⸙ Una balada romántica.
Dicen que las mejores noches ocurren debajo de las más bellas veladas y en ciudades tan cálidas como ésta. En algún punto de este lugar y sobre una terraza se estaba concretando una de esas noches, con una mesa en el centro siendo decorada por un mantel rojo y con unas velas posadas en el. Una música ni tan lenta ni tan movida resonaba por todo ese espacio cálido que se había creado entre ellas dos. La luna alegre sonreía por que estaba presenciando una escena que jamás creyó presenciar y las dejó que ambas está noche, bajo su luz incandescente, se gritaran sus sentimientos mediante sus miradas y afectos. Dos mujeres se miraban sin anestesia, sentadas una frente a la otra, sonriendose sin piedad y sin miedo, hablando sobre divagues que ocurrieron en la semana. Samantha no paraba de analizar aquel vestido blanco que portaba la más baja, haciéndola pensar muchas cosas y desviandola del hilo de su conversación. Una de esas era que se veía sumamente preciosa, y más con aquel moño que sujetaba su cabello. Se parecía a un ángel, pensó la pelirroja. Mientras que Samantha había decidido en combinar su vestido con la decoración de la terraza. Poniéndose un vestido que le llegaba hasta sus rodillas y con un color rojo que la lucia ver muy bien, su pelo caía en cascadas por sus hombros y está vez no se coloco tanto maquillaje, sino que solamente se pintó los labios de un tono carmesí muy sensual ciertamente.
──¿Te gustó la cena?── cuestionó una ansiosa pelirroja mientras que sus dedos iban a su melena para poder correrlo hacia un lado y no molestara su rostro.
──Me encantó. A decir verdad la pasta te quedó deliciosa── sonrió la más baja y tomó un poco de su agua, Ronnie aunque no se notase mucho, no paraba de observar los labios de la contraria. En el fondo un deseo y ganas de poder fundirse en esos labios carmesí, de poder saborearlos. La ojimarron pensaba y pensaba de que sabor serían estos, como sería besarlo, probarlos y hasta tocarlos. Pensamientos que dieron por terminado cuando la contaría volvió a hablar.
──¿Y como no? Si tuve a la mejor ayudante del mundo── dijo alzando sus hombros por los aires y con una expresión divertida.
──Bueno no es para tanto── rio pasando sus manos por sus piernas para alejar todo pensamiento que se le pasara por su mente en esos momentos. ──Nada más corte las cebollas, aunque quizás no cuente por qué llore más tiempo de que las corte── mordió sus labios para evitar soltar una carcajada, aunque la contraria no lo pudo evitar.
──Te viste muy tierna llorando── Los dedos de la contaría fueron sin temor hasta los de Ronnie que estaban sobre la mesa. Y sin piedad por ella comenzó a acariciarlos con dulzura y en forma circulares, provocando que un extraño hormigueo sucediera en el estómago de la ojimarron. ──¿Quieres saber un truco para no llorar?
──Te escucho genia en los trucos── comentó divertida tratando de olvidar el hecho de que aún los dedos de esta estaban en su mano.
──Si mastica chicle mientras cortas se te va el llanto── le guiño un ojo cruzando sus brazos por arriba de la mesa.
──¿De verdad?── elevó una de sus cejas sin poder creer aún en lo que decía.
──Pruébalo y luego me cuentas que tal.
──Sin duda, ¿Algún otro truco que se sepa la señorita?
──¿Sabes que puedo levantar un hielo con...── busco con su vista algún hilo y encontró en tan solo segundos uno que colgaba del mantel, lo corto y lo tomo entre sus dedos mostrándoselo a la contraria. ──...este hilo?── elevó una de sus cejas.
──¡Es imposible!
──Nada es imposible mi querida Ronnie── negó divertida ──¿Apostamos?
──¡Claro! Se que ganaré ¿Que apuestas?── entró en juego una Ronnie desafiante.
Samantha sonrió malévola y apoyo sus codos en la mesa acercándose peligrosamente a la pelinegra, quedando rostro a rostro. Pero a Ronnie la volvió loca que sus respiraciones estén chocando segundo a segundo ¿Por qué? Por que sus deseos por besarla estaban en aumento.
