43: Sin poder creerlo

El domingo por la mañana recibo una llamada a mi celular, pero como estoy demasiado ocupada preparando el desayuno para Baxter y para mí, dejo que vaya al buzón de voz las tres veces que suena. En cuando Bax sale del baño trae consigo mi celular, que he dejado en el mueble del sillón.

—Ha sonado varias veces —dice tendiéndomelo. Cuando lo tomo veo tres llamadas perdidas. Dos de mi madre, una de papá.

—Joder, son mis padres. —No he hablando con ellos en varios días, y no por falta de voluntad, pero sí por falta de tiempo, he estado poniéndome al día con el trabajo de la editorial. Con tantos manuscritos por revisar y corregir apenas vivo mi día a día. Solo anoche me permití disfrutar por ser cumpleaños de Tracy, pero ahora tengo que meterme de lleno en la corrección. Baxter al saber la situación con mi hermana y mi madre, me da una mirada conocedora—. Tal vez deberías llamarlos, si te han llamado varias veces es porque están preocupados por ti.

—Los llamaré luego de desayunar. —Sonrío.

Pero cuando ambos terminamos de desayunar y estamos apilando los platos sucios en el lavadero, recibo otra llamada de papá. Esta vez no puedo ignorarlo.

Contesto.

—Hola, papá. —Cierro los ojos al oír su suspiro.

—¡Por fin respondes, Madie! —exclama papá. Me siento culpable por alargar esto. Baxter me hace una seña y yo asiento. Me dejo caer en su sofá para ponerme cómoda, aunque con lo que me dice a continuación me levanto como si me hubieran puesto un cohete en el culo—. ¡Estamos fuera de tu apartamento! ¿Nos dejas entrar? Queremos invitarlas a desayunar, cariño.

Abro mis ojos con horror.

—Eh, ah, sí —digo con nerviosismo. No sé dónde se ha metido Megan, pero ruego para que no esté en casa. No hasta que saque a mis padres de allí—. ¿Estás con mamá allí? ¿Te parece si vamos a comer a la cafetería que está a un par de cuadras? Los encuentro allí en veinte minutos.

—Es que estábamos esperanzados de conocer su apartamento, Madie. Tu madre está aquí. Ambos estamos en el vestíbulo del edificio. Dinos cuál es el número, nosotros subiremos a verte.

Mierda, mierda, mierda.

¿Acaso no saben que comparto apartamento con Megan? ¿Ya se olvidaron de eso? ¿O mi madre está dispuesta hablar con ella y pedirle perdón? Dios mío, empiezo a hiperventilar.

—Eh, no estoy en casa, papá —murmuro entre dientes—. Me he quedado en la casa de mi novio. Megan debe ser allí, ¿quieren ir a verla?

La línea se queda en silencio.

—¿Tu hermana está aquí? —pregunta con tono esperanzado. Mi hermana no ha visto nuestro padre en meses. Sé lo mucho que lo extraña así que se me parte el alma oírlo.

—Sí, claro. —Cruzo mis dedos para que sea verdad.

Escucho que mi padre le dice algo a mamá en voz baja y tapando el micrófono del teléfono por lo que no escucho muy bien qué se dicen.

—Te esperaremos aquí, Madie. Ven cuanto antes, queremos verte a ti y a tu hermana.

Mi corazón late rápido al oírlo.

Realmente está sucediendo.

—Claro, papá, voy en camino.

Cuando cuelgo y le cuento las noticias a Baxter, él se ofrece a llevarme. Me visto en tiempo récord y en el camino hacia el apartamento llamo a mi hermana. Como me manda al buzón las dos veces que la llamo, le dejo un mensaje de voz. No sé si sigue molesta conmigo, pero quiero creer que no. Ya es mayorcita como para saber lo que quiere en su vida, unas simples palabras mías no deben molestarla.

Baxter me deja frente a las puertas del edificio.

—Gracias, amor —susurro contra sus labios—. Te llamo cuando termine de hablar con mis padres.

—Sí, en cuanto estés lista para regresar a casa. —Mi pecho aletea de emoción. Me besa—. Suerte, bonita.

Con una sonrisa tonta en mi rostro me bajo de su auto y entro por las puertas de vidrio. Quise que Baxter me acompañara, pero él me recomendó que fuera yo sola, dice que esta es una reunión familiar y solo para los cuatro. Para conversar largo y tendido luego del embrollo de hace años entre mi hermana y mamá.

