fifty one ──── sakura ashes


─────────── CHAPTER FIFTY,

SAKURA ASHES ───────────



Silas asintió, inclinándose hacia adelante para juntar sus labios en un delicado beso sin importarle la sangre. Se deleitó en las caricias de Sakura y su olor que no olvidaría, incluso en el sabor de su sangre.

Poco a poco, Silas fue sintiendo como el agarre de Sakura fue debilitándose hasta no poder seguir. Su cabeza cayó hacia atrás, sin ninguna fuerza y sus ojos completamente cerrados.

Los sollozos brotaron de su boca, incapaz de resistir el dolor que sintió. Abrazo el cuerpo de Sakura, sin desear soltar a la única chica que pudo quererlo.

── Silas, déjala ── Michael dijo, frunciendo sus cejas.

── ¡Cállate! ── gritó el chico, fuera de su autocontrol ── ¡Tú hiciste esto así que cierra tu maldita boca!

El chico apoyó su mejilla encima de la cabeza de Sakura, manteniéndola pegada a su cuerpo. En su interior, solo rogaba que despertara de aquella pesadilla, una que estaba tan atemorizado como el día en que fue mordido.

Si no tuviera a Sakura a su lado, nada tendría sentido. Se apegó tanto a esa humana que, en ese momento, no pudo sentir nada, como si perdiera el propósito de su existencia.

Oyó varias pisadas acercándose, supo de inmediato de quienes se trataban sin necesidad de mirarlos. Nilo detuvo a Edvina antes que se lanzara hacía adelante, explotando en llantos al notar la forma en que Silas sostenía a Sakura.

Su amiga estaba muerta al igual que su mejor amigo. En una sola noche, perdió a dos de las criaturas que más amaba al igual que Silas.

── ¡No se acerquen! ── les advirtió a las dos criaturas, apenas pudiéndolos ver por las lágrimas en sus ojos ── Tienen que irse.

── ¿De qué estás hablando? ── Nilo cuestionó, el único que parecía seguir resistiendo.

Él levantó su mirada ── Agarra a todos los estudiantes y váyanse. Ella vendrá muy pronto.

Nilo supo de inmediato de quién se trataba, su expresión cambió a una llena de miedo, pero aún así asintió. Tomó la mano de Edvina, apresurándola para salir corriendo.

── Eso no funcionara ── comentó el hombre, cruzándose de brazos ── Podrán escapar, pero no esconderse.

── Eso no importa ── masculló, su voz saliendo plana y aburrida ── No quiero que vean lo que está por venir.

Los latidos de un corazón hicieron que Silas se tensara, sabiendo lo que estaba por venir. Miró a Sakura, apartándole por última vez el cabello de su rostro y dejó su cuerpo en el suelo, alejándose para no enfrentar el cambió que vendría.

Una fuerte exhalación brotó de los labios blanquecinos de Sakura, sus ojos se abrieron, mostrándolos sin ningún color, solo fue un fondo negro que le disgusto.

Michael fue el primero en acercarse, arrodillándose enfrente de Sakura con temor y admiración.

── Mi señora, me alegra ver que el intercambio ha funcionado ── él habló, bajando la mirada con respeto.

La titán sonrió, levantándose sin ayuda que Michael le propuso.

── Por supuesto que iba a funcionar, lo planeé durante miles de años. Solo esperaba un cuerpo que lo resistirá ── replicó, frunciendo sus cejas al mirar la flecha. La arrancó sin problemas, sanándose de inmediato ── Por lo menos pudieron hacer que sangrara menos.

── No iba a herirla de ningún modo, mi señora. La directora del internado enloqueció con tanto desastre y fue quien mató a Sakura ── informó el hombre con rapidez.

La titán miró con desagrado el cuerpo de la mujer tirado a unos metros y después dirigió su mirada a Silas con una sonrisa.

── Hiciste un buen trabajo a drenarla. Si estuviera viva, la hubiera encerrado en una celda por romper mis reglas ── siseó con molestia.

