⸙ Como tú.
Manos sobre su falda, piernas intranquilas y su mirada posada en la ventana. Era indicios de que la ojimarron se encontraba nerviosa y ansiosa. Esperando la llegada de la pelirroja que aún no aparecía. Tantas preguntas que andaban rondando por su cabeza provocando que su ansiedad aumentará lentamente y cuestionando si en verdad la pelirroja saldría con ella por que quería, o por tenerle empatia. Sus dedos fueron hasta los mechones de cada lado de su cabello y los dejó detrás de sus orejas para que no molestaran. Su mirada aún se encontraba en la ventana, aprovechando para admirar la vista que tenía ésta. Unos edificios se encontraban de frente a ella, y el sol los pintaba con sus rayos dándole luz y haciéndolos brillar, dando una imagen muy bonita.
Sus ojos se posaron en un auto color negro que se detenía delante de la cafetería. Su motor se apagó, pero la ojimarron no podría descifrar quien era la persona que estaba dentro del auto. La emoción que intentó disimular, comenzó a nacer por ella cuando con sus ojos pudo observar que la puerta del auto era abierta, dando a relucir una melena pelirroja que salía de allí y dando a notar nada más, ni nada menos que a la tan esperada Samantha. Finalmente la dichosa se hizo presente y los nervios de Ronnie disminuyeron al saber que no la dejó plantada.
Samantha se veía hermosa con aquel saco que cubría aquella camisa bordó y esa falda que daba al descubierto unas largas y esbeltas piernas. Dejando a una mujer bella, inefable, elegante y preciosa ante la vista de cada persona que se encontraba en aquella cafetería. Y ni hablar de la vista de Ronnie, que la observaba desde la mesa con sus ojos abiertos y admirando una y otra vez aquella vestimenta que la más alta alardeaba ante todos. La pelirroja parecía estar buscando con su mirada a la más baja, pasando por cada mesa, cada persona que se encontraban en el lugar disfrutando de aquel día soleado. Y en cuestión de segundos la encontró con su típico cabello cayendo por sus hombros, aquella tímida sonrisa que brotaba de su rostro y esos ojos marrones que la miraban fijamente. Con una sonrisa en su rostro, sus pies sin miedo y sin vergüenza avanzaron con seguridad hasta Ronnie pensando en lo bella que está se veía.
──¡Hola! Lamento la tardanza.── se disculpó la más alta mientras que su mano se recargaba en el hombro de Ronnie y sus labios se posaba sobre la suave mejilla de esta para depositar un beso sonoro.
──Tranquila, no pasa nada.── dijo una ojimarron sonrojada por aquel beso el cual solo fue respondido con una sonrisa que se expandió en su rostro ──Pensé que no vendrías.── sincera volvió hablar sin quitar la vista de la contraria que ya estaba sentada.
──¿Como voy a dejar plantada a semejante pastelito?── elevó una de sus cejas divertida y colgó su saco en el respaldo de su silla. ──Tuve un problema con el tránsito, enserio lo siento.
──No soy un pastelito.── soltó una pequeña risa contratacando a la contraria. ──No pasa nada.── negó levemente con su cabeza. Pero sus ojos encontraron los de ella y eso fue un pase para perderse por unos segundos en aquellos dichosos ojos. Esta vez estaban más claritos y brillosos que la otra vez ¿eso era posible? Se preguntó Ronnie con su subconsciente, mientras que su mano iba hasta la de ella que estaba posada sobre la mesa redonda. Con lentitud comenzó a acariciar su blanquecina piel dándole a entender que todo estaba bien y que no pasa nada.
Samantha estaba por responder pero fue interrumpida por unos pasos que se acercaban hasta ellas. Y en segundos una mujer con un delantal negro y un moño hecho en su cabeza se encontraba en frente de ellas, con una libreta en sus manos lista para apuntar su pedido.
──Buenas tardes, bienvenidos.── dijo la amable mujer hacia las chicas ──¿Que desean pedir?
──Uhm quisiera pedir un café con una torta de chocolate.── respondió Ronnie como si fuera una niña pequeña emocionada por tener su helado entre sus manos, para después voltear hacia la pelirroja que la miraba curiosa.
──Quisiera un café también.── miró hacia la mujer que atendía y que se encontraba anotando sus pedidos en la libreta. Cuando esta se retiro prometiendo traer sus pedidos, Samantha se volteo hacia la más baja. ──¿Te gusta el café?
──Si, me encanta. Yo creo que no podría vivir sin mi dosis.── bromeó provocando en la contraria una risa.
A Ronnie le empezaba a gustar hacer reír a Samantha, por que incluso el simple sonido de su risa provocaba en su corazón un fuerte latido, poniéndola feliz.
