12
Emz llegó a su casa de brazos cruzados en el carro del doctor Bull, y al estacionarse, se quitó el cinturón y murmuró un "gracias" antes de querer abrir la puerta, mas Bull la detuvo sosteniendo su mano con delicadeza.
— Emz... —le dijo y tomó aire—, siento que tú no me has disculpado aún...
— Yo ya le dije que si su esposa no tiene problemas con nuestra amistad, pues ya con eso, acepté sus disculpas.
— No, no me convences... —se rio a lo bajo y pasó su mano por su cara, Emz se sintió incómoda por ese gesto y se alejó un poco—. ¿Cómo puedo conseguir tu perdón?
— Poniendo límites —dijo con un tono seco y cortante—. No necesito que todas las noches me venga a traer, si quiere ser solo mi amigo va a demostrármelo saludándome de vez en cuando en la calle que nos encontremos de casualidad o si va con su esposa para mostrarle el Bar Garibaldi y me escuchan cantar, yo con gusto los voy a saludar, me gustaría ser buena amiga de su esposa también.
— Algún día, Emz, algún día... —y Emz, sin más, se bajó del carro para entrar a su casa. Mortis la esperaba con la cena en la mesa y se alegró al verla.
— Vi en la ventana que el doctor Blanco te vino a dejar —sonrió Mortis—, debo admitir, que de todos los hombres que están interesados en ti, Bull es quien más me agrada.
— Tío, Bull es casado. No tengo nada con él.
— ¡Claro, olvidé que tienes el mismo gusto que tu mamá! —dijo fingiendo entusiasmo—. Te gustan los aparecidos de la nada y que de pura casualidad terminan siendo mariachis.
— Basta, tío Mortis, siempre hablas mal de mi papá. Él pudo haber sido cualquier cosa, pero seguía siendo mi papá. Y si yo tengo un gusto tan malo como el de mi mamá, pues me alegra, ¿sabes porqué? Porque prefiero mil veces estar con aparecido que con un hombre casado.
— ¿Eso quiere decir que estás enamorada de Poco? —Emz cerró la boca sintiendo que se sonrojaba y miró hacia otra parte—. Sí, te enamoraste. Tuviste la misma reacción que tu madre cuando le pregunté lo mismo, solo que cambié el nombre de "Pedro" a "Poco".
— Bueno, ¿y qué pasa si me enamoré? ¿Tiene algo de malo?
— Él me recuerda demasiado a Pedro, Emz... No me da buena espina. Él te va a romper el corazón como lo hizo Pedro a mi pobre hermanita Raquel...
— Tío Mortis, ya no voy a hablar más del tema de Poco contigo. Sí, ya me enamoré de él en este corto tiempo, y dudo mucho que sienta lo mismo, así que no tienes que preocuparte... —dijo con desánimo—, y si en dado caso, yo termine saliendo con él, Poco no me va a romper el corazón, me demostró en estos días que es alguien amable y que se preocupa por mis sentimientos. Me ha mostrado su sinceridad día a día.
Así terminó su conversación. Emz no se equivocaba en nada, bueno, en una cosa sí se equivocaba: en la "sinceridad" de Poco. Ella no sabía que Poco era un prófugo de la ley, y que en realidad se llamaba Emiliano. Tampoco sabía que éste se estaba muriendo de los celos y que ahora se estaba peleando con Edgar por culpa de los mismos. Era como si, con cada día que pasaba, Poco iba olvidando su otra vida en México e iba formando una nueva en Colombia.
Edgar, al sentir el puñetazo, escupió un poco de sangre y sonrió de lado porque empezaría una pelea de verdad. Se puso de pie y le dio una patada a Poco mientras se reía. Crow lo sostuvo de los brazos para detenerlo y Colt detuvo de igual manera a Poco, quien ya se estaba poniendo de pie. Todo eso estaba sucediendo en plena serenata, y el cliente quien los había llamado lo estaba presenciando todo.
— Recapacite, Coloso —lo regañó Crow sin soltarlo—, el cliente se nos va a ir si seguimos en lo mismo. Nuestro desvelo va a ser en vano.
— Este esqueleto hijo de... —gruñó Edgar y se soltó bruscamente de Crow para arreglarse el cabello—, esto no se queda así, mexicano —lo señaló y se dirigió al cliente—. Señor, disculpe esta pelea innecesaria, ha sido un acto bochornoso para usted, déjeme hacerle un descuento por esto y con mucho gusto continuamos con su serenata.
— Oh, bueno, muchas gracias —sonrió el cliente—. ¿Pueden cantar entonces una romántica para que mi esposa me abra la puerta?
— Como usted ordene —soltó una risa Edgar y miró a Poco—, ahora sí, mexicano... ¡Cante o ya sabe que lo hago cantar!