Silas no hizo ningún movimiento. Era incapaz de poder responderle al utilizar la voz de Sakura y su cuerpo, no podía responderle cuando eran tan diferentes, incluso en su mirada brillaban las ansias de tomar el poder.

── Lamento que mi hijo no esté cooperando ── se disculpó el hombre ── Ha perdido a la chica que quería. Estoy seguro que dentro de poco lo superará.

La titán se acercó al chico con pasos suaves, tal como si fuera un depredador.

── ¿Estabas enamorado de Sakura? ── cuestionó, alzando su mentón con superioridad ── Respóndeme, vampiro.

La mandíbula de Silas se apretó, aguantando la molestia que le causaba que la mujer le hablara como si fuera un súbito.

── Si ── respondió con dureza.

La titán sonrió con satisfacción ante su respuesta. Pasó sus dedos por los hombros anchos del chico, gustándole lo fuerte que se miraba.

── Si lo deseas, puedo ser como tu Sakura ── propuso, cambiando su expresión a una más suave.

── ¿Podrías hacer ese sacrificio? ── replicó el chico, alzando una de sus cejas.

── Si, lo haría todo por ti ── ronroneó, poniéndose encima de sus puntillas.

Silas empujó su mano bruscamente haciendo que la titán retrocediera, alzando sus manos con inocencia.

── Podré sobrevivir sin Sakura ── respondió, cruzándose de brazos.

La titán rió, una carcajada llena de malicia. Aplaudo fuertemente, con gran emoción.

── ¡Así se habla! ── exclamó con felicidad ── No necesitamos de nadie. Ahora, mis leales criaturas, tenemos que seguir con el plan: despertar a mis hermanos.

Michael se acercó a la mujer, extendiéndole un sobre ── Conseguí todas las direcciones. No tardaremos en llegar, mi señora.

── ¿Quién habló de llegar? ── replicó.

── Lo haremos desde aquí. Un hechizo que los hará retomar sus fuerzas y que ellos venzan sus propias prisiones como yo lo hice. Es lo justo, ¿no?

── Por supuesto ── asintió el hombre.

La titán tomó el sobre, sonriendo engreídamente al ver las direcciones. Se dispuso a caminar al internado, seguido de Michael y Silas que era empujado por su padre. El internado estaba vacío a excepción de los cadáveres de las criaturas y el fuego que comenzó a expandirse por la parte trasera.

── Qué diseño más desagradable ── comentó la titán, negando ── Siento tanta lástima por los que tuvieron que vivir ahí.

── Puedo diseñarla a su gusto ── ofreció el hombre, sonriendo con nerviosismo ── Mis hombres trabajan con rapidez.

── Al igual que mi magia ── replicó, arqueando sus cejas ── Deja que ese fuego siga consumiéndolo. Pronto se apagará y me ahorrará mucho trabajo.

Ambos entraron al internado, dejando atrás a Silas que no podía apartar la mirada del lobo que estaba a varios metros.

Warren seguía transformado en su criatura, pero ya no había ni un rastro de vida en él. Su corazón no latía y sus ojos ya no contenían esa alegría que poseía.

Ya no había nada que pudiera ayudarlo, tal como lo hizo con Sakura.

Silas siguió su camino, ignorando su alrededor. En su interior supo que sería lo mejor, así su mente no tendría rostros con los que podría culparse por seguir siendo un niño que temía enfrentarse a su propio padre.

El chico oyó los parloteos de la mujer sobre despertar a sus hermanos para elegir un puñado de humanos para que los adoraran y el resto, terminaría muertos para que su mundo no estuviera lleno de humanos ignorantes y pocos tolerantes.

── Silas ── el hombre llamó, captando su atención ── Ve moviendo los cuerpos, necesitamos tener limpio para el hechizo.

── No haré nada ── replicó el chico ── Si quieres tener limpio, entonces limpia tú el desastre que hiciste.

── Cálmate ── la titán detuvo a Michael ── Perdónalo, está dolido. Puedes ir donde quieras ir, Silas, tienes permiso hasta que te sientas mejor.

