45: Volver al comienzo...
CAPÍTULO FINAL
Algunos meses después...
Esta vez no me equivoco cuando empujo la puerta del bar para abrirla. Mis tacones de diez centímetros me hacen más alta por lo que a pesar de que el lugar esté atestado de personas, sé a dónde tengo que ir. Camino con decisión hasta la barra, abriéndome paso entre tanta gente que hay. Y no puede ser para menos, es catorce de febrero y los globos rojos y rosados que hay hace que se me dificulte un poco divisar mi objetivo. Las parejas abundan aquí por montones.
La pista de baile está tan abarrotada que las personas bailan al lado de la barra o en cualquier lugar disponible. La barra, el lugar al que me voy a cercando mientras esquivo cuerpos, está repleta. Casi a rebosar de gente. Todas las sillas están ocupadas mayormente por parejas. Me resulta un poco incómodo ver que casi todos están en su burbuja ya sea bailando o besándose.
Me acerco al barman y para llamar su atención me coloco entre dos sillas llenas y pongo mi bolso de mano sobre la barra. Joder. A penas he llegado y ya estoy sudando. Puedo sentir mi piel caliente debido a la cantidad de gente que hay. No se puede respirar bien y aun así estoy aquí.
Los cuatro barman's detrás de la barra están tan atareados que ninguno me hace caso a pesar de haber intentado llamar su atención. Me apoyo sobre la madera soltando un suspiro de frustración. Nada está yendo bien. Para colmo, el vestido que uso es color plateado y de un material delgado. Me llega a la mitad del muslo, pero por cualquier mínimo movimiento o roce se levanta hasta casi mostrar mis bragas.
¿Por qué le habré hecho caso a Megan? Sé que tiene buenas intenciones, pero ahora estoy casi mostrando mi ropa interior. ¿Lo peor? No llevo sostén, el vestido tiene un escote en V profundo que muestra mis pechos. Llevo parches para cubrir mis pezones porque la tela es tan delgada que muestra mis curvas y no quiero que se me noten los pezones. El cabello lo tengo anudado en un moño, por lo que no sufro tanto calor en mi cuello.
Quien me ha vestido y maquillado es mi hermana.
Agradezco sus atenciones, pero ahora que estoy aquí, sola, no sé si hice bien en hacerlo.
Cuando por fin uno de los barmans se desocupa y me atiende, pido un ron con coca-cola. La pido con bastante hielo para calmar el calor que siento. Mis tacones a penas los he usado y ya me están matando. No hay ni un asiento libre, pero quiero empujar a la pareja de mi izquierda y robarme el asiento en el que están tan cómodos besándose.
Joder con el día del amor.
Cuando el barman pone mi bebida frente a mí, me la tomo a sorbos a pesar del calor intenso que siento. Bien podría estar achicharrándome en el interior del club. Hay tanta gente aquí que mis ganas de volver a casa aumentan, pero continúo recostada en la barra.
Doy otro sobro a mi bebida cuando la sensación de ser observada me golpea de lleno. Los vellos de mi nuca se erizan ante tal percepción. Me recargo en la barra, pero en cuanto la pareja de al lado va a la pista de baile me siento en la silla desocupada.
Mi bebida se acaba así que pido otra.
Levanto mi vaso para darle un sorbo a mi segunda bebida cuando mis ojos chocan con unos hermosos ojos. Aquel hombre tiene tal magnitud con aquella mirada que no puedo dejar de observarlo ni aunque el mundo se estuviera acabando. Está en diagonal a mí, recargado en la barra con una bebida en su mano derecha. Su cabello ligeramente desordenado hace que su actitud sea casual. Desde mi lugar puedo sentir el volumen y la fuerza de su presencia. Se le ve tan imponente que tengo que cruzarme de piernas sobre mi asiento.
Sus ojos miran los míos hipnotizados, luego baja la mirada para recorrer mi cuerpo. Fija por un momento sus ojos en mi escote monumental, sonríe de lado, me mira como si estuviera desnudándome. He visto esa mirada en muchos hombres a lo largo de mi vida, pero jamás vi a alguien hacerlo de forma tan descarada. Es como si quisiera montarme aquí mismo. En esta barra.
La sonrisa que lleva es digna de un hombre que parece querer devorarme y que va disfrutar mucho de eso.
Es la clase de hombre que me gustaba. Descarado y coqueto.
Ruedo los ojos en su dirección, desestimándolo con una mirada para luego volver mi cabeza al frente como si nada hubiera pasado. Apuro mi segunda copa sintiendo que ahora todo mi cuerpo reacciona.