— El Coloso es capaz de quitarle el sueldo de hoy si no le hace caso, maestro —le susurró Colt a Poco al fin soltándolo notando que éste se quejaba a lo bajo—. Sea obediente, y no le cause problemas a Emz, recuerde que ella fue quien lo recomendó. ¿O acaso quiere que la despidan?
— No... —murmuró Poco bajando la mirada.
— Pues si no quiere eso, ¡cante de una maldita vez! —Poco suspiró y asintió para saber la canción que quería el cliente.
— Así me gusta —se burló Edgar y Poco terminó cantando. Cuando el trabajo terminó, cada uno tomó su camino. Poco fue seguido por Colt por miedo a que causara otro lío, y eso lo hizo absolutamente en contra del esqueleto. Colt lo ignoró y lo siguió viendo que no planeaba dejar de beber. Estaba despechado por Emz y ahora, su orgullo fue dañado porque cantó en contra de su voluntad.
— Maestro... —lo llamó Colt y Poco le miró lanzando su botella de agua ardiente que había pasado comprando totalmente vacía para que reventara en el piso.
— ¿Qué pasa? —preguntó tambaléandose.
— ¿Usted vive por el barrio de Emz? —indagó reconociendo el lugar.
— Sí, ¿algún problema con eso?
— No, ninguno —suspiró aliviado el pelirrojo—. Creí que usted cometería alguna locura como ir a buscarla para hacerle algún reclamo...
— Bueno... Lo que dices no es tan mala idea... —susurró pensativo y deteniéndose, Colt se lamentó por abrir su boca.
— ¿Va a hacerle un reclamo a Emz cuando ustedes no son nada?
— ¡No voy a hacerle un reclamo! —exclamó casi cayéndose de la acera.
— Poco, son las cinco de la mañana —le recordó Colt.
— ¡Silencio, Mil Amores! —lo llamó por su apodo y pronto llegaron frente a la casa de Emz, donde Poco se paró bien y aclaró su voz antes de tocar.
— No lo haga... —trató de decirle Colt, pero Poco ya había tocado. Colt puso sus ojos en blanco y se sentó a ver el show. El ruido logró que, para suerte de Poco, despertara a Emz y no a Mortis. Emz salió con una camiseta rosada y un pantalón flojo que utilizaba para dormir, ¿mas, qué esperaba ver el demente que la buscaba afuera levantándola tan temprano? Al abrir, vio a Poco, lo que le alegró la mañana y le quitó la amargura de haberse levantado tan temprano.
— Poco, ¿qué hace aquí? —dijo ella con una sonrisa y frontando sus ojos con su mano.
— Usted me mintió —dijo sin rodeos Poco señalándola. Emz frunció levemente su ceño confundida.
— ¿Le mentí? ¿Cuándo? —fue entonces cuando Emz notó la presencia de Colt—, ¿Colt? ¿Qué quiere decir Poco?
— Lo que pasa es que Poco está celoso —contestó el pelirrojo encogiendo sus hombros sin levantarse de su lugar.
— ¡Yo no estoy celoso! —recriminó Poco mirándolo mal—, solo quiero saber porqué... ¿Por qué me mintió?
— Es que yo no entiendo —declaró seria Emz—, yo he sido totalmente transparente con usted, no le he mentido en ningún momento.
— Me está mintiendo otra vez... —bufó Poco recostando su cráneo en la pared junto la puerta de la casa de Emz—. Anoche... Anoche usted me dijo que se iría en taxi, usted no se fue en taxi —la encaró volviendo a ponerse erguido.
— Ah... Se refiere a cuando...
— ¡Sí, me refiero a cuando se fue con Bull! Los demás no paran de hablar de ustedes dos, ¿sabe lo difícil que es para mí?
— ¿Por qué sería difícil para usted? —preguntó ella bastante desconcertada—, pero de igual manera, no tengo nada con Bull.
— No me levante ilusiones, por favor... No me coquetee si tiene pareja o lo que sea que tenga —Emz se sonrojó—, bonita... ¿Qué me hizo, Emz? ¿Qué me hizo, bonita?
— Colt, Poco ya me está asustando, ¿qué le pasa? —preguntó angustiada al susodicho. Colt se rio y murmuró:
— Pasa... Pasa que Poco está borracho.
— ¡Yo no estoy borracho! —se enojó Poco con Colt—. ¡Yo lo que estoy es enamorado! —Emz abrió sus ojos como platos como a la vez se sonrojó tanto que miró hacia otro lado.
— ¿Enamorado? ¿De quién está enamorado? —preguntó tontamente y los dos hombres presentes la vieron con obviedad. Emz se molestó por preguntar eso por nervios.
— Pues de Colt —dijo con sarcasmo Poco.
— Tranquila, Emz, —agregó Colt— no es mutuo.
