7: Bienvenidas y saludos
Baxter Cole no deja de mirarme en las tantas veces que sale de su oficina para hacer una ronda cada cierto tiempo. Yo hago lo mismo que hacía Megan con Johann; bajo la cabeza cada vez que pasa por mi lado.
Intento no hacer una locura, como empujarlo o hacerle una zancadilla, mientras leo y releo el manuscrito que está en mi escritorio, abierto en la página treinta y siete sin poder continuar con el párrafo dos que he leído ya más de diez veces. No puedo entender por qué mi mente no está precisamente aquí. Toma todo de mi esfuerzo para por fin lograr concentrarme, pero para eso pasa más de treinta minutos, y hasta ese tiempo estamos por llegar a la hora de almuerzo.
En cuanto llega, suelto un suspiro cansino y me levanto de mi asiento como si me hubieran puesto una bomba en el culo. Subo con rapidez mediante las escaleras internas a la planta de arriba, que sirve como cafetería–comedor de la editorial, y aprovecho de comprar un emparedado, ya que no he tenido tiempo de prepararme uno por la llegada improvista de mis jefes a la casa. Me siento en una mesa vacía y saco mi celular para enviarle un mensaje a Megan. Termino de teclear justo cuando alguien se me acerca.
—¿Está ocupado? —La voz de una chica me hace levantar la cabeza. La miro sonriente al recordarla. Ella es quien saludó a Megan ayer desde su puesto. Justo a su lado hay un chico, quien me sonríe.
Niego, tragando lo que había estado masticando.
—No —digo señalando las cuatro sillas—, no están ocupadas.
Para mi asombro, ambos se sientan al frente de mí. Tienen emparedados y gaseosas que ponen sobre la mesa.
—Tú eres Madison, la hermana de Megan —me dice la pelinegra mirándome con sus ojos azules y sonriéndome con afabilidad—. Yo soy Susie, conozco a Megan desde que entré aquí seis meses atrás.
—Y yo soy Trevor, más antiguo que ellas dos. Estoy aquí tres años. —Alzo mis cejas.
—Vaya, mucho gusto, chicos. —Sonrío dejando mi emparedado de lado para conversar—. Megan no vino por hoy porque está resfriada, pero me dijo que tiene un par de buenos amigos aquí. Qué gusto por fin conocerlos.
—Para nosotros es un gustazo conocerte, Meg estaba ansiosa por que trabajaras aquí. —La sonrisa entusiasta de Susie cuando menciona a mi hermana me hace mirarla con fijeza, ella continúa—: Así que bienvenida, Madison. Bienvenida a Coleman.
Trevor también me ofrece una bienvenida, incluso se inclina y toma mi mano para sacudirla. Les agradezco con una sonrisa feliz, observando sus rostros. Susie tiene el cabello oscuro, con ojos color azules y el rostro fino. Sus rasgos, como nariz fina y pómulos altos, la hacen ver preciosa. Eso combinado con su cabello corto... es una belleza. Por otro lado, Trevor tiene la piel oliva y el cabello negro, contrastado con sus ojos verdes lo hacen lucir como todo un galán. Y vaya que es muy guapo, pero lo único que te da el indicio que es un amor es su sonrisa cálida y su amabilidad.
—Gracias, chicos —murmuro, contenta de contar con amigos en mi tercer día de trabajo. Miro a todos lados encantada con el lugar, tal vez mi jefe sea un pesado, pero el ambiente laboral en general es ameno. Además hago lo que más me gusta, que es corregir.
En ese momento, en el que estoy mirando con una sonrisa en mi rostro la cafetería casi vacía, entra por la puerta una mujer rubia. Y me fijo en ella por lo despampanante que es. Llama la atención de los presentes, incluso la mía, y no sé si es porque es hermosa o porque es seguida por Baxter Cole, quien tiene un brazo en la espalda baja de ella. Ambos se ríen con complicidad y conversan mientras se dirigen al mostrador sin percatarse de nadie más. Sentiría una pizca de celos si las circunstancias fueran distintas, pero lo único que siento es una curiosidad terrible de saber quién es ella sin parecer desesperada.
Por suerte Trevor me quita de encima la curiosidad.
—Esa es Heidi, la jefa de Recursos Humanos. —Alzo las cejas, recordando que en ningún momento la vi mientras firmaba mi contrato o hablaba con el editor en Jefe, que en este caso es Baxter—. Acaba de llegar de sus vacaciones. Ha estado un mes fuera.