──Yo tampoco podría vivir sin el café y sin su aroma.── negó con su cabeza. La mujer apareció nuevamente y dejó con cuidado los pedidos enfrente de cada una, para despues despedirse con un "gracias".
──¿Pudiste salir de aquel bache artístico?── con sus dedos tomó la taza de café y la llevó hacia sus labios, sin darse cuenta que dejó a una pelinegra sorprendida por la tan repentina pregunta. Ya que está creyó que lo olvidó y eso lo hubiese agradecido, pero no. Esta vez las cartas no estuvieron a su favor.
──Logré salir por suerte, creo que di un manotazo de ahogado.── soltó una risa mientras se rascaba la nuca para no dejar escapar que fue, o mejor dicho quien fue la persona que la sacó de aquel bache.
──Entonces te sirvió el libro.
──Si...el libro, claro.── sus dedos no paraban de jugar con uno de los mechones de su cabello tratando de disimular la gran mentira que andaba escondiendo.
Si la pelirroja supiera que sus ojos se hicieron una parte importante de la salida del bache de Ronnie. Si supiera aquella pelirroja que Ronnie no paraba de pensarlo, que su nombre no salió de su mente y que su dulce perfume quedó impregnado en cada punto de su ser. Si tan sólo supiera.
──Tienes...tienes algo aquí.──habló la pelinegra señalando los rosados labios de Samantha que ahora estaban con algo de chocolate en la comisura.
──¿Donde?── susurro tocandose la parte contraria donde le decía la pelinegra.
──Aquí...── sonrio la más baja acercando uno de sus dedos a la comisura de esta, con lentitud, como si el tiempo se hubiese parado y solamente existieran ellas dos en aquella cafetería. Al posar la yema de su dedo en la comisura de estas, sus ojos no pudieron dejar de ver sus labios y sin pudor, se dedico a ver cada detalle que tenía este. Rosados. Finos. Elegantes. Hermosos. Así es como Ronnie los definía. Los definía tal y como una obra de arte. Samantha por otro lado presa de la situación en la que se encontraban y sin procesar lo que estaba pasando, se dedico a admirar aquellos ojos marrones. Marrones cómo el café. Como los colores estéticos de su biblioteca.
──Listo.── susurro la más baja cuando su dedo quito la parte de chocolate de su comisura y sin poder despegar su vista de sus labios, que lentamente fueron hasta los ojos de la contraria. Y en ese momento, ambas estaban en su mundo, en alguna otra parte distinta, sumidas en lo que era el intercambio de miradas y respiraciones que subían y bajaban, en un vaivén tranquilo, sereno y lento. Sus narices lentamente fueron rozandose sin que ellas estuvieran al tanto de que aquello estaba pasando.
──¿Necesitan algo más?── comentó una imprevista mujer, mejor dicho la mujer que las atendió antes y que en este momento interrumpió el intercambio de miradas de estas dos.
Ambas se alejaron con un color rosado pintado en sus mejillas. La más baja negó avergonzada tirándose para atrás de su asiento, mientras que la contraria carraspeo su garganta y sintiendo como dentro de ella un extraño sentimiento nacía.
──Uhm no, nada más. Gracias.── habló la pelirroja dando pase a la mujer para que se llevara lo que las dos habían consumido. Quizás Ronnie pensaba que ya se terminó, que la cita se acabó al término de todo esto y más con lo que pasó. Pero no. Samantha tenía esa extraña sensación de querer pasar más tiempo con ella, de acariciar su mano, de saber cada cosa de ésta. De querer estar con ella. ──¿Quisieras ir al parque que hay enfrente?── pregunto ansiosa por qué la respuesta sea un si y así tener más tiempo juntas.
A Ronnie se le hizo una pequeña sonrisa en su rostro y decir que estaba emocionada, era poco. Por que de cierto modo desde que la conoció, está quería pasar rato con ella, ver sus ojos color miel más de cerca y ver su melena brillando por el sol. Trataba de disimularlo y esperaba estarlo haciendo bien. Aceptó sin dudarlo haciendo que en el rostro de Samantha apareciera una bonita sonrisa.
──Me encanto que me hayas invitado a tomar un café. No sólo por que es mi favorito, sino que es agradable pasar el tiempo contigo.── exclamó la pelinegra tratando de que no saliera en evidencia su emoción, aunque ya fuese algo tarde.
──Te invite por eso. No por el café, sino por que sos una persona algo dulce y divertida. Me agradas, me gusta estar a tu lado.── se sincerizo la más alta cuando salieron de la cafetería. Dejando el aroma del café y el ambiente tan caluroso y hogareño.
──Tu tienes tu toque también.── rio mientras picaba el hombro de la otra en forma de broma.