Cuando entro al vestíbulo veo a mis padres sentados en los cómodos sofás blancos de la recepción. Me acerco rápidamente a ellos. Ambos sonríen y me abrazan con fuerza, luego me sermonean por no haberlos llamado, aunque rápidamente se alegran de nuevo por verme.

—¿Y Megan? —pregunta papá. Noto que mamá no muestra señales de molestia ni desdén como suele tener el rostro cada vez que papá la menciona.

—Está en casa —respondo—. Aún no sabe que están aquí.

—Bueno, muéstranos el camino —dice mamá, sonriendo—. Quiero conocer su apartamento.

Siento que estoy en un mundo paralelo.

Subimos por el ascensor hasta el quinto piso. En cuanto las puertas metálicas se abren salgo de allí, sin dejar de hablar de cómo me va en el trabajo. Ver a mis padres es reconfortante, pero ahora que están a punto de entrar al apartamento que nunca han pisado, en donde Megan seguramente está, me pone a temblar. Es como si un tren estuviera a punto de descarrilarse y yo fuera la culpable.

Pero maldita sea Megan por no contestar el teléfono.

Saco la llave de mi bolso y la introduzco, mis padres aguardan detrás de mí.

Abro la puerta, pero antes de entrar, volteo hacia ellos.

—Tal vez sería mejor si esperan aquí para que yo...

—¿Madie? —La voz de Johann suena detrás de mí, dentro del apartamento. Volteo con rapidez.

—¿Quién es él? —pregunta mamá.

—Uh, es el novio de Megan —respondo. Mis padres entran al apartamento en el momento en que Johann se acerca. Gracias al cielo está vestido, tiene la ropa arrugada, pero está completamente vestido, excepto por los zapatos, pero no creo que a mis padres les importe mucho aquello. Ruego para que no.

—Mucho gusto, señora y señor Hall. —Johann los saluda con un apretón de manos a cada uno sin dejar aquella sonrisa encantadora que posee. Ojeo por el apartamento, pero todo está perfectamente en su lugar. Supongo que tengo que agradecer el orden y la limpieza de mi hermana, porque de otra manera mamá ya hubiera empezado a criticarlo todo.

Mi hermana no está aquí, así que suspiro aliviada. Aún tengo tiempo de alertarla.

Me apena dejar a Johann a la merced de mis padres, pero es lo que toca. Voy al pasillo sin decir nada mientras los tres conversan. Milagrosamente mamá no parece molesta por haber pillado al novio de Megan aquí, al contrario, parece contenta. Me alegro de notar que se llevan bien inmediatamente.

La puerta de la habitación de mi hermana está abierta. Cuando me asomo la veo echada en la cama, con las sábanas tapándole todo el cuerpo. Su habitación grande está ordenada, excepto por el desorden del piso en donde se vislumbra el vestido que usó anoche y los tacones lanzados a cualquier lugar.

—Meg —murmuro corriendo a su lado—. ¡Meg, despierta!

Abre los ojos lentamente, cuando nota que soy yo, rueda los ojos.

—Si has venido a sermonearme, te puedes ir por allá...

—¡Papá y mamá están aquí! —medio susurro/medio grito cerrando la puerta a mis espaldas. Vuelvo a ponerme a su lado. Ella se despereza rápidamente al levantar la cabeza y clavar sus ojos verdes en los míos.

—Mierda, ¿qué hacen aquí? ¡Joder! —Se levanta ligeramente para recostarse en el cabezal de la cama, pero las sábanas caen, y a pesar de haber visto a mi hermana desnuda un par de veces sin querer, abro los ojos de más cuando veo chupetones en sus tetas.

—¡Meg! —Apunto sus pechos. Ella se tapa rápidamente alejando sus ojos de los míos.

—Dime qué hacen aquí, Madison —susurra molesta—. ¿Acaso los has traído tú?

El dolor en su tono de voz es inconfundible, y en mis ojos también, porque esa acusación me hace sentir mal.

—¡Por supuesto que no! —Alzo las manos, indignada—. Jamás traería a nuestros padres aquí. Pero papá sabe la dirección y ha decidido hacernos una visita. Él y mamá. Nos quieren llevar a desayunar. Me han llamado hace rato y yo vine corriendo aquí para avisarte ya que no tienes el celular prendido. Cámbiate, vamos a salir a desayunar.

—No —dice automáticamente—. Puedes ir tú pero yo no iré.