Le pido la cuenta al barman, pero antes que pueda entregarle mi tarjeta, el hombre de antes se ha acercado y está a mi lado, tendiéndole su tarjeta al barman.
—A mi cuenta —dice con voz ronca y profunda, aquel tono va directamente a todo mi cuerpo. Por el rabillo del ojo ya lo había visto acercarse.
Alzo mi mentón.
—Gracias por pagarme las bebidas —murmuro.
—De nada —responde sin dejar su sonrisa—. ¿Vienes por aquí a menudo?
¿Acaso esa línea nunca pasará de moda?
—No suelo hacerlo. Solo por el día del amor.
Arquea sus cejas.
—¿Y viniste sola?
Su sonrisa se vuelve coqueta, traviesa. Quiero rodar mis ojos, pero no lo hago.
—No. —Es todo lo que respondo. Pero el hombre espera a que siga hablando.
No lo hago.
—¿Viniste aquí con tu novio? —Recargado en la barra se le ve alto. Muevo mis piernas cruzadas. Aquel movimiento no le pasa desapercibido, no desestima la oportunidad de ver mis piernas largas y desnudas.
—Sí.
Mis respuestas cortantes le divierten. Quiero quitarle esa sonrisa en su rostro de un guantazo.
Joder.
—¿Y dónde está? —Alza sus manos abarcando el lugar—. Porque no lo veo por aquí. Y me parece una falta de respeto haberte dejado plantada justo en el día del amor.
Aprieto mis manos en puños, aun así logro mostrar una sonrisa al contestarle.
—No me dejó plantada.
—¿Ah sí? ¿Entonces dónde está?
—Que te importa.
Echa la cabeza atrás, riendo.
Su risa ronca hace cosas en mí que no quiero exponer ante sus ojos. Me mantengo en mis trece, con el rostro serio.
—Tu novio debe divertirse mucho contigo. Eres una malhablada.
Ignoro su insulto.
—Claro que se divierte conmigo —respondo altanera—. Y yo también con él. Te pido que te vayas porque llegará en cualquier momento.
Alzo una de mis cejas en señal de desafío.
—Creo que me quedaré. Me gustaría conocer a ese novio tuyo.
Pego una sonrisa falsamente amable en mi rostro.
—Si quieres te lo describo.
—Claro, hazlo, quiero conocer a ese tipo tan afortunado.
—Pues es alguien sexi, muy muy guapo. —Me abanico con mis manos al pensar en él. Lo miro, sonriendo con engreimiento—. Tiene dos hoyuelos en sus mejillas que me vuelven loca. Y cada vez que sonríe yo me derrito. Cuando me toca siento que me muero. Además, es el hombre más cariñoso del mundo.
El hombre frente a mí alza las cejas, impresionado con mi descripción. Aunque sus mejillas se sonrojan con mis palabras.
—Vaya, tu novio es todo un tipejo, eh. ¿Alguien muy guapo, sexi y cariñoso? Increíble. Ya no tipos así. ¿Pero también es alguien que te ama?
Mi mirada se suaviza.
—Sí, muchísimo, y alguien a quien amo mucho también.
Asiente, sabiendo de qué hablo.
—Joder, es un gran afortunado.
—Yo también lo soy.
Nos miramos. La tentación está latente en el aire. Y la inmensidad de la atracción es tan fuerte, tan sólida, que no puedo aguantar más y sonrío.
Frente a mí, él me imita.
Los hermosos hoyuelos se marcan con aquella sonrisa que me dedica.
—Ven aquí. —Ni siquiera tiene que pedírmelo dos veces. Me pongo de pie mientras me inspecciona de pies a cabeza, sus ojos me comen con la mirada, así que espero que termine su análisis en mi cuerpo—. Joder, Madison, estás guapísima.
Sonrío con su gruñido.
—Tú también, Bax.
Ignorando a todo el mundo; la música, el barbullo, el bullicio de todos, y me concentro solo en él. Entrelazo mis manos en el nacimiento de su cabello, a la altura de su nuca para besarlo. No aguanto más.
Esta tortura ha sido demasiado larga como para soportarla por más tiempo.
Necesito de sus besos y sus caricias. Ya.
Nos besamos allí, en aquella barra del club sellando nuestro amor como cuando nos conocimos la primera vez. Me fundo en ese beso disfrutando de sus caricias y las pulsaciones de mi corazón, que late a mil por hora solo por un roce suyo.
—Ven conmigo a casa —susurra colocando su frente sobre la mía.
