⸙ Placeres entre sábanas.

Dos pares de inquietas manos se atraen como la miel a la abeja, esos inquietos dedos con timidez que recorren insaciablemente pues dejar de tocarse les es imposible. Necesitan trazar en su memoria cada centímetro de sus tersas pieles dibujando un mapa que las llevan en dirección al amor y al placer; esos sentimientos que las embargan hasta sentir el revoloteo de un centenar de mariposas en su interior, ocasionando que el golpeteo de sus corazones se sincronizaran mutuamente haciendo de eso una bella melodia que retumba dentro de sus pechos. Para su felicidad o no, la línea divisoria entre la atracción física y los sentimientos no está bien definida, pero como diablos trazar esa imaginaria línea cuando son sus hormonas son quienes están marcando la pauta de lo que será de ahora en más en sus vidas, marcando un destino y la llegada de un futuro que las tenía a las dos como protagonistas. Manos entrelazadas dentro de sus largos mechones de cabellos, huniendolas más, presionandose contra sí y gozando del tiempo como si este se acabase de un momento a otro.

Sobre las albas paredes de la habitación resuena tan solo sus entrecortadas respiraciones, las que difícilmente llegan a llenar sus casi paralizados pulmones, pero que logran salir como pequeñas bocanadas de aire de esos rosados labios, el galopar de sus corazones semejan a una yegua salvaje en busca de la pradera perfecta para relinchar con plena libertad. Lamentablemente para ellas se ven en la imperiosa necesidad de separar la magistral unión de sus bocas, en busca del tan apreciado aire mientras que ese par de iris se esmeran en encontrar el alma de cada una de ellas, observándose mientras que tratan de controlar sus respiraciones, viéndose mutuamente con miradas endulzadas y provocando que en sus rostros brotara una enorme sonrisa que iba de oreja a oreja. Se veían como si esto lo desearan desde hace mucho tiempo, y es que si. Desde la primera vez que se vieron, se quisieron de cualquier manera que te puedas imaginar. Los ojos de Ronnie repasaba cada peca que brotaba del rostro de la contraria, contando cada una de ellas y amandolas, haciendo de ellas una parte favorita del rostro de esta.

El mullido colchón les brinca el nido ideal para que sus alargadas y firmes piernas se rocen una contra la otra entrelazándose sin pudor, el vaivén de sus torneadas caderas danzan sincronizadas como si de bailarines experimentados se tratase. Para ambas chicas el tiempo se detuvo, el espacio no existe y las consecuencias sólo las llevaran al lugar del universo donde quieren estar. Ronnie da gracias al cielo por poderle demostrar lo que su corazón ha intentado gritarles desde hace tiempo, sus plegarias fueron escuchas por los dioses del amor, ¡oh sí!, su nerviosismo es proporcional al tiempo que debió esperar por éste maravilloso momento. Entre risas, miradas y toqueteos la última prenda de Ronnie es quietada con alegre desesperación por las inquietas manos de Samantha quien busca con un claro deseo descubrir la implacable piel de la pelinegra, piel que se acaba de convertir en el nuevo patio de recreo de Samantha.

El nievo cuerpo de Ronnie es recorrido sin timidez, al diablo la vergüenza, piensa Sam, necesita hacerla suya, marcarla, adorarla hasta el cansancio, vuelve en buscar de esos labios que ejercen una atracción descomunal sobre ella, pero, ¡diablos!, no es suficiente la quiere saborear completa a plenitud, sin límites, así que suelta a regañadientes esos adictivos labios, no sin antes, regalarle una pícara mordidilla en el labios inferior sacándole un sensual gemido. Deslizarse sobre su rostro, bajar un poco más hasta encontrarse con la delicada curva de su erótico cuello, posar sus candente labios sobre cada peca y lunar, la éxita, experimentando como su intimidad empieza a humedecerse. Siente erizarse la piel de su amada como respuesta a sus acertadas caricias. Sonríe para sus adentros mientras que busca pasar la pinta de su desespera lengua sobre la sensual línea de la clavícula. Diablos, diablos y más diablos casi explota en placer cuando Ronnie deja reposa su cabeza hacia atrás dando más acceso a su cuerpo, cuerpo que fácilmente Sam reclama como suyo a la par que la ojimarron acepta ser conquistada, deseada y sin resistirse a ser deseada por la contraria.

