8: Provocaciones
Por un momento dejo de pensar para seguirle el beso porque es lo único que mi mente me dicta, pero cuando recobro el sentido lo empujo. Baxter se muestra descolocado por un segundo y yo también. Estamos en el trabajo y a pesar de que nadie nos ve, está mal hacerlo aquí.
—¿Qué rayos, Baxter? —Mi corazón late rápidamente, pero yo lo ignoro, diciéndome a mí misma que es por el susto que alguien nos vea y no porque el beso me ha afectado—. No puedes besarme así como así. Mierda.
—Hace unos segundos te dejaste llevar. —Por lo visto a él le ha afectado el beso porque respira entrecortadamente y su pecho sube y baja con fuerza. Quiero cerrar la distancia entre nosotros, apoderarme de él y volver a sentir sus labios tibios sobre los míos. Pero cuando lo veo y me doy cuenta de dónde estoy, mis sentidos me alertan.
—Estamos bien así como conocidos, ¿por qué quieres joder esto? —Estoy tan malhumorada y con tanta frustración que empiezo a despotricar contra él—. Solo nos hemos acostado una vez, ¿qué más quieres? ¿El segundo round? Estamos en el trabajo, Baxter, y por mucho que quiera repetir contigo no es correcto. Eres el jefe y con solo una palabra hacia mí estoy despedida. Yo tengo mucho que perder a comparación de ti. Deja de ser egoísta y no vuelvas a acercarte a mí a menos que sea algo estrictamente del trabajo.
Dicho eso salgo de allí cruzándome de bruces contra Heidi, quien me mira asombrada. Estoy alterada sintiendo mis mejillas calientes, apuesto a que mis labios también los están por el beso, pero le sonrío cuando ella me saluda. Con disimulo levanto mi dedo pulgar y limpio la comisura de mis labios, solo por si acaso.
—Hola, Madison.
—Hola, Heidi —digo pasando por su lado sin detenerme a hablar con ella un segundo más.
Pero ella tiene la desfachatez de hablarme.
—Que tengas un buen día. —Sí, tú también—. ¡Oh, hola, Baxter! ¿Qué ocurrió en la reunión con Kayden Havort...?
No alcanzo a escuchar porque la puerta se cierra y yo doblo la esquina, no sin antes ver que ahora ella se ha encerrado con Baxter donde anteriormente estábamos. Ignoro la oleada de celos que me atraviesa y bajo al primer piso donde es mi lugar. Trevor y Susie están en sus sitios, así que me siento en el mío y trato de no pensar en lo que acaba de suceder. Me sumerjo en mi trabajo para mantener mi mente ocupada y no estar pendiente de Baxter.
Creo que no tengo mucho éxito en eso porque exactamente cuarenta y tres minutos después baja Baxter y se dirige a su despacho sin una sola mirada en mi dirección. Trato de no comerme la cabeza en ello, pero es imposible cuando he notado su cabello revuelto y su camisa semi-arrugada.
Esta vez cuando cojo el manuscrito en mi mesa, lo aprieto tan fuerte que algunas hojas se doblan.
En mi mente repito mi mantra.
Deja de pensar en él. Deja de pensar en él...
Funciona. Por un rato.
☾ ☾ ☾
Cuando regreso a casa ese día, abro los ojos desmedidamente al ver un gran ramo de rosas rojas sobre la mesa del recibidor. Hay una tarjeta allí en el que sea lee «Megan» con una bonita letra. Con aquella tarjeta en mano corro a la habitación de mi hermana y la encuentro cubierta de pies a cabeza a pesar de que no hay aire acondicionado y el calor está insoportable. Parece un tamal envuelto y me da mucha pena despertarla, pero lo hago, echándome a su lado de imprevisto haciéndola saltar.
—¡Maldición, Madison! —gruñe de mal humor y con voz ronca—. Pesas demasiado para mi maltratado cuerpo.
Me río cubriéndola de besos cuando me aparta suavemente y me mira mal. Me siento a su lado sosteniendo la tarjeta en alto para que la observe.
—¿Qué es esto?
