⸙ Entre amores y finales. 「𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓭𝓸𝓼」

El silencio nació entre las tres personas que ya hacían aún ahí, esperando espectantes que alguien digiera algo, Pero ninguno se animaba, ni siquiera Ronnie que no se animaba, ni mucho menos quería vender aquel cuadro que tanto trabajo le dio. En estos segundos que pasaron se dedicó a recordar el momento uno en el que conoció a Samantha, motivo por el cual se realizó ese cuadro, motivo por el cualquier jamás lo vendería. Ni siquiera por un millón de dolares. 

──No esta a la venta, Señor Bruno. Disculpe── interrumpió la castaña rápidamente, jamás vendería algo tan preciado para ella, algo que la lleno de sentimientos, que la ayudo a salir de su bache artístico y que tuvo tanta importancia para su vida en esos momentos de caos, donde no encontraba una salida, por que esa pintura, además de hacerla recordar a Samantha, la ayudó a pintar otras obras que ya hacían colgadas en el mismo lugar. Nunca se atrevería.

──¿Cómo...?── pregunto una confusa Samantha, impresionada por no haber aceptado tal petición, pero no solo ella esta así. Bruno también lo estaba, jamás le habían rechazado una pintura de es forma.

Con su ceño fruncido y confundido se acercó a la más baja haciéndola sentir un poco intimidada ──¿Como que no está a la venta?

──¡No!...digo no, no lo esta. Es que esa pintura tiene un valor sentimental para mi── Suspiro nostálgica recordando la vez que lo pinto, que mezclo los colores para darle forma. Volteo a ver a la pelirroja que la miraba expectante y asombrada, pero con un ligero orgullo en sus muecas faciales.

──¿De verdad?── enarco una ceja y mirando hacía la pintura, para después fijar su mirada a la pelirroja, dándose cuenta de quien era esos ojos y por que tenían un valor sentimental para ella. Cualquiera se daría cuenta── Esta bien, no hay problema alguno. Yo respeto cualquier decisión.

──Muchas gracias...──sonrió complacida la pelinegra y pensó en cual otra pintura podría ofrecerle, por que esta oportunidad no se la perdería──...podría ofrecerle está si usted quiere── le ofreció al hombre una de pintura muy elegante, tan elegante que no podría rechazarla. Con una sonrisa, brazos detrás de su espalda y un rostro de seguridad, se tambaleaba sobre sus pies esperando respuesta.

──Interesante...──Tomó la pintura entre sus manos, observándola lentamente y analizando cada detalle── La acepto, ofrezco 20.000 dolares.

──¿Veinte que...?── su boca se abrió como un buzón al escuchar la cifra tan alta que este ofreció, jamás supuso que le iban a dar tanto por sus pinturas.

──¿Veinte mil dolares?── sorprendida se animo a hablar la pelirroja que hace minutos se encontraba callada.

──Como escucharon señoritas. Ofrezco veinte mil dolares, semejante pintura y con el esfuerzo que se ve, es necesario el precio. Toda obra merece un poco de recompensa, que dicen ¿Aceptan?

──¡Aceptamos!── dijeron al unísono y con una sonrisa de oreja a oreja, contagiando al hombre y estrechando sus manos con alegría.

8:34 pm

La noche a caído en New York, el frío no ceso en ni ningún momento, por lo que obligaron a los artistas de aquella muestra, colocarse sus abrigos a la hora de la salida. Ya que la muestra llegó a su fin y algunas obras ya fueron venidas y llevadas a sus respectivos compradores. De apoco la gente fue saliendo del lugar, despidiendose y estrechando sus manos con los anfitriones, prometiendo volver en la edición que viniera a futuro. Samantha y Ronnie, tomadas de la mano salieron y las sonrisas en sus rostros jamás se desvanecieron. Y mucho menos en la de la pelirroja, que más que contenta, estaba súper emocionada. Por que llegó el momento de su petición, de la tan esperada pregunta que tantos estábamos esperando que se diera. Al salir, estaban en silencio, ninguna de las dos se animaba a hablar. Sus pies se dirigían a un parque que estaba en frente del gran local. Ese parque tenía un camino que contenía faroles, camino por el cual estas dos chicas habían tomado para entrar a este y pasar un buen rato, ya que aún no se querían ir a sus casas. Habían algunas personas en el lugar todavía, muchas estaban fumando, otras charlaban entretenidamente con sus amigos.

──No hubiera pensado que no venderías el cuadro── murmuro la pelirroja sentandose junto con la pelinegra en un banco, doblando sus piernas, una sobre la otra mirando hacía la chica.

