10: Celos innecesarios

Una semana después Baxter está tan distante de mí que creo que todas las palabras que me dijo en el apartamento cuando fue a verme fueron mentiras. Pero no puede ser así, porque cada vez que cruzo miradas con él, noto una pequeña sonrisa en sus labios. Incluso a veces, me guiña el ojo como si compartiéramos un secreto. Mi hermana está insoportable con ese hecho. Todos, incluso ella, han notado el cambio radical en la actitud de Baxter, incluso su hermano Johann. Ya no está gruñón, tiene menos ganas de pelear con los empleados y hasta ya no hace aquellas rondas para controlarnos en donde ponía a todo el mundo nervioso.

Ahora está relajado.

A veces creo que se folló alguien y ya descargó esa furia que tenía.

Otras veces creo que se cayó, se golpeó la cabeza y ahora tiene una contusión que lo hace actuar antinatural.

De cualquier forma no se ha atrevido a hablarme en toda la semana. Desde aquel jueves pasado en donde fue a mi apartamento a decirme aquellas cosas sucias, no ha vuelto a dirigirme la palabra.

En los días anteriores cada vez que llegaba a trabajar con mi hermana, Baxter simplemente nos saludaba con un leve asentimiento de cabeza. Hoy viernes, exactamente seis días después de sus palabras diciéndome que iba a esperarme, estoy desesperada. Tengo mil cosas en la cabeza por tantos manuscritos que corregir mientras las demás personas están felices en sus puestos, no solo porque es viernes, sino también porque mañana es la gran fiesta de celebración por el décimo aniversario de la editorial y todos están emocionados con la idea.

A la hora del almuerzo todos se ponen a hablar de mañana como si fuera una fiesta de fin de año mientras que yo aprieto el tenedor y apuñalo mi ensalada, fulminando con la mirada a Baxter, quien está sentado a dos mesas frente a mí y sonriéndome cada cierto rato.

No ha hecho mas que joder mi cabeza.

Desde que salió de mi apartamento, sonriendo con aquellos hoyuelos que son mi debilidad, y habiéndome guiñado el ojo, no paro de pensar en él y su estúpido cuerpo recordando la noche en la que follamos.

Genial.   

Apuesto a que este es su plan. Joderme la cabeza con sus palabras y luego dejar de hablarme para volverme loca haciendo que vaya a él a rogarle estar juntos de nuevo.

Está loco si cree que esa táctica va a funcionar.

Es un imbécil. Un imbécil guapísimo, que está bueno, folla muy bien y me hace temblar, pero que también es mi jefe.

No hay forma que yo ceda.

—¿Ya tienen sus vestidos de gala listos para mañana? —pregunta Susie con entusiasmo haciéndome despertar de mis pensamientos.

—Sí —dice Megan luego de masticar su emparedado. Termina de tragar y me mira—. Hemos comprado vestidos solo para esta ocasión.

A lo que se traduce que ella me ha arrastrado a comprar vestidos para esta ocasión. El sábado pasado fuimos a comprar y mientras estábamos viendo vestidos de cóctel de todos los colores y diseños, le confesé que Devan fue a nuestro apartamento. Ella se lamentó no haber estado ahí para partirle la cara, sus palabras no mías, pero yo le doy gracias al cielo por eso, porque hubiera visto a Baxter llegar. Eso no se lo conté.

Por primera vez estoy escondiéndole algo a mi hermana, y sé perfectamente por qué. Es algo en mi interior que no me permite vocalizar el nombre del hombre por el cual me estoy volviendo loca de una forma mala. Quiero gritarle, y al mismo tiempo quiero besarlo. Estoy teniendo pensamientos en dos direcciones diferentes, pero todas ellas en torno a un mismo hombre.

Siento que me estoy volviendo loca.

Ni siquiera he vuelto a pensar en mi ex desde que se fue. Sí, me carcome la curiosidad de por qué ha vuelto, pero de ahí no pasa. Sigo imaginándome la increíble noche con Baxter, esas imágenes se repiten en mi mente por la noche, y aunque me prometí a mí misma no tocarme ante ese recuerdo, mi cuerpo sigue deseándolo.

Megan, Susie y Trevor siguen conversando alrededor mío, comentando su entusiasmo de mañana. Mientras miro a Baxter yo solo deseo que mañana no llegue, tengo un profundo presentimiento que me dice que mañana todo cambiará.

