XII: Derrumbe Torrencial.

ADVERTENCIA: Menciones de post trauma.

(Escribí y edite este capítulo con la canción de arriba, les recomiendo escucharla, de preferencia hasta la segunda división)

Después de un delicioso vaso de leche caliente, Musume y Stain se alistan para irse a dormir. Si bien ambos comparten la única cama del apartamento, a la niña le gusta también dormir en el pequeño sillón, además de que hace un poco de calor y en la sala el aire es mayor.



— Buenas noches, papi  —se despide con un beso en la mejilla de su papá.

—Descansa pequeña, mañana tenemos un día ocupado —deja un suave beso en la frente de la niña, y se retira a sus aposentos para descansar.



Se supone que debe cerrar los ojos, pero decide mantenerlos abierto un poco más. Dirige su mirada hacia el techo grisáceo, y sonríe al pensar la suerte que tiene: un hombre cariñoso, un techo, comida deliciosa, una pequeña pero linda familia. Finalmente puede decir que nada le afecta ya.

Así que cierra sus ojos para comenzar el proceso de entrar al mundo de los sueños, su segundo lugar favorito de toda la vida —además de su nuevo hogar y el basurero, aunque ese último no lo ha visitado en meses.

Mientras intenta conciliar el sueño, hay un pequeño ruido particular cerca de ella, más bien rondando en el ambiente. Es como un choque de un metal pequeño contra otro, como una hebilla de cinturón moviéndose con un balanceo.

¡Slash

Se agarra el brazo en un reflejo involuntario. Y escucha de la nada también pasos de unos tacones sonoros. Unos tacones negros, qué suenan contra el piso de madera de la casa. La están buscando, esa mujer la esta buscando para castigarla.

Se esconde debajo de la sábana y tirita del miedo. Intenta bajar la respiración, colocando su mano en su boca para regular el ruido que sale de sus labios, los cuales no dejan de temblar junto con sus piernas, así que aprieta más su palma contra su boca y cierra las piernas rodilla contra rodilla.

Aprieta fuertemente los ojos mientras sigue escuchando las pisadas, hasta que decide observar, aunque sea un poco, la causa de esos ruidos.

Sale de la manta con rapidez, no vaya a ser que realmente sea quien se imagina.

Resulta que hay una gotera en el lavabo, los chorros de agua son los que causan el ruido, además de que hay algunos cubiertos sucios, y el metal contra el agua haciendo eco se unía a la tormentosa sinfonía.

Para algunos no debió ser nada, para Musume fue un gran susto.

— Esa señora no me va a encontrar, ¿verdad? —agarra las sábanas blancas qué la cubren en el sillón—. La señora cruel no me va a encontrar.

Decide guardar sus pensamientos y se recuesta en el sofá para dormir.

— Un momento...

El techo se ve diferente, el sillón no es el sillón de siempre. Este no parece ser su hogar.

¿En donde se ha metido?

Al sentarse en la cama, se da cuenta, qué está en una cama. Pero no es la de su padre, es una cama de sábanas violetas con puntos morados. También hay una televisión pequeña y un armario con mucha ropa, sin parches o tallas más grandes que la suya.

Es... Su vieja habitación.

No entiende que es lo que pasa, así que baja de la cama y se encuentra con las antiguas pantuflas blancas y esponjas qué tenía en casa. Camina por el terreno ya no tan conocido y sale del cuarto.

Las pruebas son irrefutables, es su antigua casa. La sala bonita, la cocina con nevera moderna, la alacena repleta, incluso los cuadros de muy extrañas pinturas. Según sus padres, eran regalos de su abuelo, aunque ella ni en fotos lo ha visto.

Pero hay algo muy extraño. La iluminación es muy tenue, hay una música de tocadiscos, y un delicioso aroma a desayuno casero le llega a la nariz.

— ¿Papá? —llama con esperanza a su papá.

Al decir ese nombre, aparece un hombre de cabello marrón, ojos dorados y lentes cuadrados. Es alto, con una cara un poco seria, pero no tanto como lo recuerda.

No es su padre Stain, es su padre biológico.

El hombre se le acerca, con el mismo porte de siempre, erguido y con un caminar similar al de un soldado. Pero, lo que no se imaginó que pasaría, es que le regalaría una cálida y atenta caricia en la cabeza.

— Finalmente despiertas, nena.

Un momento, el jamás la llamó por un apodo cariñoso antes. ¿Es un impostor?

