Cap 5 : Miradas robadas
A pesar de las protestas y evidentes malestares, no me fue posible convencer a mi hermano de quedarse en casa el día martes. Como buen amante de su trabajo, aquel día nos dirigimos a la editorial mientras él estornuda y yo manejo con la ventana de mi lado abierta, para no ser contagiado. Porque por mucho que ame a mi hermano, no quiero estar enfermo. Le prohíbo estar cerca de mí, mucho menos cuando estornudo. Así que en el camino al trabajo, él se sienta atrás, recostándose a lo largo del asiento, con la cabeza sobre su bolso como almohada.
—Debiste quedarte en casa, Tae —le repito como si fuera una grabadora malograda.
—Do te preocupes —murmura el con los ojos brillosos por la fiebre baja y la nariz roja—. Ya tomé mis pastillas, estaré mejor en unas horas.
Asiento, ignorando que en unas horas estará peor. Básicamente soy como un papa al ser el mayor de ambos, eso significa que mi palabra si es desobedecida, se cumplirá.
Subimos a paso lento al décimo piso en completo silencio, básicamente porque Tae está tan cansado que apenas puede caminar con precisión. Realmente espero que Hoseok —quien parece gustar de mi hermano—lo obligue a irse a casa cuando lo vea, adoptando la autoridad de jefe. Porque sinceramente, nadie más puede hacerle cambiar de opinión a mi hermano. Es tan terco como yo. Un rasgo particular que nuestra familia posee. Y justo ahora esa terquedad la veo como un defecto.
Para mi mala suerte, ni bien empujo las puertas de vidrio para entrar a la oficina de la editorial con Taehyung siguiéndome los pasos, un leve olor a café se eleva en el aire, golpeándome con ese aroma que me encanta. Sonrío, pero mi sonrisa se borra al notar a los jefes de pie conversando con algunas personas no muy lejos del vestíbulo. Jungkook y Hoseok no nos notan. Taehyung aprovecha aquello para caminar a paso rápido hacia su lugar dejándome estancado. Doy un paso sintiéndome torpe en medio de lugar con mi traje a juego y mis zapatos negros. Mi camisa es blanca, y a pesar de eso, me siento desnudo en cuanto Jungkook se da la vuelta y me queda mirando.
Me siento sofocado con solo una mirada suya. Ni siquiera me doy cuenta de que lo estoy viendo con la misma intensidad que él hasta que mis ojos suben lentamente hasta los suyos y me da un levantamiento de cejas.
El traje que lleva es de color gris oscuro, haciendo que su cabello resalte al igual que sus ojos. Estoy paralizado, en medio del vestíbulo de la oficina y gracias al cielo que nadie se da cuenta de mi presencia. No hasta que Jungkook da un paso en mi dirección, alejándose del grupo con el que hablaba y haciendo que la atención de todos se dirija a mí.
Trato de calmarme extendiendo mi pantalón con disimulo y sonrío, como si fuera el hombre más tranquilo en el mundo. Es más, doy un par de pasos para encontrarme con él en medio camino. No puedo alejarme de Jungkook porque es mi jefe. Así que empujó los pensamientos calientes de mi mente y entró en modo profesional cuando se planta frente a mí. Es un poco difícil mantener la sonrisa cuando su perfume me golpea con fuerza. Su aroma es delicioso, masculino, y huele a menta.
Inspiró, observando sus ojos miles estrecharse cuando sonríe alegre y mostrándome sus hoyuelos.
—Buenos días, Jimin. —Acostumbrarme a que este hombre me hable con aquella voz tan sensual va a ser un suplicio si sigue haciéndolo mientras me mira con picardía. Es atrevido, y cada vez que habla conmigo, lo hace con complicidad. Es mi jefe, y aunque hayamos tenido sexo una noche, no dejaré de ser educado.
—Buenos días, señor Jeon —respondo con una sonrisa de lado. Sé que mi hermano le habla de esa forma, y ya que estamos de pie en la oficina con personas a nuestro alrededor mirándonos con curiosidad, no es bueno que me oigan tutear al jefe cuando recién es mi segundo día.
Paso por su lado haciéndole saber que me iré con una sonrisa de despedida que me sale más como una mueca. Pero él tiene el atrevimiento de tomarme del codo, deteniéndome con suavidad.
Estrecho mis ojos, mirándolo expectante.
—¿Estás revisando el manuscrito que se te asignó al correo? —pregunta, soltándome inmediatamente.