Claro que despegarse de ella le es irracional, su Ronnie es aditiva, efímera, atrayente y simplemente perfecta. ¿Cómo alejarse de la perfección?, es imposible, al menos Sam no está dispuesta a eso, odiaría sentir el vacío que eso le entregaría, así que opta por hacer lo más lógico; aferrarse con la fuerza de los sentimientos que la inundan. Permanecer adherida a ella es lo único que sabe y quiere hacer. Tenerla a su lado o debajo de ella no es suficiente, ¡Oh, no! Necesita estar dentro de Ronne, ¡Oh, sí, Dios mío!, dentro para comerla, saborearla tallarse su amor en su interior. Si fuera por ella la exploraría tan íntimamente que rozaría su alma con la suya con la delicadeza de una pluma de ganso que con facilidad se convertiría en una de pavoreal al entregarle también su desenfrenada pasión. Como una ráfaga sus pensamientos se alejan tan pronto como invadieron sus mente, pues tiene frente a ella ese magistral par de montañas coronadas con unos endiablados pezones rosados que semejan a las nubes que se mueven en la por las brizas de la primavera. Decir que los encontró con sabor a cielo, es poco, son seductores, provocativos y tentadores. Sam se pregunta si sobrevivirá a tantas emociones, más le vale que sí, pues su amor es inmenso.

La ojipardos recordó la llamativa y cautivadora espalda de Ronnie, sí esa espalda que siempre se mueve a los compas de su rítmico andar, esa espalda que imagina salpicada de lunares y pecas las cuales con seguridad crean la constelación más hermosa jamás vista. Y ¡diablos! está a su disposición sólo para ella. Ponerles nombre a cada lunar es una pérdida de tiempo, así que la recorre con las palmas de sus manos dejando que sus dedos sean los exploradores del nuevo universo que Dios pintó para su satisfacción. Cierra sus pardos ojos para maximizar sus sentidos  la suavidad de su blanquecina piel, lo delicada que está es, y como se erizaba conforme pasa las yemas de sus dedos, sobre ella, mientras que estos trazan un mapa del amor y la pasión. Una delicada manta traslucida las envuelven en la experiencia única jamás vivida por ninguna de las dos, allí están ellas abrazadas en el centro de aquella cama, sobre limpias y blancas sábanas. Sin darse cuenta se sientan una sobre la otra a la par que una lluvia de besos, caricias y sonrojas son entregados al azar.

La ya excitada Ronnie navega en sus pensamientos, hundiéndose en ellos y relamiendo sus labios continuamente, pues está tan llena de emocionantes sensaciones que su sensualidad está a flor de piel, pero ¡cielo! cómo no sentirse pérdida cuando el exuberante cuerpo de la pelirroja si siente y se ve tan irreal, es una blasfemia no rendirse ante él. Todo se siente tan incierto su vista se pierde en otra dimensión ya que jura, por Dios, que Samantha no pertenece a de éste mundo ¿Cómo puede ser que alguien sea tan bella, hermosa y angelical?, allí la tiene frente a ella vestida con el natural erótico y sensual traje de Eva, admirar su desnudes la hace sentir en la gloria, ni el más famoso artista había alcanzado a igualar tal belleza. Disfrutarla sin ninguna prenda tapando su deseado cuerpo le hace pensar con picardía , sí, Afrodita la viera estaría celosa por tener una contrincante enfrente de sus narices a la cual no lograría vencer, la haría enfurecer con tan sólo suspirar, o con el sutil movimiento de su cabellera. Los labios carmesí de la ojimiel fueron intensamente atraídos por los lunares que brotaban de los hombros de la amada. Millones de lunares se despliegan ante sus asombrados ojos, millones de ellos que cobrarían todas las playas del planeta, millones de lunares para los cuales se daría su tiempo para besarlos a lo largo de los años que le queden de vida.

Se amaban, se adoraban, se deseaban desde que se vieron y que hermosa prueba de eso se estaba dando entre ellas, en aquella habitación, bajo la luz tenue de la Luna. Orgullosa debe estar ella al ser testigo de tan excelente escena que demostraría que el amor puede prevalecer al ritmo de los corazón y palabras endulzadas de cada uno de los protagonistas. Que más lindo amor que este, el recíproco, el que se demostraba mediante caricias suaves, besos alocados y gemidos que gritaban a los cuatro vientos lo que sentían la una por la otra. El comienzo de una historia, la cual ahora la Luna se dedicaba a irse mientras que le contaba al sol todo lo que vio, todo lo que presenció y las melodías que escucho. El Sol abrumado por aquellas palabras se quedó, viendo, admirando y comprobando todo lo que la Luna le dijo, dejando que sus rayos penetraran por aquella ventana y se filtraran por esas sábanas blancas, donde se posaban dos hermosas mujeres que terminaban su grandioso show, con unos besos como acto final.

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Le doy gracias a LIVIACFM por ayudarme con el capitulo, le doy todos sus créditos por tan excelente escena. Ella me ayudo con este capítulo, así que agradecería que puedan pasarse por su perfil y seguirla.♡

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