──Lo sé, suelo causar eso en las personas.── respondió fingiendo ser la típica chica egocéntrica del colegio y removiendo su cabello para atrás para meterse en personaje.
──Lo siento chica popular.── alzó sus hombros divertida ──No volveré a hacer tales preguntas, sepa disculpar.
──Que sea la última vez Ronnie, que no se te escape.
Entre risas y bromas sus pies al fin tocaron pasto verde y ambas se enfocaron en el bello paisaje que sus ojos podía ser divisar. Algunos grupos de niños andaban jugando mientras que eran vigilados por sus padres que se encontraban reposados en los bancos del parque. Las golondrinas cantan mientras que el sol alumbraba las flores y el tobogán que era ocupado por tres niñas que bajaban divertidas de aquel juego. No nos olvidemos de las típicas personas que sacaban a sus mascotas a caminar.
La mano de Samantha, atrevida y sin pudor, alcanzó lentamente los dedos de la más baja que se encontraba con su mirada perdida en los árboles y cuando está presionó levemente en un agarre, es donde Ronnie se da cuenta que su mano estaba siendo tomada por la de la más alta. Haciendo que sus mejillas se tornaran de un leve rosado. Pero no soltó el agarre. Su mano se sentía suave, delicada y tersa, era una sensación increíble.
──Acostemonos aquí.── Samantha parecía una niña de lo emocionada que estaba, y así jaló con delicadeza la mano de la contraria, hasta llevarla a un lugar donde no se encontraba tan lleno y podían estar a solas.
──Esta lindo aquí y además hay sombra.── se alegro de cierto modo Ronnie. Le gustaba estas estaciones, pero no tanto, no era una fanática del verano. Era más del invierno y es que el calor a ella la sofocaba.
──¿No te gusta el sol o el verano?── cuestionó divertida y al mismo tiempo se acostaba en el pasto. Esperaba con todo que ninguna hormiga le pícara.
──Soy más del invierno, el calor me sofoca y sudas mas de lo que un cuerpo puede hacerlo.── suspiro siguiendo los pasos de la contraria, recostandose a su lado, quedando cabeza a cabeza. Sus narices podrían rozarse si es que las dos volteaban al mismo tiempo.
──Creo que pensamos lo mismo. A mi también me sofoca el calor. No puedo tomar mis dosis de café── le dio la razón dejando que sus ojos se perdieran en las nubes que tenían encima, muchas parecían tener algunas formas o quizás Samantha tenía algo de imaginación.
──Yo creo que es la peor estación.
──Por mi viviría en el invierno, en la lluvia, sin tanta calor.── solto una risita mientras su mirada se posaba en la contraria. Observando, admirando y contando los lunares que tenía Ronnie en su mandíbula, no eran muchos, pero especiales sin duda lo eran. Para ella si lo era. ──¿No crees que esa nube se parece a un cerdito?── señaló con su dedo la dichosa nube.
Por más que Ronnie lo intentara, esta no podía descifrar o imaginar que era un cerdito lo que la pelirroja estaba señalando. Se parecía a todo menos un cerdito. La volteo a ver y alzó una de sus cejas. ──¿Estas segura que eso es un cerdito? Se parece más bien una bola blanca.
──¡Oye! Por lo menos intentó encontrarle sentido a las nubes.── reprocho con un puchero en sus labios, puchero que luego se transformó en una sonrisa que hizo reír a Ronnie, contagiandola a ella también.
Y allí estaban ellas.
Riéndose, pasándola bien, descubriendose una a la otra, encontrandoles formas a las nubes. Solamente eran ellas dos y nada más, solo ellas. A veces la vida te pone adelante a personas que jamás pensabas que las ibas a conocer. Es que congenias tanto con una persona que hasta sientes que eres tu, que esa oscuridad que tenías desapareció cuando esa persona llegó a tu vida alumbrando con cada paso que daba. La vida te daba personas las cuales jamás te olvidarás y sin pensarlo te dejaran una enseñanza. Dicen que cuando llega la persona indicada lo sientes muy adentro de tu corazón.
Ellas querían estar juntas, pasarla bien, contarse miles de cosas desde por que los pantalones se llamaban así, hasta como hacen el chicle de menta. Este día fue especial tanto como para Samantha, como para Ronnie, este fue el día en el que se permitieron conocerse y sentirse más en confianza, el día en que sus miradas se mezclaron por unos largos segundos.
──Mira, esa nube se parece una linda ardilla.── susurro la ojimarron encontrandole una forma a una mancha blanca que se encontraba en el cielo.
──Es preciosa.── dijo Samantha.
──Cómo tú...── dijo Ronnie permitiendo que sus miradas conectarán una vez más.
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