Capítulo 1

—¡Mami, ¿qué me pasa?! —gritó el pequeño de dos años mirándose al espejo y notando que le crecían los colmillos de una manera rápida

Sentía ansiedad, se sentía agitado, algo en su interior estaba cambiando.

—Tranquilo Bruno —su madre se acercó y lo abrazó—. Esto será algo nuevo para ti, así que quiero que seas fuerte. Es algo que nos pasa a todos nosotros y debía decírtelo antes, pero no sabía cómo explicártelo y por eso no te lo dije

—¿Qué cosa?— el pequeño sintió un pequeño cosquilleo en sus orejas, se miró al espejo y chilló al ver que sus orejas habían crecido—. ¡MAMI!

—No tengas miedo pequeño, mamá está aquí

Bruno sintió la necesidad de atacar a su madre, no quería hacerlo, sin embargo ya estaba montado sobre ella. Era su primera luna llena y no podía controlarse, ni siquiera sabía qué le ocurría.

—Bruno, cálmate —su madre lo hizo a un lado y lo tomó en brazos, para así llevarlo al sótano

El cachorro gruñía y pataleaba, las ganas de atacar no se le iban y si no lo hacía pronto por un momento creía que explotaría de rabia. Bernadette entró al sótano y colocó a su hijo dentro de un refrigerador, obviamente desconectado, no estaba loca como para dejar que se congelara, solo quería mantenerlo ahí hasta que pasara la luna llena. Antes de que Bruno escapara, tomó unas esposas y lo aseguró con estas para que el niño no intentara atacarla de nuevo.

El pequeño a pesar de que forcejeó e intentó soltarse de las esposas, no logró hacerlo, así que no tuvo más opción que quedarse quieto. Miró sus manos, había un montón de pelaje en ellas y sus uñas crecían de una manera muy rápida.

—Bruno, no hay mucho tiempo, debo hablar sobre esto contigo

—¿Por qué me pasa esto mamá? —dicho esto comenzó a llorar

—Bruno... mira toda nuestra familia pasa por esto. Es extraño porque tú no naciste con esto y eres el único de los Hernández Bayot que se convierte a los dos años de edad

—¿En qué me estoy convirtiendo? —su madre tomó un espejo y lo acercó a la cara de su pequeño hijo

—Eres un hombre lobo ahora

Bruno chilló de miedo, su rostro estaba lleno de pelo, su cara era totalmente diferente, parecía una bestia y le daba mucho miedo mirarse a sí mismo.

—Soy un monstruo —exclamó el cachorro tomándose las mejillas

—No mi amor. Eres un hombre lobo, como nosotros. No eres un monstruo, tú no haces cosas monstruosas —la madre de Bruno acarició la mejilla del pequeño, mientras limpiaba sus lágrimas—. Ahora escúchame, vendrán días bonitos y oscuros. Quiero que tengas mucho cuidado con los cazadores, no quiero que nunca te acerques a ellos, por favor

—Sí mami. ¿Tú también eres loba? —Bernadette asintió y sacudió la cabeza para así transformarse en mujer lobo—. ¡Cool! —exclamó contento—, ¿Y mis hermanos y papá también?

—Sí corazón, ellos también lo son

—Ya quiero volver a Hawai'i para volverlos a ver

—Debemos esperar hasta mañana, corazón... ahora solo... —la mujer se calló al escuchar el sonido de la puerta abrirse, por lo que frunció el ceño—. Esos malditos volvieron —se levantó del suelo y se dispuso a cerrar el refrigerador—. Bruno escúchame, no quiero que salgas, más tarde sentirás aún más deseo de atacar, así que por favor intenta calmarte. No salgas hasta que el ruido haya finalizado, ¿ok? Yo estaré bien

—Está bien mamá

—Te amo —Bernadette besó a su hijo y cerró el refrigerador

Los minutos pasaban. El pequeño se encontraba sentado en un rincón del refrigerador, abrazando sus rodillas. Intentó dormir, pero la ansiedad le impedía. De pronto escuchó voces en su cabeza, comenzó a creer que se estaba volviendo loco; apenas se había enterado de que era un hombre lobo y no sabía los poderes que poseía.

¿Podré volar? pensó, pero luego se sintió estúpido al pensar eso, oh vamos, los lobos no vuelan.