Me siento en la cama, tratando de llegar a ella, pero se refugia bajo las sábanas. Mi hermana está herida y eso me duele a mí, pero necesita saber que a pesar de todo nuestros padres la quieren. Si no, no hubieran hecho el esfuerzo de venir aquí. Tal vez mamá por fin ha abiertos los ojos y quiere reconciliarse con ella. A pesar de los años, a pesar del dolor, está dispuesta a cambiar las cosas. Ese es gran paso.

Una parte de mí está verdaderamente esperanzada de que eso pase. Los cuatro no hemos sido una familia desde hace muchos años, y es momento de avanzar.

—Megan, ellos han venido aquí por una razón. —Intento poner mi mano sobre la suya, pero se remueve, poniéndose bocabajo para no mirarme—. Yo sé que mamá te ha hecho mucho daño, y papá también al no defenderte, pero ahora están aquí. No sé para qué, no me lo ha dicho, pero si han venido hasta nuestro departamento es por alguna razón. Tienes que dejar a un lado el rencor con mamá y aceptar sus disculpas si ella te las pide. Necesitas sanar esa herida que está allí desde que sucedió la pelea. —Mis ojos queman por derramar lágrimas al ver que ella no me hace caso. Parece ser que también está molesta conmigo—. Sé que esta es tu vida, Meg, te pido perdón por las cosas que dije anoche. No quiero mandar en tu vida, al fin y al cabo es tuya. Yo solo me preocupo por ti, quiero lo mejor para mi hermanita pequeña, y eso incluye una reconciliación con nuestros padres. Nada va a borrar todos estos años de dolor, pero aprenderás a soltarlo poco a poco, solo tienes que intentarlo. ¿No los extrañas, no extrañas tener una familia? Mamá se equivocó, sí, y mucho. Pero apuesto que está muy arrepentida y por eso ha venido aquí, hasta nuestro departamento. Ahora mismo está afuera, con Johann. Ven, Megan, te sentirás mucho mejor cuando los escuches.

No dice nada.

Asiento.

Si Megan no quiere salir, no puedo obligarla.

»—En un rato iremos a una cafetería. Espero que te nos unas. —Esta vez dejo caer mi mano en donde su mano sujeta el borde de la sábana—. Te quiero, Meg.

Salgo de ahí recorriendo el pasillo hasta llegar nuevamente a la sala. Mis padres continúan charlando con Johann. Entro justo en el momento en que Johann está hablando de cómo es Megan en el trabajo.

Observo el rostro de mamá. Tal vez ahora se vea dura, con la mirada imperturbable, pero noto un tic en su ojo, como si estuviera a punto de echarse a llorar.

Johann sabe el problema que Megan ha tenido con nuestros padres, pero aun así conversa con ellos de una manera muy amable y hasta divertida, comentando desde el momento en que se conocieron él y mi hermana, hasta este momento de su relación. Obviamente no menciona a Susie ni por asomo, por obvias razones.

Mamá parece algo feliz de saber que Megan tiene novio. No sé si se deba a porque quiere hacer las pases con Megan o porque su novio es eso, «novio» y no «novia», pero aun así yo también me pongo feliz de saber que cada vez estamos más cerca a una reconciliación. Solo falta que Megan acepte su perdón, no será nada fácil, pero por algo se comienza. Paso a paso.

Es una nuestra madre, nuestra familia, no podemos estar así toda la vida. En algún momento mamá iba a darse cuenta de su error.

Mi pierna empieza a rebotar contra el suelo cuando escucho pasos que vienen del pasillo. Ha pasado más de diez minutos en los que el ambiente se ha ido relajado entre mis padres y yo gracias Johann, que conversa alegremente con ellos mientras yo me mantengo alerta. Mi hermana está a punto de entrar a la sala y yo estoy que me encojo del miedo. Ella no ha visto a nuestra madre desde la pelea, desde el momento en el que mamá le gritó cosas muy feas. Ahora, varios años después, están a segundos de verse.

Mi papá es el primero en levantarse cuando aparece Megan, con el cabello anudado en una coleta y con ropa casual como si estuviera apunto de salir. Inmediatamente papá la abraza con fuerza estrechándola entre sus brazos. No se han visto en largos meses así que el encuentro es largo. Megan parece querer llorar, pero reprime sus lágrimas y sonríe cuando papá le dice algo al oído.

Johann se levanta también. Yo permanezco sentada, porque si me levanto probablemente me caeré al piso de la emoción. La que también permanece sentada y apretando fuertemente sus manos es mamá.