Silas se dio la vuelta, apenas conteniendo todos los pensamientos sobre querer deshacerse de ellos dos cuando sería lo más difícil. Camino por todo el pasillo hasta darse cuenta que estaba enfrente de la puerta de la habitación de Warren.

Entró, yendo directamente a la cama desordenada que pertenecía a su primo. Agarró lo más cercano, la misma lámpara que todas las habitaciones tenían y la lanzó directo a la ventana, intentando eliminar parte de la frustración.

Silas seguía sin creer lo que estaba sucediendo a su alrededor. Era como un sueño, uno que estaba tornándose una pesadilla donde perdió a todo lo que quería y que ahora, tenía que jugar al lado de la titán que le hizo daño.

El chico cayó en el juego de su padre, rompió todas las promesas que hizo e incluso no pudo proteger a Sakura. Lo intentó de todas las formas, creando hechizos, velando por sus sueños, traicionando de alguna forma a su padre, pero nada funcionó.

Parecía que después de todo, las criaturas si fueron creadas para vivir en soledad.

El chico jaló de su cabello, lleno de cólera. Dio un fuerte puñetazo a la pared, traspasándola por la fuerza que empleó. Bajo la mirada, conteniendo todas esas emociones ya que sabía que, si las dejaba ir, no podría pensar con claridad.

Suspiró, enfocando su mirada en la mesa de noche que compartía con su primo. Ladeó su cabeza, curioso por lo que había encima.

Un injerto del árbol rosado estaba ahí, sus hojas seguían coloridas al igual que el tronco. Una risa sarcástica y seca salió de sus labios, recordando lo mucho que deseaba Warren conseguir un árbol para molestar a Sakura.

Después de todo, si pudo conseguirlo para la pequeña bruja humana que se lo hubiera tomado con tanta diversión que hubiera enterrado en el bosque o convencido a Silas para quedárselo en la habitación.

Siguió mirando el árbol, temeroso de hacerle algún daño que le recordaba a Sakura, su Sakura a quién prometió nunca olvidar su nombre.

Sin resistir a su impulso, agarró el árbol entre sus manos, girándolo para apreciar esas hojas de un colorido color que era poco visto en otros países. Sabía que tendría que costarle una fortuna a Warren para exportarlo, pero todo para cumplir su deseo.

En la parte posterior encontró una dedicatoria que le hizo entender todas las palabras. Por supuesto que Sakura sabía, siempre teniendo la razón cuando todos pensaban que era lo contrario. La chica siempre estaba un paso adelante sin darse cuenta y por eso, le encantaba estar a su alrededor cuando expresaba sus pensamientos.

Se levantó de la cama, ideando un plan mientras leyó nuevamente la tarjeta sin ocultar la sonrisa de su rostro.

"Para la pequeña bruja humana, que tu nombre sea reconocido en cada rincón del mundo como la debilidad de los titanes. Pd: crea un hechizo para aumentar de altura, lo necesitas con urgencia"



Silas llegó al centro del internado donde la titán se encargaba de crear un gran ritual. Cientos de velas estaban encendidas junto a varios símbolos de los cuales no tenía idea de que significaban.

La mujer alzó la mirada, sonriéndole ── Me alegra que hayas vuelto. Necesito sangre de vampiro para que funcione, tu padre está buscando la del lobo.

── ¿Qué piensas hacer? ── cuestionó, oliendo la esencia extraña que desprendía las velas.

La titán se levantó, sacudiendo sus manos de la suciedad y mirando su obra, un nuevo hechizo siempre era lo mejor para celebrar su victoria.

── Es un hechizo que cree. Ayudará a que mis hermanos despierten, recobren fuerzas y así el plan dará inicio. Estoy segura que mataran a unos cuantos humanos en su camino y eso solo me emociona ── comentó como si se tratara de lo más normal.

── Suena como un hechizo demasiado poderoso ── masculló entre dientes.