Miro a Trevor con una sonrisa de disculpa, pero él tiene los ojos fijos en ellos, en la rubia despampanante y guapa, quien está sonriéndole a Baxter con tantas ganas que ruedo los ojos al notar sus intenciones. Es obvio lo que pasa aquí, y tanto Trevor como Susie lo saben, porque no despegan sus ojos de la pareja sonriente.
Me doy la vuelta en el instante que ambos cogen sus cafés de la barra y giran hacia las mesas libres a nuestro alrededor. Pero Trevor ni Susie lo hacen, así que no tengo que ser un genio para saber a quién le sonríen con cordialidad mientras se acercan a nuestra mesa.
—Hola, chicos —dice la voz dulce de Heidi. Levanto la cabeza observándola. Ella me mira y alza ambas cejas, dejando su café sobre la mesa y sentándome a mi lado—. Mucho gusto, Madison. Bax me ha hablado de ti; eres la nueva correctora. Bienvenida a la editorial Coleman. Yo soy Heidi y trabajo en el área de Recursos Humanos, acabo de llegar de mis vacaciones y me estoy aclimatando de nuevo, nada mejor que un buen café para eso. Y en esta cafetería hacen el mejor.
Su sonrisa cálida de bienvenida me da buenas vibras. Quiero extender mi mano, pero están ocupadas cogiendo el emparedado, así que solo le sonrío y alzo el mentón como un saludo.
—Mucho gusto, Heidi, y gracias por la bienvenida —digo por segunda vez en escasos minutos de diferencia. Baxter se planta a su lado como si fuera su sombra, apoyando una mano en el respaldar de su silla justo detrás de su hombro izquierdo. Lo noto todo porque está a mi lado y es imposible ignorarlo así como así. Lo miro—. Buenos días, señor Cole.
Mis nuevos amigos lo saludan igual que yo, sin tutearlo y por su apellido, cosa que no me pasa por alto. Por supuesto, Baxter ama que lo traten de usted y parece disfrutar cuando Heidi lo tutea.
—¿Qué tal le va a su hermana? —pregunta justo antes de probar un sorbo de su café. Me pone de los nervios que no se siente y que solo se dedique a mirarme mientras se recarga en el respaldar del asiento de la rubia llamada Heidi, quien es todo sonrisas por estar siendo escoltada por el jefe.
—Está mejor, descansando en casa y bien abrigada. —Hace un calor de mil demonios, pero ella está en casa abrigada, porque estar enferma en pleno verano es lo peor.
—Espero que se recupere pronto para que esté lista para la fiesta —murmura Heidi mirándome.
Parpadeo.
—Es el sábado. —Baxter al ver mi cara de espanto, aclara—. No este, sino el de la semana que viene.
—Es la fiesta de aniversario número diez de la editorial y se celebrará a lo grande. —A Heidi se le ve realmente entusiasmada con la idea. Noto que Susie y Trevor están callados, observando a los recién llegados sin ánimos de querer participar en la conversación—. Será en el Four Seasons, a lo grande. Irán muchos editores y escritores, socios y hasta colaboradores de otras editoriales. ¡Será increíble!
Su entusiasmo no se me pega, al contrario, lo encuentro fastidioso.
—Eso es genial —adopto una voz cordial, pero sin mostrarme impresionada. Heidi alza una ceja mientras sorbe de su café. Ni siquiera miro a Baxter—. Yo creo que para esa fecha mi hermana estará bien. Solo es un resfriado.
—Claro que sí —dice con ímpetu—. Eso se soluciona con un par de pastillas y mucho descanso. —Luego mira el reloj en la pared de la cafetería y abre los ojos demás en aparente sorpresa—. Bueno, es momento que nos vayamos, solo pasábamos aquí por un café. Tenemos que hablar con Lucas.
No sé quién carajos es Lucas, así que solo le sonrío mientras sigo comiendo de mi emparedado. Baxter se endereza y se acomoda el saco, luego voltea a mirarme.
—No se olvide que hoy tenemos una reunión, señorita Hall.
—¿Reunión de qué...? —Mi voz se va a apagando cuando me doy cuenta de que se refiere a la «salida de café» que dijo en la mañana. Quiero refunfuñar como una adolescente y sacarle el dedo medio mientras le grito a toda voz que vaya a joder a alguien más, pero me calmo, pienso antes de actuar y sonrió con dulzura—. Recuerde que la reunión se canceló. La... interesada dejó de estarlo en cuanto vio los términos.