— Tu mami esta haciendo el desayuno, ven, antes de que se enfríe —toma su mano con suavidad, mientras la conduce a la mesa.

—Espera, ¿y tu trabajo? —mira fijamente al moreno, con intenciones de zafarse en cualquier momento.

—Hoy no hay trabajo, ni viajes. Hoy vamos a desayunar los tres en familia. Es un día especial para convivir juntos.

Todavía sin creer que esto sea real, la azabache se encuentra con una mesa llena de una sabrosa comida. El brillo y el aroma son una agradable presentación, parece de un comercial de TV, donde se promocionan productos de gastronomía y una convivencia familiar.

Es mucho más fácil lo primero que lo segundo.

—Ven, siéntate aquí —es alzada por su padre biológico y depositada en una de las sillas del comedor.

Pronto también llega a la mesa una mujer de piel blanca, casi pálida. De cabello negro como el suyo, y ojos verdes. Tampoco puede reconocerla como antes, ella jamás sonreía o vestía con mandiles, siempre era con un uniforme parecido al de una secretaria.

— Buenos días, mi princesa linda —sonríe.... ¡¿sonríe!? Hacia ella—. Hice tus favoritos.

—Pero no sabes que es mi favorito —mira a su plato, donde hay un sabroso omelette de queso y jamón. Es uno de sus platillos favoritos, sí, pero jamás se lo ha dicho a su mamá. Ella estaba demasiado atenta a sus informes  como para haberla escuchado.

—No digas eso, papi y yo siempre hemos sabido que te gusta. Además, es un día especial.

¿Otra vez? No recuerda que sea el cumpleaños de nadie. No conoce mucho de sus padres biológicos, pero esta segura que una fiesta de cumpleaños no es.

También, sus padres nunca fueron... padres. Paternales. Es más, actúan como un genuino matrimonio amoroso. Según recuerda, jamás se llamaron por apodos cariñosos, ni se dieron besos o se daban cumplidos. Si no eran capaces de demostrar que eran un sano matrimonio, mucho menos mostraron ser padres amorosos con ella.

Mira su platito de huevo, y esta por tomar el tenedor, hasta que siente un raro movimiento en la mesa.

— Papá, mamá, ¿Qué fecha es hoy?

De la nada, ve un enorme quiebre frente a ella. El plato, la mesa, y el suelo también comienzan a llenarse de grietas, también las paredes y el techo. Ese ruido inconfundible del concreto y la madera partirse en múltiples partes, es tan aterrador como lo recuerda.

Es tal como esa vez, cuando sucedió esa catástrofe. El día donde sus padres murieron, ella quedó gravemente herida y poco después la adoptó la señora cruel.

El día del derrumbe.

No puede ver lo que sucede, no muy bien al menos. Solo escucha a sus padres gritando y tratando de correr, ella también intenta moverse, más no avanza mucho, como si dar un millón de pasos no fueran más que unos centímetros de caminata. El piso cede bajo sus pies, y empieza a caer a varios metros y hacia una pila de escombros.

Pero, al llegar al fondo, no se golpea contra los restos del concreto y metal qué se espero recibir. Ha caído en un inmenso pozo de agua helada. No puede gritar o moverse, al menos moverse para avanzar. Tan solo puede agitar lentamente sus brazos en desesperación, inflar las mejillas para retener un poco de aire y mantener los párpados lo más abiertos que pueda.

Si esta atrapada en el fondo del agua, ¿Quién se dará cuenta de que está allí?, ¿cómo va a gritar por ayuda?, ¿All Might la salvará como esa vez?, ¿el símbolo de la paz podrá salvarla al ser uno de los héroes qué nunca se rinden?, ¿o ella será una de tantas personas que no pudieron ser salvadas?

¿Realmente así acabará todo? 

Intenta no cerrar los ojos, porque eso significa que no los volverá a abrir. Puede ver un líquido rojo flotar hacia arriba, parece salir de ella misma. Es como algo que sale de sus piernas y ascienden a la superficie, como una familia de peces rojos y pequeños que bailan a su alrededor. Ellos tienen suerte, pueden respirar bajo el agua y no ahogarse en ella.

Lastima que Musume no sea un pez.

Lastima que haya pasado así.

Lastima que sea la primera y última vez que ha visto la sonrisa de sus padres.



Y lo más triste de todo, es que no se pudo despedir de su papá.