A la mierda el club o la fiesta, solo quiero estar con él.
—Sí.
Nos montamos en su auto y en tiempo récord regresamos a casa.
Nuestro hogar.
En cuanto subimos por el ascensor puedo sentir el ambiente cargarse con deseo. Hemos estado jugando a un juego peligroso en el club, un juego que se parecía mucho a juegos previos. Así que estoy muy lista cuando entramos a nuestra habitación.
El sillón tántrico llama mi atención, pero Baxter tiene otros planes. Me carga colocando mis piernas alrededor de sus caderas. Suelto un pequeño grito al ser elevada de aquella manera tan brusca.
Me quedo sin aliento al oír su pregunta.
—¿Cama?
—Sillón tántrico —señalo.
Me dedica una sonrisa perversa.
—Respuesta correcta.
Me lanza sobre el sillón de cualquier manera. Mi vestido indecentemente corto se levanta hasta mi cintura. Me quito las bragas en un rápido movimiento al verlo quitarse apresuradamente su pantalón. El bóxer que usa parece a punto de reventar, se lo quita de una patada al mismo tiempo que se quita la camiseta del cuerpo.
En unos minutos se desnuda ante mis ojos, mientras que yo, permanezco con el vestido alzado. Mis pechos se desbordan fuera del vestido.
Me aparto el cabello y lo veo, perfectamente inclinado sobre mí. Estoy contra el respaldar, con la espalda curvada y las piernas abiertas. Su mirada me deja con la respiración entrecortada cuando se toma su tiempo para inspeccionarme. Mis piernas abiertas le dan un excelente espectáculo en primera fila de mi pubis depilado y mis pliegues mojados.
Antes que pueda hacer algo le ataco la boca salvajemente, rodeando su cuello con mis brazos para apegarlo a mí. Mis tetas rozan sus pectorales, un escalofrío intenso me recurre el cuerpo entero. Mis pezones se endurecen.
Todo lo que necesito está ante mí ahora mismo.
En un movimiento que no vi venir me arranca los parches de los pezones. Ahogo un jadeo al sentirlo, no porque duela, sino porque pone su lengua en mis sensibles pezones y los chupa. Rodea con su boca y reparte besos en mis pechos.
Siento que explotaré si no entra en mí de una buena vez.
—Podemos considerar lo del bar como preliminares —declaro, porque es verdad. Baxter satisfecho con mis palabras se coge la erección y la guía entre mis piernas. No deja de masajear mis pechos.
Se hunde en mí suavemente, soltando el aire de manera entrecortada hasta que llega al fondo.
Verlo soltar un gruñido/jadeo me deja ansiando más.
Suspiro mientras se acomoda, apoyando los brazos en el respaldar detrás de mis hombros. Me besa las mejillas y luego la boca, mordiendo suavemente mis labios.
Rodeo sus caderas con mis piernas, instándole a que se mueva.
—Voy a quedarme quieto un rato. —Lo noto hincharse dentro de mí así que lo provoco contrayendo mis músculos internos a su alrededor. —Para —me advierte.
—No puedo evitarlo. —Muevo mis caderas—. Bax...
—Madison, me voy a correr si sigues así. Joder.
—No estoy haciendo nada.
No se traga mi sonrisa inocente.
—Sí, tu coño me está apretujando la polla.
Alzo las caderas al verlo apretar los dientes para tratar de mantener el control. Las oleadas de placer que siento son tan fuertes que recorren mi cuerpo instándome a que me mueva.
—No puedo contenerme contigo —susurro.
—Mierda.
En sus ojos veo que ya gané la batalla.
Sale de mí y me embiste con una rápida y furiosa estocada, clavándose profundamente en mí y empieza a bombear, olvidándose por completo de mantener el control. Pero aunque los dos estemos desesperados por desatar esta pasión que siempre nos ha desbordado, nos mantenemos comedidos, compenetrados, perdiéndonos en cada embestida. En cada empuje.
Le araño la espalda cuando el placer es casi insoportable. Mis tetas se mueven de arriba abajo cada vez que se clava en mí. Nuestros gemidos son tan guturales que se oye en toda la habitación.
Instantes después el orgasmo se acerca implacable, al punto de ebullición. Siento que mi vientre se tensa, lo siento pesado por la presión de placer que se acerca con la promesa de desbordarme por completo. Dentro y fuera, lentamente, pero con precisión, sus embestidas son así de potentes. Nuestras pieles se humedecen, mis músculos se endurecen.
