —jadeaba, gimoteaba incontrolablemente— lo siento, lo siento mucho, fue mi culpa; no estuve lo suficiente contigo, no te ayudé como tú lo requerías.
Así es como se siente...~
—C-cross, yo-... —se irrumpió a sí, palabras de pésame no podían salir al ver a su amigo tan dolido con la muerte del que fue su fúnebre amor, el gran inexplicable suicidio del "épico", ya que, de hecho, ni él sabía cómo podía mantener una compostura que no le permitiera arrodillarse para acompañarlo en el sollozo—. N-no, yo-..., lo siento tanto.
—... heh, Dream... —su voz salió quebrada, asfixiada por ecos nada reconfortantes que le culpaban de tales escenarios tristemente normales. No lo entendía, y jamás lo haría; ¿qué pasó? ¿¡Hizo algo malo?!—. Yo-... —tomó aire, no podía (¿o no quería?) respirar—. ¡Yo lo amo! ¿¡POR QUÉ SE FUE?! ¿¡QUÉ LE SUCEDIÓ?! ¿¡QUÉ HICE MAL?! —fue repentinamente abrazado por el de pupilas doradas como el crepúsculo, aunque eso no sanaría instantáneamente el sufrimiento que estrujaba con fiereza su pecho y cabeza hecha nudos. Si bien sabía que su alfa sufría de psicosis, nunca dejó de creer en que podrían superarla juntos; no le puso el suficiente esfuerzo, ¿verdad?
Como se siente estar perdido...~
El juramento fue desastrosamente roto.
(...)
¡Allí, allí! Donde el cielo se expande exuberantemente y en minoría vuelve a las personas, sus cuencas se atragantan en fascinación al ver tantos resplandores, tantos faroles naturales, llamas apaciguadas en una fogosa luz tenue, ¡hermosuras inigualables en comparación a las que serían gardenias con diamantes incrustados cuidadosamente! Le recordaban a alguien porque, la experiencia de convertir todo objeto en preciosa poesía más grande de lo que una expresión diría "jalarse el cabello en esplín insano" resultaba ser agobiantemente... como panecillos de mantequilla y chocolate embelesado cubiertos por almibaradas sensaciones de calidez reconfortante. ¡Inefable resulta ser el amor! Hablaban felices, ¡alegres! Cada uno, mentalmente, rodando con ligereza y suspiros encubiertos ante la falta de gravedad —un "gracias" al puritano amor—, sumándose a la luna de afuera que compartía su romanticismo por medio del ruiseñor que les guiaba hacia un ancho pasadizo secreto de luces multicolores y fosforescentes que conducían al corazón de su contrario. Se amaban mutuamente y no sabían de la graciosa correspondencia entre "alfa y omega".
Olía a humedad, a sereno. Que vívido.
¡Perdido...~!
—¡HAHAHAHA! ¡DUDE, POR DIOS, HAHAHAHAHA! —las carcajadas eran tan gigantes como el agradable ambiente—. ¡Adoro tus chistes malos!
—¡HAHAHA! Bueno bruh, ni tan malos, digo, te hacen reír, ¿o no? —cerró una cuenca pacíficamente.
—Buen punto. —siguió observando la noche galáctica, duraron así cierto periodo en minucioso silencio acogedor.
¡Perdido...~!
—... hey, bruh —volteó a verle curioso—, sé que sonará cursi y probablemente no te guste pero, ¿podrías prometerme algo?
—¿Eh? Seguro dude, por ti, lo que sea.
—Heh, ¿puedes prometerme que, incluso con mi... enfermedad, te quedarás conmigo, siempre? —el otro le observó con los ojos como platos.
Como se siente estar...~
—Claro que sí dude, lo prometo.
Algunas historias no tienen finales dramática o fantásticamente felices, ya debería saberlo —debieron haberlo sabido—. ¡El mundo es tan cambiante y cruel con todos, sin excepciones, que a menudo te hace sentir...!
... perdido...~
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¡8260 palabras! ¡SÍ, ROMPÍ MI RÉCORD! (Bien hecho Calamardo, te has superado a ti mismo.jpg).
Como verán, esta historia junto a "¿Quién lo hubiera imaginado? (Nightmare!NoCorruptedXBadSanses)" tratará de ser continuamente actualizado —espero—, así que, no lo consideren como otro proyecto perdido ;D —mal chiste xdxd—.
Trama —para los que no entendieron—: Epic poseía psicosis, una enfermedad mental casi igual a la esquizofrenia —alucinaciones visuales y auditivas— que por mucho tiempo no le impidió vivir plenamente, se enamoró apasionadamente de su mejor amigo de la infancia Cross —correspondido, como ya se vio— y, entre las cosas que más amaba de él, como es cuestión entre un alfa y un omega, fue su aroma. Sin embargo, se menospreciaba demasiado por su enfermedad, por lo que sus alucinaciones le hicieron la mala jugada de hacerle ver que Cross ya no se interesaba en mantenerse a su lado —como lo marca la promesa de la última escena, que vendría siendo mucho antes del inicio de la historia— a través de escenas sin importancia, mostrando al guardia real conviviendo un poco con otros monstruos a parte de él, lo que toma con mucho resentimiento y se comienza a alejar solo, hundiéndose en una abismal depresión y cólera por parte de su "animal interior" como alfa en necesidad de marcar a su "pareja destinada". Las alucinaciones sólo empeoran desde la ida a la feria —recordatorio: el por poco lemmon no fue real— mostrándose muriendo junto a Cross —a quien "asesinó y torturó" de todas las formas posibles—, lo cual le enloquece más y, ya no pudiendo con ello, se asesina por medio de la alucinación sobre la "confrontación".
En pocas palabras; sufriendo por algo que nunca fue real.
Hasta aquí el capítulo, espero que les haya gustado, ¡adiós 💜!
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