37: Ex novios

Jugueteo con el asa de mi bolso mientras subimos por el ascensor. Baxter, detrás de mí, roza mi cintura con su mano en un gesto de apoyo. Estoy volviendo a la editorial luego de dos semanas de descanso, y estoy tan alterada que no sé cómo lidiar con ello. Él ya me avisó que Sarah está allí, inmiscuyéndose en los asuntos administrativos de la editorial. Saber que su ex esposa forma parte del trabajo no me gusta nada, pero alejo toda la furia y me concentro en mantener un perfil bajo. Aunque no puedo lograr aquello porque a estas alturas ya todo el mundo sabe lo mío con Baxter gracias a los rumores que la propia Heidi difundió. Ya no me importan. He decidido pasar de aquellas miradas curiosas mientras Baxter me sujeta la mano y entramos juntos por las puertas de vidrio.

Todo se ve exactamente como lo dejé, excepto que hay muchos colegas que parecen nerviosos y otros entusiastas mientras nos ven Baxter y a mí caminar. Saludamos a algunas personas en nuestro paso, pero no nos detenemos ante nadie, salvo en la puerta de su oficina. Besa mi mejilla y con una pequeña sonrisa entra a su despacho mientras yo me dejo caer en mi silla.

Lo peor ya pasó.

Minutos después llega mi hermana junto a Susie. Al verme en mi lugar abre los ojos anonadada. Ella no tenía ni idea que yo regresaría. Corre a abrazarme fuerte a pesar de habernos visto ayer domingo por la tarde.

—¡Madie, volviste! —grita ella contenta de verme. Sin importarle nadie me abraza mientras chilla de alegría. Le dedico una pequeña sonrisa.

Pequeños pasos.

—Sí —murmuro—. He decido dejar de estar en la cueva de Baxter.

—¡Me alegra! —exclama. Luego se aleja un poco para cuchichear en mi oído—. Por muy rico que deba ser follar todo el día, de verdad necesitaba a mi hermana conmigo.

Casi me atraganto con mi propia saliva al oírla. Dios, está mujer en serio está mal de la cabeza. Ni siquiera trato de ignorarla, eso será peor y estamos en la oficina, no quiero llamar más la atención.

—Pues ahora necesito acción de trabajo.

Mueve las cejas de forma divertida.

—Claro, si ya tuviste mucha acción de lo otro.

Me alejo de mi hermana ignorando sus palabras para saludar a Susie, me sorprende cuando avanza y me abraza con fuerza.

—Qué bueno que hayas vuelto —dice.

Una calidez se expande por mi corazón al saber que no estoy sola.

La abrazo un segundo más disfrutando por primera vez de la emotividad de los abrazos. Aunque tengo algo pendiente con ella que necesito arreglar. Me alejo mirándola con vergüenza.

—Gracias, Susie —digo mirando sus bonitos ojos color avellana y su cabello negro—. Y discúlpame por hablarte así la vez pasada, estaba borracha y no...

—No te preocupes. —Me aprieta la mano, sonriéndome con dulzura—. No eras tú hablando, era tu dolor. Te entiendo, Madie.

No hay rencor en sus ojos. Eso hace que le sonría, ya puedo darme cuenta por qué mi hermana se fijó en ella. Susie es una mujer increíble. Con un último agradecimiento de mi parte ella se va a su puesto de trabajo mientras que yo me siento junto a mi hermana.

—¿Es verdad que Heidi sigue trabajando aquí? —pregunto, pero aunque ya sé la respuesta quiero saber más de eso. Y mi hermana es muy buena con el cotilleo.

Abre los ojos de más.

—Sí, esa perra sigue aquí. No sabes lo insoportable que es, siempre va a la cafetería regodeándose de los demás cuando no es más que una desgraciada. Y curiosamente ella y Sarah actúan como si fueran las mejores amigas. Ambas son unas hipócritas, se nota a leguas que no se soportan.

