III
¿Cuánta sangre tiene que correr
por nuestras frías manos
antes de que sepamos
lo bastante ruin que es nuestro ser?
¿Cuántos gritos se oyen en el mundo,
cuántas muertes en vano,
cuán cruel el humano
con los que lloran cada segundo?
Ante mí vi un mañana cercano
en un sueño profundo
donde todo lo inmundo
había quedado al fin lejano.
Donde ricos, pobres, damas y hombres;
niños, chicos y ancianos,
eran todos hermanos
sin importar religión ni nombre.
Mas lágrimas surgen de mis ojos
al ver la realidad,
donde existe oscuridad
y ríos, llenos de sangre, rojos…
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