14
Además del trabajo de mariachis, los trabajadores del Bar Garibaldi tenían algún otro de medio tiempo para poder cubrir sus gastos. Un ejemplo era Edgar, quien con su trabajo de taxista durante el día, mantenía el alquiler de su casa. La hija de Sam y hermana de Colt, tenía una tienda que era dirigida por su esposo... Bueno, a decir verdad, quienes dirigían el local en realidad eran Colt y Sam, aclarando que el esposo de la muchacha era un inútil total.
Por su lado, Poco no conseguiría trabajo en ninguna otra parte porque era ilegal contratar a una persona sin documentación, así que se las tenía que arreglar con el mediocre sueldo que le ofreció Griff. Emz estaba al tanto de ello, y se preocupaba cada vez más conforme pasaban las semanas. Era su nuevo novio después de todo, tenía derecho a estar al pendiente de él. Mientras que, Mortis empezó a trabajar de niñero para apoyar en algún gasto a Emz, ya que lo acababan de despedir de la fábrica y cuidar a otros niños no le molestaba porque ellos le recordaban la más tierna edad de Emz. Mortis se la pasaba los días colocando anuncios en las paredes ofreciendo sus servicios y en uno de esos días, pasó frente a la pensión donde se hospedaba Poco, la Posada de Stu.
— Buenos días, don Stu —lo saludó el vampiro quitándose el sombrero y dedicándole una sonrisa al robot, quien como de costumbre, contaba su dinero en el recibidor de la pensión.
— Buenos días, don Mortis —dejó a un lado su dinero el robot para prestarle atención al visitante—, ¿qué se le ofrece? Su sobrina no ha pasado por aquí si es a eso a lo que viene.
— ¿Mi sobrina? No me diga que se la pasa todo el día en el cuarto del mexicano... —suspiró Mortis esperando escuchar lo peor, y eso lo notó Stu, por lo que rio nervioso antes de contestar.
— No, para nada, es que todas las noches su sobrina viene a buscar a Poco para ir al trabajo. Después, por ahí que a las once, Poco la deja juicioso en su casa para venir a dormir. Puede tener la certeza de eso —Mortis comprendió y asintió.
Aunque no lo pareciera, Stu le había tomado aprecio a Poco pese a que siempre le pagara la renta tarde, lo compensaba dejando que lo escuchara practicando las canciones que Emz le había escrito en una libreta. Y, como buen fanático de las rancheras como lo era Stu, era un pago más que suficiente.
— Mi sobrina está enamoradísima de ese aparecido, me fastidia un poco, ¿me entiende?
— Las hijas crecen y se van, eso no lo podemos parar, ¿no cree? Tengo experiencia en niñas que se van por el camino que no es... —Stu se desanimó por lo que acababa de decir recordando a Janet y el destino que había decidido cargar siendo tan joven. El robot entró en un profundo silencio haciendo que Mortis se incomodara, así que dijo:
— ¿No sabe de alguien que necesite de un niñero? Quiero ayudar a mi sobrina con los gastos y, al criar a Emz, por supuesto que puedo cuidar a otros niños.
— Emz es buena chica —dijo Stu pensativo—, por otro lado, Janet... ¿Usted podría cuidar a mi segunda hija?
— ¿Tiene segunda hija? —pareció sorprenderse Mortis.
— Sí, bueno, Janet y Bonnie son mis "casi" hijas. Se podría decir que las adopté, pero crié a Janet y escogió la mala vida. No quiero que Bonnie siga con su mala influencia, ella merece una verdadera figura paterna en primer lugar y también necesita una imagen como la de Emz, una muchacha decente. ¿Hacemos un negocio entonces?
— No se trate tan duro, don Stu... Teniendo los 18, muchos adolescentes buscan experiencias nuevas —intentó ser amable Mortis.
— Sí, pero no quiero que Bonnie experimente de la misma manera que su hermana mayor —aclaró Stu—, ¿cuánto está cobrando?
— 10,000 pesos la hora que cuide a la niña.
— Muy bien, le pagaré cada centavo por cada minuto que pase con ella —Stu salió del recibidor y empezó a llamar a gritos a Bonnie mientras murmuraba: "¿Dónde se metió ahora?" Y Mortis lo seguía. Por fin, terminaron frente a la puerta de Poco. Stu tocó la puerta antes de hablar—. ¡Poco! ¿Está por ahí Bonnie? —de inmediato, Poco abrió la puerta con Bonnie en su mano y una sonrisa que se desvaneció al ver a Mortis junto a su casero.
