32: Mucho estrés

Estos días he estado durmiendo en intervalos, despertándome en la madrugada y sin poder dormir después. Mis pensamientos a esa hora de la noche siempre van hacia Baxter, ahora que estoy sola con mis pensamientos, sé que este enamoramiento me ha pegado más fuerte que cualquiera que tuve en el pasado. Incluso antes que fuéramos una pareja, lo mío con él siempre fue más intenso.

Mientras yazgo en mi cama bajo las manos a mi panza y sonrío. ¿Quién iba a pensar que yo quedaría embarazada? Mi hermana ha estado estos días detrás de mí, siempre preguntándome cómo estoy y si necesito algo. Ella fue la primera persona en mostrarse escéptica con mi embarazo, pero cuando le aseguré que era algo que quería, que ya no tenía dudas, me felicitó por saber que por fin había cambiado de rumbo. Siempre le decía a Meg que no quería tener hijos con Devan en todos los años que estuvimos juntos, no me veía como madre. Y por un tiempo a él le pareció bien, pero cuando el tiempo pasó y sus pensamientos cambiaron, las cosas se pusieron feas. Por esa y más razones nos separamos.

—Uh, me siento una estúpida por hablar contigo —murmuro cerrando los ojos con vergüenza a pesar de que nadie me ve. El bebé debe ser tan pequeño que ni orejas tiene, pero yo estoy aquí, hablándole como si estuviera en la habitación—. Tienes que saber que eres el bebé más querido, o embrión, no lo sé. Al principio no te quería, y no eras tú, era yo. Pero ahora te espero más que nunca. Tu papá está lejos, y lo extraño tanto que mírame, aquí estoy hablando contigo a medianoche.

Aprieto los labios.

—Hazme un favor y deja de hacerme vomitar cada día. Será demasiado incómodo cuando vaya a la editorial. Ahora no está tu padre para cuidarme y tengo que soportar esto sola, bueno también está tu tía Megan que me cuida, pero nadie lo hace como tu papi.

Suelto una risita con lo último. Llamar a Baxter «papi» me causa gracia y al mismo tiempo me ruborizo con ello.

»—Dejaré de llamar a tu papi así porque me caliento y no está. Y ya ves que siempre me caliento con él alrededor, es así como te concebimos. Duh.

Me siento tan estúpida hablándole a la nada que me acomodo sobre mi costado para tratar de conciliar el sueño. Como no puedo hacerlo, extiendo mi mano en busca del peluche de conejo que Baxter me regaló y me aferro a él con fuerzas.

Aquella noche apenas duermo.

☾ ☾ ☾

El día lunes voy a la editorial con las ojeras más grandes del mundo.

El fin de semana a pesar de haber dormido mal, he pasado los días algo feliz porque Baxter me llama durante el día para hablar. Me cuenta que llegó sin problemas y que estará reuniéndose con algunas empresas inmobiliarias para empezar ya mismo a visitar oficinas en busca de la ideal para la sede de la editorial Coleman en aquella ciudad.

Mientras salgo del ascensor junto a mi hermana hacia las puertas de vidrio de la editorial, siento un par de miradas curiosas que me siguen a donde voy. Me paro más recta cuando incluso escucho un par de cuchicheos en la oficina. Mi hermana no se da cuenta porque teclea algo en el celular mientras me sigue, pero yo soy consciente de lo que sucede a mi alrededor.

No quiero sonar paranoica, pero todos me están mirando con curiosidad.

Me siento en mi silla y me escondo tras la computadora. Hemos llegado tarde, por la culpa del alíen que me hizo vomitar mientras Megan preparaba el desayuno, pero no creo que nuestra tardanza sea motivo para que todos me miren con tanto interés.

Por suerte los minutos pasan y las miradas dejan de estar sobre mí para posarse en mi hermana. Johann viene a nuestro lugar para saludar a Megan, y la gran mayoría de personas aquí giran su cuello para ver la interacción, incluso Susie, quien se voltea en su asiento y ve como Johann le da beso íntimo en la mejilla, susurrándole algo.

Bajo mi cabeza hasta el punto de esconderme en mi asiento mientras continúo leyendo el manuscrito que me han asignado.

Johann me saluda igualmente de efusivo y luego se va hacia su despacho.

Mi hermana está con una sonrisa tan alegre en el rostro que parece pletórica.

—¿Qué? —murmuro a secas. Megan frunce el ceño ante mi evidente mal humor.

—Caray, Madie, estás más gruñona que nunca. ¿Será porque Baxter no está aquí para follarte? —canturrea.