—Joder, esto es perfecto —resuella él con dificultad para hablar entre dientes. Le cuesta hablar. Yo ni siquiera puedo, así que asiento con la cabeza mientras continúo con disfrutar de sus embestidas.
Es evidente que ninguno va a aguantar mucho, pero no importa, eso no me impide reclamar mi clímax. No me preocupa nada hacerlo durar más, pero quiero correrme. Y sé que él está a punto.
Salto bajo su cuerpo con cada movimiento de caderas cuando entra y sale de mí, cierro mis ojos y echo la cabeza hacia atrás. La tibieza de su boca se apodera de mis pechos al inclinarse sobre mí. Me agarro a sus nalgas siguiendo el ritmo ondulante de sus caderas.
Gimo.
—¿Sí? ¿Tanto te gusta, bonita? —me pregunta, volviéndome loca con su voz ronca cargada de deseo y placer.
—Sí, sí —jadeo.
Aumenta el ritmo, mientras mordisquea mis pezones, dándoles a los dos el mismo placer. Sus ojos mieles me miran directamente. Pierdo el control de mis movimientos por su mirada intensa al chocar contra mi cuerpo en cada embate.
—¿Vas a correrte para mí?
Asiento porque ya perdí la capacidad para hablar. Le araño la espalda sin poder evitarlo. Sujeto su cabello con fuerza, porque sé que estoy a punto de salir disparada con el ímpetu y fuerza de mi orgasmo. Baxter se alza sobre mí, clava los puños en mi cabello y se hunde con fuerza.
Él se corre primero. Su pecho se le hunde mientras se cala en mí con un movimiento largo y rotatorio de caderas gimiendo entrecortadamente. Su expresión de placer inmenso es la que me hace caer. Levanto los brazos arqueando mis espalda al sentir que el orgasmo me recorre el cuerpo entero, desde los pies hasta la cabeza. Me retuerzo bajo él, llevándose consigo todo lo que soy. Me desplomo con fuerza bajo el sillón sin aliento.
—Mierda —jadea él.
En todo este tiempo Baxter ha visto mi expresión al correrme. Siento mi piel pegajosa, pero no me importa nada cuando me alza entre sus brazos y me carga hasta nuestra cama. Se echa a mi lado observándome recuperar mi aliento.
Minutos después me arropa con las sábanas. Su mejilla toca su almohada mientras me observa en completo silencio. Yo apenas puedo coger las sábanas que tiende sobre mí.
Guau.
Es todo lo que mi mente piensa ahora mismo.
Antes que pueda cerrar mis ojos veo que alarga el brazo y saca algo debajo de su almohada.
Mi corazón deja de latir inmediatamente.
Me yergo al ver la caja que tiene en la mano y que ha sacado en este preciso momento. Las sábanas caen de mi cuerpo mostrando mis pechos, pero no hago nada para taparme porque estoy demasiado sorprendida al ver la cajita negra de terciopelo que tiene en sus manos.
—No es lo que piensas —murmura Baxter con nerviosismo, cuando abre la cajita veo que dentro reposa un hermoso anillo. La banda es de color plateado, me demoro unos segundos en descubrir que es oro blanco. El diseño de la banda es entrelazado. Encima, en la parte superior, tiene un pequeño diamante que brilla debajo de la luz. Es sencillo, pero perfecto—. Es un anillo, pero no de compromiso, sino de una promesa. Este anillo es algo simbólico que quise regalarte para que lo tengas en tu dedo y recuerdes todos los días lo mucho que te amo. Y que te escogí a ti para pasar todos los días de mi vida a tu lado. Te prometo que te amaré siempre.
—Bax... —susurro con lágrimas en los ojos.
—Si en algún momento quieres casarte conmigo estaré aquí esperando a que me lo digas, a que me aceptes como tu esposo. Mientras tanto vivamos nuestra vida juntos.
Coloca el anillo en mi dedo del medio, cumpliendo con sus palabras al decir que no es un anillo de comprimo, sino de unión. De promesa. La promesa de amarnos toda la vida.
Estoy llorando de felicidad.
—Gracias.
Baxter sonríe, regalándome la hermosa vista de sus hoyuelos.
—Feliz día del amor, bonita.
—Feliz cumpleaños, amor.
Hoy es su cumpleaños, pero es él quien me acaba de dar a mí el mejor regalo. No por el anillo, sino por él; por su promesa. Baxter es mi mejor regalo.
Es todo mío, mi gran amor, mi amigo, mi novio, y quizá, tal vez, algún día mi esposo.
¿Qué más puedo pedir? Estoy loca por este hombre. De eso no hay ninguna duda.
Y él está loco por mí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top