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Emiliano, un esqueleto que si bien tenía una vida plena, no era exactamente feliz.
Es decir, su hermana se casaba y estaba bien, porque lo hacía con su amigo (casi hermano) Fang. Su abogado Byron era increíble en su trabajo y tenía una gran confianza en él. Su papá estaba a punto de ser un gran embajador, y su mamá lo apoyaba en todo. Buster también era amigo suyo, y su mejor amigo Carlos, apodado "El Primo", era el mejor. Tenía buenos ingresos de dinero y una voz impresionante (que no le gustaba mostrar siempre). Su principal fuente de dinero era la de su empresa de autos. Pese a todo lo que tenía, él no era feliz en su totalidad.
La manera en que murió y resucitó, era un misterio para todo el mundo, menos para su mamá, papá y hermana.
Podía decirse que tenía todo lo material, pero había algo que le hacía falta cada día al despertar y no sabía bien lo que era.
Mientras que, respecto al amor, él creía que era una pérdida de tiempo innecesaria. No lo necesitaba. Su vida era tranquila, eso bastaba. Por supuesto, las mujeres eran bienvenidas cuando quisieran.
En un día muy corriente, a Fang se le ocurrió llevarle serenata a su prometida, hermana de Emiliano, un día antes de la boda. Lola era una mujer muy interesante para cualquier hombre, aunque quien se ganó su corazón fue el amigo de Emiliano y eso sorprendió tanto a Emiliano como a sus papás, sin embargo, eso beneficiaba incluso económicamente a ambas familias.
— Emiliano, cállate —insistió Fang callando las risas del esqueleto, Buster y El Primo— arruinas la sorpresa para Lola.
— Recuerda que además de meterte con mi empresa, te metiste con mi hermana y eso no te lo perdono todavía —rio Emiliano.
— Guarda silencio, idiota —Fang también rio— además, era tu hermana, no cualquier otra como tu amiguito —señaló al Primo. Emiliano se sorprendió y miró de reojo a su mejor amigo.
— ¿No le has contado? —preguntó Buster al Primo riendo.
— Carlos, ¿no le has contado a tu mejor amigo sobre tu nueva novia? —preguntó Fang.
— ¿A quién le estás tirando los perros, Carlos? —ahora Emiliano tenía curiosidad.
— No estamos saliendo, simplemente... Somos amigos, nada más —replicó El Primo.
— Pero dime quién es... —insistió el esqueleto.
— Es su enfermera en el hospital —dijo Buster.
— Es Rosa, ¿de acuerdo? Solo hemos salido a comer unas cuantas veces, no somos nada.
— ¿Rosa? ¿Le estás tirando a Rosita? ¡Eso no me lo puedo perder! —exclamó Emiliano.
— Solo recuerda lo siguiente —dijo ya serio Fang— uno sí puede enamorar e ilusionar a la niña pobre, pero uno no debe enamorarse o ilusionarse con la niña pobre. Es ley de las personas de nuestra clase, o en este caso, de los hombres de nuestra categoría.
Emiliano asintió, era cierto que todos tenían la economía alta y que no se podían enamorar de cualquiera. El Primo asintió no muy convencido, la verdad era que sí le gustaba Rosa. Aunque bien, él era el más pobre alrededor del círculo de amigos siendo médico.
— ¿Y no van a llevarle serenata a tu novia o qué? —replicó Carlos cambiando el tema.
— Sí, sí, sí... —le dio la razón Fang y continuaron corriendo hasta enfrente de la casa de Emiliano con la esperanza de ver a Lola junto con todos esos mariachis.
Curiosamente, en un lugar alejado de México, estaba un bar de mariachis. El Bar Garibaldi, era su nombre. Ahí cantaba una zombie/momia muy bonita en la tarima, el bar se hallaba en Bogotá, Colombia.
— No volveré, te lo juro por Dios que me mira... Te lo digo llorando de rabia, no volveré. No pararé, hasta ver que mi llanto a formado... Un arroyo de olvido anegado, donde yo tu recuerdo ahogaré... —esa que cantaba, era Emz.
Muy diferente a la vida de Emiliano, Emz siempre fue muy pobre. No nació en una "cuna de oro", era un hecho. Sus padres fallecieron de distinta manera: la mamá de Emz cuando ella nació y su papá, cuando ella tenía 10 años, de un balazo por un esposo de una de las tantas amantes que tenía. Ella murió también en un accidente automovilístico de un taxi que regresaba a su casa.
Su tío Mortis se quedaba solo en la vida y no podía aceptarlo, así que, sin el consentimiento de ella, la resucitó con sus poderes de vampiro. Eso era en contra la ley, mucho más si ya era mayor de edad, sin embargo, Emz tenía 17 cuando eso sucedió. Por lo tanto, no había ley en contra de eso.
En cuanto volvió a la vida, no dejaba de ser la misma y bonita Emz. Algunos hasta la consideraban hasta más tierna que antes.
Retomó sus estudios y siguió como si nada. Entonces, se dio cuenta que en su casa los gastos no iban tan bien, mucho más con su tío Mortis intentando pagar él sólo su estudio. Así que recurrió a buscar trabajo. Lo consiguió, justo en donde su papá había trabajado: en el Bar Garibaldi. La voz tan fina y hermosa que tenía, era la única herencia que le había dejado su papá.
Quien estuvo en contra de ese trabajo, era el mismo tío Mortis que no aceptaba el pasado y ese bar le traía muy malos recuerdos. Aunque, no logró que su sobrina lo dejara. Desde los 19 años hasta los 23 (actualmente) seguía con el mismo empleo. Incluso se había ganado el apodo de El Lucero de México.
