V. Gusto particular

Cuando tomó la importante decisión de ser oficialmente el padre de la pequeña Musume... no esperó a que esta tarea resultara tan complicada.

No es que Musume se porte mal o sea una niña testaruda, solo es... difícil de entender.

Por ejemplo, el incidente del cabello. Lo recuerda como si hubiera sido ayer...

Porque si fue ayer.

— Tienes el cabello demasiado enredado —jala un poco duro las puntas de su largo cabello.

— La señora cruel nunca me lo cortó desde que me adoptó —ella ni se inmuta por los tirones a su mata de pelo negra.

— ¿En cinco meses te creció tanto el cabello?

— Bueno, es que antes mamá me lo dejaba muy largo, luego dejó de cortarlo por 7 meses, así que no me lo he cortado desde hace un año.

Decidido a cambiar el tema de conversación rápidamente, Stain toma unas tijeras guardadas en el cajón, recortando las puntas tan enredadas del largo cabello de su hija. Esto hizo mucho más fácil su trabajo, y finalmente, luego de casi una hora, su cabello está totalmente cepillado.

— No sé por qué no pensé en cortar tus puntas desde hace una hora.

— ¿Por qué me recortaste las puntas?

— Perdón, era la única forma de peinarte bien —se estira una vez de pie, estar tanto tiempo sentado en un banquito dejo algo adolorida su espalda.

— También tu cabello esta algo raro. Ay, perdón por decir eso.

— No importa, además, me gusta tenerlo así. Escucha Musume, si hay algo de tu cabello que esté en desorden... o no te guste, te lo puedes cortar.

Luego de unos minutos, Stain se dirige a la puerta, ya cambiado para irse a trabajar. ¿debería decirle alguna vez a Musume en qué trabaja? Tal vez, pero no ahora.

— No tardo. Recuerda las reglas.

— No salir ni del departamento, ni del edificio.

— Pórtate bien, regreso pronto —cierra la puerta tras de sí.

Una vez se va, Musume se contempla en el espejo de la sala. Si bien se siente mejor al tener comidas diarias —cocinadas por ella o por su papá—, sus piernas ya no duelen y se ve más sana, se da cuenta de algo importante.

Odia su cabello largo.

Le llega hasta las rodillas —un poco más arriba debido al corte reciente—, y con el puede cubrir todo su cuerpo. Si bien era útil para taparse en el sótano, ahora, durmiendo en el sillón de la sala con una suave frazada, no es nada útil tenerlo.

"Si no te gusta algo de tu cabello, te lo puedes cortar"

La morena corre emocionada hacia los cajones del cuarto. Había visto a su papá guardar las tijeras allí, así que puede hacer lo que le dijo, quitar lo que no le gusta.

Con tijera en mano y determinación dentro suyo, toma el primer mechón de cabello antes de ponerse manos a la obra.


— Musume, estoy en...

Lo último que se imaginó al regresar de trabajar es descubrir casi un kilo de cabello negro en el piso de la sala. Es como un gato negro con sobrepeso, solo que esto no tiene cuatro patas y no respira. Incluso lo pica para cerciorarse de que no es una criatura viva. No, al parecer es solo cabello, no un gato.

Encima ni a él ni a Musume le gustan los gatos.

Un momento...

— ¡Musume! —comienza a buscarla por toda la casa, hasta escuchar algo en su habitación.

Al abrir más la puerta, encuentra a su pequeña contemplándose en un espejo de mano, balanceando las piernas y tarareando una pequeña canción. Sin embargo, lo que más llama la atención es su disparejo corte de cabello. Algunas partes están más largas que otras, el límite aproximado es alrededor de su cuello.

Pasó de ser una Rapunzel morena a ser una especie de cavernícola.

— Hola papi, ¿te gusta mi cabello?

— ¿¡Pero que te hiciste!? —cierra la puerta mientras camina enfrente de la cama.

— Me corté lo que no me gustaba, como dijiste tu —deja de verse en el espejo.

— Aunque sea me hubieras esperado. Parece que tu cabello es un nido.

— Pero no tengo ningún pájaro en la cabeza.

— Lo tendrás pronto si no arreglamos eso. Ven acá, cavernícola—la toma de la camisa suavemente y la deja en la cama, un hábito que adquirieron porque gran parte de los asientos son una montaña para la niña.

— ¿Qué harás?

— Lo dejaré un poco más parejo. No te preocupes, no tardaré.

Toma nuevamente las tijeras y el cepillo, tratando de recordar a su padre cortando el cabello de su madre. Era hijo de un peluquero, así que para él era común verlo atender a sus clientes en casa, sobre todo a su mamá, su clienta número uno.