Se me cae el corazón al saber que Heidi también está aquí y que la veré en cualquier momento. Decido cambiar de tema, no quiero hablar más de ese par.

—¿Y dónde está Tracy?

Mi hermana sonríe al oír el nombre de la menor de los hermanos Cole.

—No sabes lo furiosa que está Tracy con ellas. A cada menor cosa que suceda ella explota y le grita a Heidi, y ella siendo tan perra siempre va y se lo cuenta a Sarah. Sabe que no tiene el respaldo de ninguno de los Cole. —Arquea las cejas sonriéndome con sorna—. Johann me contó que están preparando con el abogado unos papeles para comprar la parte de Sarah.

—¿Comprarle su parte de activos de la empresa? —pregunto con curiosidad—. Baxter no me ha dicho nada.

—Él no lo sabe, pero Johann y Tracy están viendo si pueden lograrlo pronto. Ni bien lo sepan se lo dirán a Baxter.

—Pero esa mujer no querrá deshacerse de su parte en la editorial.

—No creo que se niegue a una buena cantidad de dinero —asevera con un retintín alegre—. Y ellos tienen mucho. Esa alimaña es todo lo que quiere; dinero.

Me río ante ese insulto.

—Vaya —murmuro levantando la mirada. Todos en la oficina están en lo suyo, en su faena. El sonido de la impresora y del teclado hacen un eco en el lugar. Sonrío de lado—. Baxter amaría volver a tener su parte.

—Lo hará, nena —dice mi hermana apretándome la mano. Cuando vuelvo mi rostro al suyo, ya ha adoptado una expresión de preocupación. Su ligero ceño fruncido me lo indica—. ¿Y tú estás mejor? Sé que te vi ayer, pero de verdad me sorprendió verte aquí. ¿Cuándo decidiste volver a trabajar?

Me encojo de hombros.

—Lo he estado pensando desde hace unos días. No me gusta estar en casa sola, demasiados pensamientos en mi cabeza. Quiero volver de lleno al trabajo y desconectar un poco la mente con la lectura. Además, amo estar aquí.

—Esa es mi chica. —Me abraza de lado. No la aparto cuando me besa la cabeza como si fuera una niña pequeña. Su afecto es lo que más necesito.

—¿Y dónde está Johann? —pregunto al notar que aún no ha llegado. Lo cual es algo inusual porque él siempre llega temprano.

—Como te dije, ha ido a hablar con el abogado. Él y Tracy.

—Vaya.

—Lo sé, están tratando de moverse rápido porque nadie más soporta a la zorraza ahí. —Se ríe. Yo parpadeo. Megan me mira escéptica—. ¿Entendiste? Sarah combinado con zorra es zorraza.

—No tiene nada que ver...

—Perdiste el chiste. —Rueda los ojos—. Has perdido el sentido del humor.

—Claro que no. Soy muy graciosa, de hecho, soy mucho más graciosa que tú.

Megan entrecierra sus ojos.

—¿Quién te ha dicho esa mentira? —Abro la boca, ella niega—. No me digas que te lo ha dicho Baxter. Eso no cuenta. Los hombres te dicen cualquier mierda cuando están enamorados, y más aún cuando están follando.

La miro asombrada.

—Lo único que no he extrañado de esta oficina son tus comentarios morbosos. —La señalo—. Ahora vuelve al trabajo antes que digas cualquier otra babosada.

Me saca la lengua, pero me hace caso cuando mueve su silla para volver a su cubículo junto al mío.

Enciendo la computadora del trabajo y lo primero que decido hacer es abrir mi correo electrónico, no me sorprende ver que tengo más de diez correos sin abrir debido a que desconecté totalmente del trabajo desde hacer un par de semanas, lo que sí me llama la atención es que algunos de ellos son de Kayden Havort.