— ¿De quién más voy a estar enamorado? ¡De usted! Sé que no nos conocemos hace mucho, y sé que es muy raro que alguien completamente desconocido le declare su amor, aunque no sé qué fue lo que hizo conmigo y ahora no quiero verla lejos de mí... Estoy enamorado de usted, y perdóneme... Discúlpeme por haberme enamorado de usted y de su amabilidad conmigo. Puede ser que quizá usted piense que lo que yo siento es simplemente gratitud, pero ya lo he pensado durante horas y solo he llegado a la conclusión que me enamoré de usted a primera vista y conforme el tiempo que hemos pasado juntos... Me fui enamorando más.
— Poco... —suspiró Emz poniendo su mano en su pecho.
— Si me rechaza está bien, no me molestaré si tiene una relación con Edgar o con el doctor Bull... Sin embargo, por favor, no desprecie lo que yo siento por usted y no se muestre cariñosa con alguno de ellos dos. Eso... Eso me causa mucho dolor... —a Emz se le iluminaron los ojos y su cara era tan roja que lo único que pudo hacer fue sonreír.
— No pensaba rechazarlo, Poco —le dijo logrando que Poco también se sonroje de igual manera—, lo que le iba a decir era que usted no me va a querer tanto como yo lo quiero a usted. Yo también creo haberme enamorada de usted a primera vista. Me daba miedo que pensara mal de mí si se lo decía en voz alta.
— ¿Eso quiere decir que no tiene nada con Bull o con Edgar? —ella negó con la cabeza. Poco sonrió y la tomó de la cintura para hacer que bajara y que quedaran frente a frente. Emz era más alta que él, y eso hizo que se apenara. Con esa molestia en mente, él la tomó del cuello para besarla haciendo que Colt se riera a lo bajo y mirara a otra parte, ya que la escena le incomodaba. Emz le correspondió el beso agarrando sus hombros y doblando algo sus rodillas para quedar a la misma altura que él. Ella fue la primera en cerrar sus ojos delicadamente y él la copió, para cuando se habían separado rieron y se vieron frente a frente sonrojados.
Colt carraspeó para llamar su atención al ver que el amanecer se acercaba. Ambos lo vieron de reojo y él tomó su violín para despedirse.
— Bueno, Poco, me hizo una noche espantosa —se rio Colt—, que tengan feliz día. Yo me voy a dormir porque al medio día me voy a trabajar de nuevo...
— ¿Colt no solo trabaja en el bar? —le preguntó Poco a Emz cuando vieron que se alejaba.
— Es profesor de violín también, por lo que yo sé, el sueldo del bar no le alcanza para cubrir todos sus gastos —contestó y después soltó una risita—, Shelly dice que gasta todo su dinero en mujeres de mala fama y en sus amantes.
— Parece que Shelly lo quiere mucho, ¿no?
— Esa chica está enamoradísima de él —sonrió y le regaló un beso más— como yo de usted —los dos sonrieron y se volvieron a besar. Cuando de repente, alguien más salió de la casa de Emz: Mortis. Él se recostó en el marco de la puerta mirándolos con el ceño fruncido, los dos no habían notado su presencia hasta que habló:
— Le entrego un poco de confianza y abusa de ella —les dijo sorprendiéndolos y haciendo que se alejen uno del otro.
— Buenos días, señor... —lo saludó Poco y Mortis le lanzó una mirada asesina.
— Poco, usted cruzó el límite que le di con mi sobrina. No me obedeció, como tampoco me obedeció mi difunto cuñado...
— Tío Mortis —bufó Emz—, ya hablamos del tema.
— Se lo advierto, Poco —ignoró a su sobrina el vampiro— si le rompe el corazón a mi niña, usted deseará no haber resucitado.
— ¡Tío Mortis, es suficiente! —se enojó Emz y su tío chasqueó la lengua molesto y les dio la espalda para entrar. Emz suspiró pesadamente y miró a Poco para sonreírle—. Gracias por decirme esas cosas tan bonitas —ella le dio un beso en su pómulo y lo acarició con su mano avergonzando a Poco—, debe irse, debe estar cansado.
— Mucho, a decir verdad... —bostezó y ella sonrió ladeando su rostro.
— Váyase, duerma y descanse, yo lo voy a buscar más tarde para ver cómo está —él asintió y Emz entró a su casa roja y suspirando. Al verla, Mortis rodó los ojos y le pidió que hiciera el desayuno rápido porque se venía la hora de empezar el día.
Mortis se dirigió a la ventana para ver cómo se iba Poco y lo vio tambalearse con una enorme sonrisa. Mortis rodó los ojos negando con la cabeza y vio que Emz canturreaba mientras preparaba el desayuno, entretanto recordaba los besos que compartió con Poco y se equivocaba en algunas cosas: como poner la jarrilla para el café en la mesa en vez de la estufa. Al notarlo, se reía a lo bajo y corregía su error.
— Esa misma cara que tienes ahora mismo, es la misma que ponía tu mamá cuando el borracho de tu padre se aparecía —le mencionó Mortis a Emz, pero ella no le contestó porque estaba demasiado contenta como para arruinar su día discutiendo con su tío.
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