Capítulo 2.
Una semana antes del asesinato
La señora Lauren sonreía al guisante que estaba cocinando, amaba cocinar y nada la hacía más feliz que preparar las deliciosas recetas que le había enseñado su madre, para su esposo y su hijo.
Sirvió la comida y avisó a su familia para que cenara.
— Otra vez te quedó exquisita la comida — comentó en señor Thomas, mientras se llevaba un pedazo de carne a la boca.
— Ya sabes que siempre la hago con amor— le respondió su esposa.— se merecen una comida digna. ¿Te gustó la comida cielo — preguntó, esta vez dirigiéndose a su hijo.
Ethan había permanecido callado durante la cena, algo que no era raro en él.
No era un chico muy hablador ni mucho menos sociable, acudía a una escuela pequeña cercana y no tenía amigos que le hicieran el día.
Su vida era rutinaria y solo salía de casa para ir a la escuela y uno que otro mandado de su madre.
— Está buena— respondió el chico sin mirar a su madre.
Cortaba la carne en trozos pequeños antes de empezar a comerlos, era una costumbre en él.
Sus padres entablaron una conversación entre ellos mientras que Ethan se perdía en el inmenso mar de sus pensamientos.
Se preguntaba si algún día sería capaz de irse de casa y buscar un futuro lejos de ahí.
Lo veía imposible pero nunca faltaba la ilusión de que algún día sería libre.
Desvió la vista hacia la ventana y por un momento le pareció ver un movimiento tras el cristal, una silueta, miró a sus padres, ellos seguían hablando ajenos a él.
Otra vez miró la ventana intentando ver algo más allá de la oscuridad. No vió nada más que las ramas del árbol junto a su casa.
“ Solo es tu imaginación"
No, él había visto algo.
Se paró de su silla y se acercó a la ventana con lentitud para asegurarse de que allí no había nadie.
“Era una silueta de persona, yo la vi"
No, allí no había nadie. Nadie jamás los visitaba.
— Cariño, ¿qué estás haciendo?— le preguntó su madre al percatarse de la actitud de su hijo.
Ethan volteó a mirarla sin decir nada, luego miró otra vez por el cristal de la ventana y no logro ver más que las ramas del árbol y el extenso campo que rodeaba su casa.
— Vine a cerrar la ventana— le respondió — el árbol me ha dado un susto.
— Bien, hazlo y vuelve a la mesa que no has comido nada.
Corrió las cortinas y volvió a la mesa junto a sus padres, mientras comía se dedicó a pensar en lo que siempre rondaba por su cabeza:
Heather.
Esa chica de ojos verdes no salía de su cabeza por más que lo intentaba.
La había observado en la cafetería de la escuela, almorzar sola como siempre y él había sentido el impulso de hacerle compañía, pero no se decidía.
Muchas veces la encontraba en el pasillo yendo a su clase, o la veía caminar de vuelta a casa al terminar las clases. Todos los días el se dedicaba a observar a aquella chica, pero ella no había reparado en su presencia.
¿A caso era tan invisible como el pensaba? o es que Heather era demasiado distraída como para notar que Ethan la observaba.
En una ocasión habían cruzado miradas y compartido palabras, pero no más. Ella no lo notaba.
O él simplemente se escondía.
No era muy bueno con las palabras así que lo más probable era que se quedara callado, por eso prefería verla de lejos y observar sus movimientos. Le gustaba pensar en ella, había aprendido lo suficiente, como que tenía un lunar cerca de la barbilla, que prefería el café antes que cualquier cosa, su color favorito era el morado y que se mordía el labio constantemente.
Sus labios, en alguna ocasión le gustaría besarlos, pero no podía. No podía, era una locura. Heather jamás sería suya, pero se estaba empezando a convertir en una obsesión para él.
Horas más tarde, cuando sus padres ya estaban en su habitación, el decidió ir también a la suya, y dormir tanto como pudiera. Soñar con la chica de pelo negro, aquella que despertaba mil sensaciones en él, que ni siquiera podría describir.
Se acomodó en la estrecha cama y se cubrió con la cobija. Cerró los ojos intentando dormir, pero la imagen de Heather se coló en su cabeza y no logró conciliar el sueño, así que solo se quedó ahí, quieto, abrió los ojos y miró a todos lados. No lo dejaría dormir.
— Hora de entretenerte un rato Ethan— se dijo a si mismo.
Bajó de su cama y salió de la habitación.
††††††
El señor Thomas se encontraba acostado a un lado de su esposa, hace un rato que se había despertado, los mosquitos le habían picado varias veces, ahora sentía comezón en sus brazos y la mejilla derecha.
Se quedó despierto unos minutos más, moviendo sus manos al aire para espantar a esos molestos mosquitos.
Mientras hacía eso, escucho un sonido en el piso de abajo.
No le dio importancia, pensó que tal vez sería el viento. Sin embargo, segundos más tarde, volvió a escuchar el mismo sonido.
Esta vez, decidió bajar a revisar de donde provenía aquel ruido y, a medida que bajaba de las escaleras el ruido se hacía cada vez más fuerte.
Parecía que alguien estaba golpeado algo. Terminó de bajar y se quedó en la penumbra, buscado el interruptor, pero antes de poder encender la luz, un brazo rodeo su cuello, robándole el oxígeno.
Lo último que vio fue una mano que sostenía una daga antes de que todo se volviera oscuridad para siempre.
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