Escuchaba varios sonidos a la vez, se estaba desesperando, todo era muy confuso, sentía que la cabeza le iba a explotar. Cerró los ojos y cubrió sus oídos. Se concentró un poco, quería escuchar un sonido a la vez.

—¿Qué haces aquí? —la voz de su madre lo sobresaltó, por lo que siguió concentrándose

—Vine por el beta —habló un hombre

—Él no está aquí

—No me mientas Bernadette, dámelo y no te mataré

Las palabras de aquel hombre asustaron a Bruno, ¿por qué iba a matar a su madre? ¿Qué rayos es un beta?

—Si quieres llevarte a mi hijo, primero tendrás que vencerme —escuchó un fuerte gruñido, seguido de varios gritos y golpes

Escuchó disparos, cosas cayéndose, gruñidos, gemidos, gemidos de dolor provenientes de su madre. Su ira comenzaba a crecer cada vez más y más, su respiración se agitaba rápidamente. Quería salir de el refrigerador y proteger a su madre. Al escuchar los gritos de Bernadette no se contuvo y soltando un fuerte aullido, intentó derribar la puerta. Golpe tras golpe, pero esta no se abría, volvió a gruñir y se zafó de la esposa. Juntó todas sus fuerzas y de un fuerte empujón logró abrirla por fin. El sonido de un disparo lo sobresaltó.

—Mami —susurró y salió del sótano

Corrió desesperado, le faltaban poquísimas escaleras, mientras subía no dejaba de rogar que su madre estuviera bien. Por fin llegó arriba, buscó con la mirada a su madre y al encontrarla en el suelo llena de sangre, no pudo evitar soltar un fuerte sollozo.

—¡Mami! —gritó y corrió hacia ella—. No, no, no, mami —comenzó a llorar y la apretó contra su pecho

—Está bien —Bernie acarició la mejilla de su hijo—. Tranquilo Bruno, estarás bien. Sólo quiero que protejas a la familia, sé un buen lobito, ¿ok?

—Lo prometo mamá, mataré al idiota que te hizo esto

—Ten mucho cuidado mi amor, te... te amo —dicho esto, su madre cerró sus ojos para siempre

No se contuvo más y rompió en llanto sobre el pecho de su difunta madre.

—Mamá, mamá —decía el pequeño entre llantos y sollozos

—¡Hey, Caleb! ¡El beta está aquí! —una voz llamó su atención, levantó su vista y vio a dos personas llenas de armas mirándolo

—¡Ahí estás maldito! —chilló el tal Caleb y apuntó a Bruno con su gran pistola

—Te amo mamá— la besó en la mejilla y escuchó un disparo, con suerte logró esquivarlo

Salió huyendo de ahí, sin olvidar mirar por última vez a su madre con el corazón hecho trizas. Escuchaba el sonido de aquel auto persiguiéndolo, los disparos y los gritos de aquel hombre. Por más que corría, el auto le pisaba los talones. Llegó a un barranco, no tenía salida, a menos que saltara 300 metros y cayera al agua. No sabía nadar, apenas tenía dos años, pero lo que sí sabía es que los perros saben nadar por instinto, por lo que esperaba que por lo menos pasara lo mismo con los lobos. Sin darse cuenta, Caleb ya estaba delante de él con un gran cuchillo en su mano, antes de que el pequeño pudiera saltar al agua, el cazador logró hacer un corte en su brazo, provocando que Bruno chillara de dolor. Tomó su brazo y sin mirar atrás saltó al agua.

—¡NOOOO! —gritó Caleb frustrado, debido a que su presa se había escapado

Bruno cayó al agua, comenzó a mover sus brazos, con mucha dificultad logró llegar hasta la superficie.

—¡Te encontraré y te mataré aunque sea lo último que haga!

El pequeño lobo lo miró con odio y se adentró en el bosque rápidamente, para esconderse. Logró llegar a una cueva y se escondió en ella. La cortada de su brazo le ardía, por lo que decidió sacarse su chaqueta y mirar su herida. Se sorprendió mucho al ver cómo esta sanó de un momento a otro.

—Cool —dijo sonriendo

Ahí comenzaba su nueva vida.

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Bueh, sé que solo hablé de Bruno cuando era pequeño, pero descuiden, en el próximo cap ya será todo un hombre 7u7

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