Capítulo 1: Clienta Complicada
Daniel:
Su mirada me dice que estoy en serios problemas, aunque a mí me parezca una tontería para ella es una grave falta.
—¿Me puedes explicar porque llegas tarde al trabajo? —me pregunta cruzándose de brazos.
—Fueron solo cinco minutos—protesto.
—Sí, pero el horario de trabajo establecido es desde las siete en punto, no las siete y cinco.
Esto es enserio, me está reclamando por unos cinco minutos. Mi día ha empezado de maravilla.
—Además de que ya había clientes esperando— añade ahora agravando mi situación.
—Era solo un cliente y Heaven lo estaba atendiendo—conteste—no veo cual es el problema.
Ella se pone de pie, esto significa que realmente está molesta.
—El problema es que te aproveches de la confianza que te ha dado mi padre y que quieras hacer lo que se te venga en gana.
Me pongo de pie para confrontarla, pero no lo hago, simplemente la miro directamente a los ojos. Esta chica es realmente insoportable, también sé que no le agrado ni un poquito, ni desde el primer día que trabaje en esta cafetería.
—¿Eso es todo? —pregunto para terminar con esta mierda, porque si protesto algo más esto probablemente nos lleve el día entero.
—Si—me giro para salir de su oficina—, pero te lo descontare de tu sueldo.
Me giro nuevamente a ella para reclamarle por ello:
—Eso no es justo—ella levanta una de sus cejas—. Sabes que si tu padre estuviese aquí se opon...
—¡Así es, pero él no está! —me interrumpe—, y en su ausencia, yo administro el café.
Nuevamente no me queda de otra que aceptar, además ya me está cansando tener que estar aquí escuchando sus gritos.
—Está bien, has lo que quieras.
Me giro para caminar hacia la puerta, cuando estoy a punto de cruzar la misma ella me detiene:
—Daniel—esta vez ya no me giro hacia ella—. Espero que esto te sirva como una lección y llegues a tiempo o la próxima vez tendré que tomar acciones más drásticas.
Ya ni me tomo la molestia de dirigirle la palabra, tan solo niego con la cabeza y salgo de allí para dirigirme a la cocina.
Heayden es la hija mayor del dueño de la cafetería en la que trabajo, desde que pise este lugar se ha encargado de hacerme la vida imposible, demostrando ser una verdadera insoportable, su padre es un buen hombre, alguien que tanto mi hermana y yo le debemos mucho. Gracias a el pudimos superar una terrible adversidad en la que nos encontrábamos, perder a nuestra madre fue muy doloroso, mas inclusive para Adriana; mi hermana, quien la ha necesitado y mucho.
Cuando llego hasta la cocina me encuentro con Heaven; la hermana menor de Heayden, ella camina de un lado a otro, juega con sus dedos, significa que está nerviosa.
—¡Daniel! —exclama cuando llego junto a ella—. Todo es mi culpa, no debí decirle a mi hermana que ya había un cliente y que tú no habías llegado, ella no te iba a reclamar nada. Y no me digas que no te reclamo nada porque la conozco, estoy más que segura que te ha reclamado por llegar cinco minutos tarde.
Heaven es todo lo contrario a Heayden, la chica que me ha regañando por llegar cinco minutos tarde. Ella siempre se preocupa por los demás, ella me ha caído bien desde el primer momento en que la conocí, en el tiempo que llevo trabajando aquí podría decir que hemos formado una gran amistad.
—Heaven, no te preocupes ya sabes cómo es tu hermana―le digo intentando hacer que se calme, porque realmente está nerviosa.
—Voy a hablar con ella—comienza a caminar, pero la detengo poniendo en frente de ella.
—No es necesario, todo está bien.
—¿Eso quiere decir que no estás enojado conmigo? —me pregunta.
—Para nada—como podría enojarme con ella, es simplemente imposible.
Ella me abraza de repente—Gracias.
—Está bien—le digo, ella se separa del abrazo—vamos a trabajar que de seguro han llegado más clientes.
Heaven asiente y se va a la parte del mostrador, yo me coloco el delantal para después seguirla.
No me equivoque cuando le dije a mi compañera que habían llegado más clientes, el café era grande y suele ser muy visitado por la gente. La mañana ha pasado volando, aunque tanto Heaven como yo hemos tenido mucho trabajo, cada momento llegaba un cliente, cuando creíamos que teníamos un momento libre llegaba otro. Y así sucesivamente fue pasando la mañana.