—Tú siempre piensas en eso, ¿no?

—Pues obvio —murmura—. Es lo que a una la hace feliz.

Ruedo los ojos.

Si alguien creía que yo soy ninfómana, es porque no conocen a mi hermana realmente.

—Ponte a trabajar y deja de pensar en la polla de Johann —susurro.

Ella se atraganta con su propia saliva, abriendo mucho los ojos con expresión inocente.

—No lo hacía —miente descaradamente.

Le saco la lengua y ella me devuelve el gesto sacándome el dedo medio.

Vuelvo a girar la cabeza para concentrarme en la pantalla, pero hago una pausa.

Mierda. Las ganas de orinar. De nuevo.

Me levanto haciéndole una seña a Megan de que iré al baño. Por suerte el que está en esta planta está vacío. Luego ocuparme de mi asunto salgo del cubículo para lavarme las manos, pero me encuentro con Heidi quien acaba de entrar.

Levanto el mentón y camino rígidamente hasta el lavamos sin dejar de mirarla a través del espejo. Ella no habla, me mira con evidente altanería mientras se dirige al lavamanos. Su cabello rubio cae en cascadas onduladas detrás de su espalda, el vestido rojo que lleva es tan pegado que abraza sus curvas a la perfección. Sus ojos marrones me observan con una ceja perfectamente depilada. No me saluda, ni siquiera me sonríe como solía hacerlo.

No sé las palabras exactas que Baxter le dijo a Heidi para que lo deje en paz, pero ella no parece muy feliz de verme. Y apuesto que este encuentro "casual" no tiene nada de casual. Ella tiene su propio baño en la misma planta que su oficina. No hay razón que esté aquí a menos que me haya buscado.

Me seco las manos en el papel toalla sin decirle algo. Si ella no va a empezar a hablar, yo mucho menos.

Camino hacia la puerta para irme, pero ella habla.

—No te vayas, Madison, tenemos que hablar.

Me giro en redondo frunciendo el ceño al oír su tono de voz.

—¿De qué?

Su tono formal y educado me dan mala espina. Ella sonríe y me hace una seña mientras camina por mi lado hasta abrir la puerta.

—Ven, sígueme a mi oficina.

Por mucho que quiera empujarla por las escaleras, camino detrás de ella con muchísima curiosidad, subimos hasta el segundo piso de le editorial y entramos a su amplia oficina. Cierro la puerta a mis espaldas mientras ella se sienta detrás de su escritorio. Seguro se siente muy satisfecha consigo misma por tener su propio espacio, así que ignoro su sonrisa condescendiente. Me cruzo de brazos esperando a que hable.

—Siéntate.

Mis pies duelen, pero me siento mucho más cómoda estar parada mirándola desde mi altura.

—No, gracias, prefiero estar de pie. ¿De qué quieres hablar conmigo?

Saca un folder del primer cajón de su escritorio y lo coloca sobre su mesa de vidrio. Apoya sus manos cruzadas y hace una mueca en sus labios, triste. Todo fingiéndolo, por supuesto.

—Lamento decirte esto, pero, estás despedida. —Parpadeo, ella coge el folder y me lo tiende—. Aquí está tu carta de despido.

Cojo de mala gana el folder y lo abro. Empiezo a leer lo que hay en la hoja. Mis ojos casi se salen su órbita cuando empiezo a leer las palabras:

-Infracción de la política de conducta 3-4. Cometer actos que constituyan agresión sexual o exposición indecente.

-Política de Violación de Conducta 3-7. Participar en otras formas de conducta sexual inmoral u objetable.

Esas son las razones de mi despido.

Arrugo tan fuerte el papel que este parece romperse.

Estoy a punto de botar espuma por la boca como un perro, de la rabia que tengo.

—Lo que me faltaba —susurro bajo mi aliento. Me inclino sobre la mesa de vidrio apoyando mis manos en el vidrio y la miro a poca distancia de mí. Ella parece muy feliz con todo esto—. No me jodas, Heidi. ¿Cuándo he cometido estas supuestas infracciones? ¿Acaso tienes pruebas?

—Claro que sí —dice con suficiencia—. Sé lo que ha pasado entre Baxter y tú, Madison. Y tengo fotografías de ambos, esa es la evidencia.

Nuevamente saca de su gaveta un pequeño sobre y me lo tiende. Saco lo que hay dentro y me encuentro con varias fotografías mías y de Baxter en la fiesta de aniversario de la editorial, meses atrás. Ambos bailando en la pista de baile. La foto es algo borrosa y se nota que es tomada de lejos, pero sí, somos nosotros.