Ella sonrió, poniendo sus manos en su cadera ── Estas hablando con la creadora de todas las maldiciones. No será un problema, solo necesito sangre para guiarlos a mi encuentro.

Silas asintió, caminando alrededor para aparentar tranquilidad cuando sentía exactamente lo contrario, lleno de desesperación para que su plan se llevará a cabo.

── ¿Necesitas ayuda? ── ofreció, manteniendo su expresión aburrida.

── Tu magia es débil, pero está bien. Me encanta que comiences a cooperar, es atrayente ── susurró, mordiendo su labio ligeramente ── Haremos el hechizo cuando tu padre aparezca de una maldita vez.

Michael apareció a los minutos, cargando varios depósitos llenos de sangre que se los entregó a la titán. La mujer lo tomó, derramándolo en diferentes símbolos que representaban las criaturas. Silas mordió su propia muñeca, derramando su sangre en el cuadro donde la mujer le señaló con satisfacción al verlo cooperar.

── Bien, siéntate enfrente mío para poder entrelazar la magia ── pidió, entregándole un papel con el hechizo ── No te detengas o no funcionara.

── Lo entiendo ── asintió el chico.

Ambos recitaron el hechizo, las palabras en latín salieron tan fáciles de sus bocas como si fuera una simple canción. La titán cerró sus ojos al sentir la magia fluyendo por todo su cuerpo y cómo iba a expandiéndose por toda la sangre que dejó.

Silas no podía dejar de mirarla, recordándose que no se trataba de su Sakura. Ese rostro, tan igual, no era la humana de quién se enamoró así que no le causaría ningún dolor, en cambio, haría que descanse en paz hasta que volvieran a encontrarse, tal como lo planearon.

El chico sacó el frasco lleno de las cenizas de las hojas del árbol sakura. Estas brillaron con intensidad al sentir la magia en Silas, su tono rosáceo entrelazándose con un dorado que se miraba tan poderoso que sus manos temblaron al sentirlas.

Sacó un puñado en su mano y tomó una fuerte respiración, recordándose que lo hacía por Warren, por Sakura y para que su alma pudiera vivir en paz, sabiendo que traicionó a los que depositaron su confianza en él.

Lanzó las cenizas al aire, creando un perfecto círculo donde encerró a los dos portadores. Invoco su propia magia y la que obtuvo de parte de la titán para recitar el hechizo que creó, poniendo todo su esfuerzo para que funcionara.

Supo que la titán había sentido algo cuando la magia se detuvo abruptamente y lo miró con pánico en sus ojos oscuros.

── ¿Qué haces? ── demandó, sintiendo la debilidad que golpeó su cuerpo.

Silas no respondió, esforzándose en su propio hechizo para derrotar a la titán. De reojo, observó a su padre intentando entrar, pero las cenizas lo impidieron cuando estas crearon un gran escudo a su alrededor.

Un quejido salió de la titán, sin poder respirar con tranquilidad. Una presión invisible apareció en su garganta, poniéndola en su límite. Silas siguió recitando con mayor fuerza, animado de que estaba logrando su objetivo.

La tierra bajo sus pies comenzó a temblar, creando grandes aberturas donde varios cadáveres de criaturas cayeron y supo que era cortesía de la desesperación de la mujer.

La titán comenzó a arrastrarse por todo el ritual, intentando buscar una salida a ese infierno que un simple portador hizo. Su mano se quemó cuando tocó el escudo, soltando un fuerte gritó al notar las cenizas de su alrededor.

── ¡Detente, ahora mismo! ── chilló la titán, intentando hacer uso de su magia.

De inmediato, todo hechizo fue evaporado por las cenizas que brillaron lo suficiente para alumbrar todo el internado.

── Las cenizas del sakura son tu debilidad ── él habló, sintiendo la magia expandirse ── Tu peor enemigo, el culpable por el que te encerraron y por el que volverás.

── ¿Cómo lo supiste? ── ella masculló, respirando con dificultad.