☾ ☾ ☾

Megan y yo entramos al vestíbulo del hotel cinco estrellas en el que se celebra el aniversario de la editorial con los rostros anonadados por el lujo que desprende el lugar, es tan opulento que río nerviosamente mientras absorbo todo a mi alrededor.

El lugar es impresionante, está abarrotado de gente a pesar de que aún no llegamos a la sala de ceremonias, que es donde realmente se celebrará todo. Mi brazo está fuertemente apretado gracias a Megan, quien parece querer esconderse en el lugar más próximo mientras más nos acercamos a las puertas.

Mi vestido largo y de color vino es un poco revelador para mí, porque tiene una abertura al lado derecho exponiendo mi pierna. Una abertura se asoma entre mis senos, mostrando un poco de escote, pero nada exagerado. El vestido es sin mangas, anudado desde mi nuca con finas tiras dándole un toque coqueto. Mi cabello está peinado de lado, de tal modo que se ve el escote de adelante y detrás, en mi espalda.

Megan está con un vestido negro, en el busto se entreteje un escote para nada exagerado. Lleva tiras negras de encaje en los hombros y tiene apertura en la parte delantera, pero su vestido lleva un tul negro encima recubriendo su pierna. Su corte es más profundo, por lo que su pierna se ve más. Aun así el tul la cubre haciéndola sentir segura.

Llegamos a las puertas dobles abiertas y antes de entrar, asomamos nuestras cabezas. Su cabello oscuro cae como cascada cuando se inclina para chequear dentro.

—Hemos llegado temprano —anuncia, observándome con aquellos ojazos verdes delineados de negro, haciéndolos ver más grandes aún. Sus labios pintados de rojo me dan una sonrisa ladina. Megan está nerviosa y ni siquiera tengo que preguntar por qué.

No hablamos mientras entramos, sin apenas soltarnos.

 Dentro todo está pulcramente ordenado, con mesas por doquier con cubiertos y platos finos encima. En cada mesa hay un bonito arreglo floral. Las sillas están cubiertas por telas de color dorado, combinando con la decoración de color oro del lugar. Al final del salón hay un pequeño escenario que han montado, en la pared se lee «10º Aniversario Editorial Coleman» con letras llamativas y al parecer de un material brilloso y elegante.

Suelto un suspiro de alivio cuando no veo a los hermanos Cole por ahí.

Nuestra mesa está casi al final, lo cual me alivia porque no quiero estar cerca a Baxter. Nos sentamos en la mesa para seis personas y sonreímos aliviadas. No ha ocurrido nada desde que llegamos, eso es un gran consuelo.

Saco mi celular y por el reflejo en la pantalla compruebo que no haya ningún incidente con mi maquillaje. Mis ojos están delineados, mis pestañas rizadas y mis labios pintados de un color parecido a mi vestido. Feliz con ello, vuelvo a guardar mi celular.

Algunas personas que trabajan en la editorial, colegas y otras personas a las que no reconozco se pasean por allí visitando otras mesas y conversando entre ellos. Poco a poco el lugar se va llenando, hasta que Susie y Trevor llegan a nosotros. Ambos vestidos con sus mejores trajes, ella con un vestido azul impresionante, y él con un traje de dos piezas color negro y corbata roja.

Nos acercamos a ellos, saludándolos y conversando. Veo sutilmente que hay varias personas en traje que están en el escenario con algunos instrumentos, como dijo Susie, realmente habrá música en vivo.

Minutos después llegan los camareros con copas de champán en sus bandejas. Cuando un chico se acerca, cojo una copa de aquello y sin esperar nada me tomo el champán como si fuera agua, sintiendo mi garganta burbujear con el líquido espumoso.

Un par de chicas se acercan a saludar a Megan, Susie y Trevor. Ellos me presentan como la hermana mayor de Meg y la nueva correctora de la editorial, y luego se lanzan en una conversación sobre otras personas que están aquí y no conozco. Me siento un poco fuera de lugar por lo que recorro mi mirada entre la masa de personas, fijando mi atención de nuevo en algún camarero.

Cuando fijo mi objetivo, me disculpo del grupo de mi hermana, y camino hacia allá. Aprovecho el momento de tomar dos copas y tomármelas con mayor lentitud, disfrutando y saboreando.

A mi derecha, donde están las puertas abiertas, veo que entran Baxter y su hermano. Algunas personas se acercan a saludarlo. Yo me quedo quieta en mi lugar al notarlo, y no porque está impresionantemente guapo en aquel traje de tres piezas gris oscuro con una corbata azul, sino porque va del brazo con una mujer. Y no es cualquier mujer. Es una hermosa y radiante mujer, con el cabello oscuro anudado en lo alto de su cabeza.