Ayer Taehyung me contó absolutamente todo acerca de cómo se trabaja aquí. Rápidamente me puse al día adaptándome con fuerza a esta asignación, poniéndome a leer y revisar el primer manuscrito que me asignaron. Me emocioné al ver que era una historia romántica de un novelista. Es hermoso leer desde el punto de vista de un hombre y ver cómo profesa su amor a la mujer de su vida. Irónicamente aquel manuscrito es una biografía del escritor titulada "El amor no está muerto, solo mi gran amor". Comencé fascinado, y temo terminar destrozado. No cabe ignorar que probablemente ese sea mi primer libro para corregir. Tiene muchísimo potencial, y hasta el momento, ha pasado cada filtro.
—Sí —respondo totalmente tocado. Si termino con el corazón roto con ese libro, probablemente sería culpa suya. Aunque él no lo sepa. Soy frío para el amor, pero disfruto de buenas historias románticas así como películas o series—. La historia es increíble.
Su ceño se frunce. Yo aprieto los dedos de mi mano.
—¿Qué te hace decir eso? —Veo que quiere dar un paso adelante, pero se da cuenta de que estamos de pie en el extenso vestíbulo de la editorial en medio de muchas personas, y se frena, dejando caer su brazo—. ¿Ya lo terminaste?
—No, y tengo miedo de hacerlo —respondo con sinceridad y con el corazón latiéndome de prisa—. Pero sé con seguridad que lo aprobaré, no importa cómo termine.
—Yo sé cómo termina —dice apretando sus labios. Lo miro verdaderamente sorprendido—. Sí, quería una segunda opinión acerca del manuscrito porque no estoy muy seguro.
—Pero es muy prometedor, la trama es increíble y aunque sea una biografía hay partes fantasiosas y eso solo logra que el lector se anime a seguir leyendo. —Mi entusiasmo es innegable. Temo seguir parloteando por lo que me obligo a sonreír cuando Jungkook me mira sin pestañear y con el rostro arrugado como si hubiera comido algo muy ácido, o amargo.
—Entonces tienes un pésimo gusto por la literatura.
Jadeo, indignado con sus palabras. Por primera vez el impulso de golpearlo me llena. ¿Quién se ha creído?
Se cruza de brazos al notar mi frustración. Parece que le divierto y eso me enfurece más.
—¿Disculpe? —Mi voz sale chillona, pero no puedo evitarlo. Algunas cabezas de personas cercanas se voltean, yo paso de ellos. Jungkook me está ofendiendo y de ningún modo me importa protagonizar esta pequeña discusión aquí.
—Como me oíste, Jimin —afirma el idiota de Jungkook. A este punto siento que me tiembla un ojo de la rabia—. Cuando leí el primer párrafo no pude continuar, por lo que te pregunto, ¿qué te interesó de ese manuscrito?
Quiero gritarle, pero me retengo. Me está dando una oportunidad para darle mis ideas, y aunque no quiera hacerlo delante de estas personas y a los oídos de ellos, doy un paso adelante y lo encaró.
—¿Sabe qué sentí al leerlo? Ese manuscrito me llegó al corazón. Las palabras que están escritas allí hacen que pueda sentir lo mismo que el protagonista sintió. El escritor no solo cuenta una historia, sino su historia. Por eso me rompió el corazón leerlo. Yo creo que ese manuscrito se merece la oportunidad de publicarse, que llegue a más personas para que sientan lo que el escritor pasó, y que les llegue al alma y sientan en el corazón. Como a mí. —Inspiro hondo—. Y me da mucha pena que a usted no.
Con aquello doy un paso atrás y lo paso, rozándole el hombro. Mi corazón late con fuerza y mis piernas tiemblan de la emoción. Casi lo mismo que siento cada vez que leo las palabras en aquella historia. Antes que siga con mi camino hacia mi lugar, la voz de Jungkook me detiene.
—Muy bien, Joven Park. Contactaré ahora mismo al escritor, tenemos un libro que publicar.
Sonrío, aun así no me volteo. Sigo con mi camino hasta llegar a mi cubículo. La computadora me espera, así que la enciendo y espero mientras veo a mi hermano con un pañuelo desechable en la mano y los ojos fijos en la pantalla. Al oírme, gira tan rápido el cuello que juro escuchar un crujido.
—¿Y? —pregunta con el rostro sonrojado y las ojeras oscuras presentes bajo sus ojos verdes. Puede estar enfermo, con gripe, pero este hombre sigue con su chispa de siempre. Se le nota en los ojos—. Noté que te quedaste hablando con el señor Jeon... Jungkook. ¿Te dijo algo? ¿Quiere follarte de nuevo? ¿Tener un romance clandestino en la oficina? ¿Manosearte en el baño?
Miro a todos lados notando a las personas que ni si quieran lo escucharon por su susurrante voz, pero no me fio de aquello.
—¡Jesús, Taehyung ! —Le hago una seña—. ¿Quieres callarte y dejar de decir tonterías?
