31: Deliciosas despedidas

Los días pasaron tan rápido que el viernes decido pasar todo el día con Baxter. Mañana sábado se irá por la mañana y hoy es nuestra última noche juntos antes de separarnos por siete días. Luego de finalizar nuestras horas de trabajo Baxter y yo salimos de la editorial, yo ando menos preocupada por todo el tema de Heidi. Al parecer él habló con ella y le dejó muy en claro que no quiere nada con ella, que la relación entre ambos será solo personal, y que si hace algo que lo incomode la botará a la calle, sin remordimientos. No le dijo que está en una relación conmigo, pero es algo que eventualmente se sabrá en el futuro cuando mi panza esté tan grande que no pueda mirar mis propios pies.

Al llegar al apartamento de Baxter lo primero que hago es prepararnos la cena. Quiero hacer algo especial antes que se vaya, me demoro un par de horas en hacerla, pero al final de la noche la mesa está lista para servir.

Aquella noche comemos en el gran comedor que tiene mientras hablamos de todo; de películas, música y cosas tan tribales que siento que esto entre nosotros es desde hace mucho tiempo, como si fuéramos una vieja pareja consolidada. Luego de cenar él lava los platos y los guarda mientras yo me siento en la isla de la cocina viéndolo trabajar.

Mis pies empiezan a dolerme así que me hago masajes, Baxter me carga entre sus brazos y sale de la cocina cuando todo está en limpio y en su lugar.

—Creo que llegó la hora del baño.

Me río ante sus palabras.

—Me siento como una niña siendo cargada por su madre para la hora del baño. —Ni bien digo la palabra «madre» mi cabeza se llega de imágenes de la mía. No he hablado con ella en varias semanas y aunque no es mi culpa, siento un escozor al pensar en ella y en papá. Baxter nota mi cambio de humor. Intenta hablar, pero pongo una sonrisa en mi rostro borrando todo vestigio de tristeza—. ¿Te meterás conmigo?

Arquea una ceja.

—Ese es el plan.

Baxter sube las escaleras hacia su habitación y luego entra al baño. Me sienta al lado del lavabo y luego se inclina para manejar los controles de la tina hasta llenarla.

Una vez que está llena y tibia, me desvisto. Baxter me ayuda a quitarme los pantalones y la blusa. Cuando estoy completamente desnuda me meto en la tina e inmediatamente suelto un suspiro al sentir el agua tibia cubrir mi cuerpo. Me relajo cerrando mis ojos, siento que Baxter se mueve hasta meterse detrás de mí. La tina es grande, tanto, que aquí cabrían muchas personas, por lo que no tengo que encogerme para hacerlo pasar.

Me recuesto en su espalda desnuda y vuelvo a suspirar.

Esto es vida.

Mis ojos se abren cuando siento que Baxter baja sus manos por mi cuerpo hasta mi vientre tan ligeramente abultado que cualquier persona que me viera por primera vez no se imaginaría que estoy embarazada.

Mi corazón se acelera al sentir sus dos manos puestas sobre mi vientre, justo donde el bebé alíen debe estar. Un cosquilleo se forma desde la punta de mis pies hasta mi espalda baja por la sensación de ser acariciada.

—Creo que es momento de hablar de nombres. ¿No te parece? —susurra en mi oído antes de besar mi cuello. Esa simple acción me produce escalofríos a pesar de estar sumergida en agua tibia.

—¿Tienes alguna idea?

—He estado pensando en llamarlo como yo si fuera niño.

Me río.

—¿Y que hayan dos Baxter? Imposible, apenas puedo lidiar con uno.

Suelto un chillido cuando empieza a hacerme cosquillas en mi cuello con su mandíbula sin afeitar.

—Podría ser su segundo nombre, tú decidirías el primero.

Bajo la mirada hacia sus manos sobre mi panza. Jamás pensé en un embarazo en mi futuro. No tengo material de madre y mi instinto maternal ni siquiera se ha desarrollado aun, así que ponerle un nombre se siente algo grande y no quisiera arruinarlo.

—Podrías decidir tú también.

—Claro —dice complacido—. ¿Cómo la llamaríamos si es una niña?

Por el tono de voz que utiliza al decir «niña» sé que quiere una.

—Podría llamarse como yo —bromeo con una sonrisa divertida que él no ve.