Es alta, pero cuando camina noto que bajo el vestido color rosado que lleva se asoman unos tacones increíblemente altos. Le llega a Baxter a la sien con ellos, así que no es tan alta que digamos.

Me sorprende ver la familiaridad con la que se tocan. Ella sonríe y saluda con efusividad a todos los que se acercan llamándola por su nombre. Abraza a todos y les sonríe con felicidad.

Jamás en mi vida la he visto, pero ella parece conocer a todos.

Aprieto mis manos en la segunda copa de champán y la tomo de largo. Johann está detrás de ellos, saludando también a los que se cruzan en su camino.

Quiero estar tranquila, serena, pero no puedo porque ahora Baxter la toma de la cintura y la apega a él.

Supongo que ya encontró alguien a quien follar y por eso ya no me busca.

Ojalá le dure.

Giro sobre mis tacones para volver hacia mi hermana y sus amigos, pero noto con horror que Baxter y su chica se interponen en mi línea de visión. Quiero dar media vuelta, pero es demasiado tarde, sus ojos mieles me miran y se abren ligeramente al darse cuenta de que soy yo.

No tengo escapatoria. Ya no puedo correr.

Veo con horror que caminan hacia mí Baxter y la mujer tomados del brazo. Ella me mira, me observa de arriba abajo y luego lo mira a él. Cuando están cerca, Baxter se detiene frente a mí y sonríe, mostrando sus estúpidos hoyuelos que me desarman.

—Hola, Madison.

No señorita Hall. Madison. Ha dicho mi nombre y con aquella sola mención me hace temblar.

La mujer a su lado ni siquiera parpadea viendo nuestro intercambio.

—Hola, Baxter —titubeo, luego carraspeo porque mi voz ha salido ronca y débil. Quiero golpearme internamente por eso. No quiero que su presencia y su mirada me afecten, pero lo hacen.

Mucho.

—Estás hermosa —murmura mirándome de arriba abajo. Si no estuviera sosteniendo mi copa de champán con un agarre fuerte, probablemente estuviera en el piso siendo un charco de agua.

—Gracias.

Mis mejillas de por sí maquilladas se calientan, seguro acentuando mi rubor.

Sus ojos mieles no dejan los míos, y yo por supuesto, tampoco separo mi mirada. Verlo así, tan guapo e impresionante me produce ciertas cosas en el estómago.

Alguien carraspea.

—¿No me vas a presentar? —habla la mujer.

Quito mis ojos rápidamente de Baxter para mirarla a ella. Me siento estúpida por el simple hecho de comerme con la mirada a su chico/novio/follada o lo que fuere, justo frente a ella.

—Sí, claro —dice Baxter sonriéndome de vuelta, a sabiendas de lo que me produce su mirada y su sonrisa—. Tracy, te presento a Madison Hall, ella es la nueva correctora que se ha unido a la editorial hace dos semanas. Madison te presento a mi hermanita Tracy.

Parpadeo. Ella le da un codazo, pero Baxter ni se inmuta.

—Hermana —corrige ella sonriéndome educadamente. Luego abre los ojos y me mira con sorpresa—. ¡Oye, tú eres la hermana de Megan!

—Sí.

—¡Oh Dios mío! —grita. Luego me abraza con fuerza y yo me quedo estática al sentir sus brazos a mi alrededor. Baxter está riéndose—. ¡Mucho gusto, Madison, Megan me ha hablado tanto de ti!

Me siento una estúpida porque ni siquiera sabía que Baxter tuviera una hermana. Y porque me he sentido celosa pensando que era su follada.

No tengo nada que decir a ello.

—Mucho gusto también, Tracy. —Fulmino a Baxter sin que ella me vea—. Baxter no me ha hablado de ti.

Ella se separa y vuelve a golpear a su hermano.

—Este tonto. Lo que pasa es que acabo de llegar ayer de Europa, he tenido tres meses de vacaciones y por fin he vuelto. —Abraza a su hermano sin perder la sonrisa. Yo veo con deleite que así de fugaz y efusiva es con todos, pero más con su hermano, se nota la complicidad de hermanos que tienen, me hace pensar en Megan y yo—. Pero ya volví y el próximo lunes estaré adaptándome de nuevo en la editorial.

Alzo mis cejas.