—Hoy sí que tuvimos mucho trabajo que hacer—comenta Heaven sentándose en una de las butacas del mostrador.
—Sí, es como si las personas se hubiesen puesto de acuerdo para venir al café al mismo tiempo.
Yo creo que uno de los factores para que el café "El paraíso" sea muy frecuentado por las personas es por la variedad de cafés que se preparan, es decir se puede encontrar de todo, además de su ubicación, queda perfecto para que algunas personas salgan de su oficina y vengan a tomar un café, o para los estudiantes. Este lugar es increíble, además de ser el lugar en donde trabajo desde hace más de tres años, es como mi segunda casa.
—Nuevo cliente—me avisa Heaven, cuando una chica entra al café—iré yo, al próximo vas tu.
Ella está apunto de dirigirse para atender a la chica, pero entonces su hermana la llama con un grito desde su improvisada oficina.
—¡Heaven necesito que vengas un minuto!
—Tendrás que ir tu a atender a la chica—me dice y yo asiento.
Voy junto a la chica que ha entrado, cuando la encuentro en el salón veo que está sentada en una mesa algo alejada junto a la pared, lo peculiar de ella es que está buscando algo en su mochila, llego junto a ella dispuesto a atenderla.
—Buenos días, bienvenida al café el Paraíso—empiezo saludando cordialmente, no sé porque, pero siento unos nervios que no he sentido cuando atendía a otros clientes, inclusive con chicas, supongo que debe ser el estrés—. ¿Desea tomar un café?
Nada.
La chica me ignora por completo, ella sigue en lo suyo, saca de su mochila una computadora portátil, lo deja sobre la mesa y lo abre para encenderla. Ahora puedo observar más detalladamente su rostro, tiene una cara delgada, en si ella misma es delgada, su cabello pelirrojo le llega hasta los hombros. Debo admitir que su corte le queda muy bien.
Ella empieza teclear su computadora, por lo que me apuro en hacer un nuevo intento.
—Contamos con variedades de cafés, en esa carta podrá encontrarlas para que elija a gusto—al menos esta vez parece escucharme por que observa la carta que esta sobre la mesa—, y como hoy es viernes contamos con jugos naturales, recién exprimidos.
La chica se queda completamente tiesa, observando el enorme ventanal que tiene frente a ella, parece pensativa, yo en tanto me quedo ahí mirándola, aunque ya quiero volver al mostrador. Esto se ha convertido en un momento completamente incómodo.
Al cabo de unos segundos la chica por fin voltea la vista hacia mí. Ya era hora digo en mi mente.
Ella me mira como si fuese un espectro, debo admitir que es bien rara.
—¿Puedo conectar mi computadora a ese enchufe? —pregunta señalando con su dedo un enchufe que está debajo de la ventana.
Yo me quede pensativo por un momento, luego contesto su pregunta con un simple:
—Claro.
Ella extiende su brazo un poco y lo enchufa, es el cargador de su computadora. Comienza a teclear, sin decir nada mas o incluso agradecer por mi buena amabilidad, y conste que me estoy esforzando al máximo.
—Bien, estaré en la barra por si necesitas algo más—le digo para luego girarme sobre mis talones y volver a mi lugar de trabajo.
No vuelve a decirme nada más, tan solo niego con la cabeza. Cuando llego hasta la barra me encuentro a Heaven con la mirada puesta en su teléfono, supongo que está leyendo.
—Me imagino que estas metida en esa aplicación naranja leyendo novelas románticas y eróticas—le digo acercándome a ella.
—Ya me conoces—me contesta ella apagando su teléfono—¿Qué paso con la clienta?
—Es una maleducada.
Ella frunce el ceño.
—¿Pero porque lo dices?
—Pues porque fui con toda la amabilidad del mundo para atenderla y ella ni siquiera me contesto nada—Heaven casi se ríe—. Además, también le pregunte si no quería jugo.
—Vaya, eso sique esta raro.
—Muy raro, solo me pregunto si podía enchufar su computadora, luego nada y allá está tecleando como si nada.
Le vuelvo a echar un vistazo, y sigue como al principio, con la mirada puesta en su computadora, tecleando como si no estuviese al tanto de las personas que pasan y pasan a su alrededor. No puedo negar esa muy bonita, su pelo gris encaja perfectamente con su rostro, y sus lentes, es como si estuviesen hechos para ella.
—Es muy bonita—comenta Heaven.
—Bastante.
Heaven me mira con una cara burlona, está apunto de decir algo, pero la puerta se abre en ese momento, por ella ingresan dos chicas quienes toman asiento en una de las mesas vacías.