—Podría ser —susurra—. Tendría a dos Madison que amar.

Esta vez me río sin poder evitarlo.

—A veces dices unas cosas tan ingeniosas... —digo volteando ligeramente para verlo de lado. Su expresión es de diversión, pero mantiene la boca en una línea firme.

—Lo decía en serio.

Me recuesto de nuevo en su pecho, esta vez, meto mi cabeza en el interior de su cuello.

—Hablando en serio, Bax, no me parece bien ponerle nuestros nombres. Es algo... antiguo, prefiero que tengan nombres diferentes al nuestro. —Miro el techo un instante—. Estaba pensando que si fuera niño me gustaría llamarlo Tom.

Siento su risa retumbar bajo mi cuerpo.

—¿Tom? —pregunta luego de calmar sus carcajadas—. ¿Por qué quieres llamarlo así?

Jadeo indignada.

—Porque mi actor favorito es Tom Hiddleston —exclamo, luego levanto mis manos mientras enumero—: Además actores increíbles también se llaman Tom; como Tom Hanks, Tom Holland y Tom Hardy.

—¿Insinúas que nuestro hijo podría ser actor?

—No sé, solo me gusta ese nombre.

—¿Y si fuera una niña?

Me encojo de hombros.

—Te dejo esa tarea a ti.

—Pensaré en ello —susurra—. Aunque tengo algunos nombres en mente.

—¿Cuáles?

—Zoe.

—¿Zoe?

—También pensé en Zadie, con «z».

—¿Hay alguna razón de por qué la «Z»?

—Es poco común, me gusta lo poco común.

—Mmhmm, me parecen bien. —Cierro los ojos un instante imaginándome que nuestro bebé es una niña. Casi puedo oírme a mí misma en mi imaginación llamando a nuestra hija por el nombre que Baxter escogió para ella. Me encanta. Varios escenarios más llenan mi mente mientras me imagino un futuro con él y nuestra hija. Puedo sentir la leve inspiración de Baxter a mis espaldas. Su pecho sube y baja, mis párpados se sienten cada vez más pesados. Baxter habla, pero ya no lo estoy oyendo. Siento que me mecen, pero lo ignoro, hasta que soy sacada del agua tibia por unos brazos fuertes y yo rápidamente abro los ojos.

—Necesitas descansar.

Hago puchero.

—Pero te irás temprano por la mañana, ¿y si vemos una película? Quiero disfrutar las horas que nos quedan.

Sonríe mostrándome sus maravillosos hoyuelos.

—Necesitas descansar —repite.

Me lleva a la cama y me seca el cuerpo, mientras, yo yazgo allí con los ojos cerrados. Siento que estira mis piernas y brazos hasta que estoy vestida con una gran camiseta suya. Me mete al interior de las sábanas e instantes después se mete conmigo.

Coloca una mano encima de mí besando mi cuello con una ligera presión de sus labios. Yo estoy tan cansada que ni siquiera puedo abrir la boca para hablar. Lo único que escucho antes de quedarme profundamente dormida es un «te amo».

Mis ojos se abren abruptamente por el inmenso calor que siento. El lugar está en penumbras, lo que significa que aún es de noche. Siento algo tibio en mis muslos, antes que pueda levantarme el leve roce en mi sexo me hace cosquillas. Abro la boca para reírme, pero en vez de soltar una risa, suelto un jadeo cuando Baxter lame entre mis piernas. Hago un esfuerzo para colocarme sobre mis codos y levanto el mentón, lo que único que veo es su cabello castaño revuelto, tiene la cabeza entre mis piernas, justo en el punto exacto en donde empieza a humedecerse rápidamente mis pliegues por el placer. Chupa y devora mi sexo con destreza.

—Qué... manera de... despertarme —digo entre jadeos.

Se detiene un momento para susurrarme.

—Quería tener tu sabor en mi boca antes de irme. —Y vuelve a atacar mi sexo, rodeando mi clítoris con su pulgar, masajeando, lamiendo.

La habitación se llena de mis gemidos. Intento prender la luz de la mesa de noche a mi lado, pero me es imposible alcanzarla, por lo que me recuesto de vuelta a mi almohada y echo la cabeza hacia atrás hasta cerrar los ojos y seguir disfrutando de sus lamidas. Entierro mis en las sábanas y hago puños con ellas cuando no puedo aguantar más.

