7
— Mmm... ¿Poco? —dijo Emz tratando de no interrumpir el juego de dominó en que ya llevaba ventaja el esqueleto.
— ¿Sí? —dijo él sonriente— ¿qué le dijeron? ¿Hay trabajo?
— No de lo que usted quería...
— Pues no me importa de qué se trate. Con tal que sea un empleo decente...
— Es de cantante —ella lo miró nerviosa esperando su respuesta y Poco se espantó al oírla.
— ¿En qué quedamos? ¿Por qué le dijo a don Griff que yo cantaba? —decía muy alterado (y aterrado) Poco.
— ¿Usted canta, mexicanísimo? —preguntó Sam sonriendo de oreja a oreja.
— No, o quizá... Muy bien, sí, pero nunca frente a todo mundo. ¡Es que no me va a salir la voz, Emz!
— ¡Manada! —se refirió a todo el grupo de mariachis Edgar—, hoy tenemos una nueva entrevista de trabajo para la... digamos... vacante de cantante. Según mi Lucero de México, dice que tiene extraordinaria voz —se rio con cinismo— ya veremos, ya veremos...
Entonces salió Griff a sentarse en una silla y Colette hizo lo mismo a su lado. Pronto empezaron a llegar los demás empleados y el ambiente se hacía más y más pesado para Poco. Él no podía cantar frente a todos ellos, quedaría en ridículo si desentonaba.
Shelly y Tara saludaron con la mano a Emz sonrientes. Colt le lanzó un beso a Shelly, coqueto, y ella le sacó el dedo medio mirando en dirección contraria, porque se derretía con tan solo ese pequeño gesto. Colt se encogió de hombros y se fue en dirección a la tarima con su violín.
— ¿Cuál canción escogió, Coloso? —preguntó Griff interesado.
— Ojalá una buena y corta... —dijo Colette. No le gustaban mucho las rancheras.
— Una de varones, don Griff —dijo con una risa Edgar— Jalisco No Te Rajes.
— Está bien, ¿ya está listo el mexicano, Emz? —las miradas fueron directas a ellos dos.
— Dos minutos, don Griff, por favor... —suplicó Emz.
— No puedo perder más tiempo. El bar abre dentro de poco —Emz suspiró y volvió con Poco.
— Por favor, haga el intento...
— No, Emz, no... No podré, no puedo hacerlo —ella asintió cediendo.
— Deje que lo arregle —quiso irse, pero antes de hacerlo, le entregó su cartera con dinero— llame un taxi y vuelva a la posada.
— ¡¿Cómo?! Eso no se lo puedo recibir. Es demasiada molestia.
— Después me lo repone, no es molestia —Poco se moría de la vergüenza. Emz se dirigió a la mesa de don Griff y aclaró su garganta. Colette ya esperaba escuchar de sus labios una derrota—. Fíjese, don Griff, que Poco se tiene que ir y...
— ¿Cómo? ¿No va a cantar al final?
— No, pero...
— ¡Nada de peros! Siempre causa problemas así, Emz. De verdad que estoy harto, muy harto.
— Deberías despedirla, papá —dijo Colette burlona. Poco ya no soportaba esa escena. Ella siempre lo salvaba de muchos problemas, y ahora él le causaba los problemas. Le traía problemas a todos a su alrededor, tanto en México como en Colombia.
No dejaría que continuara más.
— A ver, don Griff —dijo Poco subiendo al escenario—. Repita el nombre de la canción que quiere que interprete.
— Jalisco No Te Rajes —repitió Edgar con burla. Le dio el micrófono, Emz se paró a su lado nerviosa y el grupo empezó a tocar el inicio de la canción.
— Ay, Jalisco, Jalisco, Jalisco... Tú tienes tu novia que es Guadalajara... —en la última palabra (Guadalajara) se notó que le hizo falta subir una nota más, o sea, se escuchó horrible. Emz le hizo señas para que se calmara. Shelly a lo lejos negó con la cabeza en desaprobación y Tara parecía darle la razón—. Muchacha bonita, la perla más rara de todo Jalisco, es mi Guadalajara...
