"Por tu felicidad"
Capítulo 4: Por tu felicidad.
•~•~•~•~•
POV Midoriya Izuku
Había pasado un par de semanas desde que Jirou se fue y Yaoyorozu siguió con su vida.
Desde ese entonces, a pesar de haber vuelto a ver como a cinco muertos más, simplemente seguía con la tranquilidad de mi día a día junto a la presencia de Kacchan.
Porque él estaba ahí para mí. Él estaba conmigo y se iba a quedar a mi lado para siempre.
Un día más, por la tarde, decidí salir a pasear un rato ya que era nuestro día libre. Mi madre se encontraba en casa y, Kacchan, hasta ahora, nunca había salido de mi habitación.
Siempre le insistía en que viniera conmigo, pero todo el rato se negaba. Decía que ahí estaba bien.
No tenía amigos, así que los días libres los pasaba solo o con mi madre.
Esta vez, opté por ir al parque y sentarme un rato a observar cómo la gente se divertía.
“Ojalá Kacchan hubiera venido. Hoy es un buen día.”
Hacía un poco de calor, pero el sol resplandecía y los niños de alrededor parecían divertirse.
—¡Oye, tú!
Un niño de unos cinco años llamó mi atención, haciendo que me girase para mirarle.
—¿Puedo ayudarte en algo? —inquirí con amabilidad.
—¿Por qué estás solo?
No supe cómo responder a aquello.
Pensé que no era raro tratar de pasar un día tranquilo, pero, fijándome mejor, todo el parque estaba rodeado por gente que estaba junto a alguien.
Los niños jugaban entre ellos, adolescentes reían en los bancos, parejas compartían un helado, ancianos alimentaban a las palomas y hablaban, y luego estaba yo.
—N-No estoy solo —respondí algo nervioso y negando con ambas manos—. ¡Estoy esperando a un amigo! —improvisé con una sonrisa.
—¿Y tu amigo te ha dejado plantado? —prosiguió el niño mientras ladeaba la cabeza.
—B-Bueno…
—¡Entonces juega con nosotros! —continuó mientras sus amigos se acercaban con una pelota en mano.
Por un momento, no pude evitar recordar los tiempos en los que Kacchan y yo jugábamos.
—¡Claro! —acepté con una triste sonrisa.
[...]
Había olvidado lo que decían sobre los niños.
“Sí que tienen energía…”
Había atardecido y aquellos pequeños seguían jugando con el balón sin descanso alguno, cosa que hizo que optase por decirles que debía irme.
—¡Gracias por jugar con nosotros! —exclamaron despidiéndose.
Pero, después de responderles con amabilidad y despedirme, pude notar la presencia de alguien a lo lejos.
Un joven de mi edad, más o menos, se encontraba bajo un árbol, sentado y observando a dos personas.
Sentí cierta curiosidad, decidí acercarme… y pude verlo mejor.
Tenía todo su cuerpo perforado por heridas ensangrentadas y, con dolor en sus ojos, miraba detenidamente a dos chicos que reían en un banco.
Quizás estaban contándose chistes o, alomejor, mirando algún vídeo divertido; pero, lo cierto era que, aquel joven no estaba vivo.
“Otra vez.”
Creí que, después de dos semanas sin encontrarme con alguien así, la habilidad de poder ver a personas fallecidas había desaparecido.
Aún así, estaba dispuesto a ayudarle.
Si estaba en mis manos, haría todo lo posible.
—Hola —saludé después de haberme acercado a él—. ¿Necesitas ayuda…?
Tardó en reaccionar, pero, cuando lo hizo, se giró para verme y recuperó la sonrisa mientras se levantaba.
—¡Hola! —saludó con una alegría que parecía fingir.
—¿Estás bien…? —proseguí con cierta preocupación—. ¿No intentas buscar a alguien? Quizás pueda ayudarte…
—No… ¡No lo recuerdo muy bien! —respondió pasando una mano por su nuca y haciéndome ver que no tenía importancia.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunté intentando hacer todo lo necesario para que pudiera confiar en mí—. Yo me llamo Midoriya Izuku.
—Kiri…
Pero, segundos después, se detuvo sin poder terminar y mirando nuevamente a los jóvenes que reían juntos.