Baxter coloca mis piernas sobre sus hombros lo que aumenta el placer por el nuevo ángulo. Mis caderas rotan por sí solas, adecuándose al ritmo que él tiene sobre mi pliegues mojados.

Grito cuando mete un dedo, dejando que resbale en mi interior, luego introduce otro, metiéndolos y sacándolos rápidamente, haciendo que el sonido de la fricción inunde el lugar juntamente con mis gemidos.

Luego se detiene abruptamente.

Antes que pueda levantar la cabeza y exigirle que continúe, siento que se levanta por encima de mí y me besa. Puedo sentir en su boca mi sabor salado, pero aun así disfruto del beso.

Busca a tintas mi trasero y me levanta para introducirse en mí de una sola estocada hasta la empuñadura. Se quede un breve segundo en aquella posición sin moverse, esperando a que me adecue a su tamaño, pero lo que yo necesito es que se mueve. Roto mis caderas, pidiéndole en silencio que se mueve.

—Baxter... — jadeo cuando no aguanto más. Él termina con mi sufrimiento cuando levanta mi pierna para rodear su cadera y empieza a moverse. Jadeo al sentirlo tan profundamente. Entra hasta que siento el golpeteo de sus testículos en mi trasero, luego vuelve a salir y rápidamente entra de una sola estocada.

Mis gemidos son demasiado fuertes como para ahogar cualquier otro sonido, excepto por el golpe de nuestros cuerpos cada vez que entra y sale de mí.

Aquella agonía de placer termina cuando aumenta el ritmo de sus caderas, toma mis manos entre las suyas y las coloca sobre mi cabeza.

Yo estoy respirando tan fuerte que apenas salen mis palabras, todas salen atropelladamente entre jadeos.

—Voy a extrañar que me folles así todos los días.

Sube aún más la camiseta por mi cuerpo hasta revelar mis senos sensibles. Acaricia con suavidad, manteniendo un ritmo entre sus embestidas y los pellizcos en mis pezones.

Su rostro se cierne sobre el mío.

—Y yo voy a extrañar follarte así cada maldito día.

Cuando baja sus labios a mis senos para chupar, la sensación es tan maravillosa que el orgasmo empieza a construirse. Baxter parece estar cerca también porque siento que se expande en mi interior y sus embestidas empiezan a ser más duras y rápidas.

—Ahh, Madison —susurra subiendo su boca a mis labios, besándome desesperadamente.

Jadeo su nombre hasta que segundos después exploto en un orgasmo que me deja ligeramente desmayada sobre el colchón. Baxter se corre luego de varias embestidas más hasta que se hace a un lado para no aplastarme.

—Guau —musito sin aliento—. Voy a necesitar que me despiertes así todos los días cuando regreses.

Él se coloca de lado con la respiración agitada, igual que la mía y sonríe, los hoyuelos que se le marcan solo aumentan su sonrisa traviesa.

—Podría hacerlo si vivieras conmigo.

Luego de aquella declaración suceden tres cosas:

1) Me tenso inmediatamente.

2) Puedo sentir que entre mis piernas se escurre el líquido pegajoso de su semen.

3) Y unas terribles arcadas me invaden.

Me levanto tan rápido que siento un ligero mareo y veo algunos puntos negros en mi visión, que los ignoro hasta llegar al baño. Me tiro al piso y abro la tapa del wáter antes de expulsar todo lo que tengo en el estómago.

Puedo oír la voz de Baxter mientras se acerca.

—Madison, no necesitas huir así como así luego de... ¡Mierda! —maldice. Se agacha a mi lado sobando mi espalda. Toma mi cabello en su puño y lo hace a un lado para que no me estorbe mientras yo continúo con lo mío.

Soy un desastre. Puedo sentir que mis piernas tiemblan y el sudor frío en mi cuello baja hasta mi espalda mientras vomito, pero Baxter sigue a mi lado susurrándome cosas para tranquilizarme.

Una vez que ya no siento más réplicas de náuseas jalo el excusado y cierro los ojos con cansancio al oír el agua correr. Baxter me ayuda a levantarme hasta que estoy frente al lavabo. Me cepillo los dientes y me enjuago hasta que todo lo que puedo sentir en mi boca es únicamente el sabor a menta.

Volvemos a la cama en completo silencio. Me echo de lado mientras Baxter se sienta mirándome con preocupación.