— Le quedó grande el traje —le murmuró Edgar a Poco y el susodicho se molestó bastante. Así que sacó su verdadera voz:
— ¡Ay, Jalisco no te rajes! —todos, menos Emz quien sonreía, se quedaron boquiabiertos—. Me sale del alma, gritar con calor. Abrir todo el pecho, pa' echar este grito: ¡Qué lindo es Jalisco, palabra de honor!
Todos los demás empleados aplaudieron, Griff estaba pensativo, Colette y Edgar estaban muy asombrados (pero su asombro era más de terror porque no creían que él fuera capaz de cantar así), Emz sonreía sin parar muy orgullosa.
— Pa' mujeres, Jalisco —continuó la canción Poco y le tomó el mentón a Emz. Le guiñó el ojo coqueto y ella se rio con pena muy roja— muy lindos en los altos, que allá en la Cañada. Mujeres muy lindas, rechulas de cara, así son las hembras de Guadalajara.
Las palabras de Poco, aunque sabía que no iban directamente dirigidas a ella, hacían que Emz se estremeciera de la emoción.
Entonces, la canción se terminó unos versos después.
— ¡Magnífico! ¡Qué voz, qué voz! —decía Griff emocionado y viendo mucho dinero para el futuro del bar.
— Pero, don Griff... —rebatió Edgar— él no trae documentos, ¿no es ilegal...?
— ¡Cállese, Coloso! ¡Prefiero tenerlo de indocumentado a no tenerlo en mi bar y en la competencia! Está contratado, joven... ¿Cómo dijo que se llamaba?
— Poco.
— Joven Poco. Venga adentro a firmar contrato. Antes, necesito hablar unos detallitos con usted, Coloso, y con el grupo. Entren primero —todos obedecieron. Sam le levantó el dedo pulgar con aprobación y los demás lo iban felicitando, algunos, no todos.
— Oiga, maestro... —le dijo Colt a Poco llamando su atención. Poco se extrañó por el apodo "maestro", pero no preguntó— felicitaciones, me impresionó.
— Gracias —sonrió Poco y Colt se fue con el grupo.
— No se junte con la miel, que algo se le pega... —dijo con asco Shelly lanzando una mirada cruel a Colt y acercándose a Poco. Luego su cara de asco, fue reemplazada por una sonrisa dulce— cantó muy lindo, ¿oyó? Me gustó mucho, incluso si esa canción no es de mis favoritas.
— Gracias, Shelly —ella le guiñó el ojo y se fue a empezar sus tareas como mesera. Todos ya se habían ido, menos Emz, quien de repente le agarró la emoción y quería llorar.
Ella fue la primera en correr hacia él y abrazarlo. Poco no tardó en corresponder el abrazo muy alegre. Emz empezó a sollozar y lloró con algo de fuerza.
— Felicidades... —logró murmurar entre sollozos.
— No hubiera tenido el empleo sin su ayuda... —se separó del abrazo y limpió sus lágrimas—. Bonita, usted... No sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por mí.
— No tiene que agradecer nada —dijo ya un poco más calmada— usted se merecía el empleo más que nadie.
A lo lejos, Colette veía la escena. No se había equivocado en absoluto, a Emz le gustaba el mexicano. Pero en cambio él... No mucho. Sí, se veía agradecido, aunque no tanto para sentir algo especial por Emz.
Tendría que hacer su primera jugada.
Griff habló con el Coloso sobre que en las serenatas le debía pagar lo mismo que a todos los mariachis (que eran más o menos 25,000.00 pesos colombianos dependiendo de qué tan grande era la dicha serenata), al grupo se refirió que le tenían que dar la bienvenida como se debía (unos de acuerdo, otros no), y por último habló con Peny, ella le advirtió que no le pagara lo mismo que a los demás mariachis para que no notaran mucho su "entusiasmo" con el nuevo.
Fueron a hablar de ello más en privado. Lo mejor sería pagarle 18,000.00 pesos. Tomando en cuenta que cada uno del grupo recibía 25,000.00, Emz 30,000.00 y el Coloso (por ser líder del grupo) recibía 35,000.00 pesos.
Y, como era de esperar, no todos estaban conformes con ello...
— ¡NO ME LO CREO, NO ME LO SOPORTO! —gritó Edgar golpeando la mesa del camerino de los mariachis. El Coloso era caprichoso, eso todos lo sabían— ¡ESTO NO SE PUEDE QUEDAR ASÍ! —Gray escribía rápido en su pizarra y temblaba por la ira que cargaba Edgar.