—¿Tú también trabajas allí?

—Sí, es una empresa familiar —responde con una sonrisa. Luego mira entre nosotros, sus ojos recorren vagamente los de Baxter antes de posar su mirada más allá—. Ya vengo, iré con Johann, parece que me está llamando. ¡Mucho gusto en conocerte, Madison!

Me quedo a solas con Baxter. Aprovecho la situación.

—Me tengo que ir, Megan me está...

—No te vayas —dice aferrándose a mi mano. Intento soltarme, pero su agarre es firme, sin ser brusco. Quiero increparle, pedirle que me diga por qué insiste tanto en volver a acostarse conmigo, pero lo cierto es que yo siento lo mismo. Quiero tanto eso de nuevo, que de solo recordar se me eriza el cuerpo entero. Y verlo aquí, tocándome y mirándome con aquellos ojos lujuriosos, hace que solo quiera buscar un lugar cercano y hacer lo que mi cuerpo desea tanto y con tantas fuerzas. Los ojos mieles de Baxter me desarman cuando me miran con aquella intensidad—. Quiero hablar contigo.

—Baxter... —murmuro su nombre—. No ahora, tal vez cuando termine esto...

No llego a terminar la oración porque aparece una rubia despampanante y me aparta de Baxter.

—¡Hola, Bax! —murmura Heidi con voz melodiosa. Su vestido verde acentúa sus bonitos ojos, no me place verla tocando a Baxter, así que me aparto unos pasos y dejo que lo toque a su antojo, pasando su mano por el brazo de él como si tuviera todo el derecho. Sus ojos están tan enfocados en él que al principio no me reconoce, pero cuando se da la vuelta y me inspecciona, sus ojos se abren con ligera sorpresa—. ¡Madison, casi ni te reconocí, estás hermosa! Bienvenida a la celebración, ¿te gusta?

Evito mirar la complicidad entre ella y Bax y aprovecho para escapar de ambas miradas.

—Hola, Heidi —digo, pero ninguna hace el amago de besar a la otra en la mejilla, ni siquiera nos damos la mano—. Sí, el lugar está hermoso.

—Gracias, yo lo organicé. —Se le ve complacida.

—Increíble trabajo —halago con una sonrisa forzada. Baxter está incómodamente en silencio, como si quisiera hablar. Aprieta los labios, quiere llamar mi atención, pero yo trato deliberadamente de no chocar con sus ojos, cuando hablo, lo hago mirando su barbilla—. Tengo que irme. Mi hermana me está esperando, nos vemos luego.

—Adiós, Madison —se despide Heidi, moviendo sus dedos en mi dirección, ni siquiera le devuelvo el gesto. Me doy la vuelta y vuelvo a mi lugar, a donde mi hermana y nuestros amigos están, pero me sorprende ver a Johann y a su hermana, la que recién conocí, Tracy, allí con ellos conversando y riendo.

Me acerco rápidamente.

Megan me nota y al instante cruza su brazo con el mío.

—Tracy, quiero presentarte a mi hermana.

Ella me sonríe.

—Ya la conocí, Baxter me la presentó —comenta ella. Megan me mira de reojo, sospechosa, yo no digo nada. Sonrío como si nada y escucho la conversación a medias que se desarrolla entre todos ellos mientras mi mirada busca a Baxter.

No tengo que buscar mucho. Es como si mis ojos no pudieran despegarse de él y supieran exactamente dónde está.

Como un imán, lo ubico rápidamente del brazo con Heidi, caminando cómodamente como si fueran una pareja. Ambos guapos, altos, y por supuesto, sonrientes el uno con el otro. Se dirigen a un grupo de personas mayores de edad, bien vestidos y con canas visibles en el cabello; una pareja de ancianos. Baxter los saluda con un beso en la mejilla a cada uno mientras Heidi solo les da la mano, saludándolos más distante.

Pierdo mi concentración en ellos porque Tracy nos llama.

—Vamos a sentarnos, en un rato va a comenzar la ceremonia.

La mesa de los jefes está en primera fila, muy cerca al escenario, por lo que Tracy y Johann se retiran y van en aquella dirección. Yo no quiero, pero mis ojos se desvían hacia Baxter, quien ya está en su puesto, con Heidi a su lado y la pareja mayor al otro lado. Tracy y Johann se unen.

Vuelvo a mi realidad cuando un camarero se acerca con bandejas de comida y más alcohol.