—¿Kiri…? —dudé mientras me acercaba más para mirarle de frente.
Estaba llorando.
Las lágrimas caían por sus mejillas conforme seguía manteniendo su vista en aquellos chicos.
“No quiero ver a la gente sufrir.”
—No sé si está bien que te haga esta pregunta, pero... —comenté algo cabizbajo—. ¿Eres consciente de que…
—Sí —interrumpió bajando su rostro—. Sé que estoy muerto. Nadie podía verme y, por más que intentara hablar con alguien, no podían escucharme. Pero… tú sí.
—Puedo ayudarte… —insistí—. Solo necesito que recuerdes.
—¿Recordar…?
—¿No hay algo de lo que te arrepientas? —proseguí—. ¿Algo que hayas dejado inconcluso? ¿Algo que quieras decirle a alguien importante? ¿Alguna promesa que hiciste y no pudiste cumplir? No hay… ¿No hay una persona con la que quieras hablar?
—No lo recuerdo —se limitó a responder con cierto pesar.
“Suelen decir lo mismo…”
—¿Y tu nombre era…? —inquirí nuevamente.
Por lo que había visto de aquel chico, la reacción que tuvo al pronunciar parte de lo que, supuse, era su apellido, me hizo darme cuenta de que había alguna relación con lo que no le dejaba descansar en paz.
—Kirishima… —aplicó pronunciando con dolor cada sílaba, como si el simple hecho de recordarlo le hiciera sufrir—, Eijirou.
—Se está haciendo bastante tarde —cambié de tema para tratar de resolver todo con más calma—. ¿Quieres venir a mi casa? ¡Alomejor, con un poco más de tiempo, podrás recordar todo! —animé.
[...]
—Entonces… ¿puedes ayudarme? —inquirió sin comprender que tenía un asunto pendiente con alguien en la Tierra.
—Eso espero —respondí con una sonrisa nerviosa mientras subía las escaleras que daban a la planta de arriba.
Mi madre estaba preparando la cena, así que cuando volví a casa, me limité a saludarla y dirigirme directamente arriba, a mi habitación, para que Kirishima tuviera un sitio en el que estar.
“Quizás, Kacchan se ha sentido un poco solo…”
Me hacía falsas ilusiones.
—Siéntete como en casa —le dije al pelirrojo mientras abría la puerta de mi cuarto.
Nuevamente, estaba volviendo a tener una visión irreal de Kacchan.
Por segundos, me parecía notar algo raro en él. Había algo que le faltaba, pero, después, todo volvía a la normalidad.
—Hola, Kacchan —saludé con amabilidad—. Perdón por tardar tanto.
Como de costumbre, no me respondió.
Solamente me observaba detenidamente, con el ceño fruncido y sentado junto a la ventana, la cual estaba abierta.
—Iré a ayudar a mi madre —agregué mientras Kirishima iba entrando a mi cuarto—. ¿Quieres que te traiga algo de comer? —inquirí como normalmente hacía.
—Ya te he dicho mil veces que no tengo hambre —respondió con cierta rabia en sus palabras.
—Cierto… —sonreí algo nervioso—. Bueno, ¡ya vengo! —me despedí, alejándome de la habitación para dirigirme a la cocina.
[...]
POV Narradora
—¿Bakugou…? —dudó Eijirou al ver a uno de sus anteriores amigos de U.A.—. ¿Tú también estás…?
—No digas nada —interrumpió apoyándose en una pierna para levantarse—. Ni se te ocurra, Kirishima.
—Si puedes verme y estás así… ¿Por qué Midoriya te trata como si estuvieras vivo? —inquirió apretando ambos puños con impotencia—. Cómo… ¡¿Cómo ocurrió?! —exclamó con frustración—. ¡Desde que te alejaste de Kaminari y de mí, nunca…
Pero aquel pelirrojo se vio incapaz de terminar de hablar.
Se había detenido inconscientemente al pronunciar el apellido de aquella persona.
“Kaminari…”
Bajó su mirada y abrió los ojos con dolor mientras el rostro de un joven rubio invadía su mente.
Pero, esta vez, no era capaz de verle sonriendo; todo lo contrario.
La imagen de Denki llorando y gritando era lo único en lo que podía pensar en ese momento.