"Usted sabe que es mejor que él, Coloso. Don Griff seguro lo despide al darse cuenta" escribió y se lo mostró.
— ¡PERO CLARO QUE SÉ QUE SOY MEJOR! ¡¿POR QUÉ?! ¿USTED PIENSA QUE ÉL CANTA MEJOR QUE YO? —de nuevo volvió a escribir en su pizarra temblando.
"No, para nada, usted es mucho mejor, solo decía que quizá era eso lo que le tenía alterado los nervios", se lo volvió a mostrar.
— ¡LOS NERVIOS LOS TENGO ASÍ PORQUE MI PRINCESA ESTÁ BOTANDO LA BABA POR ESE IMBÉCIL, MEXICANO, RECIÉN APARECIDO, BUENO PARA NADA! —dejó de gritar. Tal parecía que no tenía más para decirle. Respiró hondo— ese desgraciado esqueleto, no vuelve. Es él o yo, que decida don Griff. Si lo contrata, yo me largo.
— No diga eso, Coloso —dijo otro del grupo de mariachis. En este caso, era Crow, un cuervo que tocaba el bajo— usted de ha ganado el puesto, ¿y lo va a dejar así nada más? No pensé que fuera de esos que se rindiera tan rápido, más si meten con la mujer de uno. Piénselo, al fin y al cabo, usted será el jefe de él. ¿Acaso piensa que yo estoy feliz con que se agregue otro más y nos baje el sueldo a nosotros? No... —todo eso lo dijo sin verlo, ya que entonaba su instrumento.
Gray escribió lo siguiente: "El Canario tiene un punto, Coloso". Edgar abrió los ojos de par en par comprendiendo.
— Tiene un buen punto, Canario —soltó otra de sus risas cínicas— si vino aquí, es porque quiere que lo trate bien mal... Si se mete con mi mujer, me va a responder como se debe.
— Así se habla, Edgar —sonrió Crow, pero pronto volvió su rostro severo en muy poco tiempo. Su apodo "El Canario" no le causaba mucha gracia, aunque ya se había acostumbrado.
Mientras tanto, Poco firmó sin dudar el contrato. Emz estuvo total y absolutamente en contra que su sueldo fuera menor al de todos, pero Poco insistió que no importaba y que lo iba a reponer con las serenatas. Ella le dio la razón después.
— Debo irme a cambiar y ponerme mi uniforme —dijo ella entrando a su camerino— ya sabe, el trajecito de mariachi es el mío —ambos rieron y con una sonrisa ella entró. En eso apareció Colette mirando de pies a cabeza a Poco.
— Tú debes ser Poco, el nuevo mariachi —dijo sonriente y usando el "tú" antes que un "usted" con mucha confianza.
— Eh... Así es... —dijo con confusión.
— Me gustó cómo cantaste. Tienes mejor voz que el mismo Coloso.
— ¿Gracias? —le sonó más como duda que como afirmación— usted debe ser Colette, la hija del jefe. Emz me lo dijo.
— Exacto, Colette Malagón... Disculpa que te pregunte tan de pronto esto, pero siento que debo: ¿Te puedo dar un beso?
— ¡¿Un qué?! —exclamó sin perder su desconcierto.
— Un beso, solo uno —ella se tocó la mejilla indicando que ahí lo daría— lo prometo. Es como mi muestra de agradecimiento por darme semejante espectáculo.
— ¿Bueno...? —ella puso un pie adelante y acercó sus labios al pómulo de Poco. Él no hizo ningún movimiento, por lo que lo agarró desprevenido y tomándolo del cuello lo besó con mucha intensidad que se le hizo imposible separarse.
— Poco, se me olvidaba decirle que... —habló Emz quien salió de su camerino y se quedó pasmada viendo a Colette besar a Poco. Fue como si su corazón se detuviera por segunda vez. De inmediato Poco se separó de ella empujándola.
— Cuando quieras lo repetimos, Poco —dijo mordiendo su labio Colette y se fue corriendo.
— N-no es lo que parece... —susurró Poco mientras temblaba por lo sucedido. Emz solo cerró la puerta casi golpeándolo.
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