Capítulo 104
Liv
Pasaron cinco días desde el ataque del oso a la manada. Unan parecía mejorar un poco cada día. Y yo cada día limpiaba su herida y llevaba presas para que comiera algo.
— No es necesario que hagas esto cada día — dijo apenado.
— No me molesta. Después de todo, esto no es nada comparado con lo que tú hiciste por mí.
— Sientes lástima... — dijo dolido.
— No es...
— ¡¿Unan?! — el llamado de Ciro nos erizó un poco el lomo. — Si estás vivo mas te vale salir. — parecía enojado.
— No salgas... — dijo levantándose con dificultad.
Hice caso a lo que me había dicho. Así que solo me quedé adentro, viendo cómo Unan salía de la guarida casi arrastrando las patas del lado derecho.
— Así que sigues con vida — dijo Ciro al verlo.
— Qué quieres — dijo con altanería.
— Si te diera una lección por tu actitud de seguro terminaría matándote sin gran esfuerzo.
— Seguramente. Qué quieres, padre.
— Por qué no esperaste a la manada.
— Si los hubiera esperado habría matado a Liv.
— Si hubieras tenido un poco de sentido común y hubieras confiado en tu manada no estarías así.
— Si Zyner no se hubiera atravesado, esto no habría pasado.
— ¡Tu hermano murió por culpa de esa rata que en un principio no debía de existir!
— ¡Su nombre es Liv! ¡Y te guste o no, ya es parte de la manada! Recuerda que tú la aceptaste junto con sus hermanos.
— Ten cuidado con lo que dices, Unan. No querrás quedar peor de cómo estás ahora. — amenazó.
Sabía que me metería en problemas si me interponía entre Ciro y Unan, pero no quería que Ciro le hiciera daño. Quería protegerlo, así como él lo hizo conmigo. Salí de la guarida, y ambos se quedaron en silencio.
Como si fuera un nuevo instinto, me posicioné bajo la cabeza de Unan. Protegiendo su cuello. Ciro me fulminó con la mirada un breve segundo, y luego se dirigió a Unan.
— Si vas a ponerte en peligro y desconfiar de tu manada, será mejor que escojas otro lugar para vivir. No aceptaré esta clase de comportamientos en mi manada. — volvió a mirarme — los débiles siempre son los más problemáticos. Si lo atacara, no serías capaz de protegerlo... Y si te atacara justo en este momento — dio un par de pasos hacia nosotros. Unan gruñó ligeramente, pero no en tono amenazante — ni siquiera serías capaz de defenderte a ti misma... — ladró un gruñido y pasó junto a nosotros para marcharse.
No nos movimos de nuestro lugar hasta que Ciro se perdió entre los árboles. Luego de eso, Unan volvió a dentro, y yo no supe si seguirlo o no hasta que este me habló.
— Nuestro alfa es aterrador ¿no? — me mostró una ligera sonrisa — ¿no vienes?
— Claro... — le sonreí de vuelta, entrando a la guarida detrás de él.
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