Se cruza de brazos.
—No lo creo —responde él alzando una ceja, desafiándome—. Yo la noté bastante comprometida. Incluso la sentí accesible. ¿Está segura de ello?
—Totalmente, ella no está interesada. —Al notar las miradas de Susie, Trevor y Heidi en mí, sonrío apenada—. Hay una... escritora que contacté pero no está interesada en publicar con nosotros cuando leyó el contrato.
Heidi frunce el ceño.
—Qué mal. —Coge a Baxter del brazo y luego nos mira—. Nos vemos luego, chicos. Que tengan buen día.
Baxter se despide escuetamente de nosotros y luego juntos se van en dirección a las oficinas que hay alrededor de esta cafetería. Frunzo el ceño.
—Allí están las áreas de reuniones y las oficinas de Heidi y demás empleados —aclara Trevor al ver mi rostro confundido—. Al parecer aún no te han hecho el recorrido.
Niego.
—Me siento perdida aquí.
Trevor y Susie se miran, sonrientes. Cinco minutos después de comer soy arrastrada por ellos para conocer el lugar. Bueno, no exactamente arrastrada porque les pedí un recorrido que ellos gustosos aceptaron dármelo. Me siento tonta que siendo mi tercer día con las justas conozca el baño y ya.
Media hora después hemos recorrido las dos plantas extensas que encierran a la editorial Coleman. Debo admitir que he quedado encantada con lo moderno y espacioso que es. Hay cubículos para cada trabajador y oficinas para todos los que trabajan en el lado administrativo. Heidi es jefa en recursos humanos, pero su oficina queda en el área administrativa. Tiene una oficina para ella sola, pero no estuvo mientras mis recientes amigos me hicieron el recorrido, por lo que pude respirar con tranquilidad.
—¿Qué acerca de la fiesta de aniversario? —pregunto con curiosidad mientras me siento en mi cubículo. Hablo en voz baja porque la oficina está en silencio y no quiero ser descortés. Aunque es un alivio que Baxter ni Johann estén en sus oficinas o merodeando cerca porque esta conversación no habría tenido lugar. Cuando los jefes están cerca, todo el mundo está en su sitio y no suele haber conversaciones largas como en la que estamos inmersos ahora los tres. Yo estoy sentada en mi lugar, mientras que Susie ocupa la silla vacía de Megan a mi lado. Trevor está apoyado en la pared a un par de metros de nosotras.
—Es el décimo aniversario de la editorial —comenta Susie alegre—. Será a lo grande e incluso vendrán los señores Cole y los fundadores de esta editorial. Como dijo Heidi, será en el Four Seassons. Comienza a las siete de la noche y será de etiqueta, por lo que tendrás que usar un bonito vestido largo. Normalmente solo hacen una cena, pero ahora será una gran celebración. Habrá bufete y música en vivo hasta para bailar.
—¡Guau! —exclamo mirándola impresionada—. Realmente has hecho tu trabajo.
Trevor y ella se ríen.
—Hemos estado esperando esta celebración desde hace meses, desde que se anunció que será en ese gran hotel, todo el mundo está emocionado con la idea. ¡Ya quiero que sea sábado!
—Bueno, en tres días será sábado... —deja escapar Trevor.
—¡No este, sino el siguiente!
Me río, divertida con este par. Aprovecho su pequeña discusión para encender el ordenador y revisar mi correo. No puedo empezar a corregir porque ellos están aquí y no quiero botarlos porque me agradan. Así que reviso mi correo hasta que me topo con uno que me deja un poco descolocada. En el título aparece un nombre conocido: «Kayden Havort» justo al lado de «contrato editorial». Cliqueo con rapidez para abrir el mensaje ignorando a mis amigos.
Cuando termino de leer el mensaje, miro la hora en la pantalla del ordenador y maldigo de mil formas en mi mente. Cojo mi celular e interrumpo a Trevor y Susie poniendo cara de circunstancias.
—¡Había olvidado que Kayden Havort viene hoy! —exclamo, llamando la atención de algunas personas. Me levanto al mismo tiempo que ellos asienten, al parecer sin tener idea de qué hablo—. Ya vuelvo, chicos.
Corro al segundo piso, donde quedan las salas de juntas, con mis tacones repiqueteando en el suelo de mármol. Procuro no caerme en mi camino hasta toparme con que una de las salas de junta está cerrada, y dentro hay cuatro personas. Entre ellas Baxter y su hermano. Me acomodo el cabello y toco la puerta, aunque estas son de vidrio por lo que todos pueden verme desde adentro. El que se apiada de mí es Johann, que corre a mi auxilio y me abre la puerta, sonriéndome.