La escena en la que Kaminari le gritaba que resistiera, que no se fuera, que no le dejara solo…
—Estamos en las mismas condiciones —agregó Katsuki tratando de fingir que no le dolía aquel hecho—. Tú también terminaste igual, pero… ¿dónde está él?
“Él…”
—Sigues aquí por él, ¿no? —continuó Bakugou.
Se estaba acordando de todo.
Kirishima podía recordar que había hecho llorar a Kaminari. Pudo sentir que fue por su culpa; que por resistir todo lo posible para proteger a Denki, terminó con el cuerpo destrozado seguido del pecho atravesado, impidiéndole hacer mucho más por permanecer junto al rubio.
Sus palabras y lamentos, sus gritos reclamándole que por qué lo había hecho, sus ojos llenos de lágrimas…
“Y nunca pude decirle nada.”
Simplemente estuvieron juntos compartiendo risas y buenos momentos.
Ninguno quiso decir nada más. Ninguno quería arriesgarse a arruinar lo que había entre ambos.
Tampoco sentían que necesitaran más; porque, después de todo, se tenían mutuamente.
Y los dos creían que duraría para siempre.
[...]
POV Midoriya Izuku
Durante la cena, como de costumbre, conversé con mi madre y le ayudé a lavar los platos al finalizar.
Mañana intentaría buscar alguna solución para lo de Kirishima, así que, al ver que ya era bastante tarde, opté por despedirme y subir al cuarto para poder descansar.
“Lo mejor será no conversar con Kirishima cuando esté Kacchan presente. Seguro pensaría que hablo solo.”
Pero, mientras subía las escaleras, me encontré con aquel pelirrojo dirigiéndose hacia mí.
No supe por qué hasta que me percaté de su rostro.
Por algún motivo, parecía aterrado. Sus ojos mostraban cierta desesperación y se veía bastante triste. Estaba algo cabizbajo y, aunque solo fue por unos segundos, pude darme cuenta de la impotencia que posiblemente sentía.
“Entonces…”
—¿Ya lo has recordado? —inquirí con una leve sonrisa de preocupación.
—Gracias, Midoriya —respondió haciendo un pésimo intento en sonreír sin mostrar la aflicción que sentía—. Tengo que irme —finalizó pasando por mi costado para salir de la casa.
—¡Espera! —detuve rápidamente—. ¿Has recordado cómo se llama?
El simple hecho de tratar de pronunciar su nombre parecía dolerle. No podía decir nada.
Estaba claro que Kirishima lo recordaba; pero era obvio que no podía mencionarlo.
—Podemos solucionarlo en este mismo momento —proseguí dispuesto a ayudarle quedándome despierto toda la noche si hacía falta—. Solo… Solo necesito que me digas su nombre.
—Kaminari… Denki —murmuró como si le pesara cada sílaba pronunciada.
Al principio había tenido suerte encontrándome con las personas de los fallecidos, pero hubo un momento en el que se me dificultaba todo.
Pero, solo se debía a que había olvidado que tenía internet a mi alcance.
De todas formas, no era de utilizarlo demasiado.
Mi madre era la única que veía las noticias y yo solo utilizaba el móvil para llamarla. No tenía a nadie más; no me hacía falta.
Quizás, cuando era pequeño, disfrutaba viendo a héroes salvar a la gente y leyendo lo que comentaba la gente en distintos vídeos.
Pero... todo aquello quedó en el pasado.
“Kaminari Denki…”
—¿Izuku? —la voz de mi madre y verla acercándose hacia mí, me hizo reaccionar—. ¿Estás bien? ¿No puedes dormir o algo…? —inquirió con preocupación al verme quieto en mitad de las escaleras.
—Me ha surgido algo… —respondí con nerviosismo—. Tengo que salir un rato.
—Ya es tarde, Izuku —aplicó dándome a entender, como era de costumbre, que lo que fuera que tuviera que hacer, podía esperar.
—Solo será un rato. No tardaré.
—De acuerdo… —suspiró—. Pero ve con cuidado. Últimamente… ya sabes. Hay más villanos que héroes.
—No te preocupes, mamá.
[...]
“Kaminari Denki…”
No tardó en aparecer su nombre en el buscador de Google.
