Entonces se decidió, no podía seguir allí amargada más tiempo, debía ir a visitarlo, debía conseguir aquello que le fue arrebatado.

Fue al reino de las Tinieblas, un lugar parecido a la Nada, la diferencia es que allí vivían los muertos a los que a nadie les importaron.

Pasó. Enfrente suya estaba él, el dios Nunca, y sin darse la vuelta, le dijo:

-Pasa Nada-

Ella se acercó

-Quería pedirte algo...-

-Es obvio, ningún dios viene aquí por simple placer-

La diosa Nada respiró hondo

-Quiero que me quites tu maldición-

Nunca se dio la vuelta, y sonrió como si lo hubiese imaginado

-No es tan fácil como crees

-Pero lo necesito, quiero recuperar lo que es mío-

-No te gusta tu reino, ¿verdad?-

-Es horrible, todo lo que hago es horrible

-No eres la única...- dijo lanzándole una indirecta

-Lo sé, pero tú no me entiendes, por favor, haría lo que sea-

Nunca se quedó pensativo, y después dijo:

-Está bien- y añadió pícaro- Pero necesito los dones de los dos seres más valientes que habiten en tu reino-

Nada suspiró, y se fue, no tenía otra opción si quería ser quién debía ser. 

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Los dones de los dos seres más valientes de la Nada...

¿Estáis pensando en lo mismo que yo...?

¿En Alguien y Nadie, quizá?

¿Tendrá la diosa el valor de quitarle sus dones...? 

¿Qué pasará después si se atreve ha hacer algo tan cruel?