En cuanto Megan se despega de papá, se queda de pie torpemente entre Johann, quien la abraza de lado, y papá quien sonríe abiertamente.

—Megan... —exhala mamá poniéndose de pie. Oír luego de mucho tiempo el nombre de mi hermana en la boca de mi madre hace que quiera llorar, pero me aguanto.

Observo en cámara lenta cómo mamá se pone de pie. Megan aprieta sus labios, sé leer muy bien a mi hermana, así que noto que está tensa. Aprieta la mano de Johann. Antes que cualquiera pueda hacer otro movimiento, la puerta del apartamento suena.

Me levanto rápidamente preguntándome quién está interrumpiendo este momento. Baxter no es, porque me avisó que regresaría a su apartamento a esperar mi llamada, así que voy hacia la puerta. La abro y jadeo cuando veo a Susie frente a mí.

Ella me sonríe con timidez, sus ojos avellanas me observan con cierto temor. Me hago a un lado torpemente sin saber qué decir.

Joder, ¿qué hace ella aquí?

Mierda.

Papá, amable como siempre, mira a Susie con una sonrisa.

—¿Y tú quién eres? —pregunta, pero no le da tiempo a responder—. Debes ser amiga de mis hijas.

Se hace un corto silencio.

—En realidad es mi novia —dice Megan con audacia.

Pasan muchas cosas a la vez luego de aquella declaración.

Mamá suelta un grito. Papá frunce el ceño, confundido. Johann aprieta los labios mirando a Megan. Susie sonríe con las mejillas coloradas. Yo, yo me siento con fuerza sobre el sofá.

Demonios. Mi hermana acaba de declarar la tercera guerra mundial con aquellas palabras.

La miro, anonadada con que haya soltado aquello frente a mis padres.

—¡No me jodas, Megan! —exclamo. ¿Decir que tiene dos novios frente a papá y mamá? Significa que quiere pelea.

—¡Ese lenguaje! —gruñe papá.

Mamá empieza a llorar, parece estar a punto de desmayarse de la conmoción.

—No puedo creerlo... —empieza a susurrar, pero se oye en todo el apartamento.

—No debiste soltarlo así, Meg —dice Johann, acariciando a mi hermana, como si estuviera consolándola a pesar de la mirada reprobada que le da.

Susie aprieta su mano, pero se mantiene al margen de esto.

Megan parece estar a punto de dar más bombas, y sé que todo está dirigido a mamá.

—Tengo novia —le exclama ella a nuestra madre, quien está tan pálida que parece enferma—. Si sigues teniendo un puto problema con lo que siento, entonces vete de mi vida. De nuevo. No puedo creer que después de todos estos años sigas teniendo problemas conmigo.

Ay, madre mía.

Estoy en primera fila de nuevo, en una pelea que presiento solo acaba de comenzar. Lo cierto es que empezó desde hace años y ahora parece terminar.

—¿Johann también es tu novio? —pregunta papá, señalándolo.

Mi hermana asiente.

—Sí.

—Es que no es normal. —Es todo lo que dice mamá con voz entrecortada. Megan parece querer abalanzarse sobre ella, pero Johann la tiene agarrada de la cintura.

—¿Qué vas a saber tú de normalidad si no amas a tu propia hija? —replica con fuerza—. Eres una amargada que se esconde detrás de supuestos principios religiosos para maltratar a alguien que tiene gustos diferentes a los tuyos. Pues vete enterando, mamá, que la única anormal aquí eres tú.

Vaya, Megan ha salido con la pistola en alto para disparar a matar.

Mamá se limpia las lágrimas negando con la cabeza.

—Es una aberración y jamás estaré de acuerdo con eso.

Aprieto mis manos en puños, pero antes que pueda decir algo mi hermana se me adelanta.

—La única aberración es tu manera de pensar. ¿No puedes aceptar que dos personas que se amen así sean del mismo sexo? Se nota que no tienes corazón. —Niega—. Todos estos años he vivido con tristeza por pensar que eres una mujer sin corazón. Tú, siendo mi madre, me odias. —Se ríe con descaro, haciéndola ver más siniestra—. Hace mucho tiempo dejé de escuchar tus palabras en mi cabeza y comencé a vivir mi vida como me place. Lástima que en todos estos años no hayas cambiado ni un poco.