Niega.
—Yo sé lo que veo —responde con voz ronca y luego se suena la nariz con fuerza—. Y veo que al jefe le gustas muchísimo.
Cierro los ojos un momento desplomándome en la cómoda silla.
—Publicará el manuscrito que estoy leyendo —confieso.
—¿Qué? —grita el—. ¡Te lo dije! Obviamente quiere repetir contigo. Usualmente cuando le doy sugerencias se demora meses en contactar al escritor para terminar publicándolo en más meses. ¿Y tú me dices que lo hará ahora? Tener sexo con el jefe tiene sus ventajas, eh.
Aprieto los labios, y las manos, para no gritar o saltar sobre el para callarlo a la fuerza. Eso solo lo alentará más. Así que me contengo, inspirando para relajarme aunque siento todo menos tranquilidad.
—El manuscrito realmente era muy bueno y él ya lo había leído. Solo buscaba una segunda opinión.
Taehyung asiente, vuelve a sonarse la nariz y me mira.
—¿Cómo se llama el escritor?
—Jay Park.
El no me responde porque estornuda, llamando de nuevo la atención de las personas a nuestro alrededor. En el cubículo del frente en diagonal nuestro, hay más personas. Me llama la atención que dos de ellos se voltean al oír el estornudo de mi hermano. Sonríen y le dan a el un saludo entusiasta cuando sus ojos verdes se dirigen a esa dirección
—¿Los conoces? —pregunto notando que me sonríen con amabilidad. Un hombre y una mujer, de aproximadamente nuestra edad, con sonrisas joviales y ojos amables. No tengo más remedio que devolverles el saludo un poco corto al no conocerlos.
Los ojos de mi hermano van a la pantalla de su laptop y no me mira al hablar.
—Sí, son mis amigos de la editorial. Almuerzo con ellos de vez en cuando, ya te los presentaré.
El chico de cabello castaño y la chica pelinegra se quedan en sus asientos, pero tengo la sospecha que si Jungkook o Hoseok no estuvieran merodeando por la oficina, se hubieran acercado.
Miro la pantalla de mi laptop esperando huir de mi realidad al seguir leyendo el manuscrito, pero un nuevo estornudo escandaloso me detiene.
—Debiste quedarte en casa, Tae —digo cubriéndome la nariz por temor a que me contagie. Aunque sé que soy una persona con altas defensas, sé que no hay que tentar al destino.
—Do. —Se suena la nariz. Oigo la mucosidad salir de su nariz poniéndome de los nervios.
Suelto un suspiro ante su terquedad.
Por suerte, mi anterior ruego es oído y en ese momento aparece Hoseok saliendo de su oficina, abotonándose el saco de traje negro viéndose como si fuera el amo y rey del lugar. Juro que puedo escuchar algunos suspiros de algunas mujeres de aquí.
Sé que Taehyung lo nota porque baja la cabeza y el cuerpo hasta mirar la computadora de muy cerca, cubriéndose el rostro —excepto por los ojos— con su pañuelo lleno de mucosidad.
Arrugo la nariz mientras giro mi silla hasta quedar de frente hacia Hoseok, quien mira a toda la oficina como si la estuviera vigilado. Le hago un gesto imperceptible para que se acerque, esperando ser entendido. Con una sonrisa se acerca, metiendo las manos en el bolsillo de su pantalón.
—¿Todo bien, Jimin?
Me señaló inocentemente.
—¿Yo? Todo bien. —Sonrío, sin mirar a mi hermano. Luego mi sonrisa baja convirtiéndose en una mueca—. Aunque mi hermano no parece estarlo. No ha dejado de estornudar.
Hoseok entrecierra sus ojos mirando a Taehyung . El me lanza una mirada furibunda, pero yo lo ignoro, escondiendo una sonrisa tras mis manos.
—Te dije que no vinieras a trabajar si es que seguías mal, Taehyung . —Se agacha a su altura sin importarle nada, ni nadie, e inspecciona a mi hermano con ojos atentos. El evita su mirada y la fija en mí. Le saco la lengua y escondo una sonrisa cuando entrecierra sus ojos—. Parece que tienes fiebre, Tae, estás ardiendo.
Con asombro, veo cómo le toca la frente. El ni se inmuta, tratando de disimular su horror mirando a todos lados abochornado. Me acerco, toco su frente y frunzo el ceño.
—No tiene fiebre.
—Pero la tendrá en cualquier momento. —Hoseok presiona, viéndose totalmente preocupado por el. Si me esforzara más, podría ver corazones alrededor de él. Está tan colado por mi hermano que hasta siento pena—. Jimin, ¿podrías llevarlo de vuelta a casa? No creo que Taehyung pueda hacerlo por su cuenta.
