Capítulo 3
A la mañana siguiente Michael se levantó de la cama como si nada hubiese pasado, como si los golpes y la brutalidad que hizo no hubiesen pasado. En cambio, Natasha no había dormido en toda la noche, le dolía su cuerpo y todo su ser, se sentía ultrajada, como si alguien le hubiese robado algo de su ser, ella jamás pensó que su primera vez iba a ser así y de esa forma, no podía creerlo y se odiaba así misma por aceptar esta relación. Natasha tomaría su teléfono para ver la hora 6:15am, cerró los ojos y evito seguir llorando, como pudo se levantó de la cama y escribió una mensaje a su padre
"Natasha: 6:17am"
Padre, estoy con Michael... Me hizo daño."
Bloqueo su celular y miro hacia la ventana. –Ojala mi padre le haga algo...–pensó– Michael saldría del baño y se acercó a ella para darle un beso en los labios.
–Buenos días – Diría el, ella se mantenía en silencio –Natasha...– se sentaría a su lado –Anoche...
–Anoche no eras tú en tus cabales, y me lastimaste... Anoche me golpeaste, anoche ya no eras tú, Michael – Natasha hablaría sin quitarle la vista a la ventana – Por eso, por eso no me pongo el anillo, por eso yo no quería está relación ¡Por eso le dije a mi padre que estoy contigo! –Natasha se levantaría de golpe de la cama viéndole, Michael abrió los ojos sorprendido y luego vio el teléfono de ella tomándolo, vio el mensaje que le mandó a su padre y tiró el teléfono al piso.
–¡¿Estás loca?! –Michael se acercaría a Natasha pero esta se lanzaría a la cama, huyendo de él, está la persiguió hasta arrinconarla en el baño –¡Como se te ocurre mandar ese mensaje! ¡Que idiota! –Michael la sujeto de los hombros mientras le gritaba.
–¡¿Le tienes miedo a mi padre?! – gritaría Natasha para luego darle un leve golpe entre las piernas y salió corriendo del baño pero la entrada de la habitación estaba asegurada –Maldito– susurraría esta. Mientras buscaba la manera de huir Michael se acercó a ella rápidamente y le dio un golpe en el abdomen y luego una bofetada, la tumbaría al suelo para encimarse sobre ella.
–Estás loca, Natasha. Excesivamente loca ¿Acaso lo de anoche no te fue suficiente? – le dio otro golpe en la cara, está vez con el puño cerrado.
Luego de una hora, Michael estaba sentado en el sillón guardando sus cosas mientras Natasha estaba sentada en el suelo en posición fetal evitando la mirada de él.
–Espero que te haya quedado claro que: 1. Debes usar el anillo 2. No seas soplona. Levántate del piso tienes que irte, yo debo irme a Washington a una reunión y luego a Italia a resolver el lío que me armaste.
Natasha se levantó rápidamente del suelo y fue hacia el baño, lavo su cara, sus dientes y luego se cambió. Cuando ya estaba lista Michael se acercó a ella, tomo su mano izquierda, y sonrió.
–Espero que ahora sí te pongas el anillo... ¿Te llevo?
–No, mi auto está abajo, tu... Quédate tranquilo... Hablaré con mi padre para decirle que mentí, y no te haga nada.
–Me gusta escuchar eso, hasta pronto cariño, te amo – Michael se acercó a darle un beso en los labios pero esta se apartó, Michael la sujeto de la cintura y la pego a él, hecho eso la soltó y esta salió rápidamente del lugar.
Ya en su casa, entró con sumo silencio para no molestar ni a su madre ni a su hermano, pero su mamá la detuvo a escasos metros de la escalera.
–Nat, buenos días cariño ¿Cómo te fue? – Natasha voltearía lentamente, intento pensar la mentira para su madre
–Me fue muy bien madre, tenía tanto tiempo que no llegaba tan tarde acá – reiría amargamente
–Qué bueno, me alegra saber que te has divertido... Hija, saldré un momento al cementerio a llevarle unas rosas a Jackson y luego haré unas compras, por favor llévale el almuerzo a tu hermano ¿puedes? – Natasha la miro por unos segundos quería negarse, sólo quería meterse a su cama y jamás salir, pero sonrió amablemente y asintió – Gracias hija, nos vemos más tarde – dicho eso la mujer salió rápidamente por la puerta principal.
Natasha subiría a su habitación y se encerraría por un largo rato en el baño, abrió la ducha y se sentó en el suelo mientras sentía las gotas caer por su cabeza hasta mojar todo su cuerpo, respiro profundo, se levantó, se quitó la ropa con cuidado y se bañó. Ya lista, bañada y vestida, quiso recostarse un rato en su cama, y descansar, estaba cansada y adolorida, sin darse cuenta se quedó dormida en menos de cinco minutos.
Washington, DC.
Era de noche, una noche fría, un gran edificio se alzaba sobre los demás, en el piso más alto de este, dos hombres uno más joven que el otro, estaban hablando amenamente mientras bebían Whisky y fumaban tabaco. Un hombre joven, entraría apresuradamente al lugar
Ambos hombres lo miraban, uno con cierto asco y otro con indiferencia.
–Señor, disculpe la tardanza. El vuelo se me atraso – diría el joven.
–¿Seguro que se te atraso? – diría uno de los hombres acercándose a él, sirviéndole un vaso de whisky a lo que él se negó a tomar. El joven asentiría.
–El jefe ya sabe lo que hiciste, joven Materazzi –diría el otro joven que seguiría sentado observándolo con indiferencia – ya sabes lo que te espera.
Chicago, EEUU
Sin darse cuenta, despertó de golpe, estaba todo oscuro, vio hacia la ventana de su habitación, era de noche. Se levantó rápidamente y bajo escaleras, al llegar al piso de abajo se mareo, se sostuvo de la pared por unos segundos. Escucharía a su madre en la sala riendo y una voz masculina juvenil, descifraría que era Lucas.
–Mamá – diría ella acercándose, la madre sonreiría – disculpa, me quedé dormida y no le lleve la comida a Sam –
–Tranquila princesa, no hizo falta. Tu hermano tuvo que irse a una junta en España, así que no comería, tu tranquila ¿descansaste?
Asintió — Que bueno, Lucas vino a saludarnos, haré la cena mientras – dicho eso se levantaría y se iría a la cocina. Hubo un silencio largo entre Natasha y Lucas. El teléfono de la casa sonaría repentinamente, la mamá de Natasha corre a él contestando, la conversación con el otra lado de la bocina duraría unos escasos minutos llenos de risas, luego de colgar la madre se acercaría.
–Hija me acaban de invitar a salir a casa de la mamá de Lucas, que harán una cena ¿no hay problema que te deje aquí sola con Lucas? – diría la mujer viendo a Natasha y luego a Lucas
–No madre, ve tranquila, estaré – hizo una corta pausa, recordando que ahí estaba Lucas – estaremos bien – diría ella sonriendo, la mujer sonrió de vuelta y fue hacia la entrada tomando las llaves del auto para luego desaparecer por la puerta principal.
Ya estando solos, el silencio fue más grande y más incómodo, pero fue cortado por Lucas quien tomaría la iniciativa
–¿Cómo te fue anoche con tus amigas? – sonreiría él, a lo que Natasha le parecía encantador.
–Bien, divertido – diría ella desganada –¿Quieres algo de comer? – Lucas la miraría de arriba abajo – ¡No seas cochino! – a lo que Lucas reiría.
–Si tengo hambre, pero cocino yo ¿te parece? – se levantaría de su asiento estrechando su mano a ella, ella asentiría.
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