Mamá aprieta sus labios al oírla. Veo la furia en ella. Incluso papá se acerca a mamá para aplacarla, pero ella alza una mano.

—Espero que algún día cambies. Si de verdad esperas a que yo te acepte tendrás que pedir perdón por todo el disgusto que me has hecho pasar desde hace años y dejar esos gustos depravados. —Mira a Johann, quien la mira con furia. Luego a Susie. Niega con la cabeza, asqueada—. Te has perdido, Megan. Lo has hecho desde hace tiempo.

Sin mirar a nadie más se da la vuelta y se va.

—¡Tú me perdiste a mí! —grita Megan a sus espaldas.

Unos segundos después Susie alza la voz, gritando también.

—¡Vieja retrógrada!

Megan se echa a reír inmediatamente, Susie también lo hace.

Papá con la mirada triste se despide de Megan, diciéndole algo al oído a lo que me hermana asiente, abrazándose a él con fuerza. Por lo menos él es el único de nuestros padres que acepta a Megan por quién es, y que al parecer no se ha hecho problemas con que ella tenga dos novios.

Por lo visto en todos estos años papá no ha podido hacerle entrar en razón a mamá. Luego se despide de mí y el apartamento queda en un silencio tenso.

—Demonios —dice Susie por lo bajo, mirando el suelo—. No creí que eso llegara a pasar.

—Meg, ¿podemos hablar? —pregunto mirándola. Cabecea reticente, pero me hace una seña para que la siga a su habitación. Dejamos la sala con Johann y Susie conversando en voz baja y nos sentamos en su cama luego de haber cerrado la puerta. Mi hermana tiene una expresión de desaliento en su rostro, pero no parece triste, ni remotamente decepcionada. Recuerdo cuando ocurrió la primera pelea hace años, Megan lloró como una bebé en todo el transcurso al hotel en donde nos hospedamos aquella noche. Pero ahora está tan tranquila que me pone a mí más nerviosa de lo que ya estaba. Me pego más a su lado y tomo sus manos entre las mías—. ¿Estás bien?

—¿Realmente? —Sonríe ella mirándome a los ojos. Los suyos, verdes, brillan con emoción—. Estoy mejor que nunca. Hace años debí plantarme así frente a ella y no quedarme callada como una tonta la primera vez. He esperado por años a decirle todo eso. Y aún tengo ganas de gritarle más cosas. Tengo un nudo en la garganta de todo el tiempo que me he callado esto, pero siento que ha sido suficiente.

No me esperaba esa respuesta.

—¿Realmente estás bien? —Miro a sus profundos ojos, esperando leerla, pero sé que dice la verdad—. Dios mío, lo siento mucho, Meg. Debí decirle unas cuatro cosas y mandarla de paseo, pero no quise hacerlo porque estaban Johann y Susie, y no...

—Oh, Mads —murmura abrazándome. Cierro los ojos al sentirla en mis brazos. Mi hermana siempre será mi debilidad—. No te preocupes. Esta vez me tocó a mí plantarle cara. Necesitaba soltar lo que tenía en el pecho.

—¿Y no estás triste?

Nos alejamos al mismo tiempo.

—No. —Exhala, sonriendo a medias—. No estoy cien por ciento feliz, pero tampoco estoy triste. Me siento aliviada. Sé que tal vez nunca llegue a aceptarme como soy, pero no dejaré que sus tontas palabras me arruinen una vez más. Quiero ser feliz a partir de ahora, y si tengo que ignorar las palabras de mamá, lo haré.

Esas palabras me hacen lagrimear.

—No sabes lo feliz que estoy que hayas abiertos los ojos y te hayas dado cuenta de que tú no tienes la culpa de nada. Mamá es la que está equivocada.

—Lo sé —susurra—. Los chicos me lo dijeron.

Arqueo mi cejas.

—¿Te refieres a Johann y a Susie?

Sus mejillas se colorean.

—Sí.

—Mierda, Meg, me tienes que decir cómo funciona lo suyo porque no sé si lo entienda.

Ella se echa a reír.

—¿De verdad quieres saberlo? —Mueve sus cejas sugestivamente—. Porque los detalles son escabrosos y muy fuertes.

—¡Joder, no me refiero al plan sexual, cochina! —grito, riéndome—. Me refiero a... ¿Sabes qué? Ya no me digas nada. Lo que pase entre ustedes no debe interesarme. Pero quiero saber; ¿te tratan bien?

Sonríe pícaramente.

—Oh,me tratan mucho más que bien.

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