Mi hermano frunce el ceño, quiere discrepar, pero yo alzo una mano.
—Por supuesto, lo llevaré de vuelta...
No termino de hablar porque la oficina se sume en un extenso silencio, y eso solo sucede cuando Jungkook está cerca. Efectivamente, cuando giro mi cabeza en dirección a los despachos de los hermanos Jeon's, él está caminando hacia nosotros. Sé que se dirige aquí por la sonrisa engreída con la que Hoseok lo mira, como si supiera exactamente qué está haciendo su hermano.
—¿Hicieron una reunión aquí y no me avisaron? —Su tono de voz no puede ser más sexi de lo que se ve él. Aquel traje que le queda a la medida, bien podría serlo, pero es la manera engreída con la que actúa lo que más llama mi atención. Parece tan seguro de sí mismo, que se le ve un poco cínico su manera de venir e inmiscuirse en la conversación como si tuviera todo el derecho.
—No —respondo sin ser cortante, pero con una mirada feroz—. Solo estamos conversando.
Hoseok se encoge de hombros.
—Taehyung tiene fiebre y necesita descansar en su casa. Yo le he dado el permiso. Minnie lo acompañará.
La sonrisa engreída de Jungkook se borra.
—Jimin tiene trabajo, él se queda. —Estoy a punto de levantarme, pero se da la vuelta para mirar a su hermano—. ¿No puede ir en un taxi?
—¿Y si se desmaya? —Hoseok entrecierra sus ojos, pareciendo cabreado con su hermano mayor. Jungkook alza una ceja que él logra interpretar. Suspirando mira a Taehyung quien aún tiene el pañuelo desechable entre sus dedos, mirándome con pánico—. ¿Te parece bien si soy yo quien te lleve a casa? Al parecer, Jimin, ni ningún empleado, puede salir antes de su hora si no quiere pasar por la furia de mi hermano. Excepto tú, por tu condición.
Quiero reírme por la forma en cómo los ojos vidriosos de el se agrandan, no tiene otro remedio que asentir. Por mucho que quiera quedarse, está clarísimo que está mal y no durará mucho tiempo frente a la computadora.
Tan pronto como Taehyung coge sus cosas y se despide débilmente de mí, yéndose con Hoseok, y siendo escoltada por él, yo me quedo a solas con Jungkook. Bueno, a solas en un radio de tres metros, porque pasando ese límite se encuentran las demás personas en sus cubículos y pueden oír si alguien habla más alto de lo debido. Me enfurezco. Sé que no debo. Mi horario termina a las cuatro de la tarde, si salgo antes se me resta el dinero que gano por hora. Soy nuevo en el trabajo y tengo un contrato que cumplir, y aun así estoy molesto. No tengo derecho a estarlo y eso me enfurece más.
—¿Desea algo? —pregunto lo suficientemente alto para que las demás personas me escuchen. Quiero hacer que se vaya lo antes posible para descargar mi furia mirando la puerta de su despacho como si fuera él—. ¿Señor Jeon?
Su mirada no deja la mía, así que cuando se inclina hacia mí, aparto la mirada para comprobar que nadie nos mire. La distancia entre nosotros es mucha, pero aun así trato de evitar un contacto cercano con él. A pesar de nuestra noche, esto es el trabajo y él es mi jefe. Y no puedo pensar diferente. No importa cuán ardiente se vea.
—¿Tienes idea de lo caliente que te ves? —Hace eco a mis pensamientos, utilizando una voz susurrante y por lo tanto, ronca, justo en mi oído, yendo directo a mi pene.
Si esto fuera otra situación ajena a lo que hemos pasado, esto se considera acoso sexual. Que venga tu jefe e invada tu espacio personal para susurrarte al oído aquellas palabras podría considerarse como aquello. Cualquier otra persona lo golpearía, o alejaría, pero yo, que he sentido a Jungkook en mí, tomo esto como una provocación. Una extremada y peligrosa provocación en medio del trabajo.
Tomo un respiro cuando se aleja, viendo el deseo en sus ojos.
—Si no tiene algo útil que decir, volveré a mi trabajo. —Aún sentado en mi silla, la giro, quedando de espaldas a él y frente a la pantalla de la computadora donde el documento del manuscrito que estoy leyendo me espera. Oigo a Jungkook soltar un suspiro, pero ambos sabemos que estas cosas —la lujuria y el deseo— no son para discutir en horas de trabajo.
Cuando se ha ido puedo tomar un completo respiro que me deja sin aliento. Es mi segundo día y yo ya estoy volviéndome loco. No tengo idea de cómo será aguantar este deseo sexual por Jungkook el tiempo que trabajé aquí.
Eso será todo un reto, y estoy listo para enfrentarlo.
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