Antes que pueda abrirlos Megan, a mi lado, me codea con fuerza. Levanto la mirada para fruncirle el ceño, pero parpadeo ante la visión que tengo delante, la reconozco inmediatamente, es Sarah bajando las escaleras del segundo piso de la editorial. Nuestros lugares nos dan una vista en primera fila de ella bajando las escaleras. Está ataviada con una falda lápiz de color rosa palo, pero eso no me llama la atención, sino aquella ropa que está tan ceñida que parece estar a punto de explotar. Por la forma que se ve su trasero y sus caderas, deduzco que se ha operado. Creo que todo de ella lo es.

—Alerta, exceso de plástico y basura —susurra Megan.

No tengo nada en contra de las cirugías, pero lo de ella es el nivel extremo. Tiene tantas en todo el cuerpo que ya no sé qué es natural y qué no.

Sus tacones altos resuenan mientras camina hacia las puertas de vidrio con su bolso en el hombro. Todo en ella se ve caro, desde sus cirugías hasta su ropa.

Me pregunto si aceptaría el dinero de los Cole vendiéndoles su parte, o si se quedará para joderles la vida. Pienso que lo último es algo que escogería, pero no la conozco, aunque viendo su aspecto, parece ser que el dinero es algo que ama mucho.

—¿La viste? —dice Megan volviendo a codearme. Yo bajo la cabeza para volver a mi pantalla haciendo un ruido de confirmación. Mi hermana maldice—: No me jodas, qué hija de puta...

Alzo la mirada solo para ver a Sarah entrar de nuevo. Mi mirada la acecha al ver que se está acercando al despacho de Baxter, caminado con toda la elegancia del mundo. Toca la puerta y espera, todo bajo la atenta mirada de las personas. Algunos me miran a mí y luego a ella. Al parecer también saben que esa mujer es la ex esposa de su jefe. Me crispa los nervios al notar que todos en la oficina están al día con los asuntos amorosos de Baxter.

Lo que me faltaba.

Baxter abre la puerta sonriendo, pero cuando ve que es Sarah su semblante cae, frunce el ceño sin dejarla pasar. Hablan, pero sus voces se pierden entre el pequeño bullicio de la oficina. Trato de no mirarlos fijamente, pero me es inevitable. Ella es hermosa, con todo esa cirugía, y tiene curvas de ensueño. Su cuerpo a pesar de no ser natural es capaz de hacer girar varias cabezas, incluso la mía, pero me irrita pensar que Baxter estuvo con ella. ¿La quiso por eso o por algo más? Tal vez no la conozca del todo, pero con solo un encuentro con ella puedo decir que no tiene una gran personalidad. ¿Qué le atrajo? ¿Qué mierda vio en ella?

Puede ser que yo no tenga un gran cuerpo como el suyo, pero sé que mi personalidad es algo que le atrajo a él.

No sé de qué hablan ellos, pero me fastidia verlos tan íntimos, justo en frente de toda la oficina. Luego me siento una mierda por ponerme celosa cuando sé que Baxter me ama. Estoy siendo irracional.

Quiero golpearme la cabeza contra la mesa. Fuerte.

—¿Vas a dejar que siga hablando con tu hombre? —dice Megan volviendo a codearme. La miro mal, ella me ignora—. Anda allá y aléjalo de las garras de esa...

—Meg —digo mirándola con los ojos entrecerrados—. Solo están hablando.

—¿Y? —declara sin darle importancia a eso—. No me jodas, hermana, te creí más hábil. Esa zorra se lo quiere meter por los ojos. ¿No te das cuenta de que quiere volver con él?

—Se han divorciado.

—¡A quién le importa! Por lo visto a ella no. Haberse divorciado no significa que ella no quiera estar con él. Abre lo ojos, Mads, ella está intentando de todo para recuperarlo haciendo exactamente lo que quiere. —Se acerca a mí con un tono de conspiración—. Se divorció solo para obtener una parte de la empresa, ahora que la tiene, está aquí para recuperar a tu hombre, que una vez fue suyo. No me jodas y anda allá.