—Solo bailábamos —replico furiosa. Luego de aquel baile subimos a una suite del hotel, pero no hay forma que ella lo sepa ni que tenga pruebas de ello. Así que voy a lo más seguro y me defiendo—. No puedes despedirme con esas simples fotografías.

—¿De verdad? —Saca su teléfono y teclea en él. Cuando encuentra lo que buscaba me lo muestra. Es un video. Un video donde estoy sentada en el lavabo del baño mientras Baxter me besa.

—Qué hija de puta —susurro cuando me doy cuenta de que la vez en donde ella nos pilló besándonos, ella estuvo grabando todo con la cámara de su celular. Siento que voy a desmayarme en cualquier momento.

Heidi ignora mi insulto. Se sienta más erguida en su asiento y guarda su celular antes que me tiente aventárselo a la cara.

—Ya ves —señala ella—, estás despedida por inmoralidad sexual. Lo siento mucho, Madison, pero en esta editorial no permitimos que nuestros empleados tengan una conducta...

Golpeo la mesa de vidrio haciéndola saltar.

—No me vengas con sandeces, maldita arpía, todo este tiempo tú lo estabas planeando. —Niego con la cabeza al darme cuenta de que ha sido una sanguijuela, haciéndose la buena conmigo, pero aprovechando su oportunidad para quitarme del medio. No lo permitiré. Ella tiene mucho que perder si sigue con esto—. Si tienen que despedir a alguien de inmoralidad sexual es a ti. No creas que no me he dado cuenta cómo miras a Baxter. Ustedes dos han estado juntos y no te han despedido por ello.

Eleva ambas cejas.

—¿Y tienes pruebas de eso?

—Me importa una mierda las malditas pruebas, eres una desgraciada. —Baxter no está aquí así que no puedo acudir a él, pero sí a su hermano. La señalo—. Johann no lo permitirá.

Se encoge de hombros.

—No necesito su permiso para despedir a quien me plaza.

Aprieto los puños en mis manos. Esto es algo personal. Si de verdad quisiera cumplir las normas también despediría a mi hermana por estar con Johann, pero no lo hace, todo porque a él no le importa. Lo único que quiere es deshacerse de mí para estar con Baxter.

Sí, claro. Está muy equivocada si piensa que así él se olvidará de mí y volverá con ella.

—Yo no me voy de aquí hasta hablar con Johann.

—Johann no es el único jefe.

—¿Ah sí? ¿Y quién más aparte de ellos son...? —me callo abruptamente al entender sus palabras—. Tiene que ser una broma, ella no...

Mi susurro no lo pasa desapercibido. Heidi parece tan complacida que me refreno de no partirle la cara.

—Pues sí, la ex esposa de Baxter tiene toda la intensión de botar de aquí a todos los que incumplen las normas, empezando por ti.

—Ella no es la dueña.

—Lo es.

Mis ojos llamean de furia. Estoy a un paso de estamparle mi puño en sus ojos.

—Necesitará la aprobación de los demás dueños para botarme, y los hermanos Cole no lo permitirán. —Me agacho a su altura, ella continúa sentada en su oficina como si le perteneciera este lugar—. ¿Y sabes qué harán? Te botarán de aquí como la escoria que eres.

Me doy la vuelta para irme, pero ella aún no ha terminado.

—No te olvides dónde está tu lugar. —Señala afuera—. Apenas tienes tres meses trabajando aquí, yo estoy más de dos años en este lugar. Soy la jefa de recursos humanos, y tú no tienes derecho a nada.

—Eso lo veremos —amenazo.

—No olvides de desocupar tu cubículo en las próximas horas. Ya no trabajas más aquí.

—Jódete.

—Tan madura... no sé qué vio Baxter en ti. —Salgo de allí pero antes que pueda dar un portazo, ella vuelve a hablar—: Ah, y olvidé decirte que él está con Sarah en la ciudad.

Su sonrisa de satisfacción es lo último que veo antes de salir de allí. Las ganas de romperle la cara no se han calmado así que corro al baño del primer piso y echo seguro cuando me percato que no haya nadie.

Saco el celular de mi bolsillo y marco el teléfono de Baxter. A los pocos timbrazos responde.

—Hola, bonita, justo estaba pensando en...

—Heidi acaba de despedirme.

—¿Qué...?

—Y eso no es todo —vuelvo a interrumpirlo con voz gélida—. Me ha dicho que Sarah está allá contigo.

