44: Ya era hora

Unas semanas después recibo la mejor noticia del mundo, un acontecimiento importante; cuando Tracy golpea mi mesa del trabajo, haciendo que pegue un salto del susto.

—¡Despidieron a Heidi! —grita Tracy luego de haber golpeado mi mesa en un exabrupto. No la miro mal solo porque acaba de soltar una bomba de noticia en mi cara. A mi lado, Meg brinca en su asiento, igual de asustada que yo.

Hasta el momento estaba leyendo un manuscrito muy potencial para una posible publicación, pero me olvido rápidamente de ello con las palabras de Tracy.

—No me jodas —digo bajo mi aliento.

Tracy se ríe, moviendo su cabello tras su espalda.

—Toda la comitiva estuvo de acuerdo, esa perra ya no trabajará más aquí. —Nos sonríe con excesiva felicidad. Nunca había conocido a nadie tan alegre hasta ella. Sus ojos mieles iguales a los de sus hermanos me observan con escrutinio—. Y tengo otra noticia...

—No me digas que Sarah también se irá de aquí... —comenta mi hermana en voz baja, mirando a todos lados antes de volver a volcar toda su atención en ella.

—¡Casi! El abogado con el que Johann y yo hemos estado hablando ha hecho un acuerdo en papel para presentárselo a Sarah. Se le pagará una jugosa suma de dinero para comprarle las acciones y que se vaya de una vez por todas de nuestras vidas.

—¿Y ya aceptó? —Mi aliento se atora en mi garganta de lo ansiosa que me siento.

—Aún no. —Mira el techo—. En este momento Baxter, el abogado, Johann y la zorraza están en reunión.

Parpadeo.

Así que eso es lo que se traía Baxter en manos. Ni quisiera me dijo nada en todo este tiempo, se lo mantuvo en secreto para él. Pero no puedo culparlo porque yo también he hecho lo mismo; cuando Tracy me comentó lo que Johann y ella planeaban yo no le dije nada por miedo a que no se cumpla.

Pero ahora...

Ahora está a punto de suceder.

—¿Crees que acceda? —Megan hace la pregunta que empieza a carcomerme. Nos miramos.

Tracy hace un gesto desdeñoso con la mano.

—Claro que sí. Esa mujer ama más el dinero que otra cosa. No te preocupes, Madie, ya debe estar firmando esos condenados papeles.

No estoy tan segura de ello. Cuando Sarah me abordó aquella vez en el baño comentó lo interesada que está en la editorial ya que ella invirtió cierto dinero aquí, pero, ¿habrá sido toda una artimaña de su parte? Porque si Tracy dice que la suma que se le entregará es bastante exhorbitante es porque Sarah de alguna manera ha chantajeado a Baxter. No directamente claro, pero indirectamente; mostrándole el poder que tiene en la empresa al poseer un porcentaje de las acciones y provocándolo con no sacar a Heidi de su puesto aún sabiendo lo mucho que le fastidia a él, y a mí.

Ahí tengo mi respuesta.

En cuanto me respondo a mi propia pregunta me siento una idiota. Por supuesto que todo ha sido una artimaña para sacarle más dinero a Baxter y exprimirlo. Lo peor de todo es que lo tiene agarrado del cuello y no puede hacer nada más que darle lo que quiere: dinero.

Maldita interesada.

—Bueno, bueno, mira quien viene ahí —canturrea Megan sacándome de mis cavilaciones, mirando a una persona detrás de Tracy. Me inclino en mi asiento viendo que Trevor se acerca a nosotras con una carpeta bajo el brazo derecho. En cuanto ve a Tracy darse la vuelta, sus ojos conectan con los de ella y todo parece desaparecer a su alrededor. Sonríe mientras se miran. No puedo ver a Tracy porque ahora está de espaldas a mí, pero veo que se atusa el cabello. Megan me mira, guiñándome el ojo—. Ya los perdimos.

Nos reímos como niñas cuando ambos se encuentran a mitad de camino, y sin importarles nada ni nadie, se besan como dos tontos enamorados.

Megan suspira. La imito.

—Por fin —susurro.

—Sí, ya era hora. —Mi hermana es la más feliz entre las dos, supongo que es porque los conoce a los dos mucho antes que yo entrara a esta editorial. Pobre de ella, lo que tendrá que haber soportado para ahora recién verlos juntos.

Entre la dos ya hemos arreglado nuestros problemas. Somos hermanas y siempre hemos estado unidas. Le pedí perdón, ella me pidió perdón. Y aunque no esté de acuerdo con su relación de tres permaneceré a su lado en todo momento.

En cuanto Tracy y Trevor se separan, se agarran de las manos. El tortolito de Trevor ni siquiera se fija en nosotras, pero Tracy se voltea y nos sonríe, con las mejillas sonrojadas y los ojos brillando, se despide para irse juntos hacia el ascensor.

—¿Te imaginas al pobre Trevor todo tierno junto a la salvaje de Tracy? —Megan niega con la cabeza, frunciendo el ceño—. En la cama ese par debe ser todo un tema. ¿Cómo foll...?