── Sakura me hizo prometerle que no olvidaría su nombre, en ese entonces no sabía que significaba hasta que mire este pequeño árbol en la habitación de Warren con una tarjeta que decía que mi Sakura siempre sería la debilidad de los titanes ── contó, una sonrisa apareciendo en sus labios ── Por eso fue elegida. Su nombre tenía un gran significado y era la clave para que esta era no naciera.

── ¡No puedes matarme! ── le siseó con los dientes apretados.

── No, no puedo hacerlo, pero te debilitaré tanto que desearas estarlo ── prometió.

Silas se levantó, su cabello oscuro agitándose por el fuerte viento que las cenizas habían creado. Se acercó a la titán, su altura siendo imponente ante la mujer que apenas podía mantenerse consciente de su alrededor.

Tomó la mano de la titán, creando los lazos para absorber la magia que tomó sin permiso. La mujer intentó golpearlo, incluso gritó para poder activar su magia, pero nada hizo efecto en el chico. Los ojos de Silas se tornaron blancos, señal de que la magia estaba aceptándolo poco a poco.

── Ahora seré el portador de la magia de los O'Higgins y tú, vas a pudrirte en la cárcel ── habló, su voz saliendo carrasposa y baja.

── ¡Jamás vas a ganar! ── le aseguró la titán.

Los labios de la titán se movieron rápidamente en un hechizo, tomando la energía de la criatura más cercana para poder ayudarse. Silas oyó los quejidos de su padre y cómo cayó al suelo, su corazón apenas latiendo.

Un olor a metal inundó las fosas de Silas y se sorprendió al notar que le pertenecía. Cualquiera que fuera el hechizo de la titán, también estaba afectándolo y no iba a permitírselo, ya no volvería a caer en sus juegos donde deberá de perder todo lo que quiere.

Del interior de su bolsillo, Silas sacó otro frasco de cenizas, lanzándolo directamente al rostro de la titán. Ella gritó, cayendo al suelo junto al chico que se negaba a soltarla hasta que el intercambio hubiera terminado hasta que sintió un asfixiante dolor en su pecho.

Todo fue tan rápido que Silas no pudo detenerlo. La titán introdujo su mano en el pecho del chico, deteniéndose a centímetros de su corazón si no fuera por la mano que la detuvo.

Silas tembló, lleno de ira y molestia al haberse atrevido a ir por el órgano que podría matarlo.

── No voy a morir hasta que estés encerrada, de nuevo ── le prometió con los dientes apretados.

Los ojos oscuros de la titán lo observaron y se dio cuenta de que no podría ganarle. La criatura enfrente suyo estaba tan lleno de dolor por las pérdidas que no le importaba perder su propia vida.

Silas siguió recitando el hechizo, manteniendo la presión en la muñeca de la titán para que no llegara a su corazón. Poco a poco, fue sintiendo la magia en él y con eso, pudo acabar con toda su pesadilla.

La titán fue perdiendo su fuerza, su cuerpo cambiando al desgarrado e irreconocido con el cual estaba encerrada. Su alrededor comenzó a enloquecer, volviéndose un huracán que intentaba llegar al interior del ritual sin éxito alguno.

Silas cerró sus ojos al sentir que iba llegando a su objetivo. Lo último que oyó fue un desgarrador grito junto a una fuerte explosión que lo golpeó tan fuerte que lo llevó a la inconsciencia.

Justo en el lugar donde quería descansar.



La sala blanca a su alrededor hizo que el chico en la camilla frunciera sus cejas, el color parecía molestarle en un principio al igual que el inusual pitido en uno de sus oídos, tan sofocante que intentó tocar su oreja sin poder llegar a su destino por la molestia.

Sus ojos verdosos recorrieron toda la habitación hasta fijarse en que su cuerpo estaba cubierto por una fina sábana blanca. Aunque no sentía ni calor ni frío, la sintió reconfortante bajo su tez pálida e incluso la movió, cubriendo su brazo.