—Tal vez no deba viajar.

Niego tomando su mano.

—Estaré bien, Bax —murmuro para tranquilizarlo—. Son los síntomas del embarazo, no tienes de qué preocuparte. Megan estará conmigo todo el tiempo en tu ausencia.

No parece aliviado.

—Estaré muy preocupado si viajo, bonita, no sé si deba dejarte justo ahora.

Siento pánico cuando veo que en serio va a quedarse. No quiero retenerlo cuando sé que este viaje ha sido planeado exclusivamente para hacer crecer su editorial. Lo mío es algo pequeño a comparación con sus planes de hace tiempo.

—Son solo vómitos por el embarazo, la doctora dijo que es normal en el primer trimestre. —Sonrío intentando tranquilizarlo—. Además solo te irás una semana. Podemos aguantar.

Mira la hora en la pared de su habitación. Son más de la cuatro de la madrugada y en los próximos minutos tendrá que irse al aeropuerto a tomar su vuelo. Tracy vendrá en cualquier momento para que ambos vayan juntos desde aquí ya que están más cerca al aeropuerto.

Estaré aquí en su apartamento hasta que Megan me recoja por la mañana para ir a desayunar. Todo está planeado y Baxter necesita ceñirse al plan.

—Prefiero quedarme contigo. Lo otro puede esperar —murmura tercamente.

—No puede —digo con la misma terquedad que él—. Tienes un plan hecho, Bax, no puedes cambiarlo así como así. Si te preocupas mucho, podemos hablar todos los días o chequearme a la hora que quieras, pero tienes que ir.

No quiero que se vaya, obviamente, pero es algo que debe hacer. Una responsabilidad que tiene que cumplir.

Mis síntomas de embarazo continuarán con o sin él presente.

Veo que sopesa mis palabras, cuando parece tener su decisión hecha, asiente con reticencia.

—Te llamaré todos los días —dice con énfasis antes de inclinarse para besarme. Me río por las cosquillas cuando roza su mandíbula con barba de unos días sobre mi mentón—. Quiero saber cómo te está yendo a ti y a nuestro bebé. —Asiento totalmente de acuerdo—. Y cuando llegue, quisiera que te mudes conmigo.

—Baxter... —susurro su nombre con precaución, negando.

Creí que iríamos poco a poco sobre el embarazo y nuestra relación. Mudarse ahora mismo no es un plan. No cuando el feo fantasma de mi pasado ronda mi mente. Ya he convivido con un hombre, no es nada fácil vivir una vida con alguien más y sé que, aunque Baxter y yo estamos a otro nivel de lo que tenía con mi ex, no será la excepción a esa dificultad. Apenas he recuperado mi libertad cuando me mudé con Megan. No sé si sea correcto mudarme con él ahora mismo. Tenemos siete meses más para pensar en un futuro con nuestro bebé cuando nazca, ahora apenas puedo asimilar al bebé.

—No necesitas responderme ahora —dice buscando mis ojos. Toma mi mentón entre sus dedos y sonríe—. Tampoco necesitas mudarte conmigo cuando vuelva, pero quiero que algún día vivas conmigo. Vamos a formar una familia, Madie, es tiempo de empezar a planear.

—Lo pensaré. Y cuando regreses te diré la respuesta. —Al decir aquello parece funcionar para aliviarlo. Sonríe tan felizmente que pareciera que hubiera aceptado mudarme ya mismo.

Besa mis labios apoyando su frente sobre la mía al separarnos.

—Te amo. —Suspira mirándome a los ojos—. Sé que solo me iré una semana, pero te voy a extrañar como un loco.

—Y yo a ti. —Sonrío, pero mi sonrisa se borra rápidamente al sentir un nudo en mi corazón al saber que en unos minutos tendrá que cambiarse porque en cualquier momento llegará Tracy. Toco su mejilla rasposa—. Te voy a extrañar mucho, pero sobre todo a tu...

—Polla, sí, ya lo dijiste. —Rueda los ojos con diversión.

Jadeo.

—¡Iba a decir tus hoyuelos! Pero sí, tu polla es mi cosa favorita en todo tu cuerpo. Luego tus hoyuelos. Y también esa boca que literalmente me vuelve loca y toda moj... —Me calla abruptamente con un beso.

—Sigue diciendo cosas así y perderé mi vuelo.