La música empieza a sonar. En el escenario hay una banda con músicos tocando suaves notas que forman una canción de ambiente, sin voz, solo notas musicales que se pierden entre la bulla y cacofonía de voces.

Mientras todos comemos el delicioso plato que tengo frente a mí, el maestro de ceremonias presenta a los dueños de la editorial. Me doy con la sorpresa que la pareja mayor sentada junto a Baxter son los dueños, y abuelos de los Cole. Todos aplaudimos mientras los vemos caminar los pocos pasos hasta el escenario. Dan unas palabras, contando el desarrollo de la editorial, cómo se formó y la ayuda de sus nietos al levantarla cuando sus hijos, es decir; los padres de los hermanos Cole, murieron. Alzo mis cejas ante ese hecho, sorprendida, pero todos parecen saberlo ya. Incluso Megan.

Luego Baxter se levanta y como hermano mayor da unas breves palabras en el micrófono, haciendo que su voz se amplifique y retumbe en las paredes del lugar. Su voz masculina y ronca hace cosas en mí.

Me cruzo de piernas mientras mastico mi comida, tratando de no alterarme frente a todas estas personas. De solo mirarlo, todo guapo e imponente en el escenario, se me suben los calores al cuerpo.

Una vez que los camareros retiran los platos de la cena, y traen el postre, la gente ya está dispersa por todo el lugar. Mi hermana está de pie, a unos cuantos metros de nuestra mesa, conversando con algunos compañeros del trabajo y colegas. Trato de no levantar la mirada, porque no quiero desviar mis ojos hacia donde están Baxter y Heidi, bailando en el salón. Hay varias parejas moviéndose al ritmo de la música de ambiente, mientras un cantante está en el escenario, impregnándonos con su bonita voz.

No quiero estar celosa, sin embargo lo estoy.

No quiero mirar hacia ellos, sin embargo lo hago.

Nadie puede ser más masoquista que yo. Y no lo entiendo, de veras que no.

¿Acaso Heidi es una amiga o algo más? Porque ella se comporta como si Baxter fue suyo. Rodeando sus brazos alrededor de su cuello, las manos de él sobre su cintura, ambos moviéndose entre el mar de gente mientras bailan a un ritmo demasiado lento, demasiado íntimo.

No puedo apartar mis ojos de ellos.

Hasta que Megan se acerca a mi oído.

—Para de mirarlos —susurra.

La miro.

 —No lo hago.

Alza una ceja.            

—Lo estás haciendo.

Miro a todos lados, solo para asegurarme que todos están de pie o en la pista de baile. Yo soy la única sentada, comiendo mi postre sin muchas ansias, el apetito lo acabo de perder por ver a cierta pareja.

Megan abre sus ojos de más cuando ve algo que la altera. La miro, intento enfocar mis ojos en lo que sea que su atención esté fija, pero voltea a mirarme alarmada.

—Madie... —dice con ese tono de voz, como si se avecinara problemas.

Antes que pueda decir algo más, me preparo para lo peor. Baxter y Heidi besándose, Baxter y Heidi follándose con la mirada. Lo que sea. Pero nada me prepara para ver lo que mis ojos ven ahora.

A Devan, en la pista de baile, con otra mujer de su brazo. Bailando.

—¿Qué hace él aquí? —pregunto alarmada. Me agacho, pero luego me doy cuenta de que no sabe que estoy aquí, está a muchos metros y ni siquiera mira en mi dirección. Giro mi cabeza para quedar cubierta con mi cabello y miro a mi hermana.

—Esta es una reunión para colegas de otras editoriales, es normal que esté aquí —dice, con un rastro de pena en su voz, pero sin dejar de observar a Devan como si quisiera pegarle—. Ese patán, ¿cómo se atreve a estar con otra mujer?

La codeo, ella me mira.

—¿De verdad, Meg? —preguntó con ironía, tomando un sorbo de mi copa de vino. Luego de tragar ella sigue confundida—. Me acosté con otro hombre la noche que me mudé, a estas alturas él puede estar con otra, casándose con ella, y ni siquiera podría culparlo. Lo nuestro terminó hace semanas.

Ella sigue con el ceño fruncido, como si lo que hubiera dicho fuera un disparate. Pero es cierto. Ambos estamos solteros, podemos hacer lo que se nos plazca, y eso no tiene nada que ver con lo que sentimos. Lo quiero muchísimo, ha sido mi pareja por años, y antes de ello mi amigo, así que sí, quiero lo mejor para él. Y quiero que encuentre a una mujer que se merezca, alguien que quiera casarse y tener hijos, todo lo que yo no quiero darle. A nadie.

