VIII
Quisiera que las melancolías
sucumbieran al olvido,
y solo tras haberse ido
vengan a mí nuevas alegrías.
Quisiera susurrarte al oído
mil versos y cien poesías
y pasar más de un millón de días
a ti, pequeña princesa, unido.
Quisiera siempre ser tu plebeyo,
bajo aquel ardor insano.
¿Son estos versos en vano?
Quisiera nunca pensar en ello…
Quisiera poder tocar tu mano
y acariciar tu cabello
suave, castaño y tan bello.
Pero es imposible, es tan lejano…
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