—El deber te llama.
—No te creas que te has salvado de mi eh—toma su libreta y se acerca las chicas.
Mientras ella se va atenderá a las recién llegadas me tomo un segundo para observar el panorama del café, está casi lleno en su totalidad, solo quedan como tres mesas libres. Inevitablemente mi vista viaja hasta la mesa en donde se encuentra la chica de la computadora, ahora mismo ha dejado de teclear y tan solo se mantiene mirando la pantalla.
—Vaya, no le quitas el ojo eh—la voz burlona de Heaven me hace girar hacia ella.
—Bah, solo estaba mirando.
Ella se ríe casi en carcajadas y se retira con el pedido de las dos chicas.
Han pasado las horas en el café, y la gente se estaba yendo, de apoco el lugar estaba quedando vacío, aunque no en su totalidad ya que algunos simplemente venían a comprar un café para llevar. Ahora mismo cerca de terminar mi turno la gente era poca, la única que sigue en su mesa desde que llego es la chica de la computadora, quien ha estado ahí metida totalmente en su pantalla, ignorando todo a su alrededor.
Observo el reloj del café y veo que tan solo me quedan quince minutos para terminar con mi horario, luego tendría que venir Erik para cubrir el turno de la tarde, por su parte Heaven está conversando con Rosa, la chica que se encarga de los jugos, ambas están comiendo unos donuts y bebiendo un jugo de naranja.
—Hola—una voz femenina suena a mis espaldas, cuando me giro me llevo una gran sorpresa.
Es ella.
—Hola—le digo algo sorprendido, ella me mira con un rostro casi inexpresivo—. ¿En qué puedo servirte?
—Quisiera un café para llevar—me pide—, y dos donuts por favor.
—Claro, en un momento.
Ella asiente y me dirijo a la cocina, por un momento observo a Heaven quien me mira con una sonrisa bien burlona.
Regreso hasta la barra con el café ya listo para llevar, luego saco una bolsa desechable, tomo las dos donuts junto a unas servilletas y se las entrego.
―Aquí tienes―le digo―, son seis con cincuenta.
Ella saca un billete de diez y me lo entrega.
―Quédate con el cambio.
―Muchas gracias por tu compra, esperamos verte aquí de nuevo.
Ella no me dice nada mas solo me dedica una leve sonrisa de boca cerrada, en toda la mañana me ha estado ignorando y mostrándome un rostro serio para al final sonreírme, esto no me lo esperaba.
Ella sale del café con su mochila en la espalda y su pedido en su mano, me la quedo viendo a través de los ventanales del local hasta que la pierdo de vista.
―Oh, parece que alguien quedo cautivado―dice Heaven apareciendo detrás mio.
―Es muy bonita―comenta Rosa.
―Si lo es, pero no quede cautivado con ella―mi vista se dirige a mi compañera burlona.
―Entonces ¿porque te quedaste mirándola mientras se iba? ―inquiere ahora solo para molestarme.
Rosa solo se ríe
―En verdad que eres molestosa Heaven.
Vuelvo a mirar la hora y mi turno ha terminado al fin, voy hasta la cocina ignorando a mis compañeras, me quito el delantal para colgarlo, tomo mi mochila y salgo por la puerta de servicio, en el camino me encuentro con Erik quien había llegado para relevarme, después de unos de segundos de conversar con el salgo del café para dirigirme a la universidad.
Cuando salgo de la universidad ya son más de las ocho y media de la noche, tendría que salir más temprano, pero un profesor se adelantó hoy viernes para tener una clase del lunes, por lo que ese día no tendremos clases con él.
Caminar de noche hasta mi casa sería algo peligroso, por la distancia y por la inseguridad que abunda hoy en día, afortunadamente mi compañero de clases Sebastián me llevo a casa en su moto, el viaje fue muy agradable. Luego de despedirme de él, ingreso a mi casa, al llegar a la sala, me doy cuenta de que Adriana-mi hermana-no se encuentra en casa. Dejo mi mochila en el sofá y salgo de la casa cruzo la calle hasta llegar a la tienda. Abro la puerta que hace sonar pequeña campanilla de la misma, al oír el sonido ella se gira hacia mí.
―Hola―me saluda ella con una sonrisa.
Ella estaba pintando uno de los jarrones de la señora Julia.
―Hola―le saludo acercándome al mostrador.