Por lo menos lo de la universidad le alcanzaba con lo que ganaba. Que no era mucho que digamos.
Mientras cantaba, se podía ver al líder del grupo de mariachis admirar a Emz o más bien, desear a Emz.
Nada más y nada menos que El Coloso de Jalisco. Bueno, ese era su apodo, que no era desperdiciado por su fama con las mujeres, pero su nombre real era Edgar.
Para Edgar, su amor imposible era Emz, ya que era la ÚNICA mujer que no había caído a sus brazos. Está bien, había una más que no tuvo nada que ver con él. Aunque a él no le interesaba mucho por un motivo: era hija adoptiva de su jefe, el dueño del Bar Garibaldi: Griff. Ellas dos eran "las intocables". Su nombre era Colette.
Se podría pensar que quizá eran amigas por ese motivo, sin embargo no. Ellas se detestaban la una a la otra, aunque al principio, Emz no sentía nada por ella, pero Colette le tenía mucha envidia y por eso mismo la empezó a tratar mal. Así que se ganó su odio.
— No me la soporto —se quejó Colette con sus amigas Bibi y Ámber. Las tres bebían un tequila, que estaba del asco, cuando veían a Edgar comerse con la mirada a Emz.
— Necrofilia en su máximo esplendor —dijo Bibi rodando los ojos y detestando más que Colette a Emz.
— ¿No les parece que están exagerando con esa chica? —les preguntó Ámber— ¿qué nos ha hecho para que hablemos así de ella?
— ¿No te das cuenta de cómo se burla de nosotras la mosquita muerta ésa? —dijo Colette.
— ¡Exacto! —reclamó Bibi—. Lo peor de todo es que Edgar sigue botando baba por ella, no me soporto eso.
— Yo no creo que se burle de nosotras... —susurró Ámber, sabía que pelear con ellas era tiempo perdido, por lo que no continuó.
Quizá para algunas era una presa para fastidiar. Para otras, era su amiga, por ejemplo para Shelly; Shelly era mesera en el bar y además, era compañera de estudios de la misma universidad, y otro dato es que estaba enamorada del violinista del grupo de mariachis, Colt. Era apodado El Mil Amores. Otro mujeriego a la lista.
Emz tenía una vida muy complicada, porque además de tener enemistades y amistades, tenía problemas románticos. No sólo con Edgar, sino también con un hombre llamado Bull. Él era casado y se había enamorado de Emz. Todas las noches la iba a ver cómo cantaba y esa, no era la excepción.
Sin embargo, no esperaba que su esposa lo iba a ir a buscar.
Emz nunca tuvo nada que ver con Bull, aunque él la tenía casi como capricho ya que insistía en seguir y buscarla para enamorarla. Pero ella sabía que él era casado y nunca sobrepasó los límites.
Al terminar la canción de No Volveré de Pedro Infante, bajó del escenario para ser felicitada por Bull.
— Estuviste magnífica, Emz —dijo Bull aplaudiendo. Ella incómodamente, recibió un beso en la mejilla por parte del hombre.
— Gracias, doctor Blanco... —le contestó y Bull notó que Edgar mataba con la mirada a Bull.
— ¿Cuántas veces te debo repetir que me digas mi nombre? Estamos en confianza.
— Se lo agradezco, pero no me gusta la idea.
— Por favor... —rio Bull— eres tan adorable.
— ¿Adorable? —se escuchó la voz femenina que se rio con sarcasmo—. Ese alago ni siquiera yo lo recibo. Siendo tu esposa.
Ambos voltearon y miraron a la señora Blanco, la esposa de Bull.
— ¿Pam? ¿Qué haces aquí? —preguntó Bull nervioso.
— Nada, solo observo cómo me engañas con esta mujer y cómo acabas con nuestro matrimonio —Bull rodó los ojos y se dirigió a Emz asustada por lo que sucedía— y a usted, ¿no le da vergüenza estar con un hombre casado? ¿No le da vergüenza aprovecharse del dinero de mi marido y dejar a mis hijos sin comer?
— Pam, es suficiente —insistió Bull.
— Silencio, contigo no estoy hablando —volvió con Emz— le voy a decir algo y que quede bien en claro: deje en paz a mi marido.
— Mire, señora —se defendió Emz por fin— yo no tengo nada que ver con su marido y no sé de lo que está hablando.
— Vaya directo a la salida —dijo Sam, el trompetista del grupo— si se mete con nuestro Lucero de México, se mete con todos.
— Nuestra princesita no se toca, la puerta es bien grande y si no la conoce, yo la llevo —dijo Edgar.
— ¿Qué es todo este escándalo, Emz? —preguntó Griff molesto— ya sabe que las cosas personales, son fuera del bar.
— Pero si yo...
— Pero nada, discúlpese con la doctora y el doctor Blanco.
— No hace falta, señor —dijo Pam— mi marido y yo ya nos íbamos.
Y con eso dicho, la señora Blanco y el señor Blanco, se fueron.
— Emz, a mi oficina —dijo Griff molesto.
— Escúcheme, señor Griff... —intentó decir Emz.
— A mi oficina —repitió más enfadado. Emz suspiró e hizo caso.
🕯️❤️💀💜🕯️
Muchas más cosas ocurrirán en este libro, y si te está gustando y te interesa, sigue esperando Todos los Martes un nuevo capítulo...
Att. LadyLectura
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