Capítulo 19

Saga

Nunca olvidaré la forma en la que Liv me preguntó si volvería por ellos. Me fui sin mirar atrás porque sabía que me dolería tener que dejarlos con alguien que no fuera su madre, y al perderlos de vista entre los árboles, bajé el ritmo de mis pasos, y solo caminé hasta donde se encontraba el grupo de cacería. En cuanto aparecí, todos me dedicaron una amistosa mirada, Sal me saludó aliviado de verme, pero Ciro me dedicó una mirada fulminante y llena de odio.

— Llegas a tiempo — murmuró Sal —Ciro estaba a punto de dar la estrategia de caza.

— Manada, hoy cazaremos lo suficiente como para alimentar a todos, e intentaremos cazar algo para guardarlo para el invierno. Esta será la estrategia...

Cuando se trataba de cacería, Ciro era el más animado. A él se le daba bastante bien coordinar a grandes masas para su propósito.

Nuestra manada se componía de alrededor de veinte lobos, incluyéndonos, y eso nos convertía en la manada más numerosa del bosque, sin mencionar que también teníamos el territorio más grande de todos.

— Formaré los equipos de exploración — comenzó — Ned y Unne explorarán la distribución de las presas del este. Paul y Beck, irán al oeste. Sven y Minna, al norte. Y por último, Ren y Snow, irán al sur. Los esperamos. — los equipos de exploración se marcharon rápidamente mientras Ciro le daba las indicaciones al resto — Ron, Dave y Luri; irán hacia el este junto con el equipo de exploración. Quinan, Siry y Ann, irán hacia el norte. Kila, Erik y Sal; irán hacia el oeste. Breogan e Ingry; irán al sur.

Nadie objetaba las estrategias de caza de Ciro, por lo general eran intachables y siempre salían a la perfección y la comida era abundante por varios días. Pero algo le había faltado.

— Qué hay de mí, Ciro.

— Saga...te quedarás conmigo y esperaremos a las presas para hacerlas correr en círculos y hacer que no se separen. — <<qué tramas...>> — en cuanto eso esté hecho, daré las siguientes órdenes.

Algo no andaba bien con todo esto, ¿Por qué Ciro querría quedarse a solas conmigo luego de todo lo que pasó?

Una vez que los exploradores volvieron, Ciro dio la orden para comenzar la caza. Por lo que habían dicho los equipos de exploración, en el este y en el norte había una manada con al menos una docena cada una sin contar a las crías. En el sur no había nada que cazar, al parecer se habían trasladado al oeste, por lo que Ciro movió al equipo del sur al oeste. Y en el oeste se concentraba la mayor cacería que nunca nadie había visto.

— Bien... cambio de planes — dijo en tono decepcionado y un poco molesto — dado que hay una exorbitante cantidad de presas, los equipos del norte y el este separarán a dos ciervo adultos y a una cría de la manada y los atraerán hacia acá. Mientras que el equipo del oeste traerán a cinco ciervos adultos y a dos jóvenes. ¡Andando! — los lobos se separaron y corrieron en dirección a donde se les señaló, dejándonos a Ciro y a mí a solas.

Mientras esperábamos a que aparecieran los demás lobos con las presas, Ciro y yo nos recostamos en el lugar para no desperdiciar energía. Estábamos a metros de distancia el uno del otro en total silencio.

El sol ya se había ocultado, comenzaba a salir la luna, y nosotros seguíamos sin decir una palabra. Ya no podía confiar en él, y de pronto me di cuenta de lo que tramaba.

— Ya veo que pasa... — dije sin mirarlo — fue un buen intento, pero es una lástima que no te funcionara... — Ciro gruñó. Y yo me levanté, caminando hacia él — déjanos en paz de una maldita vez...Ciro.

— Que inteligente, hermano...aunque si hubiera funcionado... habría sido muy tarde... otra vez.

— Es posible, pero hay algo que por lo que veo, no sabes... — me miró con duda y seriedad — no están ahí...déjanos en paz de una maldita vez, Ciro. Ya no puedes hacer nada...