Si bien el no busca relación alguna por el momento, no puede negar que una pareja romántica es difícil de ignorar. Su papá siempre trató bien a su mamá, diciéndole cumplidos, besándola y tratándola con mucho respeto.

A veces podían llegar a ser pegajosos, pero no podía quejarse. Amaba el matrimonio de sus padres, no pudo tener una familia mejor.

No es hasta que escucha la voz de su pequeña que se da cuenta de que le está cortando el cabello. Se queda algo asustado de lo que ve ahora. Si bien le quedó pareja y con más estilo, lo cortó más de la cuenta.

Un año de cabello de alrededor de menos de un metro de longitud se redujo en solo un día a no menos de 15 o 20 centímetros. Los mechones le llegan un poco por debajo de los lóbulos, algunos rizos rebeldes se lucen en su pequeña frente. Aunque, el lado positivo, es que aun luce esponjoso.

Pero está tan corto que, si no fuera por el vestido que usa, su carita linda y sus ojos dorados que brillan como el sol, no sería difícil para alguien decirle "niño" en vez de "niña".

— Ay, creo que lo deje muy corto —rasca detrás de su cabeza mientras Musume se mira en el espejo—. Aunque igual, no es como que salgas mucho de...

— ¡Me encanta! —su sonrisa de emoción lo deja más extrañado que enternecido.

— ¿Qué?, ¿en serio?

— ¡Sí! Es justo como lo quería. Muchas gracias papá.

— Pues... ¿de nada? —dice sin entender nada de lo que está pasando— Ahora vamos a hacer la cena.

— ¿Hoy que cenamos?, ¿qué hay para hacer de cenar?

— Veamos la nevera primero.

Al llegar a la cocina y abrir el refrigerador, se encuentra que está casi vacío. No hay más que tres huevos, lechuga, un galón de leche y unos tres dulces que le había regalado el cajero en turno.

Mientras el hombre revisa más el interior del refrigerador, Musume trepa a la tabla y revisa los anaqueles. Hay un paquete de arroz, latas de atún, aceite y pimienta y sal.

— ¿Qué tal huevo con arroz?

— Recién ayer comimos huevo. Y no tengo ánimos para hacer arroz.

— ¿Entonces no cenamos hoy?

— Nunca dije eso, revisa si hay mayonesa —revisa un cajón de la tabla, satisfecho de ver un paquete de pan con unas 6 rebanadas.

— ¡Sí hay! También algo de salsa picante.

— Bueno, entonces serán sándwiches de atún.

Entre los dos prepararon rápidamente los emparedados. Musume le puso un poco más de mayonesa al suyo, y rechazó amablemente la salsa picante. Stain tuvo el proceso contrario: casi nada de mayonesa y bastante salsa picante. Sirve dos vasos de agua simple y coloca los dos platillos en la mesa.

Como Musume apenas alcanza a ver la mesa, Stain se dirige a la sala y toma algunos libros gruesos. Acto seguido, los coloca en el asiento y, suavemente, toma a Musume para sentarla encima de ellos.

— ¡Buen provecho! —agradece entusiasmada la morena antes de ponerse a comer.

— Veo que te encantan los sándwiches.

— Pues sí, sobre todo el de jamón,

— ¿Por qué? —le da un buen mordisco al emparedado.

— Es la primera vez que alguien me cocina a mí. ¡A partir de ahora y para siempre, el sándwich de jamón es mi platillo favorito entre todos los platillos!

— Si tu lo dices —cuando la niña desvía la mirada, Stain dibuja una pequeña sonrisa de verla, después de mucho tiempo, genuinamente feliz.

Después de una larga jornada heroica, Ragdoll termina su patrullaje en la ciudad. Cuelga sus llaves y se dirige a la cocina, en donde encuentra a su recién adoptada hija en la tabla, leyendo un libro que su "Tía Mandalay" le regaló.

— ¿Te cortaste el cabello? —pregunta la Heroína con una sonrisa en el rostro.

— Sí, sé hacerlo sola —mueve la cabeza de arriba hacia abajo.

— ¿De verdad? Si yo tratara de cortarme el cabello sola, haría un masivo desastre, jeje.

— Pero tu cabello largo es bonito, mamá.

— ¿Ya tan rápido en confianza me llamas mamá? —la mujer de cabellos verde acaricia su revoltoso cabello negro.

— Sí, porque me tratas bonito.

— Bueno, algo que no es bonito es saltarse las comidas —va hacia la nevera— ¿Algo en especial que se te antoje? Tengo para hacer pollo asado, huevos, ramen casero...

— ¿Puedes hacer sándwich de jamón?

— ¡Por supuesto!, ¿te gusta mucho esa comida?

— Sí... Es mi favorita.

No pregunten por qué actualizo a más 5 de la mañana

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