Sus manos tocan una suave tela, y ese pequeño estímulo la hace reaccionar ante la realidad. Se levanta de golpe, con los ojos llorosos respirando agitada. Está algo mojada en la frente, pero sus ropas y demás cuerpo están totalmente secos.

¿Dónde están los escombros, las vigas y los bloques de cemento alrededor?, ¿y a dónde se fue el agua?

La casa ha cambiado otra vez, este techo ya lo conoce y la tierna oscuridad también. Es el departamento de papá.

Ha sido un sueño, solo eso. Sigue respirando y no está debajo del agua. Aunque, cosa rara, no está en el sillón donde se supone que debería estar. En su lugar, se encuentra a su papá durmiendo a su lado, abrazándola con suavidad y una de sus manos en una posición de acunamiento. Al parecer la estuvo arrullando mientras dormía.

—¿Pa... Papá? —intenta levantarlo con la voz un poco quebrada.

El hombre empieza a abrir los ojos con lentitud, hasta que se da cuenta de que su hija está despierta, y con sus pequeños ojos dorados llenos de lágrimas. Se endereza un poco en la cama, y la contempla a los ojos.

— Nena, ¿estás bien? —le acaricia suavemente la frente a la morena.

— ¿Cómo llegue aquí?

— Cuando fui a la sala a verte, me di cuenta de que estabas temblando mucho, parecía que estabas teniendo una pesadilla. Así que te traje aquí, para vigilar tus sueños. Pensé que estabas inquieta por estar en el sillón, debí imaginar que estabas teniendo una pesadilla y tratar de despertarte.

Fue un sueño... una pesadilla. Al parecer su ruta tomó la línea equivocada sin querer y la llevaron a terreno peligroso, lejos de su segundo lugar favorito de todos los tiempos.

— ¿Puedes decirme que soñabas?

— D- de... —le cuesta mucho decir esa palabra, más porque lo ha vuelto a sentir. A su cuerpo y mente ha regresado esa maldita sensación, de cuando fue consciente de toda la catástrofe que tuvo en su primer hogar.

Chizome no dice nada, por el momento. Pero es lo suficientemente observador para darse cuenta de que la niña ha soñado/recordado el derrumbe de su hogar. Lo nota por los nervios en su cuerpo, por la forma en la que aprieta las sábanas y por como hace esfuerzos para no llorar.

Antes de permitir que siga recordando eso, el hombre lleva sus brazos al tembloroso cuerpo de su hija, quién abre un poco los ojos al sentir el cariñoso y dulce gesto. Las manos de su padre acarician la parte posterior de su cabeza azabache y con la otra deja suaves palmaditas en su espalda.

— Tiemblas tanto que pareces un chihuahua —bromea un poco para aliviar un poco la ansiedad naciente.

— No quiero volver a pasar por eso... no podría soportarlo papá —corresponde al abrazo y sus manos se cierran a la altura de la espalda baja del anti héroe—. Si tiembla todo, me voy a caer y a lastimar, y esa señora va a levantarme solo para arrojarme más fuerte. Me van a hacer mucho daño...

— Mi niña, escúchame por favor —suelta un poco el abrazo y mira fijamente a los orbes dorados de Musume, los cuales han soltado más lágrimas—. Has sufrido una gran tragedia y puedo ver que no solo son cicatrices lo que llevas contigo como un recuerdo. No es algo que puedas olvidar de la noche a la mañana, aunque ya han pasado meses desde todo eso, ¿no?

— Casi 10 meses y 5 desde la señora cruel, quizás más.

— No debe importar cuando tiempo haya pasado o cuanto tiempo más nos cueste sacar esos pensamientos de tu mente —seca con cuidado las lágrimas de la niña y un poco sus mejillas—. Pero recuerda que, por ahora, tu vives conmigo, y yo nunca te haré algún tipo de daño.

Vuelve a fundirse con su protegida en un abrazo, acariciando con un poco más de fuerza su pequeña cabeza, en la cual deja un suave beso largo.

— Mientras estemos juntos, no permitiré que te dañen otra vez, ¿sí?

Papá siempre te protegerá.

Corre por toda la cuadra lo más rápido posible. Ese tipo es igual de rápido que ella. O bueno, quizás su velocidad se ha reducido por estar en un posible ataque de pánico.

Musume salta un buzón de correos mientras igual sujeta la bolsa con la compra reciente, una compra que hizo aprovechando las horas libres. No se esperó tener que escapar de un maldito acosador, del cual no conoce su quirk y que está armado. Por suerte le hizo un corte para ganar tiempo, pero no puede pelear contra él, está en una posición en desventaja y hay algunos civiles rondando, involucrar a terceros tampoco es una opción.