— Siempre fuiste débil, y preferías irte por el camino fácil para huir de tus problemas...dime ahora... ¿qué habrías hecho si estuvieras en mi lugar?

Sin darme cuenta, me encontraba caminando en círculos y sin dejar de mirar a Ciro. Tenía el lomo erizado, y mostraba los colmillos gruñendo.

— No habría sido un monstruo que asesina cachorros para que los demás lo respeten... tal vez cometieron un error al escogerte líder de la manada ese día.

— No tientes tu suerte...

— No pelearé contigo, ya que le prometimos a padre que nos mantendríamos unidos... y si aun estoy aquí...es solo por eso. Ya no soy tu hermano... pero cumpliré la promesa.

— Es una pena... — lo miré confundido — porque yo no recuerdo haber prometido nada.

Ciro se abalanzó sobre mí como fuera una presa, y me tumbó de espaldas. Admito que él era mejor que yo en todo; fuerza, porte y velocidad. No podía moverme.

— ¡Suéltame!

— Vamos, Saga ¡pelea! — no le respondí — eres un cobarde.

— ¡Y tú un insensato! ¡¿Cómo se te ocurre pelear en un lugar como este?! ¡si las presas llegan y estamos desprevenidos...acabaremos los dos muertos! — Ciro me tenía inmovilizado con la cara pegada a la tierra. Entonces oí unas vibraciones — ¡Ciro! ¡Ahí vienen ya quítate! — Ciro se quedó quieto mirando pensativo hacia el bosque, y me liberó.

Justo en ese momento, aparecieron por los tres lados y al mismo tiempo las presas para la caza. Ciro y yo casi fuimos aplastados en ese momento.

— ¡Ahora! — gritó Ciro echándose a correr junto a los ciervos para que formaran un circulo — ¡rápido Saga!

— ¡si! — comencé a correr en dirección opuesta a él, y así evitar la fuga de cualquier animal.

— ¡Manada! ¡que comience la cacería, nos los llevaremos a todos!

En cuanto Ciro dejó de hablar, lobo tras lobo, fueron uniéndose a nosotros. El equipo del norte eran los más agiles, así que fueron capaces de pasar entre los ciervos hasta llegar al centro libre.

Fue una cacería satisfactoria, aunque laboriosa. Tardamos mucho tiempo en hacer que cada ciervo saliera del círculo para que pudiéramos ir acabando con ellos uno a uno.

Estaba agotado de tanto correr, solo quería irme a casa. Pero cuando ya estábamos listos para irnos, apareció un ciervo macho desde el oeste. Era alto y con una gran cornamenta; evidentemente estaba enojado, sus bramidos graves y largos lo demostraban.

— Es un líder... — murmuré — no podemos contra él... Ciro, la manada está muy cansada...no podemos...

— ¡Silencio! No podemos dejar a tantas presas solo porque otra se muestra hostil ante nosotros...

Estaba oscuro, estábamos cansados, y solo podíamos contar con la luz de la luna. Pero por lo que veía, Ciro tenia otros planes en mente. Él quería luchar contra el ciervo, sin tomar en cuenta el estado de nuestros compañeros.

— Ciro... — dije acercándome sumisamente a él — mira a nuestros camaradas...están agotados... ellos...

— ¡Ya cállate! ¡si no quieres pelear, puedes largarte! ¡Yo soy el líder, tu líder y debes acatar mis ordenes, no al revés!

— Acabarás por matarnos a todos...

— ¡Suficiente! — se tiró sobre mí nuevamente, olvidando a semejante animal frente a nosotros.

No logré hacer que Ciro entrara en razón. Por otro lado, el ciervo bajó las astas, y comenzó a correr hacia nosotros. Ciro no se dio cuenta de ello, pero yo si; le advertí sobre el peligro que corríamos, pero no me escuchó. De la nada me surgió la fuerza necesaria para apartar a Ciro con mis patas traseras, lo hice caer a unos metros de mí, pero cuando intenté levantarme... el ciervo me levantó con sus astas agitándose de un lado a otro frenéticamente hasta que me libre y caí contra el suelo, perdiendo la conciencia por un momento. Cuando desperté, Sal estaba a mi lado en posición defensiva mientras los demás peleaban contra el ciervo.