La señora Julia es nuestra vecina, era muy amiga de mama, ellas trabajaban juntas en la tienda, mama se encargaba de hacer los jarrones de barro, ella los pintaba o dibujaba cosas. Cuando perdimos a nuestra madre ella se encargó de nosotros por mucho tiempo, hasta nos recibió a los dos en su casa junto a su hijo Mike. Al principio Adriana solo se quedaba con ella para no estar sola, pero al poco tiempo descubrió que ella tenía el mismo talento de mama para con la escultura.
―¿Mucho trabajo hoy?
―Bastante―contesta ella―. Hemos creado muchos diseños nuevos hoy, y también nos pusimos a pintar.
―Eso es bueno.
En ese momento la señora Julia aparece junto a nosotros en la tienda.
―¡Daniel!―exclama con un ápice de alegría―. Que gusto verte por aquí.
―Lo mismo digo―comento con una sonrisa.
―Me imagino que has venido a buscar a tu hermana―asiento―, pero no se van a ir sin cenar y no voy a aceptar un no como respuesta.
Adriana y nos miramos por un momento, ella me hace un gesto de que no tenemos otra opción, por ende, no queda de otra por aceptar. Vuelvo a mirar a la señora Julia para contestarle:
―Está bien, nos quedamos.
Su sonrisa se ensancha aún más al recibir esa respuesta, realmente la idea no me desagrada ya que nos hemos quedado en su casa en muchas ocasiones, ella es como nuestra segunda madre.
―Bien, entonces pasemos―dice entusiasmada.
Adriana ha terminado pintar el jarrón, luego de lavarse las manos y cerrar la tienda, nos dirigimos a la casa que se encuentra detrás de la tienda, la casa se ha mantenido igual que siempre, un enorme sofá y un viejo televisor de catorce pulgadas, diría que ese televisor es más viejo que yo, porque he visto ese aparato desde que tenía cinco años y se mantiene intacto, la calidad de la imagen sigue siendo las misma.
―Adriana me ayudas un momento ―le dice a mi hermana cuando llegamos al comedor ―. Daniel estás en tu casa.
Después se pierden en la cocina junto a mi hermana. Observo unos cuadros colgados en la pared, en uno de ellos se encuentra la señora Julia junto a mi madre y en medio de ellas un hermoso jarrón de barro con un paisaje pintado. Es bellísima.
Sigo mirando todo curiosamente hasta que veo una computadora de color gris sobre la mesa, no me había percatado del aparato, lo más probable es que sea de Mike. Inevitablemente pienso en la chica que estaba en el café hoy tecleando su computadora, sonrió cuando recuerdo que no me dirigió ni una palabra hasta que al final termino regalándome una sonrisa o un amague de sonrisa. No voy a negar que está muy bonita y lo he admitido más de una vez con mis compañeras del café, pero hay algo que me llena de mucha curiosidad, no sé qué es exactamente, no logro explicármelo.
Niego con la cabeza mientras sonrió tontamente, en ese momento mi hermana y la señora ingresan al comedor cargando platos junto a una bandeja con carnes y verdura, huele bastante bien.
―Ay no―niega la señora Julia―. Mike como siempre dejando sus cosas por todos lados.
En ese momento la puerta de la casa se abre y Mike ingresa por ella silbando alegremente.
―Daniel―me dice al verme―, tiempo sin verte viejo.
―¿Que hay Mike?―le paso la mano.
―Hola Adri―saluda a mi hermana con un abrazo el cual ella corresponde.
Por ultimo está apunto de saludar a su madre, pero al ver que tiene los brazos cruzados se detiene. Inmediatamente se da cuenta de la situación.
―Hola madre―le dice―. Wow, me pregunto cómo llego esto aquí―dice tomando su computadora.
―¡Ya te dije mil veces que no dejes tus cosas por toda la casa¡
―Es la última vez, te lo juro―dice levantando una mano.
―Es mismo me dijiste mientras tecleabas esa cosa en la mañana.
―Bueno, desde mañana.
Adriana y yo comenzamos a reír, hasta a la señora Julia quien niega con la cabeza y ríe.
―Ve a guardar esa cosa y ven a cenar.
―Entendido Doña Julia―Mike hace un gesto de militar y se lleva la computadora a su habitación.
Ella tan solo vuelve a reír.
―Este muchacho―mi hermana y yo nos sentamos mientras ella comienza a servir la cena.
Al cabo de unos minutos Mike vuelve y comenzamos a cenar, durante el transcurso de la cena el ambiente es agradable, la carne que había cocinado estaba increíblemente deliciosa, todos comentábamos como nos fue en el día.
