Thomas abrió los ojos con pesadez. A milímetros de su cara estaba la de Dylan que lo miraba extrañado.
- ¿Te has quedado dormido mientras me echabas la bronca? – replicó sorprendido, casi soltando una carcajada.
¿Se había quedado dormido? ¿En serio? Se puso rojo hasta las orejas, ¿qué había soñado y qué había sido real? ¡Pero si solo habían sido unos segundos de nada! ¿O no?
- Aún tienes tiempo para dormir un poco antes de volver a la carga – señaló el reloj de la mesa de noche.
Las cuatro de la mañana. Thomas puso los ojos en blanco y se dejó caer de nuevo sobre la almohada, con el brazo tapándole los ojos a la poca luz que entraba por la terraza. Sentía las lágrimas picar de nuevo en sus ojos. Mordió con fuerza su labio inferior, tratando de reprimir lo que quería abrirse paso hacia el exterior desde su estómago.
¿Tan loco estaba por Dylan que su mente lo traicionaba de esa manera?
- Yo solo quiero dormir y no despertarme nunca – susurró, casi inaudible.
El brusco movimiento a su lado debió llamar su atención, pero estaba tan decidido a rendirse a lo que su cuerpo le pedía.
- Thomas, para – Dylan quitó los brazos del rostro del muchacho y los posicionó contra la cama.
Un líquido espeso y con sabor metálico se coló por la comisura de sus labios y el rubio se dio cuenta de que se había hecho daño sin querer. Frunció el ceño y regañó el rostro, definitivamente no le gustaba el sabor de la sangre, pero pasó la lengua por su labio para limpiar los rastros de sangre. Con un gemido de excitación Dylan advirtió de su presencia sobre Thomas quien hasta el momento apenas había reparado en él.
- No hagas eso – masculló, haciendo fuerza sobre la pelvis del mayor.
- ¿El qué?
Los ojos de Dylan tenían un brillo peligroso, quizás era la poca luz que había o quizás era cierto que los ojos eran la ventana del alma. El caso es que, por primera vez, Thomas fue consciente de que estaba atrapado contra la cama, con el cuerpo de Dylan sobre él. Y qué cuerpo, joder. Se mordió el labio, ligeramente, para intentar reprimir la excitación.
- Eso, joder, no hagas eso.
Dylan intensificó el agarre en sus muñecas y Thomas arqueó una ceja e intentó forcejear un poco para quitárselo de encima.
- Por todos los dioses, Dylan, pesas.
- ¿Insinúas que estoy gordo?
"No me jodas. Sabes de sobra que tu peso es puro músculo".
Thomas rodó los ojos, no muy dispuesto a responder.
- ¿Puedes quitarte de encima, por favor?
- No, no quiero – presionó más sus piernas a ambos lados de la cadera de Thomas y se inclinó aún más sobre él apoyando los codos a ambos costados sobre la cama.- No hasta que retires la pedazo idiotez que has dicho.
- ¿De qué estás...?
- ¡Yo no podría soportar un mundo en el que no despertaras, Thomas!
"Oh, eso".
- Escúchame bien, cara fuco, porque parece que hay que darte las cosas muy bien masticadas para que las entiendas.
"Creo que está muy enfadado".
-¿Necesitas un motivo para despertar cada día? Muy bien, yo te lo daré.
"¿De qué estás hablando?".
- Haré que te enamores de mí – prometió a escasos centímetros de su rostro para luego liberarlo e incorporarse sobre la pelvis del mayor que tuvo que suprimir un gemido de excitación por la fricción.
Se levantó de la cama.
- Y lo de antes no fue un sueño, querido Newtie.
Azotó la puerta del baño cuando entró.
"Sí, está enfadado".
Observó un momento la blanca puerta cerrada hasta que las palabras de Dylan penetraron poco a poco en su cerebro y su rostro se fue poniendo cada vez más rojo.
- Espera, ¿¡QUÉ!?
Continuará...
n/a: me examino mañana a las 10:00 así que espero volver pronto a la actividad normal. ¡Muchas gracias por vuestros ánimos y vuestra paciencia!
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