Como era de esperar, lo primero que me apareció fue una noticia sobre los asesinatos causados por un villano y, en la descripción, el nombre de un par de supervivientes.
“Kaminari Denki y Ashido Mina…”
Sabiendo la zona por la que todo había ocurrido, podía acudir allí y tratar de averiguar dónde vivían preguntándole a la gente.
—Midoriya, no tiene importancia —aplicó Kirishima algo cabizbajo y con una leve sonrisa.
—¿No recuerdas dónde vivía una tal Ashido Mina? —inquirí dispuesto a tratar de solucionarlo todo durante esa noche.
—¿Ashido…? —dudó unos segundos, frunciendo el ceño levemente y llevándose una mano a la frente; era como si, nuevamente, tratase de recordar algo—. Hace tiempo estudiamos juntos, y luego…
—¿Puedes guiarme a donde vive?
—Creo que sí.
[...]
Verle durante todo el camino cabizbajo y fingiendo una sonrisa de falsa felicidad, me hacía sentir mal. Sea lo que sea que hubiese ocurrido, tenía que dolerle mucho.
Intenté animarlo como solía hacer con la personas a las que ayudaba, pero solo soltaba una risa fingida para no hacerme sentir peor.
Me guío hasta un edificio que no estaba muy lejos de donde vivía; es más, tardamos menos de lo esperado en llegar.
—Creo que es aquí —confirmó en un tono algo bajo y situándose frente a la puerta de uno de los departamentos.
Como la puerta principal estaba abierta, solo tuvimos que subir las escaleras hasta llegar a nuestro destino.
“Espero que funcione…”
Toqué el timbre y, con la esperanza de que alguien nos abriera, esperamos.
“Debe de estar durmiendo.”
Volví a tocar con cierto temor de despertar a algún vecino o molestar demasiado, hasta que, varios segundos después, escuché una voz femenina quejándose dentro.
—¡¿Quién llama a esta hora?!
A continuación, la puerta se abrió y pude ver el rostro de una joven de cabello rosa que había puesto un puchero y me miraba con extrañeza.
“Pensé que preguntaría quién es antes de abrir…”
—¡H-Hola! —saludé algo nervioso—. Perdón por venir a estas horas, pero es urgente —me disculpé un poco incómodo—. ¿Eres Ashido Mina…?
Se quedó analizándome durante unos segundos con el ceño levemente fruncido, hasta que optó por decir algo.
—¡No pienso comprarte nada!
—¡E-Espera! —detuve al notar que estaba a punto de cerrarme—. ¡Me llamo Midoriya Izuku, vengo a preguntarte sobre algo de suma importancia!
—Oh, ¡pues haberlo dicho antes! —respondió cambiando su tono a uno más amigable—. Sí, yo soy Ashido Mina. ¿Qué necesitas?
—Por casualidad… ¿conoces a Kaminari Denki?
El cómo su alegre rostro cambió a uno cabizbajo y lleno de preocupación, me hizo entender que sí sabía al respecto.
—¿Por qué? —dudó algo más seria.
—Tengo que hablar con él… es urgente —respondí tratando de ganarme su confianza—. ¿No podrías decirme dónde vive…?
—Kaminari no está en condiciones de hablar con nadie —se limitó a decir, dispuesta a cerrarme la puerta.
—Ashido —la voz de alguien proveniente del interior del piso, hizo que la joven se detuviera y mirase hacia atrás—. ¿Qué ocurre?
Un chico rubio con mechones negros en forma de rayo, se asomó por detrás y terminó de abrir la puerta por completo, mostrando una expresión seria y vacía.
Por unos segundos, me giré y vi cómo Kirishima abría los ojos y mantenía su mirada fija en aquel chico; pude notar cierta angustia y dolor en él.
—¿Qué quieres? —me preguntó, haciéndome reaccionar con ciertos nervios.
—Ah, s-sí… ¿Eres Kaminari Denki? —inquirí sintiéndome incómodo por cómo me miraba—. Yo soy Midoriya Izuku y hay algo de lo que quiero hablar contigo…
—Sí —se limitó a decir; sus ojos no mostraban más que indiferencia.
—¿Conocías a Kirishima Eijirou…?
Quizás no tuve que haber empezado por una pregunta tan directa.