Megan se cubre la cara con el brazo sin permitirme ver sus ojos y aprieta los labios. Parece malhumorada acerca de recibir rosas, y yo solo tengo a alguien en mente que puede haberlas enviado.
—Es una tarjeta —murmura estoica.
—No me jodas, Megan —la reprendo con la paciencia al límite—. ¿Quién te envió esas rosas? Y no trates de esconderte porque no me iré de tu habitación hasta que me hayas contado absolutamente todo. Y cuando digo todo, quiero decir ¡todo!
Ella me mira tan mal que cualquier otra persona se escondería, pero es mi hermana y estoy tan acostumbrada a sus miradas matadoras que me cruzo de brazos y espero a que comience a hablar. Lo hace, justo después de soltar un suspiro tan fuerte que frunzo los labios para no reírme. Su rostro está despejado de cualquier mal; sus ojos no están brillosos y dado que anteriormente toqué su piel y no está caliente eso significa que ya no está enferma. Aunque aún tiene la voz ronca y eso ha de ser porque seguramente pasó la mayor parte del día durmiendo.
—Es de Johann. —Duh. Obviamente—. Mandó las rosas al mediodía con un repartidor y con aquella tarjeta. Me pidió que sea su cita en la fiesta de aniversario, pero no acepté. Le mandé un mensaje rechazándolo.
—¿Qué?
Se cubre el rostro con ambas manos, por lo que cuando habla su voz se escucha amortiguada.
—No puedo ir con él. Sabes que no está bien salir con el jefe. ¡Tú más que nadie debe entenderme!
—Lo mío es totalmente diferente a lo tuyo. —Para mayor comodidad me quito los tacones y los tiro al piso para sentarme de piernas cruzadas al lado de ella, quien se recuesta en el respaldar de su cama y me mira atentamente—. Lo mío con Baxter es pura lujuria. Sí, pasamos una noche muy buena, pero no podemos repetir. No quiero meterme con nadie más, no quiero relaciones de amor y mucho menos ser amigos con beneficios. ¿Puedes entender eso?
Meg se cruza de brazos.
—¿Cómo sabes que lo mío con Johann no es lujuria y puro deseo?
—¿Te acostaste con él? —grito, sin poder creerlo. Ella se tapa el rostro.
—No —dice alargando la palabra—. Pero casi.
—¿Cómo que casi? —pregunto sin poder creerlo—. ¿Por qué no me dijiste nada?
—¡No quería que lo supieras! —grita de vuelta—. Estaba tan borracha que una cosa llevó a la otra y casi pasó, pero él fue todo un caballero y se detuvo cuando se dio cuenta de que estaba borracha. Pero luego llegó Susie y yo...
Tomo su mano cuando no puede continuar y la aprieto.
—¿Te gusta Susie? —No debería sorprenderme, pero lo hace. Sé que mi hermana es bisexual, pero nunca ha estado en una situación en donde le gustan dos personas a la vez. En nuestros años de vida siempre nos hemos contado de todo por lo que trato de no quedarme boquiabierta ante la idea de ella gustándole dos personas; Johann y Susie.
—Sí... —dice luego de morderse el labio—. Pero Johann...
—También te gusta —termino por ella—. Mierda, estás en un lío.
—Lo sé. —Suspira—. Por eso prefiero quedarme sola y no darle alas a nadie. No quiero salir con ninguno porque no estoy segura de qué hacer. Quiero mantenerme sola durante un tiempo hasta que mi mente se aclare.
—Sabes que no es tu culpa, Meg. No es justo que te atormentes, tú no mandas en tu corazón.
—Lo sé. Pero ellos ahora piensan que estoy interesada. Tengo que hablar con ellos y eso me da terror. ¿Qué si se molestan...?
—Meg —digo aferrándome a su mano—. Tienes que hablar con la verdad. Tienes que decirles lo que realmente sientes porque si no lo haces, luego puede ser muy tarde. He visto cómo te mira Johann, está coladísimo por ti. No te estoy presionando, solo quiero ayudarte a seguir tu corazón. Ambos están esperando una respuesta tuya.
Ella baja la cabeza, parece derrotada.
—Lo haré. No sé si pueda hacerlo pronto, pero eventualmente lo haré poco a poco. Espero hacerlo antes de la fiesta de aniversario.