— ¡Saga! ¡¿puedes oírme?! ¡amigo! – se veía algo asustado.

— Sal...qué... — suspiré y me esforcé por levantarme — estoy... ahg... ya estoy bien...

Estaba completamente desorientado, y tardé un poco en volver en mí mismo. Por fortuna, ningún lobo había sido herido. Me levanté en mis cuatro miembros, y sentí un dolor punzante en el costado derecho que me hizo volver a caer al suelo.

Dejé salir un grito de dolor. Sal volteó a mirarme, mientras que a metros de nosotros, Ciro hacia lo mismo.

— ¡Ciro! ¡no podemos seguir así! ¡la manada está muy cansada como para seguir haciendo esto! — gritó Sal.

Ciro parecía atrapado, parecía no saber qué hacer, y se desorientó quedándose quieto completamente con la mirada perdida. El ciervo se quitó a todos los lobos de encima, y fijó su mirada en Ciro; bajó sus astas, y se echó a correr hacia él.

— ¡Ciro muévete! — parecía no escucharme — ¡Ciro!... mierda... a estas alturas nadie podrá llegar a él... — reuní fuerzas y me levanté.

— ¡Saga...! ¡no te muevas...no llegarás a él!

— No puedo quedarme sin hacer nada... — dije con mucho esfuerzo, <<me sentiría aun peor sabiendo que murió aun sabiendo que podía evitarlo...>>

Es cierto, fue él el culpable de la muerte de Jera y de cuatro de mis hijos, y lo odiaba por eso. Pero de algún modo, no quería verlo muerto o mal herido, no era justo ni para Rissa, ni para sus cachorros; además, la manada no tendría un líder que la dirigiera y sería malo para todos.

Pasé por el lado de Ciro, y salté de frente hacia el ciervo en dirección a su cuello. <<¡lo tengo!>>. Sentí su sangre salir, y correr por mi boca; el ciervo se agitaba sin parar, y el dolor de mi costado me hacia sentir que me partiría en dos. En uno de esos violentos movimientos de cabeza que hacia el ciervo, sus astas lograron golpearme en el rostro, no sentí dolor alguno, pero sentí como algo tibio comenzaba a correr por encima de mi ojo izquierdo hasta que se me nubló la vista en él. A pesar de todo, no solté al ciervo hasta que este calló y dejó de moverse. Luego de eso, me sentí aliviado de seguir con vida, me dolía un poco al respirar, pero no parecía que fuera a morir por ello. O al menos, no de inmediato.

— ¡Saga! — gritó Sal viniendo hacia mí — ¿estas bien? — en su voz sonaba muy preocupado.

— Estoy bien...solo...necesito recostarme un poco... — vi que Ciro mi miró por unos segundos antes de volver la mirada al suelo con una expresión de culpa que, por lo general era lo suyo. No esperaba nada de él realmente.

— Paul, Sal. Ayuden a Saga a mantenerse de pie; los demás tomen a las presas, si son muy pesadas tómenlas por partes y entierren el resto...volveremos por ellas mañana, por ahora volvemos a casa. — el tono de hablar de Ciro había cambiado drásticamente. — doy por terminada la cacería — dio un aullido como señal de cierre en el que luego se fueron uniendo los demás.

Luego de la satisfactoria cacería, volvimos de camino a casa. Paul y Sal caminaban a ambos lados de mí para evitar que cayera; aunque no tenía problemas para caminar, pero sí que cada paso era un dolor directo a mi costado derecho. Luego de mucho tiempo caminando, pude volver a ver con claridad con mi ojo izquierdo, aunque desconocía la magnitud de la herida que me había hecho el ciervo.

— ¿Podrás regresar a tu guarida solo? — pregunto Paul.

— Claro... solo debo ir por mis hijos... - dije sin tomar en cuenta de que tenía a Ciro por delante.