El cómo había abierto los ojos con desesperación y dado un paso hacia atrás para, segundos después, ocultar su rostro bajo su flequillo, me hizo comprenderlo.
—Midoriya… ¿no? —comentó con una leve sonrisa.
—S-Sí…
—Esto no es de tu incumbencia —finalizó dirigiéndome una última mirada con desprecio y cerrando la puerta, sin oportunidad alguna de decir algo al respecto.
—¡Oye, Kaminari! —pude oír dentro la voz de Ashido; parecía quejarse de algo, pero, al cabo de un rato, dejé de oír lo que fuera que estuviesen hablando.
Permanecí unos segundos en silencio hasta optar por ver a Kirishima, el cual estaba apretando ambos puños y mirando hacia abajo con frustración en sus ojos.
—¡L-Lo intentaré otra vez! —traté de animar sintiéndome peor por todo.
—Midoriya, gracias —respondió con una leve y triste sonrisa—. Pero no hace falta. Déjalo.
Pero por más que me dijera eso, seguiría intentándolo.
Necesitaba hablar con Kaminari; necesitaba hacerle saber cómo se sentía Kirishima.
Decidido a conseguir ayudar a ambos, volví a acercarme hacia la puerta y toqué el timbre nuevamente.
Como era de esperar, ninguno me abrió.
“Bueno… tengo toda la noche.”
No iba a desistir. Una y otra vez, tocaba el timbre de la puerta con lapsos de algunos segundos; tenía que funcionar. Era importante.
De repente, la puerta que estaba a la izquierda se abrió y un hombre de mediana edad se asomó y me miró mal.
—¡Que te calles! —exclamó con rabia—. ¡Algunos intentan dormir! —me regañó para, segundos después, cerrar la puerta con fuerza.
—¡L-Lo siento! —traté de disculparme.
“Ah… ¿Qué debería hacer?”
—Midoriya, en serio, creo que ya no...
Era la primera vez que me encontraba con alguien que se negaba a hablar al respecto.
Siempre que les mencionaba a la persona fallecida, querían saber más. Unos no me creían, pero al final les demostraba que era cierto.
En cambio, Kaminari…
—¿Siempre fue así? —cambié de tema, girándome y mirando a Kirishima a los ojos.
Tardó un poco en comprender a qué me refería, hasta que negó con la cabeza sin dejar de mantenerse cabizbajo.
—Siempre había una sonrisa en su rostro —respondió con dolor—. Reíamos juntos todo el rato y… era suficiente para mí —prosiguió con un tono cada vez más roto—. Cualquier momento en el que estaba a su lado, me sentía la persona más feliz.
—Si pudieras decirle una última cosa, ¿qué sería? —continué, ignorando el haber vuelto a escuchar un ruido detrás de la puerta.
—Que lo siento —dijo sin dudarlo y comenzando a dejar caer algunas lágrimas—. Y, que yo siempre...
—¿Hablas solo?
De repente, el ruido de la puerta al abrirse y una voz seguida a ello, llamó nuestra atención; tal y como supuse, era probable que aquel chico hubiera estado escuchando todo.
—H-Hola —saludé girándome para verle; había salido por completo y cerrado la puerta—. Entonces… ¿sí puedo decirte algo?
—¿Con quién estabas hablando? —inquirió, ignorando por completo mi pregunta; su voz parecía desesperada.
Antes de responder, solté un leve suspiro y me planteé qué sería lo mejor; qué palabras tenía que utilizar.
—Si te dijera que, en estos momentos, Kirishima Eijirou está aquí… ¿me creerías? —opté por decir.
—Creería que tienes algún problema a parte de hablar solo.
“Lo suponía.”
—Por mi culpa Kaminari ya no es capaz de sonreír —intervino Kirishima mientras se acercaba lentamente hacia nosotros—. Si hubiese sabido que mi muerte, al tratar de protegerle, iba a ocasionarle dolor, hubiera tratado de buscar otra solución.
—Él… —comencé, viendo el momento oportuno al notar que aquel chico estaba empezando a dudar y que el pelirrojo estaba acortando la distancia entre ambos—. Él dice que lo siente.
En el instante en el que pronuncié aquellas palabras, Kirishima había posicionado una mano en el hombro izquierdo de Kaminari, haciéndole abrir los ojos con terror y mirar a su izquierda rápidamente.