—No me jodas tú a mí —murmuro observándolos hablar—. No están haciendo nada malo.

Me estremezco al ver que Baxter retrocede para dejarla pasar. No, no, no. Intento respirar profundo porque yo confío en Baxter. Él no se atrevería a darle una segunda mirada.

—¿Te olvidaste que hace tiempo dijo el nombre de esa zorra cuando ustedes estaban...?

—Eso ya pasó —hablo con voz dura.

Megan señala donde Baxter ha dejado la puerta semi-abierta con ellos dentro.

—Pues si ella decide recuperarlo, tú debes decidir no dejarlo marchar.

—Y no lo haré —asevero.

—Pues te veo muy feliz aquí sentada.

—¿Y qué quieres que haga, que le monte una escena solo porque está hablando dentro en su oficina con ella?

—¡Exactamente!

—Eres una tonta —digo riéndome, pero no hay diversión en mí. Tal vez Megan tiene razón y debo hacer algo.

Me pongo de pie.

Megan celebra.

—¡Vamos, Madie! —susurra/exclama en mi dirección—. Ve por tu hombre.

Le saco el dedo medio mientras cojo algunos papeles desordenados de mi cubículo. Los reúno en mi brazo y camino con decisión hacia el despacho. No quiero encontrarme con Sarah pero es la única forma de enfrentarla; teniendo que dar la cara.

Escucho sus voces apenas porque el ruido de la oficina se cola por la puerta. Pongo una mano sobre esta y la empujo, poniendo una sonrisa educada en mi rostro.

—Baxter, quería hablar contigo... —Mi voz va decayendo. Sarah, sentada en una silla, gira su cuello y me observa de arriba abajo. Baxter me sonríe. Pongo cara de circunstancias, poniendo todo mi empeño en la actuación—. Lo siento, Bax, creí que estabas solo, tengo unas preguntas que hacerte sobre ese manuscrito que me diste.

Me abrazo a los papeles que tengo mientras me paro más recta al ver la mirada calculadora de Sarah mientras me inspecciona. No le impresiono y no debe saber quién soy porque porque voltea su mirada aburrida al frente.

—Lo siento, pero vine antes que tú para hablar con él. Puedes esperar afuera. —Hace un gesto con la mano—. No te olvides de cerrar la puerta.

No me muevo ni un centímetro al oír su tono de voz demandante.

—Pasa, Madie —le contradice Baxter poniéndose de pie. Cuando lo hace no puedo evitar comérmelo con la mirada. Está tan guapo con aquel traje gris y el cabello ordenado que le sonrío. Sus ojos tampoco dejan los míos.

Sarah carraspea.

—¿Tú eres Madison? —dice ella ahora con toda la concentración en mí. Trato de no amilanarme ante su mirada condescendiente. Al parecer sí que sabe de mí.

—Sí. —Es todo lo que digo.

Arquea una ceja. Hace una mueca con sus labios gruesos mientras me evalúa.

Luego tiene la desfachatez de voltear hacia Baxter e ignorarme como si fuera basura.

—Baxter, nosotros estamos hablando, dile que se vaya —dice con autoridad. Cruza una pierna por encima de la otra y se recuesta en el respaldar de la silla.

Qué mujer tan exasperante. De verdad que no puedo imaginar qué vio Baxter en ella. Tal vez su cuerpo, pero ni siquiera eso es natural.

—Solo era un minuto —murmuro con voz apenada, mirando a Baxter.

Él frunce el ceño, preocupado, pero también aliviado de no tener que hablar con su ex.

—Claro. Lo siento, Sarah, pero tengo que hablar con ella. Lo que sea que tengas que decirme, me lo puedes escribir al correo.

Aprieto mis labios al oírlo para no sonreír con suficiencia.