Primeramente, mi hermana comenzó diciendo que la tienda ha recibido muchos clientes durante la tarde, algunos venían a comprar otros hacían pedidos para la próxima semana. La señora Julia en tanto comento que ha terminado todos los diseños que tenía pendientes y que ahora en más solo se dedicaría a pintarlos junto a Adri. Mientras que Mike nos contó a todos que ha recibido un pequeño aumento salarial en la gasolinera en donde trabaja, su madre lo felicito alegando que eso se debía su buen es fuerzo y dedicación, pero él dijo que eso ocurrió ya que la administradora estaba enamorada del por su atractivo físico, todos reímos nuevamente, hasta incluso su madre quien decía que él no tenía remedio. Por ultimo yo les conté que el café tuvo mucha gente hoy y por ende tuve mucho trabajo atendiendo a todos los clientes, obviamente omití la parte en que Heayden me regaño y me descontó el sueldo, no quería que se burlen por eso, porque conozco a Mike y no va a tardar en decir tonterías al respecto, tampoco les conté lo de la chica de la computadora, por un momento sentí la necesidad de compartirlo con todos en la mesa, pero solo me limite a decir que tuve un cliente complicado después el resto todo bien.
Terminamos de cenar y después nos despedimos de ellos para ir a nuestra casa, al entrar me dejo caer en el enorme sofá que se encuentra en nuestra sala, mi hermana hace lo mismo en el sofá más chico.
―Ha sido un largo día―dice ella mientras revisa su teléfono.
―Bastante.
Mi mente viaja una vez más al café, específicamente a la mesa donde estaba sentada ella, la chica de la computadora, por el momento le diré así ya que no se su nombre. Aunque probablemente nunca lo sabré ya que no creo que mañana vuelva, y no me sorprendería si no la vuelvo a ver porque es lo más normal del café, un día ves unas caras al otro día ves otras caras distintas a las que viste el día anterior. Solo pocas personas van seguidas, generalmente los que van casi todos los días son los que trabajan en las oficinas que quedan cerca del local, hombres o mujeres que visten elegantemente.
No entiendo porque, pero esa chica me llena de curiosidad, me gustaría saber más ella, al menos su nombre. Ni siquiera el porqué, sin embargo, quiero saber de ella.
¿Es rara? Un poco
¿Misteriosa? También
¿Bella? Mucho
Rara, misteriosa y bella.
―¿En qué piensas tanto?―pregunta Adriana―. ¿O en quién?
―Solo pienso en cosas de la universidad―miento.
―No parece.
—¿En qué más puedo pensar o en quién?
―No sé―dice ella―. En una chica quizás.
Suelto un bufido ante eso.
―¿En una chica?
―Si
Me acomodo en el sofá para mirarla.
—Digo, hace mucho no sales con nadie—dice—. Pensé en la posibilidad de que hayas conocido a alguien y estés pensando en ella en estos instantes ya que tienes la mirada perdida en el techo.
Vaya cuánta razón puede haber en todo lo que acaba de decir mi hermana.
—No—niego—. En estos momentos no tengo cabeza para pensar en una chica y menos en salir con ella.
Pero estaba pensando en una. Y mucho.
—Entiendo—dice ella asintiendo—. Pero deberías darte una oportunidad, llevas la mayoría del tiempo trabajando y estudiando mereces divertirte un poco más.
No lo había pensado antes así, supongo que la mayoría del tiempo me la paso trabajando y estudiando, pero cuando tengo tiempo libre me dedico a ver televisión o a dormir.
―Haces mucho y es admirable. Pero debes relajarte debes en cuanto.
—Tienes razón―le digo entonces—. Te prometo que lo voy a intentar
Ella sonríe victoriosa pues ha logrado su objetivo.
—Me voy dormir, estoy agotado—me levanto del sofá y me acerco a ella para despedirme con un beso en la mejilla—. Buenas noches, descansa.
—Buenas noches hermanito.
Entro a mi habitación, tiro mi mochila en mi mesa para después quitarme mis tenis y lanzarme a la cama, realmente estoy agotado, lo bueno es que es viernes, lo malo es que mañana me toca trabajar un día completo, pero eso no me molesta.
No me molesta si la vuelvo a ver.
Niego con la cabeza al no entender porque pienso en cosas tan raras después de mucho tiempo, digo no es raro que piense en una chica, lo raro es que me suceda de esta manera tan repentina. Apago la luz de la lámpara para dormir, sin dudas necesito descansar y dejar de pensar por un buen rato.
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