Día 2
—Buenas ta-rdes, Hatsume-San. —El adolescente llegó al lugar con mucho temor.
—Ah, eres tú, Mido-.
Y como si fuera premonitorio, una gran explosión ocurrió.
La consecuencia era obvia: la combinación del rosa con el verde.
Hatsume se hallaba encima de Izuku, quien aún no se recuperaba del aturdimiento provocado por el ruido de la explosión y por atrapar el cuerpo de la pelirrosa que iba a más de diez kilómetros por hora.
—Oh, Midoriya. —Saludó de nuevo—. Llegas a tiempo, estaba probando un nuevo bebé que puede ir con tu traje de héroe.
Izuku lo primero que vio cuando recuperó todos sus cabales fue la sonrisa enorme de Mei, quien le había restado importancia al intento fallido de su invento. Lo segundo fue, más bien, una sensación suave en su pecho; bajó la mirada y vio el escote de Mei, quien tenía a su favor una parte delantera bien proporcionada.
No sería sorpresa decir que Izuku se sonrojó a más no poder, mientras balbuceaba cualquier tontería.
Por otro lado, Hatsume aprovechó la ocasión para tocar el pecho y abdomen de su amigo. Frunció el ceño porque algo no cuadraba en él, así que decidió inspeccionar más.
—¡Hat-Hat-Hat-Hatsume-San! —Izuku dejó de ver el pecho de Mei, para pasar a ver como esta tocaba su cuerpo debajo de la ropa sin permiso.
—Eh, Midoriya, quítate la camisa. —Ordenó, provocando más nervios en el chico.
—¡¿Qu-é-é~?! —Humo salía por sus oídos, pareciera que en cualquier momento se iba a desmayar.
—Primero, entremos al taller. —Se levantó y jaló de la mano a Izuku—. Al parecer, tu cuerpo a aumentando una talla más, quiero ver eso y después probar algunos bebés que se ajusten a tu complexión.
El pobre Midoriya se preguntaba de como ella era la única en darse cuenta que sus camisas empezaron a quedarle un poco ajustadas.
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