Primer beso

Las lágrimas se aglomeran al borde de su mirada mientras aprieta los labios, está a punto de llorar como todos los días porque es lo único que sabe y ha podido hacer hasta el momento, siendo un estorbo para su pobre hermano mayor que intenta hacer lo mejor posible por los dos, sosteniéndolo con fuerza de la mano mientras avanzan hacia el incierto futuro sin saber dónde terminaran parando.

Hoy es otro día donde solo puede lamentarse, cuidando del sueño de su hermano mayor mientras utilizan cartón como su mejor opción para un refugio, el cual difícilmente puede cubrirlo a los dos y despierta, como siempre, más allá de la medianoche porque su hermano no para de temblar por el frio.
La oscuridad de la noche es el peor enemigo contra el cual podrían enfrentarse, porque no importa que tanto junte las manos mientras sostiene una de las de Rayne, no hay manera de hacer que su pobre hermano mayor se olvide del frio y duerma con tranquilidad a diferencia de su propio cuerpo, cuya calidez es tan natural que incluso algunos animales duerman lo más cerca posible, aunque no tanto como parecían querer porque entonces su hermano mayor los alejaría.

Las primeras lagrimas se derraman cuando ve el cuerpo de Rayne temblar un poco más ante el frio aire que se cuela por todas las aberturas del cartón, pero agradece al dios que aún se aferra en cuidarlos cuando el mayor no despierta, bajando sus labios hasta besar los nudillos huesudos de la palma que sostiene, transmitiendo tan solo una fracción de la calidez que su cuerpo está generando, un hecho que nota inconscientemente y que guía sus acciones a continuación.

Su primer beso está lleno de buenas intenciones, porque esa calidez que lo mantiene caliente finalmente puede viajar desde sus labios hacia el cuerpo de su pobre hermano mayor, quien finalmente deja de temblar por completo sobre el cartón donde se encuentra recostado y encuentra el descanso que realmente necesita, durmiendo tan profundamente como debería hacerlo para poder seguir adelante mañana, a pesar de que no estaban seguros si ellos tenían permitido ver ese mañana.

Saborea el amargo recuerdo junto al sabor de la sangre y el acero que baña por completo los labios de Rayne, su cuerpo tiembla patéticamente mientras intenta retener las lágrimas ya que está a punto de seguir llorando, como todos los días porque, al parecer, es lo único que sabe hacer. El rostro de su hermano mayor se mantiene estoico como lo ha sido casi toda su vida, pero una pequeña alegría florece en su pecho cuando cree ser capaz de notar un toque de color en sus mejillas, lo que calma sus pensamientos tras considerar toda la sangre que perdió durante la batalla.

—Finn... —maneja la lanza de Ares con ambas manos por un momento antes de sostenerla con la diestra y dejar la mano dominante libre para tocar el mechón dorado de su hermano menor—. No es necesario que sigas compartiendo tu magia, guárdala para cuando lleguemos al siguiente combate.

—¿Eh? —todo queda en segundo plano cuando recuerda instantáneamente en donde se encuentran y que está ocurriendo, el Butterfly Sanitatem ya se ha desvanecido hace mucho tiempo e incluso las mariposas Sanitatem son inexistentes a su alrededor, por lo que se sonroja naturalmente cuando cae en cuenta que, después de tantos años, instintivamente transfirió parte de su magia a su hermano apenas y sus labios entraron en contacto—. Lo-lo siento hermano, me asegurare de tener cuidado.

El silencio entre ambos es ligeramente incomodo pero no hay tiempo para dar explicaciones, el ruido en los pisos superiores es el constante recordatorio de que deben seguir subiendo antes de pensar en tomarse un momento para los dos. Al menos podían pensar con seguridad, que cuando todo finalmente termine, podrían tener un momento a solas para conversar.

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