XII
En tus ojos nace una ilusión,
de tu sonrisa se desprende la esperanza
de que algún día un abrazo o una danza
nos junte en piel y corazón.
En la dulce melodía de tu voz
y en el suave roce de tu risa
surge el amor de nosotros dos,
y mi pecho, latiendo, cuán deprisa.
Perdóname si soy aburrido y celoso,
pero es que la idea de que te hayas ido,
de no ser dueño de tu rostro hermoso,
me quiebra y abate como a un ángel caído.
Y quisiera escribirte poemas toda la vida,
y que te emociones de igual manera cada vez,
me pregunto si será posible... deseo que sí...
porque, preciosa, cuánto te amo, ¿no lo ves?
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