— Están con Rissa... ¿no? — no respondí ni una palabra — tienes suerte de seguir con vida... y yo lo estoy gracias a ti... — dijo para mi sorpresa — ... eso significa que estoy en deuda contigo, y la pagaré ahora mismo — me quedé quieto, atento a lo que iba a decirme — no te perdonaré por haber procreado sin mi consentimiento, pero...los dejaré vivir en paz... — sentí un alivio en mi corazón — espero que sean unos adultos fuertes, porque en cuanto crezcan, deberán valerse por si mismos...

— Ciro... — me quedé boquiabierto por unos segundos — ah...yo...no se que decirte sobre eso...yo...

— Rissa te ayudará a con la lactancia... pero no tendrás acceso a otra hembra... — aclaró

— Jera era la única para mi...y ahora son ellos, y yo soy todo lo que les queda — dije — haré lo mejor que pueda para que crezcan sanos y fuertes...

— ¡llegamos! — exclamó Sal interrumpiendo la incomoda conversación.

— Paul y Sal, acompañaran a Saga hasta su guarida.

— ¡si señor! — dijeron ambos.

Al salir de entre los arbustos con toda la manada, logré ver a Liv en la entrada de la Guarida de Rissa y Ciro. Al principio parecía feliz de verme, pero luego de verme bien creo que se espantó un poco. No la culpo.

Me asomé a la entrada y llamé a los cachorros para marcharnos. Al igual que Liv, corrieron felices hacia mí, pero se detuvieron al ver el estado en el que me encontraba. Y Rissa no se quedó atrás, ella lamió mi herida hasta limpiarla, y palpó con el hocico mi costado derecho, no pude evitar hacer una expresión de dolor.

— ¿Cómo pasó esto? — exigió una respuesta.

— Será en otra ocasión, estoy muy cansado y solo quiero ir a mi hogar — le dije — además, no creo morir por esto... gracias por cuidar de mis cachorros.

— ¿Estarás bien?

— No soy un cachorro — me mofé — además, Paul y Sal irán conmigo.

— Está bien...

Al llegar a nuestra guarida, esperé a que los cachorros entraran primero, y luego yo los seguí. Me recosté con el cuerpo estirado apoyándome con el costado derecho hacia arriba. Pude respirar aliviado por fin.

Miré a mis cachorros, quienes tenían distintas expresiones en sus rostros. Liv estaba preocupada, probablemente por mi estado... ella se apegó a mí desde que entramos a la guarida, y no se separó en ningún momento. Hanna y Henno no parecían tener problema alguno, y eso me tranquilizaba. Y Coddy, él tubo el ceño fruncido durante todo el camino, y lo mantenía al llegar, estaba enojado por algo.

— Coddy...hijo ¿qué te ocurre?

— Zynner, el hijo menor de Rissa se burló de nosotros por que mamá ya no está aquí. Asegura que no seremos capaces de sobrevivir solo contigo... no es así ¿verdad?

— ¿y tú que crees? — Coddy me miró con signo de pregunta. Me forcé a enderezar mi cuerpo — no le des importancia a lo que dice quien no conoce tu situación, si lo haces...solo harás crecer su ego... — Coddy se acercó a mi, y yo bajé la cabeza a su altura — no permitas que los demás pasen sobre ti. Verás que con el tiempo harás que vea que estaba equivocado.

— ¿Cómo puedo hacerlo?

— Cada lobo sabe como lidiar con sus problemas, esto es algo que yo no puedo decirte ¿comprendes?

— Entiendo... — me mostró una ligera sonrisa — la próxima vez...solo lo ignoraré, y cuando crezca, seré mejor que él.

— Ese es mi chico... — levanté la mirada — es hora de dormir.

Me sentí bastante satisfecho al ver que la expresión de Coddy había cambiado; había ayudado a mi hijo a sentirse mejor, y si ellos estaban bien, yo estaría mejor. Ahora que Ciro había prometido dejarnos en paz, criarlos sin el miedo y la desconfianza sobre mi lomo me sentaba bastante bien.

<<Criaré a nuestros hijos como los mejores, física y mentalmente... Jera>>

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