Asiento.
—De la cual no me has dicho nada. —Me cruzo de brazos—. Si no fuera por Heidi no me hubiera enterado.
Rápidamente levanta la cabeza y me mira.
—¿Conociste a Heidi? —Por su tono de voz debo deducir que aquello es algo importante. Me acerco a ella como si estuviera a punto de soltar un gran chisme.
—Sí...
—¿Viste cómo actúa alrededor de Baxter? —pregunta, pero no me deja responderle porque continúa—: Siempre está encima de él como si fueran pareja. Aunque no lo creas hace meses hubo fuertes rumores de ellos estando juntos, pero se detuvieron. Ahora de nuevo han vuelto a ser cariñosos.
Parpadeo.
—Hoy los vi juntos. Cuando me la presentaron parecía demasiado buena gente. —Frunzo el ceño—. ¡Nadie es demasiado buena gente! Sospeché de ella al instante en que me sonrió como si compartiéramos un gran secreto. ¿Crees que ellos tengan algo?
Me mira, apretando los labios.
—Si lo tienen obviamente es algo abierto, no una relación exclusiva, sino todo el mundo lo sabría.
—Vi que luego de encerrarse en la sala de juntas, él salió cuarenta y cinco minutos después con la camisa arrugada y el cabello un poco revuelto. Se lo estaba acomodando mientras caminaba hacia su oficina. —Megan me queda mirando por largo rato—. ¿Qué?
—No debería importarte si ellos están follando como conejos salvajes en una sala de juntas por cuarenta y cinco minutos. A menos que te guste Baxter...
Tomo unos segundos para reflexionar antes de soltar la bomba.
—Me besó —digo ignorando su sospecha. Me llevo una mano a los labios y me los acaricio, recordando el beso tan demoledor que por unos segundos logró hacerme olvidar todo—. Lo peor es que quería continuar, pero no así, Meg. No en una sala de juntas en el trabajo, ni tampoco con el jefe. Mucho menos cuando él tiene una amiga con quien disfruta también.
Nunca he sido una persona demasiado celosa. En mi relación con Devan siempre controlé mis celos, pero debió ser porque soy una persona serena en cuanto a problemas se refiere. Si algo sucedía, lo primero que hacía era analizar la situación para luego hablar directamente con mi exnovio. Jamás armé una escena y nunca hemos tenido problemas de celos. Tanto él como yo éramos serenos en cuanto a ese tema. Pero ahora, mientras recuerdo el momento en que Baxter y Heidi interactuaron juntos, se me doblan los dedos de solo pensar en ellos follando.
—Basta de pensar así. —Ahora es ella quien me toma de la mano—. Si tanto quieres estar con él, solo debes hablarlo. Sabes perfectamente que a Baxter se le cae la baba por ti. Siempre está mirándote, te mira el culo cuando vas al baño o te paras a buscar un café.
—¡No es cierto! —digo empezando a calentarme—. Él siempre está en su oficina.
—Bueno las pocas veces que han estado hablando ha estado mirándote el culo.
—¿Y tú qué vas a saber si estabas babeando por Johann todo el tiempo?
Meg inhala.
—¡Cállate! ¡A ti siempre se te caen las bragas por Baxter desde que follaron!
—¡Serás tonta! —Le lanzo una almohada en toda la cara, haciendo que ambas estrellamos en risa por nuestras tonterías. Cuando ambas estamos serias de nuevo, nos miramos, contemplando la realidad—. ¿Estoy haciendo bien, verdad?
Megan no dice nada, me mira, me mira por largo rato en la que parece sopesar su respuesta.
—No lo sé, Madie, yo estoy más confundida que tú.
☾ ☾ ☾
Al día siguiente y gracias a mis sopas mágicas, y claro, las pastillas antibióticas que tomó Megan, ella amanece muchísimo mejor para ir al trabajo. Juntas nos encaminamos allí, esperando con nerviosismo que el ambiente laboral sea el mismo. No queremos dramas de jefes justo ahora, las dos tenemos nuestra propia dosis de hermanos Cole por ahora, no necesitamos agregarle más drama a esto.