—Lo siento —digo con voz agitada y tratando de respirar con tranquilidad—. Tuve un pequeño percance y no logré leer el correo de anoche. Lo acabo de hacer y me topé con este...
—No te preocupes, Madie —dice él cerrando la puerta detrás de mí—. Acabamos de llegar, solo estábamos esperándote.
Los presentes se levantan, excepto Baxter, quien permanece en su sitio sonriendo detrás de su mano. Intento no mirarlo para concentrarme en el hombre que me sonríe alegremente, me tiende una mano y yo gustosa la tomo. Este es el famoso escritor que tanto ansié conocer.
—Mucho gusto, tú debes ser Kayden Havort. —Recuerdo vagamente la foto que envió en la hoja de biografía donde se le pedían sus datos. Es tan apuesto como sale en la fotografía. Su cabello oscuro, sus ojos avellanas y aquel rostro son para morirse. Toma mi mano y hace la cosa más loca frente a todos, la acaricia para luego besármela. No tengo nada más que sonreír, un poco sorprendida por su acto.
—El gusto es mío —dice con voz galante y sin soltarme la mano—. Si hubiera sabido que mi editora iba a ser así de hermosa, habría mandado mi mejor manuscrito. Algún poemario de amor, tal vez.
Ruedo los ojos, no solo es coqueto, sino también un poco egocéntrico. No puedo pedir mucho de un escritor.
—Déjeme decirle que el manuscrito que envió es excelente, si no no hubiera sido seleccionado.
Baxter me mira, luego lo mira a él y al final termina hablando.
—Aún no se ha firmado nada —dice secamente, pero sin perder la tranquilidad y esa sonrisita que cubre su mal humor.
—¿Por algo está aquí nuestra abogada, verdad? —dice Johann señalándola con una mano extendida. Yo me acerco a la guapa rubia que está detrás de Kayden y le sonrío, también extiendo una mano para estrechársela. No sé ni quién es, pero me alegro ver que parece buena gente, sonriéndome de vuelta.
—Mucho gusto, Madison, soy Valentina, abogada de esta editorial. —Su apretón de manos es firme y de inmediato me cae bien. Sus labios pintados de un rosa suave se estiran en una sonrisa. Le digo que el gusto el mío y luego todos se sientan, incluyéndome. Estoy entre Kayden y Valentina, Baxter se encuentra frente a mí y junto a Johann.
Baxter procede a explicarle a Kayden el proceso de edición y el tiempo que tomará para luego lanzar el libro al mercado. También las regalías y el porcentaje que recibirá por una cantidad determinada de libros vendidos. Para esto Valentina se suma a la conversación explicándole ciertos términos del contrato que tiene en una carpeta. Kayden lee y relee, haciendo preguntas aquí y allá hasta que todas están resueltas. Yo solo participo un par de veces cuando me preguntan el tiempo y el proceso de edición.
Una hora más tarde Kayden firma el contrato, ganándose una sonrisa de todos y un buen apretón de manos. Cuando nos retiramos de la sala, Baxter me sujeta del codo y cuando todos nos miran, él se mantiene serio.
—Tengo un par de cosas que hablar con la señorita Hall. —Mira a Johann y a Valentina—. Acompañen al señor Havort a la salida, por favor.
Yo les sonrío tensamente como despedida y sigo a Baxter dentro de la sala de juntas. Como las cuatro paredes en realidad son mamparas de vidrio cualquiera desde afuera nos puede ver, así que con agilidad él baja cada cortina hasta que la privacidad se hace presente.
Esta vez lo miro con ojos entrecerrados.
—¿Y ahora qué quieres? —pregunto tuteándolo y de mala gana por haberme encerrado aquí con él, porque sí, justo luego de meternos a ambos aquí ha cerrado la puerta con seguro. No me quejo, solo pido explicaciones.
—Hablar —responde como si nada apoyándose en la gran mesa de vidrio y cruzándose de brazos como si estuviera relajándose cuando yo estoy más tensa que un músculo contracturado.
Suelto un suspiro tan grande que mis hombros se encorvan un poco.
—¿Y ahora de qué quieres hablar? —pregunto alzando mis cejas—. ¿No te...?
Ni siquiera puedo terminar la oración porque Baxter viene hacia mí y me coge de las mejillas, estampándome un beso que me deja paralizada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top