──No lo haría, es un cuadro muy importante para mi── se sinceró la contraria, colocando las manos a ambos lados de su cuerpo y mirando hacia sus pies.

──¿Por qué es tan importante?── su corazón en estos momentos estaba como loco dentro de su pecho.

Su pregunta invadió sus pensamientos y acto seguido sintió una mano fría posarse sobre su mano.

──Por que fue en un momento donde yo no sabía que más pintar, en donde no tenía ningún tipo de inspiración, estaba sometida en la oscuridad── comenzó algo indecisa en seguir, pero la mirada de la contraria la invitó a hacerlo ──Tus ojos me ayudaron mucho, además de que me encantaron desde el primer momento, sentía que debía pintarlos. De cierta manera me ayudo a hacer otros más, no solamente por que estaba algo obsesionada con ellos── soltó una pequeña risa mientras la miraba, buscando y tratando de percibir alguna emoción.

──¿De verdad te gustaban mis ojos?── preguntó llevando su mano a la mejilla de la chica, dando leves caricias con su dedo pulgar ──No sabes como me siento ahora, siento muchas cosas── susurró muy cerca del rostro de la chica y una extraña vibración inició en todo su cuerpo, a la vez que se sumaba la adrenalina y los nervios. Por que se estaban declarando una vez más.

──De verdad, me gustan Samantha. Son como la miel, pero más brillosos, más especiales.

──A mi me gustas tú.

Unas perlas marrones se abrieron como platos, un rostro lleno de sopresa y un ligero calor que comenzaba a correr por el cuerpo de Ronnie.

──¿Enserio?── susurró muy cerca de sus labios y no pudo evitar relamer los suyos, provocando que Samantha los deseara mucho más.

──No puedo creer que hemos llegado tan lejos, cariño── comentó entre picos dulces y llenos de deseos.

──No sabes cuanto te quiero y deseo, Samantha── subió una de sus manos al cabello pelirrojo de esta y lo acarició levemente.

──Se mi novia.

¡Y finalmente se lo dijo señores y señoras!

──¿Que?── susurró sin poder creerlo, sintiendo como en su estomago ocurría una gran montaña de sensaciones.

──Quiero que seas mi novia, mi esposa, mi amante, mi todo ¿en que idioma prefieres que te lo diga preciosa?── soltó una pequeña risa y besuqueo la mejilla de esta.

──En francés por favor── arqueo su ceja divertida y desafiando a la ojimiel, aunque por dentro estaba disimulando una ataque de nervios y emociones.

──¿Tu veux être ma petite amie?── dijo en un excelente acento francés.

──¡Oui j'accepte!── respondió sorprendiendo a la contraria por su respuesta en francés.

Unos brazos fuertes rodearon el cuerpo de la más baja, y sin piedad lo pegó contra su cuerpo. Y sin quitar su sonrisa unió sus labios, una vez más en el día, a los de la ojimarrón. Como respuesta Ronnie se abrazo a sus hombros, correspondiendo al deseo de besarse, al deseo de quererse mutuamente y sin más al deseo de tenerse. Y entonces otro lugar fue testigo de tan ligero amor, de tan inefable enamoramiento. El parque, dichoso afortunado de ser el prestigioso testigo de una nueva historia que iba a comenzar entre dos mujeres que desde el día uno se juraron amor eterno. Sus lenguas se rozaban, sus labios se mordían y se demostraban con caricias todo el camino que recorrieron, remando todo lo que remaron con sus sentimientos y por las inseguridades que tuvieron que pasar.

"Entre libros se conocieron y admiradas por sus miradas fue donde los locos de sus corazones, decidieron enredarse en su más enajenado amor. Entre besos y encantos, su destino quedó marcado, para hacer de esta historia su futuro. Las estrellas orgullosas de ser testigos de tan perpetuo amor, decidieron contarle al mundo esta impecable historia. Y ellas, deseosas de sus labios reclamaron sus besos, sellando todo lo que se iba a dar ahora en más, entre cuerpos entrelazados, amandose en cada eterno día."

──No tienes idea de cuanto te quiero, mi corazón...──tomo la mano de la pelirroja y la colocó en su pecho──...latera por ti hasta el día que pierda la memoria y sea una viejita de cien años.

Sonrió la más alta acariciando su piel descubierta con su dedo pulgar ──Seremos las viejitas más sexys del mundo entero── carcajeo contagiando a la contraria ──Te quiero mi enana── Susurro entre besos.

──Te quiero mi hermosa musa.

y solo basto un beso, una caricia, otros te quieros, un par de abrazos y risas para sellar para siempre su amor.

ғɪɴ ᴅᴇ ᴇsᴛᴀ ʜᴇʀᴍᴏsᴀ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ. 
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