Un silencio sepulcral es todo lo que puedo oír al otro lado de la línea. Cierro los ojos un momento.

—No sabía que vendría, ha aparecido de la nada —asegura—. Y Heidi no puede hacer eso, no tiene el derecho de poder despedirte. No te preocupes, Madie, quédate allí. Ahora mismo llamaré a Johann para que hable con ella...

—¿Esa es Madie? —Escucho la voz de Tracy a lo lejos—. Pásamela.

—No, Trace, estoy hablando con ella.

—Yo también quiero hablar con ella, dame el celular. —Se escucha como si estuvieran empujándose mutuamente hasta que vuelvo a oír la voz de Tracy en mi oído—. ¡Madie! No es lo que tú crees. La zorraza de Sarah ha venido porque cree que la editorial es suya, pero Baxter la ha sabido mantener a raya. Yo también la he mandado a la mierda, pero no me hace caso. Aun así no te preocupes, cuidaré que Baxter no se le acerque, no queremos que se le contagien las pulgas de la perra. —Oigo la risa/resoplido de Baxter—. No te rías, idiota, Madie está preocupada. ¿Oye, estás bien? Escuché a mi hermano decir que llamará a Johann. ¿Qué está pasando?

Me trago mis lágrimas de rabia.

—Resulta que Heidi me acaba de despedir con todo el permiso de Sarah. —Tracy suelta un jadeo y a continuación las insulta a ambas con mucho fervor—. Sé que no puede hacerlo, pero insiste en que me vaya. Francamente no tengo ánimos para pelear, pero esa mujer se lo está buscando.

—No, Madie, no te preocupes por ella. Nosotros vamos a resolverlo, ella no puede hacerte esto —dice con tono tranquilizador—. Te recomiendo que por hoy vayas a casa, nena, tienes que descansar y estar allí ahora mismo te traerá mucho estrés. Mañana podrás volver al trabajo, no te preocupes de Heidi, mi hermano y yo lo resolveremos.

Se despide de mí y luego me pasa con Baxter.

—Menudo comienzo de semana —susurro cuando él dice mi nombre. Quiero golpear algo, o mejor dicho, a alguien llamada Heidi con mis dos puños llenos de púas y romperle el rostro, pero lo que ha dicho Tracy es cierto. No quiero más dramas ni estrés, solo quiero descansar. Y estando alterada, así como estoy, no podré continuar con mi trabajo.

—Volveré ahora mismo para allá.

—Baxter, no...

—Sí. Cogeré un avión ahora mismo. No puedo dejarte sola así, y necesito hablar con Heidi en persona. Ella no debió hacer eso.

—Pues ya lo hizo. Tiene fotos y un video nuestro. Es una desgraciada.

A pesar de la distancia y que solo estamos por teléfono, puedo sentir la furia de Baxter emanar en oleadas a través de sus palabras.

—Me ocuparé de ella —promete.

Espero que «ocuparse de ella» signifique que la botará de esta editorial y nunca volverá a verla.

—Bien. Yo iré a mi casa. ¿Y Baxter? —digo con tono más calmado—. No te preocupes por mí ahora. Sé que te encargarás de ella, pero no por eso necesitas venir aquí cuando tienes tantas cosas que hacer allá. Quédate hasta que las termines.

—Pero quiero estar contigo.

—No me digas que Heidi arruinará también tus planes de abrir una nueva sede. —Se queda callando, oigo su respiración—. No te preocupes, Bax, estaré bien. Tengo a mi hermana conmigo.

Pasan unos minutos antes que vuelva a hablar, me quedo con el teléfono pegado al oído mientras observo mis ojos llorosos a través del espejo. Veo mi reflejo empañado por las lágrimas que aún no caen. Odio llorar, pero es todo lo que mi cuerpo quiere hacer ahora mismo.

Aprieto mis labios para mantener mis lágrimas a raya, sin saber cuánto podré soportar.

—Está bien —murmura resignado—. Haré todo lo posible para terminar aquí antes y llegar a ti. Te amo, Madison.

Cuelgo la llamada sin despedirme de él.

Me mojo la cara y respiro profundo, hago todo lo que está a mi alcance para alejar la tristeza, lo cual es casi imposible. He pasado de la furia a la tristeza tan rápido que ni sé qué sentir.

Me fundo de valor antes de salir por la puerta en busca de mis cosas. Me iré de aquí hoy, pero volveré mañana. No dejaré que Heidi se salga con la suya. 

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