—Baxter... —jadea ella estupefacta. Se cruza de brazos haciendo que su escote se desborde—. Pero...

—Lo siento —vuelve a repetir él yendo a la puerta y abriéndola del todo para que se retire. Con una mirada de furia ella me pasa en dirección a la puerta. Le hago una seña de adiós con mis dedos antes que Baxter le cierre la puerta en la cara.

—Vaya —formulo parpadeando—. No creí que esa mujer fuera tan..., tan...

—¿Exasperante?

Parpadeo.

—Intensa.

—Sí, eso también —Suspira. Luego viene a mí y me toma la mano—. ¿Ha pasado algo, estás bien?

Su preocupación me parece muy tierna. Me muerdo el labio al verlo genuinamente inquieto por mí.

Suelto los papeles al suelo bajo la atenta mirada sorprendida de Baxter. Rodeo su cuello con mis brazos y le sonrío.

—Nada, solo te extraño.

Su risa es como música para mis oídos.

—¿Entraste aquí toda preocupada solo para decirme que me extrañas?

Asiento, haciendo puchero.

—Es que te extraño mucho.

Entrecierra los ojos.

—Claro que sí —dice con sarcasmo. Grito cuando me carga colocando sus manos en mi trasero en dirección a la mesa. Se coloca entre mis piernas sonriéndome con malicia—. Entonces muéstrame lo mucho que me extrañas.

Vuelvo a morderme el labio ante lo que está por venir.

En los siguientes minutos, le muestro a Baxter exactamente lo que quiere.

☾ ☾ ☾

Miro mi teléfono como una estúpida al ver el número conocido que hay en la pantalla. Es la tercera llamada que recibo y no entiendo qué mierda está pasando. No me molesto en tomar la llamada, lo que sea que esté sucediendo no me importa.

Baxter a mi lado abre la puerta de su auto, pero yo espabilo y niego.

—No necesitas bajar, Bax, solo traeré más ropa y dejaré esto. —Levanto la pequeña mochila que tengo en el regazo y guardo mi teléfono en el bolsillo. Beso sus labios antes de bajar.

Mientras lo hago vuelvo a sentir la vibración del celular indicándome otra llamada. Lo ignoro.

—Bien, te estaré esperando. —Me dedica una sonrisa suya con hoyuelos y no puedo evitar besárselos antes de irme.

Subo por el ascensor a mi apartamento, al que comparto con mi hermana y el que he estado evitando estas dos últimas semanas. No he vuelto desde que salí del hospital. Megan me dijo que ya no están las cosas que compramos aquel día, eso me trae poco de alivio, pero muchísimo dolor. Y por mucho que sienta que quiera a alguien mi lado para entrar allí, es mi casa, y no dejaré que los malos recuerdos vivan por siempre en mí.

Aunque es mucho más fácil pensarlo que sentirlo.

Me estremezco cuando el ascensor se detiene en nuestra planta. Avanzo un paso, luego otro, y muchos más hasta que dejo que las puertas se cierren detrás. Camino aferrada a mi mochila mientras mis tacones resuenan en el corredor.

Mi mirada se estanca en la persona que está delante de la puerta de mi apartamento.

Abro la boca, absolutamente anonadada.

—¿Qué haces aquí, Devan? —Jadeo.

Él levanta la cabeza ante el sonido de mi voz y se acerca a mí.

Luce preocupado, y por las pintas que lleva, también desastroso. Parece que ha salido de su cama para correr directamente hacia aquí. Lleva una camisa completamente arrugada y el pantalón de vestir sin planchar. Su cabello, aunque está ordenado, se le ve descuidado, súmale a eso las ojeras y la barba incipiente, y obtienes al hombre que está parado delante de mí. Me mira como si no me hubiera visto en años y hubiera agonizado en el transcurso de ese tiempo.

Mi piel se pone de gallina.

—Madie, nena, estaba llamándote al celular, pero no me respondiste.