La empujo en su silla.

—¡Ni siquiera termines esa pregunta! —Me tapo los oídos. Los detalles sexuales en una relación jamás han sido de mi interés, no como el de mi hermana. A veces me pregunto si es una voyeur o simplemente una pervertida que ama los detalles jugosos. Aunque no es algo que quiera saber, ya tengo suficiente con saber que siempre estará haciendo preguntas o comentarios sexuales que no le competen. Decido darle una cucharada de su propia medicina—. Me pregunto cómo haces tú con Johann y Susie. ¿Acaso hacen un trío en el que participan ellos, o se concentran en ti y ellos no se tocan?

Las mejillas de Megan se vuelven rojas.

—Pues la verdad es que ellos ta... —Le tapo la boca antes que termine de hablar.

—¡Lo pregunté de broma! No creí que responderías. —Niego, sacando mi mano de su rostro, oyendo como se ríe mientras yo me estremezco.

Megan no tiene límites.

—Pues no debiste preguntar. Pero si algún día quieres saber todos los detalles jugosos solo tienes que preguntar. Te aseguro que son buenísimos. A veces cuando estoy sola me toco pensando en lo que hice con ellos.

No puedo evitar estampar mi frente contra la madera de mi cubículo. El sonido sobresalta a las demás personas, que me observan con curiosidad y horror. Por el rabillo del ojos veo que alguien se acerca mientras mi hermana se ríe, pero estoy dispuesta a permanecer así hasta que mi mente borre los últimos dos minutos de mi memoria.

—¿Madie, qué pasa? —Escucho preocupación en la voz de Baxter. Ya debe de haber salido de su reunión. Aun así mi mente está demasiado perturbada como para pensar en algo más que en las grotescas imágenes que mi hermana acaba de poner en mi mente. Ninguna chica quiere saber que su hermana menor se masturba pensando en el trío que ha hecho.

Mierda.

—Está procesando una jugosa información —dice Megan, riéndose—. ¿Todavía no baja Johann?

—Está arriba, probablemente aún conversando con el abogado.

—Bien, entonces subiré. —Sé que también subirá porque Susie se encuentra en la segunda planta. Levanto mi cabeza justo a tiempo para ver que Megan le guiña el ojo a Baxter y se aleja en dirección a las escaleras.

Baxter ya sabe lo de su hermano con la mía y con Susie. Tanto él como yo quedamos anonadados al enterarnos. Por supuesto yo lo supe porque tuve que verlo. Él se enteró porque yo se dije; no podía no compartir un secreto así de grande con él, y porque Johann se lo contó en tono confidencial al preguntárselo.

Aún es algo extraño para nosotros saber algo así de nuestros hermanos menores, no tan menores.

—¿Pasó algo? —pregunta mirando mi frente. Cuando me la toco, me duele, deduzco que me he hecho un chinchón por el golpe. Ha valido totalmente la pena porque ya no pienso en mi hermana ni en sus cochinadas.

—No. —Aparento tranquilidad, como si fuera normal escuchar a Megan hablar así. Cualquiera diría que estoy acostumbrada luego de vivir con ella tanto tiempo. Lo cierto es que mi hermana empezó a decir y pensar perversidades desde que me mudé con ella. Antes no era así. Creo que sus comentarios así empezaron al mismo tiempo que salía con Johann. O Susie. No quiero pensar que ellos la han pervertido, pero una parte de mí se lo pregunta. Demonios, jamás quiero saber la respuesta a eso. Sacudo mi cabeza alejando los malos pensamientos. Me enfoco en Baxter—. Tracy me dijo que estabas en una reunión...

Dejo caer, como quien no quiere la cosa.

Baxter se mantiene serio mientras alza una mano para que se la tome.

—Ven conmigo.

Estoy atareada de manuscritos que corregir y editar, pero mando todo al diablo cuando tomo su mano y dejo que me lleve a los baños privados. Es un privilegio ser novia del jefe y que este te secuestre unos minutos para él. Porque si no, ¿para qué le sirve ser jefe si no tendrá toda la diversión completa?

Baxter le echa seguro a la puerta del baño y se recarga en ella. Se cruza de abrazos, sin dejar de mirarme de arriba abajo.

Estoy con ropa otoñal, un pantalón, blusa blanca y un saco encima, con botines con taco que me mantienen alta; nada del otro mundo. Pero Baxter me desnuda con su mirada, a pesar de estar tapada por todos lados.

Aprieto mis labios al sentir esa corriente magnética entre ambos. ¿Me ha traído aquí para follar o para hablar? Estoy dispuesta a ambos, y si primero es follar estaré encantada.

Cuando empieza a hablar me desinflo de mi globo al creer que me arrancaría la ropa ahí mismo. Me cruzo de brazos al sentir mis pezones endurecerse por fantasías que por ahora no se cumplirán.