──Apostamos a que si yo gano me darás un beso...──Sonrio mordiendo su labio dejando desconcertada a una pelinegra.
──Claro... ¿Espera que?
"Actúa normal, Ronnie. Actúa normal"── pensó la pelinegra viendo que sus nervios subían de tono.
──Eso. Si yo gano tu me das un beso, y si tu ganas...Bueno hago lo que a usted le apetezca señorita Mccguire.
¿Como es que podía decirlo tan normal? ¿Soy yo o ese era un tono sensual?── Volvió a pensar Ronnie, eso último la dejo volando ciertamente.
──A-acepto── dijo no muy segura y nerviosa por perder. No era que no quería besarla, por que besarla quería hacerlo hace rato. Le daba miedo besar mal para semejante monumento como lo era Samantha.
Acto siguiente dio inicio a su truco. Le pido que la contraria cerrará por un momento los ojos por que si no perdía la magia. A regañadientes esta lo hizo. Cuando comprobó que efectivamente los cerró, abrió el tarrito de la sal y con sus dedos agarro un poco esparciendo los granitos en uno de los cubitos de hielo de su vaso. Ronnie volvió a abrir sus ojos confundida viendo cómo la contraria tenía una sonrisa ganadora en su rostro. Samantha sabía muy bien que iba a ganar. Por qué sabía muy bien cómo era ese truco, se lo hacía muchas veces a sus primitos cuando eran chicos. Entonces ella daba por sentado que iba a ganar, que iba a poder besar los labios de esa pelinegra, que hace tanto tiempo le daba ganas de hacer. Suspiro con alegría, tomando el hilo de uno de los extremos y lo llevó al cubito de hielo, dejando que la otra punta se posara encima de los granitos de la sal. En cuestión de segundos el hilo se pego al hielo como si lo hubiesen pegado con Cascola. Ronnie elevó una de sus cejas para ver el acto siguiente que consistía en cómo Samantha con sus dedos subía el hilo, que con el se elevaba el hielo llevándose una risa por parte de ella mientras le mostraba su truco a la contraria.
Ganó la apuesta.
──¿Como...como lo hiciste?── susurro mirándo un poco de cerca el hilo pegado al hielo.
──Los magos no revelan sus secretos querida.
──Hiciste trampa...
──¡De ninguna manera! Gane la apuesta. Aceptalo Ronnie── carcajeo dejando el hielo sobre la mesa y en ese momento los nervios de la otra comenzaron aumentar y el típico hormigueo nacía una vez más.
──Cómo digas── rodeo sus ojos, moría de ganas de besarla.
──Mi beso── murmuró haciendo boca de pato con diversión.
La contraria negó levemente por las ocurrencias de Samantha. Los segundos pasaban como loco y con ello su corazón que no paraba de latir cuando los ojos de ambas se cerraron. Suspiraron al mismo tiempo, ambas nerviosas por la situación. Hace mucho que querian que esto sucediese, quizás no desde que se conocieron. Pero si cuando tuvieron su primera cita en aquella cafetería, en ese momento fue que sucedió todo. Un flechazo invisible que las traspasó a las dos sin ninguna sutileza. Sus ojos se abrieron, pero cuando lo hicieron sus miradas se mezclaron. El color miel y el marrón se volvieron a ver, pero no como antes. Esta vez fue diferente. La emoción y la ternura florecia por esos ojos sin que ellas lo notarán. Y lo único que se escuchaba en este momento era la brisa que corría por la diminuta distancia que mantenían las dos, distancia que comenzó a cortarse cuando Samantha tomó la iniciativa de ir acercándose. La lentitud era dolorosa y las ganas de chocar sus labios crecía más y más, sus corazón se sincronizaron de una manera tan especial pero tan dulce a la vez, y sus respiraciones calientes chocaban una vez más. Sin miedo Ronnie posó una de sus manos en la mejilla de la contraria, comenzando un juego de caricias tiernas por parte de esta, haciendo sonreír a Samantha.