Mi interior se llena de pavor.

Aunque lo haya querido y me haya enamorado de este hombre, ahora puedo decir con total seguridad que ya no lo amo. Lo quise, sí, y también quise lo mejor para él. Pero ahora sé que no es el hombre de mi vida. Con él, en los seis años que estuvimos juntos, jamás vivimos lo que Baxter y yo sí; lo nuestro es intenso. El amor, el sexo, nuestra unión, hasta las peleas y reconciliaciones. Todo.

He vivido con Devan por años. Compartí una vida con él. Y cuando finalmente rompimos me sentí triste, pero también me sentí aliviada.

Recuerdo cuando vivíamos juntos en su apartamento y regresábamos juntos a casa luego de un largo día de trabajo, muchas veces deteníamos el ascensor porque no podíamos esperar al apartamento a hacerlo. Recuerdo que apenas podíamos quitarnos las manos de encima. Siempre queriendo más. Éramos insufribles y apenas podíamos contenernos. Parecía que él nunca tenía suficiente de mí. Y ahora... ahora ni siquiera podemos acercarnos lo debido. Por lo menos, yo no. Esa parte de mi vida con él ha pasado. He cambiado. Mi vida ha cambiado.

—Te dije que no quería volver a verte —le recuerdo—. No sé qué haces acá ni por qué has venido, pero tienes que irte.

Él suspira. Su cabello castaño cae sobre su frente, pero no hace nada por apartarlo. Lo que hace es acercarse un paso. Yo me mantengo firme, me cruzo de brazos sin importarme nada de lo que pueda decirme. La última vez que nos vimos en casa de mis padres le dejé muy en claro que no quiero tener que ver con él nunca más.

—Quiero hablar contigo, sólo un momento. ¿Podemos pasar?

Miro la puerta detrás de él. No quiero entrar a ese departamento, pero tampoco quiero quedarme en el pasillo conversando con Devan.

Tomo mi decisión mientras abro la puerta dejándolo pasar. No la cierro, porque se irá en cualquier momento cercano y porque francamente no quiero que se quede mucho tiempo. Yo ya no tengo nada que decirle.

Me cruzo de brazos delante de él. Trato de ignorar con todas mis fuerzas la sensación de dolor que cruza mi pecho cuando mi mente empieza a rememorar que lo sucedió aquí.

Bloqueo los recuerdos dolorosos y miro a Devan, a la espera de que hable.

—Tú dirás —murmuro.

—Hablé con tu mamá.

—Joder con ella —maldigo el momento en que mamá habló con él. Estoy harta que intente manejar mi vida como si fuera la suya, inmiscuyéndose en cosas que no le competen.

—Me dijo que estás con alguien —dice con voz dolida. Seis años juntos me han hecho reconocer los pequeños detalles de sus acciones.

Me paro derecha.

—Sí, estoy con alguien y soy muy feliz. ¿A qué viniste, a felicitarme?

Ignora mis palabra, pasa de ellas para mirarme con dolor.

—¿Ya te olvidaste de mí, así, tan rápido?

Abro la boca, indignada con sus palabras.

—¿Te estás oyendo? —empiezo a alzar la voz sin importarme nada—. Devan, lo nuestro terminó hace meses. ¡Meses! ¿Y ahora vienes aquí a preguntarme si te olvidé? Si mal no recuerdo fuiste tú quien terminó todo. Dijiste que me fuera de tu casa porque no quería casarme contigo. Y no fue por ti, es que simplemente el matrimonio no va conmigo. Tú lo sabías cuando nuestra relación comenzó, lo hablamos mucho y por eso decidimos convivir. No me vengas con estupideces ahora.

Sus ojos parpadean con dolor.