Por una vez, cuando nos detenemos en el piso de la editorial y pasamos las puertas de vidrio, los jefes están allí, pero no nos miran. Los saludo escuetamente cuando paso por su lado y voy derecho hacia mi lugar. Megan no tiene esa suerte, es interceptada por Johann quien la toma con delicadeza de la muñeca y le sonríe al verla allí. No miro a Baxter. No me importa que esté hablando con una muy coqueta Heidi quien ni se fijó en mí al pasar, solo concentro mis ojos en lo que tengo delante; la computadora del trabajo junto a algunos archivos que son manuscritos, y no despego mis ojos de allí a pesar de que Megan vuelve y se sienta a mi lado.
—¿Te dijo algo? —le pregunto, pero sin mirarla. Reviso mi correo ya sintiendo que mi día va a ir en picada. Tengo más de cinco mensajes de Baxter, todos ellos son manuscritos. Y me ha dado un plazo de una semana por manuscrito. Quiero levantarme de la silla y soltarle un par de cosas, pero eso llamaría demasiado la atención. Lo que hago, y es lo más sensato, es mandarle un correo de vuelta pidiéndole un plazo más largo para poder terminarlos. Por supuesto, mi tono en el correo es impersonal y muy respetuoso. Jamás debes enviar correos personales a través del correo de la empresa. Eso me lo enseñó Devan, mi ex, cuando trabajaba de secretaria para él.
—Solo quería saber cómo estaba. —Escucho un suspiro de su parte—. Mierda, allí vienen Susie y Trevor...
Levanto la cabeza como un resorte y les sonrío. Miro a Susie, pero ella solo tiene ojos para mi hermana, la mira, la analiza y luego vuelve hacia mí para devolverme el saludo. No se ha dado cuenta de que la he estado mirando.
—Qué bueno que ya estés mejor, Meg, nos tenías preocupados. —Susie la mira, más no hace nada por acercarse, no como Trevor quien la abraza sin importar llamar la atención de los demás quienes recién están llegando.
—Solo fue una gripe, chicos, nada del otro mundo. —Megan se ve ofuscada. Baja la mirada a la pantalla de su computadora—. ¿Nos vemos para almorzar, verdad?
—Sí, estábamos pensando probar el nuevo restaurante que han abierto a una calle de aquí. —Susie aprieta sus manos, mirándonos—. ¿Se apuntan?
—¡Claro! —digo antes que Megan pueda rechazarla. Me parece perfecto que le guste y esté confundida, pero no por eso puede rechazarla como si nada. Simplemente debe ser sincera y así a lo mejor ella podría entenderla.
Pero qué sabré yo de eso si rehúyo de mis propios sentimientos. Mi hermana parece querer matarme cuando ambos se van a sus puestos, a unos metros de nosotros. No puede decir nada porque podrían oírnos, así que sonrío y me relajo en mi asiento.
En dos horas ya he corregido muchas páginas de la novela de Kayden. Hay anotaciones por todos lados, pero se ve que ha hecho un gran trabajo editándola antes de enviárnosla, pero sus errores no son muchos como los que hay en el manuscrito nuevo que tengo que evaluar. Baxter no me responde el correo, por lo menos no en los próximos minutos. Sé que ha entrado a su oficina, lo puedo observar por el rabillo del ojo, lo que no puedo entender es qué hace Heidi con él. Ayer Trevor me dijo que ella tiene su propia oficina en la siguiente planta, y viendo el reloj, se ha pasado más de media hora en la de Baxter y aún no sale.
Me carcome la curiosidad, pero no hago nada. Ni siquiera miro en esa dirección cuando escucho la puerta abrirse y la alegre voz de Heidi se escucha por toda la planta.
—Después hablamos, Bax. Quedamos para comer, yo vengo a buscarte. —Si se tirara al piso cayendo de rodillas y rogando no sonaría tan desesperada como ahora. Levanto la cabeza y la miro, pero la rubia ya está en camino al ascensor. Me pregunto si sus tacones son demasiado caros como para usarlos por las escaleras.
Tecleo un par de cosas en el ordenador, pero mis dedos se congelan cuando oigo mi nombre de sus labios.
