Capítulo 108
Liv
En el río, tuve la sensación de que alguien más estaba conmigo, pero que no se dejaba ver.
— Sabes que siempre te descubro, Henno.
— Hola, hermana — parecía algo preocupado.
— ¿Estás bien?
— Solo estoy algo preocupado por la presentación.
— ¿Qué te preocupa...? — hablar con mi hermano era un poco desesperante. Pero en fin.
— Sura...
No supe que decir ¿por qué Henno se preocuparía por un lobo de otra manada?
— ¿Recuerdas... Cuando éramos cachorros?
— No antes de nuestra tragedia — respondí — ¿Qué tiene que ver Sura en todo eso?
— Es que... Yo... Creo que lo conocí un poco más y... Me preocupa un poco lo que pueda ocurrir hoy.
— No te preocupes por él. De seguro él es mucho más responsable de su vida que cualquier otro lobo que conozca. — sonreí ante un recuerdo — su forma de ser es como la de papá...
— Ciertamente... — aquello llamó mi atención. Henno puso una expresión de sorpresa.
— A qué te refieres.
— Olvídalo... No es nada.
— Henno... — le insistí.
Henno siempre había sido algo fácil de manejar. Siempre había que insistir una segunda vez para que nos dijera lo que ocultaba. Además, había logrado captar mi atención con respecto a Sura y la "posible" conexión con nosotros.
— ¡Henno! — comenzaba a molestarme por tenerme en la incertidumbre.
— ¿No crees que... se parece a nuestro hermano... Tyler...? — dijo cuidando sus palabras. Como si hiciera algo malo.
— ¿Estás diciendo que Sura se parece mucho a Tyler?
— Quizás un poco... — lo miré fulminante — está bien... — se rindió — no es que se parezca mucho... Sura es Tyler. Al parecer Breogan no lo mató ese día...
— No puedo creer eso...
— Es la verdad... Yo lo escuché. Y él me dijo que no se lo dijera a nadie.
— El Tyler que conocí alguna vez no se habría ocultado de su familia. El Tyler que alguna vez conocí... era valiente, responsable... Y no un cobarde como ahora lo estoy viendo. — me puse de pie.
— ¡¿A dónde vas?! — preguntó nervioso.
— A comprobar si lo que dices es verdad...
Me heché a correr buscando un indicio de Sura, y noté que Henno corría detrás mío.
— ¡Liv! — me llamó preocupado — ¡Espera! ¡Cuidado!
Ambos nos detuvimos de golpe, para luego retroceder un par de pasos atrás.
— ¿Por qué la prisa? — preguntó con sonrisa falsa.
— Breogan... — dijimos Henno y yo con el corazón en la garganta.
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