—Creí que..., creí que un tiempo separados iba a servirte para reflexionar sobre nosotros. Lo que tuvimos fue hermoso, Madison, seis años juntos fue mucho tiempo, ¿quieres tirar todo eso por la borda por alguien a quien solo conoces de unos pocos meses? —Hace una mueca, cuando se acerca e intenta cogerme la mano retrocedo, ofuscada—. Te sigo amando, nena, y he venido para hablar. Sí, cometí un error, pero estoy dispuesto a olvidar nuestra pelea y continuar juntos. No me digas que no me has extrañado. Porque yo sí, y mucho. Estoy dispuesto a aceptarte de nuevo en mi vida.

En este momento estoy planeando seriamente golpearme la cabeza contra la pared. Fuerte. Varias veces. Y luego golpearlo a él de la misma forma.

—Devan... —digo su nombre con lentitud, no queriendo dañar sus sentimientos—. Quiero que sepas que lo que tuvimos fue hermoso, pero ya pasó. Para mí eso quedó en el pasado. Te quiero muchísimo, eres un gran hombre y sé que encontrarás a alguien que te ame con todo su corazón y realmente quiera una vida junto a ti, pero yo no soy esa persona.

Me mira por un largo rato, absorbiendo mis palabras.

Cuando vuelve a acercarse dejo que ponga una mano en mi mejilla. Aunque su toque no me gusta, tampoco me repugna. He sido novia de este hombre por varios años, y aunque ya lo haya superado, una parte de mí siempre se preocupará por él.

—¿Eres feliz? —Su pregunta me toma por sorpresa.

Hace varias semanas hubiera dicho que sí sin dudarlo. Pero ahora que mi vida cambió y esa felicidad se evaporó justo en este mismo apartamento, no tengo una respuesta clara a la pregunta. Tal vez no sea feliz ahora mismo, pero sé que lo seré en un futuro.

Aunque claro, no tengo por qué decirle todo eso a mi exnovio. Así que asiento.

—Lo soy.

Suspira.

—¿Y lo amas? —Sus ojos oscuros miran directamente los míos. No puedo escapar de su mirada.

—Sí —respondo sin dudarlo.

Asiente, creo que por fin entendiendo que lo nuestro acabó hace mucho. Incluso, creo que antes que termináramos.

—Lo siento —murmuro al verlo tan desolado. Jamás fue mi intención hacerle daño. No quiero que piense que soy una bruja que quiere castigarlo.

Él baja la cabeza negando unos segundos. Cuando levanta la mirada me sonríe de lado. No puedo evitar devolvérsela con mucho dolor. Me siento una mierda por haberle causado mucho sufrimiento al negarme casarme con él, pero no podía aceptar vivir en una mentira.

—¿Lo amas lo suficiente como para casarte con él?

Vaya.

Esa es una pregunta a la que no tengo respuesta.

¿Amo a Baxter? Joder sí. Me enamoré de ese idiota en el momento menos esperado. ¿Me casaría con él? Ahí está el problema, lo amo. Mucho. Pero el matrimonio es algo que no va conmigo. No por la persona con la que estoy, sino por mí. Y no sé si Baxter llegue a cambiar ese ideal en mí.

Bajo la mirada, sin saber cómo responder.

Si Baxter me pidiera matrimonio hoy, no lo aceptaría.

¿Eso podría cambiar en algún tiempo? Tal vez sí, tal vez no. Después de seis años con Devan no cambié de idea. ¿Quién me asegura que no será igual con Baxter?

—Lo amo, pero no, no podría casarme con él. Con nadie.

—¿Por qué le tienes tanta fobia al compromiso? —pregunta. Me toma de la mano, pero estoy tan conmocionada con su pregunta que no tengo palabras.

—No es..., es que no... —titubeo. No termino de hablar porque francamente no sé qué responder.

—Joder. Yo también quiero saber eso. —Pero la voz no le pertenece a Devan.

Salto un paso alejándome del toque de Devan y me giro para ver a Baxter plantado en la puerta del apartamento, cruzado de brazos y con expresión indescifrable.

Mierda.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top