— Buen día, don Mortis... —susurró Poco al susodicho.
— ¿Cómo le va Poco? —dijo apretando sus colmillos y lanzándole una mirada dura.
— ¡Papi! —dijo Bonnie corriendo a abrazar a Stu—, ¿me estabas buscando? Pacho y yo estábamos planeando ir al parque a saltar la cuerda. ¿Me das permiso?
— Bonnie, hoy no vas a salir con Pacho —le dijo Stu tomándola de la mano y poniéndola frente a Mortis—. El señor Mortis será tu nuevo niñero.
— ¡Pero ya tengo a Pacho...! —se quejó ella. Mortis gruñía como a la vez le miraba con odio a Poco. Ese esqueletucho era su dolor de cabeza incluso cuando menos se lo esperaba.
— Poco tiene una vida, Bonnie... —recalcó Stu—, no puede simplemente cuidarte sin siquiera recibir como mínimo algo a cambio. Vamos, despídete de Pacho —Bonnie suspiró molesta y se despidió de Poco con un beso en su pómulo.
— Nos vemos más tarde, Pacho —le dijo la niña desanimada, muy descontenta con su nuevo cuidador.
— Te veo más tarde, traviesa —le dedicó una sonrisa Poco moviendo su mano de manera para decirle adiós. Mortis, Stu y Bonnie estuvieron a punto de marcharse cuando de repente, Bonnie agregó algo más:
— Ah, y más te vale que no estés con la sapa esa que te viene a visitar a diario —Poco y Stu rieron por el comentario recordando que, como Bonnie la había nombrado, Emz era su "rival de amor". Al que no le causó para nada de gracia los celos de Bonnie, fue claramente a Mortis.
— Lo que le va a alegrar escuchar a mi sobrina que usted recibe visitas de sus amiguitas... —farfulló Mortis y Poco sintió temor por el tono tan sombrío que utilizó—, "Pacho" —enfatizó en el apodo que le puso Bonnie. Así los tres, se fueron, dejando a Poco con la palabra en la boca para explicarle a Mortis que la niña se refería a su sobrina. Aunque, no dijo nada porque no sabía si eso empeoraría la situación.
🕯️❤️💀💜🕯️
Era ya la noche, Poco se encontraba con Emz de la mano de camino al Bar Garibaldi. Emz le contaba cómo fue su día en la Universidad, mientras que Poco la escuchaba tan atentamente como el bobo enamorado que era. Cada segundo que pasaba con Emz, se salían de su cabeza todos sus problemas e incluso olvidaba su nombre real, Emiliano. ¿Estaba jugando demasiado con su suerte?
En la entrada al Bar Garibaldi, Colt estaba hablando con Shelly, quien evitaba mirarlo a los ojos por pena y fingía mantener mucho orgullo contra el pelirrojo. Emz rio a lo bajo viéndolos, Poco sonrió de lado entendiendo la situación.
— ¿Qué crees que están hablando esos dos? —preguntó Poco a Emz.
— De seguro Colt la está molestando con el hecho de invitarla a salir o a comer. Y Shelly contestando algo como: "No se haga ilusiones, Colt Bladimir Molina". ¿Y usted qué piensa?
— Y tú... —corrigió con un suspiro Poco—, ¿cuántas veces te tengo que repetir que me tienes que tutear ahora que somos novios?
— Está bien, bien... —soltó una risita Emz—, ¿y TÚ qué piensas?
— Pues... Por la cara que tiene Shelly, deben estar hablando de una de las novias de Colt, supongo.
— ¡No se haga ilusiones, Molina! —exclamó Shelly sonrojada y señalándolo con su dedo índice.
— Acertaste —le susurró Poco a Emz y ella contuvo la risa.
— A mí no me importa que tenga de novia a una vagabunda con marido... —agregó la pelimorado cruzando sus brazos aguantando el dolor que le causaba decir esas palabras.
— Y tú también acertaste —continuó murmurando Emz a Poco.
— Ella no es ninguna vagabunda, Shelly —suspiró Colt rodando los ojos—, ¿quién le manda a usted escuchar conversaciones ajenas?
— ¿Sabe qué? No me diga nada, yo no necesito ninguna de sus explicaciones.