—Madison, ven aquí, por favor. —Me llama Baxter. No estoy segura de por qué lo ha hecho. La usual silenciosa oficina ahora está tan callada que pareciera que no hay nadie aquí. Se podría oír hasta si cae un algodón. Así de callada está. Me levanto de mi asiento como un robot, maldiciendo a Bax en mi mente. Estoy segura al cien por ciento que me ha llamado a su oficina solo para joder. ¿No podía ser un jefe normal y responderme el correo con lo que quisiera decirme?
Mis tacones resuenan en el mármol, pero no me doy la vuelta, no hace falta cuando siento cada par de ojos de esta habitación sobre mí. Paso delante de él para entrar a su oficina y percibo un olor suyo a fragancia masculina. Suelto el aire que contenía y volteo a enfrentarlo. Baxter cierra la puerta y se apoya. Las cortinas están cerradas, es por eso que nadie puede vernos desde afuera.
—¿Qué pasa? —Me hago la desentendida.
—¿No puedes terminar un manuscrito en una semana? —pregunta, serio, con los ojos mieles sobre los míos. Va directo al grano y eso me gusta, porque es como yo.
—La verdad es que no, necesito más tiempo...
—¿Más tiempo? —repite, acercándose. De un momento a otro siento que estamos hablando de otra cosa.
—Sí. —Exhalo. Me llama la atención la manera en como parece estar tan sereno frente a mí. No me mira como lo hacía, ahora solo puedo notar un distanciamiento. Es como si realmente me tratara de una empleada más. Aquello me tranquiliza, significa que ya no está interesado en mí. O por lo menos, ya no está interesado en perseguirme. Aunque una parte muy dentro de mí se siente ligeramente decepcionada por ese hecho. Ignoro a esa parte y me concentro en explicar—. Yo sé que no debo tomarme libertades, pero el manuscrito de Kayden está tomando todo mi tiempo.
—Es lo correcto. Al fin de cuentas eres la correctora y tú verás cómo manejas tu tiempo, pero quiero esos manuscritos revisados en una semana a partir de hoy.
Me cruzo de brazos, indignada con la frialdad con la que me habla. Cuando yo le pedí distanciamiento no significó frialdad, solo que me tratara como a una empleada más. Y si así trata a sus empleados cercanos no quiero imaginar cómo trata a los lejanos.
—¿Estás diciéndome que no me puedes dar más plazo para entregar los manuscritos?
—Sí, eso mismo estoy diciendo —dice pasándose el pulgar por los labios, dándome una mirada intensa—. ¿Algo más?
—No, eso es todo. Gracias, señor Cole. —Me dio la vuelta sin esperar una contestación de su parte, que tampoco consigo, y salgo de allí cerrando la puerta a mis espaldas. Suelto el aliento que estaba conteniendo mientras camino hacia mi lugar. Megan está tan concentrada en la pantalla frente a ella que no nota las miradas furtivas que le lanza Susie desde su lugar. Le sonrío cuando la pillo mirando a mi hermana y ella se da la vuelta rápidamente, avergonzada.
—Baxter Cole es un grandísimo idiota —suelto de mala gano mientras me acomodo en mi asiento. Megan se da la vuelta y me mira con ojos muy abiertos. Me hace una seña que no logro entender, porque básicamente estoy demasiado molesta con ese idiota como para interpretar lo que quiere decir ella—. ¿Qué?
—No digas esas cosas así como así en la oficina —sisea acercándose a mí con su silla giratoria—. ¿Quieres que llegue a oídos del señor Cole?
La miro con ojos entrecerrados.
—Él ya sabe que pienso que tiene un palo en el culo. —Megan aprieta los labios para no reír, yo me enfurezco más—. Ayer me buscaba para besarme y ahora solo actúa como el verdadero imbécil que es.
—Madie... —Me regaña ella señalando a nuestro alrededor. Ruedo los ojos.
—Sí, sí, hablaremos luego en la hora del almuerzo.