—Dice que se arrepiente de haber dado su vida por protegerte —proseguí, viendo cómo las lágrimas iban cayendo de los ojos de aquel rubio—. Se arrepiente porque te hizo daño. Te está haciendo sufrir. Y él no quiere causarte dolor.
—¿Kirishima…? —murmuró con la voz rota, manteniendo su mirada fija en el lado en el que estaba el pelirrojo observándole.
No podía verlo.
Kaminari no podía verlo, pero podía sentirlo.
Podía sentir el contacto de la mano en su hombro; de cierta manera, y quizás, sí que podía sentir su presencia.
—Lamento muchas cosas —continuó Kirishima—. Lamento que por mi culpa ya no sea capaz de sonreír como solía hacer antes. Amo verle sonreír. También lamento ya no poder estar siempre a su lado. Amo estar con él. Y, por último, lamento no haber sido capaz de decirle lo que siento… Porque estoy enamorado de él.
Cada palabra que seguía diciendo me producía un nudo en la garganta.
Me hacía sentir mal; quería ayudarles.
Quería poder hacer algo más que solo transmitir un mensaje.
“Pero esto es lo único de lo que soy capaz.”
—Se está disculpando y lamenta muchas cosas —empecé, cerrando los ojos para evitar que las lágrimas salieran como de costumbre—. Dice que ama tu sonrisa y que se siente culpable por habértela arrebatado. Dice que ama estar a tu lado, pero que lamenta que nunca más pueda estarlo. Y… se arrepiente de no haberte dicho lo que sentía, porque te ama. Está enamorado de ti.
Cuando abrí los ojos, sentí una fuerte presión en el pecho. Me dolía ver a la gente sufrir; quería ayudarlos.
—Kirishima… —murmuraba entre lágrimas, ocultando su rostro y apretando los dientes mientras que unos brazos lo envolvían en un cálido abrazo—. ¡El que lo siente soy yo! —gritaba con un tono desgarrador, aferrándose con fuerza a aquella espalda que era incapaz de ver—. ¡También quería protegerte! ¡Quería seguir estando a tu lado por siempre! ¡Quería verte sonreír de por vida! ¡Solo deseaba que nada cambiara entre nosotros! Porque… Porque me siento de la misma forma. ¡Porque te amo, Kirishima!
No podía ver su rostro, pero, indudablemente, aquel pelirrojo estaba sonriendo.
Seguro que escuchar esas palabras era lo que siempre había deseado.
—Quiero... que sea el Kaminari que conozco —prosiguió entre sollozos—. Porque el Kaminari que conozco, es feliz. Es aquel que tiene un brillo en sus ojos; es aquel que sonríe. Lo hago… por su felicidad.
—Quiere que seas tú —informé con una triste sonrisa al percatarme de la cegadora luz que había aparecido al lado de Kirishima—. Lo hace por tu felicidad.
Antes de desaparecer, pude ver el acto que hizo por última vez.
Aquel chico pelirrojo puso una corta distancia y, entre lágrimas y sentimientos correspondidos, acercó el rostro del rubio al suyo y juntó sus labios en un beso que marcaba el adiós de todo.
Porque sabían que lo más probable era que no se iban a volver a ver; porque creían que era el final.
—Esperaré lo que haga falta.
Unas últimas palabras y una triste sonrisa marcaron la despedida de ambos jóvenes; sin más arrepentimientos, Kirishima podía descansar en paz.
[...]
Me imagino a Ashido como buena amiga tratando de animar a Kaminari y quedándose a su lado después de lo de la muerte de Kirishima y sufro pero me da vida ;;
Por fin termino de escribir este capítulo y creo que porque es KiriKami es que es el más largo hasta ahora (3641 palabras). “Stay with me” y “Say something” me inspiraron lo suficiente y aumentaron mis ganas de cortarme las venas. Os juro que lloré mientras escribía los lamentos de Kirishima.
El próximo será el último capítulo. No sé cuánto tardaré, pero creo que se ve venir lo que sucederá xD.
Son las 2:32 am y me muero de sueño , así que si hay alguna falta ortográfica o algo raro, avisadme porfa ;;
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top