—Estuve en una reunión, pero no te voy a preguntar quién te dijo porque ya sé la respuesta. Trace no puede callarse nada, ¿no? —Es una pregunta retórica que se la ha hecho a él mismo así que sonrío, sin responder—. No quise contarte nada antes por miedo a que rechazara el acuerdo.

Mi respiración se detiene al oírlo.

—¿Y?

Se toma su tiempo antes de responder.

—Lo aceptó.

Mierda.

—Mierda. —Suelto el aire que estaba conteniendo y lo miro, sonriendo sin poder esconder la felicidad que sus palabras me traen. Voy hacia él y lo abrazo, sabiendo lo duro que fue para Bax tener que cederle su parte solo para poder divorciarse de la mujer. Ahora que no está atado a ella en ningún sentido, es como respirar por primera vez—. Joder, gracias al cielo, Bax. ¿Quiere decir que la editorial Coleman es libre de esa mujer?

Asiente, sin dejar de abrazarme. Se aferra a mí un instante más antes de alejarse, sonriendo.

Me mata ver sus hoyuelos.

—Vuelvo a tener el porcentaje de mis acciones en esta editorial, y, somos libres de ella. Ya no meterá nunca más sus manos en Coleman.

Sonrío contagiada por su entusiasmo desbordante.

—Por fin, Bax. —Pongo una mano en su mejilla libre de vello y lo acaricio con ternura—. Felicidades.

—Soy un poco menos rico que antes, pero... —Se encoge de hombros, su ceño se frunce—. Todo sea por librarme de una vez por todas de ella.

Lo beso solo para que deje de hablar y se contagie de nuevo de la felicidad que estábamos compartiendo. Sé lo que ha sufrido Bax junto a esa mujer, así que me pongo de puntillas y lo beso, deslizando mi lengua en la suya.

Nuestros labios se tocan unos segundos antes que ambos estemos con la respiración trabajosa. Así de rápido nos provocamos. Cuando veo sus ojos mieles encendidos sé que la pasión ha surgido ganando cualquier sentimiento que teníamos. Mi corazón late tan deprisa que seguro él debe oírlo.

—Quiero decirte algo.

—Dime —susurro bajo mi aliento.

—Múdate conmigo.

Suelto su cuello y me alejo un paso, sintiendo que mi garganta se aprieta al oírlo. Un nudo igual de grande se asienta en mi estómago.

Dios mío.

—¿Por qué haría eso?

¿Por qué me lo pregunta aquí? ¿Ahora?

Se aferra a mi mano.

—Es más o menos lo que haces ahora, solo que tu ropa no está en mi armario. Ni tus cosas en mi apartamento.

—¿Quieres que me mude? ¿Por qué?

—¿Y por qué no? Te amo, Madison, y quiero vivir contigo. Has estado en mi casa todos los días desde hace meses; desde cuando saliste del hospital. La única diferencia en no haberte mudado oficialmente a lo que hacemos ahora, es que no has traído tus cosas, pero por lo demás vives allí.

Joder, mudarse es un paso muy grande.

Demasiado.

Es una responsabilidad mucho mayor a tener una relación.

Ya he estado ahí una vez. Sé lo que se vendrá.

—¿Estás seguro que eso es lo que quieres, Bax?

—¿No lo quieres tú?

Me aferro a sus manos.

—Yo te hice la pregunta primero.

Baxter rueda los ojos.

—Pues sí, claro que quiero que te mudes conmigo.

—Pero...

—Perteneces conmigo, bonita. —No puedo evitar sonreír sin poder mantener más mi rostro estoico—. ¿Esa sonrisa es un sí?

Es mi turno de rodar los ojos.

—Pues claro que sí. Esperaba que me lo pidieras hace mucho. No quería ser una desvergonzada y proponerte algo así; porque es tu piso. Pero ahora que me lo dices, sí, sí quiero mudarme contigo.

En un segundo estoy encerrada entre sus brazos y la pared, siendo cargada por debajo de mis piernas. Inmediatamente rodeo sus caderas riendo al sentirlo besar todo mi rostro.

Se detiene muy cerca a mis labios.

—Joder, espera. ¿Estabas haciéndote de rogar?

Niego al ver la mirada asesina que me lanza.

—No —digo rápidamente—. Sólo quería hacerte sufrir un poco. Pero solo un poquito. —Al ver que no cambia esa mirada ceñuda, cambio de táctica—. Quería un poco de resistencia para luego pelear y tener una reconciliación y luego tal vez follar como locos contra la pared. ¿Qué me dices? ¿No te suena atractivo?

Le sonrío, esperando a que su expresión cambie.

Cuando lo hace mis piernas tiemblan a su alrededor.

—Sí, vamos a follar como locos contra la pared. Pero nos vamos a saltar la pelea y reconciliación, porque lo importante es que has aceptado. Te mudas conmigo.

Asiento, sonriendo. No puedo ocultar mi felicidad.

—Sí.

—Ahora te voy a follar con locura contra la pared, pero será la celebración. Y también el castigo por hacerme esperar.

Mi mente explota con su declaración. Es lo que he estado esperando desde que nos encerró en este baño.

—Joder,sí. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top