Ambas estamos sumidas en nuestros pensamientos hasta que Johann se acerca junto a Tracy. Él va directo a mi hermana.

—Megan, ¿quieres bailar conmigo? —pregunta, alzando una mano. Hay cierta tensión entre ambos que no se puede negar.

Megan me mira, pero no se lo piensa dos veces cuando coge su mano y juntos van a la pista de baile.

Me quedo con Tracy, quien se sienta a mi lado en completo silencio. Cuando se acerca un camarero con copas de vino, ella toma dos. Me da uno a pesar de que yo ya tengo uno a media copa.

—Me alegra saber que Megan y tú trabajan juntas, es una suerte trabajar con tu hermana, ¿verdad? —pregunta, sonriéndome con complicidad. No la he tratado mucho y ya me cae muy bien.

Es genuina, con sonrisa fácil, pero amable.

—Sí, es un sueño. Pero tú también trabajas con tus hermanos, debe ser bonito para ti también.

Ella frunce el ceño de disgusto.

—Eh, no, para nada. —Suspira con fastidio, pero su sonrisa me indican que solo está bromeando—. Todo el día están vigilándome, como si fuera una niña pequeña. No puedo tener amigos en el trabajo porque siempre están averiguando su vida, como si fueran acosadores. A veces me harto de ellos, pero bueno, yo a veces hago lo mismo con ellos. Es divertido en cierta manera, puedo arruinarles ciertas citas con mujeres, ya que llevo el control de sus agendas.

Me río, pero cuando levanto mi mirada para observar hacia la pista de baile, noto a Johann con mi hermana, bailando lentamente, y a Baxter con Heidi muy cerca de ellos. En todas las canciones hasta ahora no han parado de bailar. Están juntos como lapas y a veces eso me crispa los nervios.

Parpadeo, tratando de alejar mi mirada, pero Tracy ya ha notado a quiénes miraba.

—Heidi es una mujer que ha trabajado muchos años en la editorial —dice Tracy como si intuyera mi molestia, espero que no se me note en la cara, porque no quiero parecer una novia celosa cuando en realidad no hay nada entre su hermano y yo—. Ella y Baxter parecieron tener algo hace tiempo, pero quedó en el pasado. Como sabes, las relaciones entre trabajadores está prohibida. Ahora son buenos amigos.

Alzo una ceja, interesada en aquello, pero sin mostrarlo mucho. Noto que Tracy ya sabe de mi interés hacia Bax, o lo intuye, porque me sonríe de lado. No quiero parecer una desesperada ni mucho menos trepadora de jefes o algo así, por lo que me quedo callada y apuro mi vino.

—Baxter es libre de hacer lo que quiera —continúa mirándolos. Yo no quiero dirigir mi mirada hacia ellos así que me concentro en mi copa—. Como tú —añade como si nada. Se levanta, me guiña un ojo y se aleja, sin decir nada más.

Me quedo extrañamente sentada, un poco conmocionada con las palabras de Tracy. Es como si... como si me hubiera dado el visto bueno para estar con su hermano, lo cual es una completa locura porque me acaba de conocer y no es posible que supiera lo nuestro. ¿O sí? ¿Tanto se nota lo que pasó entre ambos o es porque Baxter se lo contó?

Me quedo pensando en aquello hasta que alguien interrumpe mis pensamientos.

 Alguien a quien no quiero ver justo ahora.

—Madison —dice Devan sorprendido de verme allí. Está solo, la mujer con la que bailaba no está a la vista.

Aprieto mis manos en mi regazo.

—Hola, Devan —lo saludo con cordialidad, pero sin dejar que hable más, me levanto, aliso mi vestido y me alejo sin decir nada más porque ya se lo dije todo el día que apareció en mi departamento.

Entre nosotros no hay nada más de qué hablar.

Así que me alejo del lugar, de la pista de baile y del salón sin mirar atrás. Cruzo las puertas dobles y camino hacia el vestíbulo del hotel buscando un lugar para sentarme lejos del bullicio. La música se oye más apagada desde aquí, pero el lugar está casi vacío lo cual me gusta. Me encamino hacia los asientos a un extremo de allí, pero cuando doy unos pasos más alguien me toma del codo, deteniéndome.

Giro para decirle a Devan que me deje en paz, pero no es él.

Es Baxter.

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