Con esas palabras deposita un último beso en mis labios antes de levantarse y meterse al baño. En pocos minutos se baña y vuelve con una toalla anudada alrededor de su cintura. Mientras estoy recostada en el respaldar de la cama me lo como con la mirada, aprieto mis piernas pensando en lo que tiene debajo de aquella toalla que parece estar muy floja a su alrededor.

Baxter se pasea por su habitación en busca de una muda de ropa para viajar más cómodo. No nota la mirada embelesada en mi rostro hasta que se gira sosteniendo la toalla en sus manos a punto de quitársela.

—Mierda, Madie —masculla cuando me arrastro sobre mis rodillas por la cama hasta el borde. Mi mente va a mil kilómetros por hora, al igual que mi corazón que parece querer estallar dentro de mi pecho. Antes que pueda extender mi mano y arrancarle la toalla del cuerpo, el timbre del apartamento resuena en todo el lugar.

Caigo hacia atrás como si fuera un saco de papas siendo lanzado. Adiós última oportunidad de saborearlo. Tengo que esperar una semana para eso.

Mierda.

¿Desde cuando me volví tan deseosa de él, antes o después de embarazarme?

No puedo recordarlo.

Baxter parece tan fastidiado como yo con el sonido del timbre, pero no tiene más remedio que hacerse a un lado y vestirse rápidamente.

Quince minutos después cuando bajamos a la sala, Tracy está colgada a mi cuello como si se fuera a otro país por un año entero, abrazándome con fuerza. Se aferra a mi cuerpo en un abrazo de oso que cortaría la respiración a cualquiera, no a mí, que estoy acostumbrada a sus expresivas y fuertes muestras de cariño.

Baxter intenta apresurarla para que se despida de mí pero ella ni caso le hace, aún cuando sabe que el taxi los está esperando abajo con el equipaje listo.

—Cuida a ese bebé —dice ella alejándose para acariciar mi pequeña panza abultada de nueve semanas—. No te preocupes de Baxter que yo lo cuidaré. No quiere decir que deba cuidarlo de algo, pero ya sabes, estaré pendiente.

Me guiña el ojo.

—Cuídense —susurro con una sonrisa en su dirección antes de un último abrazo, esta vez no intenta asfixiarme.

Soba mi panza un instante más hasta que el turno de Baxter llena.

Me empino para estar a su altura y lo abrazo con fuerza. El olor de su loción y el jabón que utilizó para bañarse impregnan mi olfato. El dolor en mi pecho crece hasta convertirse en un nudo feo y grande.

Vaya. Lo extrañaré mucho.

Ya me he acostumbrado a verlo todos los días.

—Cuídate, bonita, no cargues mucho peso y evita a toda costa las comidas con mucha grasa. No olvides que no debes tomar cafeína. Evita apretar el cinturón de seguridad en tu panza cuando vayas en auto, y si necesitas cualquier cosa, no dudes en llamarme. También puedes hablar con Johann, él estará pendiente de ti ahora que no estoy. No te olvides de decirme diariamente cómo te... —Lo callo poniendo una mano sobre sus labios. Cuando quito mi mano, le sonrío con dulzura.

—Ya lo sé, Bax, cuidaré bien de mí y nuestro bebé. —Mis palabras lo hacen sonreír con amor.

Un segundo después se arrodilla frente a mí tocando mi panza con ambas manos. Me quedo quita mientras alza ligeramente mi camiseta y besa justo en mi ombligo. Mi corazón de lo rápido que latía ahora parece detenerse.

—Mamá cuidará de ti, pequeño. Y cuando yo regrese estaremos juntos de nuevo. Intenta no poner a Madie enferma. —Vuelve a besarme allí y yo creo desfallecer.

Mis lágrimas se empañan, pero las alejo rápidamente parpadeando sin parar. Tracy hace sonidos tiernos con su boca de «ahhh» y «ohhh» mientras sonríe abiertamente.

Cuando Baxter se levanta tiene aquella mirada de pura adoración en sus ojos mieles.

—Váyanse antes que el taxista lo haga —murmuro con voz ronca por la emoción. Baxter se inclina para besarme. Cuando se separa, me empino de nuevo y llego hasta su oído—. Te amo.

La sonrisa que me dedica y el «te amo» que le sigue hinchan mi corazón.

Luegoda media vuelta y se va.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top