Pero no pudieron más, querían sacar esas ganas que sentían, querían acabar con ese extraño hormigueo que tenían en sus estómagos y terminar con los nervios que tenían.
Sus labios finalmente se unieron. No por una, ni por la otra. Por las dos, ambas al mismo tiempo encastraron en un perfecto puzzle sus labios. No los movieron de la manera en que los pusieron, tenían temor de que este momento se acabase. La imagen era muy tierna, Ronnie con su mano en la mejilla de la otra mientras que sus labios finalmente se habían unido de una manera tan dulce. La canción que estaba en la radio cambió de improvisto, sin esperarlo en ella sonaba un tema lento, pero bonito, como si fuese una sutil balada romántica ¿Quién diría que en este momento que se dio iba a sonar esta cancion? ¿Quién diría que estas dos mujeres en un momento dado se iban a cruzar en aquella biblioteca y las tendrías acá dándose su primer beso?
El beso comenzo a dar ritmo al movimiento de la canción, lento y con firmeza, pero con dulzura. La mano de Samantha fue hasta los dedos de la contraria y los unió con los de ella sobre la mesa, pero al hacerlo la palma de su mano tocó el hielo frío que se estaba descongelando sobre el mantel. Cuya acción provocó que se separaran, pero no se una mala manera, sino que se rieron en medio del beso causándoles gracia. Con una sonrisa la pelirroja se separó, aunque por dentro no lo hubiese querido nunca. Se seco la mano con una servilleta y se paro de la mesa viendo a Ronnie que tenía su ceño fruncido por tal acto.
──¿Bailamos esta hermosa balada, preciosa?── extendió su mano a la contraria.
──Me encantaría── sonrió de oreja a oreja.
Ronnie tomó la mano de la contraria con suavidad, parándose de su lugar y acomodandose su vestido con su otra mano. Suspiro con nerviosismo cuando la pelirroja soltó la mano de esta y la llevó a su cintura, acompañada de su otra mano. Y de un segundo a otro y manteniendo su sonrisa la pelinegra envolvió sus brazos al cuello de Samantha, acercándose un poco más ella dejando que sus frentes se tocarán. En aquella terraza de New York un baile había comenzado al compás de la canción, mientras que las velas acompañadas de la luna alumbraban sin cesar aquella escena, que tan admirada y dulce era.
──¿Te gustó esta cita?── cuestionó la pelirroja con su frente pegada a la de ella y sin borrar la sonrisa de su rostro.
──¿Gustarme? Pará nada. Me encantó Samantha── La contaría le iba a agredecer pero esta tomó la iniciativa de interrumpirla con un beso. Un beso que empezó sereno y dulce, se movían con tranquilidad mientras que sus agarres se afirmaban a sus cuerpos como si no hubiera un mañana, como si no quisieran separarse nunca.
Y está velada fue una de las mejores que tuvieran estas dos mujeres. Sumidas en su baile, en su mundo. Nadie existía fuera de ellas, solamente se podía escuchar como la canción seguía sonando y como sus reparaciones subían y bajaban dentro de su pecho. ¿Seguían nerviosas? Por supuesto, por que jamás pensaron que esto pudiera suceder, no quería que terminará. Esto parecía algo fuera de su mundo, algo mágico, algo dulce y efímero. Cerraron sus ojos con lentitud y se dejaron llevar entre sus brazos, relajandose y colocando sus cabezas en los hombros de la otra. Samantha acariciaba su cintura con sus dedos, mientras que Ronnie tocaba el cabello pelirrojo de esta, oliendo su aroma a jazmines que enmanaba de él.
Y la luna las envidiaba, por tener un momento tan lindo en esa terraza. Las envidiaba por el amor que estaba creciendo en ellas. Y mientras se iba para darle paso al sol, la balada que sonaba en esa radio iba cesando poco a poco, ya que estaba por terminar. Pero el abrazo nunca terminó, las caricias jamás pararon, el momento nunca se rompió. Una vez más la luna era testigo de una maravillosa noche y ya estaba ansiosa de contarles a las estrellas lo que presenció ella misma, les iba a contar la hermosa historia que estaba por ocurrir.
🌙
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top