Su ceño se frunció, confundido sobre ese lugar y como todo parecía ser tan callado, sólo pudo oír unas aves revoletear a los lejos y unas pisadas que fueron convirtiéndose más fuertes.

La puerta de la extraña habitación blanca se abrió abruptamente, sorprendiéndolo. Una chica se detuvo por unos segundos antes de tirarse a sus brazos, llorando y moqueando sobre lo preocupada que estaba.

Él le dio unas palmaditas sobre su espalda, confundido sobre quién era y por qué estaba tocándolo de ese modo. Sin poder soportar sus llantos, el chico tomó los brazos de aquella desconocida y los separó.

Otro chico, más calmado, también entró a la habitación. Puso sus manos dentro de la chaqueta, observándolo con una felicidad que solo brillaba en su mirada.

── Volviste, parece que las puertas se cerraron en tu cara ── bromeó el chico, aunque ninguna sonrisa apareció en sus labios.

── ¿Quién volvió? ── preguntó el chico, sorprendiéndose de oír su propia voz tan ronca y profunda.

La chica se separó, parándose a un lado de la camilla con una mirada extraña. Sus ojos azulados evaluaron la situación.

── ¿Estás bien? ── ella cuestionó ── Puede ser que la explosión te haya dejado un poco confundido, destruyó por completo el internado y apenas pudieron encontrarte.

── ¿Explosión? ── repitió el chico, sin entender ── Ni siquiera sé dónde estoy.

── Silas ── ella dijo, mirándolo para ver la reacción del chico que fue simplemente más confundido ── Silas Miller.

── ¿Ese es tu nombre? ── replicó ── Suena... muy viejo para ti.

La chica negó la cabeza, lanzándole una mirada de preocupación al chico con el que entró.

── ¿Qué recuerdas? ── preguntó el chico, acercándose con cuidado de no molestarlo.

── Nada ── confesó, pasando su mirada entre los dos adolescentes ── Solo estoy en blanco. ¿Qué sucedió conmigo?

── Mi nombre es Edvina ── se presentó la chica, quitando un mechón rubio que cayó sobre sus ojos ── Él es Nilo. Nosotros somos tus amigos.

── Estuviste en una pelea con la titán de magia ── Nilo explicó, cruzándose de brazos ── Apenas pudieron encontrarte con vida. Parece que la magia te hizo más humano por lo cual, más vulnerable.

── No recuerdo haber estado en una pelea ── negó el chico, frunciendo sus cejas ── ¿Qué es eso de humano y magia? Suena muy confuso.

── Yo te encontré bajo los escombros. Silas, ¿realmente no recuerdas nada? ── interrogó Nilo sin creerlo ── ¿No recuerdas el internado, Warren o Sakura?

Silas negó, casi temeroso por las miradas duras que le dieron esos dos adolescentes.

── ¿Tendría que recordarlos? ── replicó el chico.

Edvina le dio una mirada de advertencia a Nilo antes de seguir el plan que armo en esos segundos. Con una agilidad increíble, Edvina hirió su propia mano con la orilla de la camilla.

El olor metálico de la sangre fue como un golpe para Silas. Sus ojos verdosos se pusieron en rojo, uno tan fuerte como los vampiros novatos. El chico se sorprendió ante el gruñido antihumano que brotó de sus labios.

Su garganta picaba, casi quemando ante la urgencia de levantarse para drenar esa sangre. Su cuerpo se movió unos centímetros antes que Nilo posara su mano, devolviéndolo a su posición.

── ¿Qué es eso? ── Silas preguntó ── ¿Qué me ocurre?

── Eres un híbrido, Silas ── Edvina respondió, limpiándose la sangre de la herida que sano ── Un vampiro y portador de magia.

── No, no soy nada de lo que dices ── negó el chico, frunciendo sus labios ── ¡Esto no es normal!

Edvina se acercó, tomando las manos temblorosas de su amigo y lo miró, viendo lo vulnerable que se encontraba.

── Está bien ── le susurró con calma ── Nosotros vamos a cuidar de ti, un agradecimiento por el sacrificio que hiciste.


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