Pudo llamar a Aizawa y enviar su posición, y se dirige a un callejón para encontrar un escondite. Se recarga en una pared, intentando regular su respiración y no caer en un ataque de pánico.

Ya no es una niña, se supone que puede con esto y más. Pero el maldito pánico es muy fuerte, más porque el hombre tiene el cinturón desabrochado y el ruido es similar a...

Un fuerte grito masculino la saca del trance, es la voz del acosador. La mayoría son insultos y algunos gritos de miedo. Poco después escucha una patrulla y el ruido de algo enrollándose, como una tela.

— ¡Shiretoko! —su maestro la está llamando. Asoma la cabeza y se encuentra a su profesor atando al pervertido y entregándolo a los oficiales de policía. Le darán la sentencia correspondiente en la estación, el acoso a menores es un tema serio.

— Sensei —tiene ganas de abrazarlo, pero sabe que eso le llevará una reprimenda que prefiere no tener ahora—. Muchas gracias.

— Sé que tu y tus compañeros saben defenderse por su cuenta, sin embargo, fue buena opción que hayas llamado. Escuché desde la llamada tu pequeño ataque, así que vine lo más rápido que pude, y te felicito, también por tomar las medidas adecuadas y no enfrentarte a él directamente.

— Perdón si lo llamé a usted y no directamente a la policía, es que era el primer número en mi teléfono —el pánico se le está yendo, aunque viene entrando un poco de pena.

— Mi deber como maestro a fin de cuentas es cuidarlos, ¿no te parece? —deja unas palmaditas en su cabeza—. Ven, hay que ir a la escuela, un oficial nos llevará.

El maestro y la estudiante suben a la parte de atrás del vehículo, el cuál se pone en marcha en cuestión de segundos rumbo a la UA.

— También perdón si me acobardé tanto. Y yo que creí que ya estaba superando mi TEPT.

— ¿TEPT? —El maestro alza la ceja—. Me imaginaba que lo tienes, pero no sé como lo manifiestas o lo llevas tratando.

— Antes salía con casi nada, ahora solo reacciono ante el cuando me invaden el pánico o ansiedad, ahí estoy más débil. Mi mamá y mi terapeuta me han ayudado mucho con eso.

— Te aseguro que también encontrarás un apoyo en Hound Dog, es un gran terapeuta.

Musume se relaja un poco en el asiento de atrás, el policía también maneja en silencio, detalle que agradece profundamente. No le gustan los múltiples sonidos, menos después de un fuerte suceso.

— Muchas gracias de nuevo, sensei. Por salvarme —le regala una sonrisa—. Que suerte que haya derrotado fácilmente al sujeto.

Aizawa gira la cabeza hacia la morena, arqueando una ceja con incredulidad, como si fuera un comentario que no esperaba recibir.

— ¿De qué estás hablando? —su tono de voz parece algo confundido—. Cuando llegamos al callejón el hombre ya estaba en el suelo. No lo vencí yo, solo lo retuve. Es más, cuando lo levantaron, sus piernas flaqueaban. Parecía que no se podía mover.

Ese dato la sorprende, aunque es fácil ocultarlo a su maestro. Internamente analiza la situación, y se va a un detalle importante.

La sangre del corte no estaba.

Por instinto gira la cabeza hacia el cielo, mirando las nubes y los tejados, divisando una tela roja balanceándose en el aire. Es un banderín, pero lo interpreta como algo más.

No puede evitar sonreír ante ese pensamiento repentino.

La patrulla continúa en su camino a la academia de héroes, mientras un héroe camina por las calles sin saber que ha sido perdonado por hoy.

El asesino de héroes tuvo que ir a un asunto más importante que acabar con un objetivo.

Hoy se limitó a limpiar las calles de un acosador que se atrevió  a perseguir a la chica incorrecta.

Y con ustedes, el capítulo 12 de esta obra.

No mentiré, amé escribir esto. 

*llora brillitos y bebe leche para calmar su emoción*

Los capítulos comenzaran a tener detalles más relevantes para el futuro de la historia, cada vez más nos acercamos al arco más importante de la historia... ups, no debí decir eso.

En fin, creo que dejo esto aquí y me voy, ¡hasta el 13, mis estimados lectores!

Woxi fuera.

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