Cuando ya es más de mediodía y la hora del almuerzo llega, ni siquiera puedo insultar con libertad a Baxter Cole porque nuestros compañeros, Trevor y Susie, nos acompañan al nuevo restaurante que han inaugurado y que estamos ansiosos por conocer. Miro la carta del menú con mala cara inspeccionando la comida que no sé si disfrutaré por tener el hígado casi reventado de tanto renegar y maldecir a Baxter. Incluso planeaba hacer un muñeco vudú para torturarlo.
Esto de revisar y correr manuscritos no era tarea fácil, no cuando estos se me habían acumulado, y al ser la nueva, aún no llevo el ritmo de esto. Es como hacer prácticas luego de no saber una mierda lo que estás estudiando en la universidad. Había trabajo en una editorial y no tenía ni puta idea de cómo se movía este mundo, por lo menos no por experiencia propia a pesar de haber estudiado varios cursos de redacción y corrección de estilo que me anoté con mi hermana para escapar de las garras de nuestra madre.
La camarera se acerca para tomar nuestros pedidos así que elijo lo primero que mis ojos ven y así termino eligiendo una hamburguesa de carne con tomate, lechuga, queso, pepinillos, aros de cebolla y una salsa especial. Ah, y para relajarme, una cerveza.
No hago preguntas ni comentarios cuando Trevor y Susie empiezan a hablar, sumando a Megan en la conversación. Yo decido entrar al baño un momento mientras ellos charlan. Me tomo mi tiempo acomodándome el cabello frente al espejo luego de hacer mis necesidades. Lavo mis manos y me retoco el labial en mis labios. Una vez que ya me siento lista, salgo y vuelvo a mi lugar.
Me detengo en seco cuando noto que en nuestra mesa han llegado Baxter junto a su hermano Johann. Ambos saludan a mis amigos mientras que mi hermana parece tan afectada como yo por su presencia. Retrocedo y miro a todos lados para buscar escapar, pero mis ojos detectan más desgracias. En la puerta, aparece mi exnovio Devan junto a una mujer de su edad. Ambos conversan y se dirigen a la barra del restaurante. La catástrofe que está a punto de ocurrir es inminente y yo no tengo escapatoria. Ni siquiera estoy sorprendida de ver a mi ex por aquí. Sé que trabaja cerca y los restaurantes de esta calle son sus lugares frecuentes. Lo que me sorprende es tener que encontrármelo ahora, justo cuando ha aparecido Baxter y me ha nublado la razón.
Con piernas temblorosas camino lentamente hacia la mesa. Intento no mirar donde se ha sentado Devan, unos metros más allá, y sonrío con incomodidad hacia mis amigos y mis jefes, que libremente han escogido sentarse con nosotros como si fuéramos amigos de toda la vida.
—Hola —saludo como si estuviera entrando en crisis. El único asiento disponible es al lado de la vitrina del restaurante. Casualmente también es el lugar junto a Baxter. Pido permiso para pasar y cuando lo hago, no puedo evitar sentir un escalofrío cuando nuestras miradas se cruzan—. No pensé que se unirían. ¿Eso significa más tiempo para el almuerzo?
Susie tiene la decencia de reír y todos la imitan para disipar el ambiente de incomodidad que se ha creado con la llegada de los jefes y hermanos Cole. Me aferro a mi servilleta como si mi vida dependiera de ello y trato de no mirar donde está mi ex ni tampoco a mi lado, donde puedo sentir una mirada intensa que me atraviesa.
—Vinimos para almorzar y al verlos no pudimos evitar sentarnos con ustedes —responde Johann con la sonrisa amable que lo caracteriza. Por supuesto, mi hermana huye de su mirada, está tan concentrada en sus manos sobre la mesa que no nota que tiene puesta las miradas de Johann y Susie sobre ella. Por supuesto, la miran con disimulo, pero yo noto que hay una chispa en ellos.
No la envidio para nada.
La camarera vuelve con nuestra comida y aprovecha para tomar los pedidos de Johann y Baxter. Una vez que se va, todos nos quedamos viendo nuestros platos como si ya no tuviéramos hambre. Por lo menos yo ya no la tengo.
—Coman ustedes, nosotros esperaremos —comenta Baxter con un firme tono en su voz que parece más una orden que cortesía. Aun así todos asentimos y procedemos a comer bajo las atentas miradas de ellos. Trevor aprovecha la oportunidad para hablar y el ambiente poco a poco se va relajando.