— No le estoy dando explicaciones. Es simple, pido privacidad cuando estoy hablando con mi pareja. ¿Le quedó claro o le hago dibujitos? No me joda ahora, Shelly.
— Y yo no se las pedí, Colt. ¡Siga, ándele, siga con su vagabunda! Que no es la primera ni la última que lo utiliza —y con eso dicho, ella entró haciendo sonar con fuerza sus tacones al bar.
— ¿Quién es la actual víctima? —se rio Emz preguntándole a Colt.
— ¿Víctima? ¿Mi reputación es tan mala? —preguntó irónico Colt y respondió—. Es que empecé a salir con la amiga de la hija de don Griff. La amiga de Colette, Ámber. Esa guapa y yo somos... Amigos (desde hace un buen tiempo), y Shelly escuchó la conversación telefónica que tuvimos en la que estábamos diciendo un par de cosicas que es mejor no hablar tan alto. Por eso vine afuera para PRIVACIDAD y la loca ésa me estaba espiando.
— Shelly hablaba de una mujer casada —recordó Poco—, ¿acaso Ámber lo es...?
— Mmm... Hágase la idea, maestro —se rio Colt dándoles la espalda entrando también al bar.
— ¿Tú sabías que Ámber era casada? —preguntó Poco a Emz y ella asintió.
— Sí, está casada. Dicen que es un narco o algo por el estilo, no sé mucho al respecto, Barley apenas sabe el chisme completo y me ha contado poquísimo. Lo que sí es cierto, es que Ámber actúa como soltera. No se me hace raro que cayera en las garras de Colt Mil Amores Molina —se encogió de hombros Emz y los dos entraron al bar. Sin embargo, se encontraron con quien menos querían en ese momento: con Edgar.
— ¡Upa! Y se dignaron por aparecer los noviecitos —se rio con socarronería Edgar—. ¿No van a ir a cambiarse? Les recuerdo que abrimos en UNA hora.
— Sí, ya vamos para allá —rodó sus ojos Emz apretando la mano de Poco al ver su gesto de disgusto. Poco ya le había contado a Emz de su pelea con El Coloso de Jalisco semanas atrás, y de cierta forma, ella le agradecía a Edgar por darle ese empujoncito que Poco necesitaba con el agua ardiente para confesarle sus sentimientos, y por el otro lado, lo detestaba por golpear tan cruelmente a Poco—, vámonos, mi amor —sonrió Emz a Poco y éste se sonrojó por la manera en que ella lo llamó.
— ¡Poco, espere! —llamó su atención Edgar al susodicho, quien regresó la mirada fastidiado. Emz también lo hizo—, sobre la pelea que tuvimos hace unos días...
— Edgar, Poco no necesita recibir ninguna disculpa, lo hecho pues hecho está —bufó Edgar al escuchar a Emz hablando.
— Disculpe, mi princesita, pero la plática no es con usted —Emz lo miró mal al escuchar ese comentario y el pelinegro continuó con su conversación—. No le iba a pedir disculpas, no señor, eso ni desquiciado lo haría aunque me encerraran en el peor manicomio. Solo vine a decirle que quien ganó la pelea, fui yo.
— ¿Perdón? —le preguntó con desconcierto Poco.
— ¿No se recuerda? Yo le di el último golpe, quien da el último golpe siempre es el ganador.
— Mejor... Mejor... —intentó buscar algo para contradecirlo el esqueleto, hasta que se rindió cansado.
— Mejor que se quede así, Coloso —sonrió Emz nerviosa—. Vamos a vestirnos, Poco, que empezaremos pronto.
— ¡Cómo se nota quién domina la relación! —se rio Edgar muy alto para que lo escucharan mientras se marchaban al camerino. Poco estaba enfadadísimo, echaba chispas con cada paso que daba, y Emz sabía que debía hacer algo para hacerlo el feliz y amable novio que ella conocía y tenía.
— Poco, no sigas así, ¿quieres? —le dijo poniéndose frente a él—. No me importa que no hayas ganado una pelea, no me demuestras más hombría con eso. Yo te quiero como eres, ¿sí? —Emz le regaló un corto beso en su boca y eso fue suficiente para que Poco se sonrojara a más no poder y saliera huyendo al camerino. Emz se rio por lo tímido que se comportaba a veces cuando estaba sobrio y Poco se encerró en el camerino de los hombre avergonzado de comportarse de esa manera frente a ella.
🕯️❤️💀💜🕯️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top