Yo aún estoy tensa, apretando mi tenedor con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos. Baxter se arrima unos centímetros hacia mí haciendo que por poco me atore cuando una de sus manos se posa en mi muslo.
Con disimulo quito su mano de allí y sonrío cuando su sonrisa decae un poco. Luego de eso como mi almuerzo tranquilamente mientras escucho la conversación entre Trevor, Susie y Johann. Mi hermana está callada, solamente mira su comida y mastica, asintiendo en los momentos correctos cuando alguien da una opinión con la que está de acuerdo. Ella está frente a mí por lo que a veces levanta la mirada y abre sus ojos como plantos cuando nadie la está viendo, lanzándome esa mirada que seguro yo hubiera puesto si fuera más expresiva. Esa mirada que dice «¿Por qué mierda los Cole están aquí?».
Mientras todos conversan amenamente nadie se da cuenta de que mis ojos se desvían hacia Devan. Intenté desesperadamente no mirar en esa dirección, pero dado que mi vista es rebelde, por supuesto, miro en aquella dirección al mismo tiempo que lo veo levantarse de su sitio y caminar en dirección a los baños. ¿Lo malo? Es que para ir allí tiene que pasar necesariamente por mi mesa. Y aunque Devan sea la persona más distraída que conozco, no hay forma que no nos note. Somos una numerosa mesa en donde todos vestimos ropa de oficina, tal vez sea aburrido para los demás, pero Devan siempre tiene el atrevimiento de mirar a todos por encima del hombro. Y creo que esta vez no será para menos.
La catástrofe está a punto de ocurrir.
A mi lado, Baxter está ensimismado con la conversación. Así que se me ocurre solo una opción para llamar su atención. Bajo mi mano y hago lo mismo que él hizo hace unos minutos, la poso sobre su muslo y aprieto. Inmediatamente voltea con disimulo y sonríe de lado.
Yo lo miro alarmada. Por el rabillo del ojo veo que Devan está muy cerca.
—Mierda, ¿cómo me veo, estoy bien?
Su mirada astuta recorre mi rostro.
—Estás hermosa. —Su ceño se frunce, pero no deja de sonreír cuando me ve arreglarme el cabello—. ¿Qué pasa?
Sé que no debo hablar ni contar mi vida privada. Pero tampoco es un secreto para nadie el que haya tenido novio.
Señalo con la cabeza disimuladamente hacia Devan quien detiene sus ojos un momento en mi mesa, bajo la cabeza a tiempo suficiente y me concentro en mi comida. Por suerte, mi hermana ni siquiera voltea a mirar, ella está absorta en masticar. Si Devan la hubiera visto tal vez sabría que estoy acá, pero ya que no la ha visto y tampoco a mí, camina libremente por el pasillo hasta entrar al baño. Suelto un suspiro de alivio y me retiro el cabello de la cara solo para ver a Baxter mirarme con una sonrisa burlona.
—Tan madura... —suelta con un tono jocoso en la voz. Abro la boca para decir algo ingenioso, pero la camarera llega en ese momento y deja las comidas de Johann y Baxter frente a ellos.
Giro el rostro hacia mi propia comida y no vuelvo a girar la cabeza en ningún momento. Hablo con mi hermana, almuerzo todo lo tranquilamente posible que puedo e incluso intervengo un par de veces en la conversación que se está desarrollando en la mesa, pero en ningún momento vuelvo a hablar con Baxter.
Él tiene la desfachatez de rozarme el muslo y los hombros varias veces con su cuerpo. Sé que intenta provocarme, pero no sabe con quién se ha metido. Lo ignoro y al finalizar el almuerzo, he olvidado por completo a mi exnovio.
Hasta que, por supuesto, cuando ya nos estamos retirando del restaurante, la ironía vuelve a jugarme una mala pasada. Es obvio que mi vida no está llena de casualidades, es más la vida jugándome un mal rato que otra cosa. Porque en ese momento, en el que estoy tranquila saliendo del restaurante con Baxter abriéndonos la puerta, Devan aparece también y me mira, verdaderamente sorprendido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top