Parte única











«Toc toc »

Ese fue el primer sonido que escuché y me dio paso a conocerlo.

El chirrido sumado a la lentitud de la puerta al abrirse constituyeron el puente que me ubico en una corta distancia entre él y yo.

Él estaba envuelto en una masa de agua envasada en un material de cristal.

Su cuerpo era tallado por los mismos dioses y su abdomen tenía dibujado unas hermosas algas color verde que llegaban hasta su pecho. Estas combinaban con su cola de pescado, la cual brillaba.

Él no me veía, sus ojos estaban cerrados, tal vez estaba dormido, pero yo quise seguirme acercando y acercando. Quería tocarlo, tomarlo entre mis brazos y no dejarlo ir, pero....

—¡Detente!

El tenedor llegó primero.

Si, así es.

Ese cubierto fue lanzado desde otra parte del laboratorio de ciencias de la escuela de Hechicería impidiéndome palpar con mis dedos la superficie que me impedía tocar a ese ser.

—¿Qué haces aquí? —la mujer rugió, su tono era brusco, prepotente, innecesario—. Las estudiantes no pueden pasar.

—Solo quería venir a ver la nueva rareza —no quise tratarla de la misma manera—. Es tan hermosa como en los dibujos de los libros.

—Niña debes irte —siguió diciendo. Me siento insultada, pero me aguanto y salgo, volteó a verle por una última vez en lo que la puerta se cierra. Sus ojos se abren y me ve. No puedo evitar formar una sonrisa porque él también sonríe.








—Yeh Shuhua tiene cien puntos . Felicidades por ser la única de la clase con tan alta nota.

Saqué trece de cien. No pude evitar resoplar al ver la nota en mi boleta. A mi entender me había esforzado lo suficiente. Incluso ayude a varias brujas a estudiar las cuales sacaron mejor nota que yo. La misma Shuhua es una de ellas.

Hablando de la reina de Roma. Viene hacia aquí con su mejor sonrisa y echándose aire con su boleta.

—¿Cómo saliste? —puso su boleta en mi mesa, pero la ocultó debajo de las palmas de sus manos.

—Trece. Saqué un miserable trece —bufé—. ¿Por qué me pasa esto? Memorice todos los trucos de magia negra. Mencioné cada uno de los ingredientes para hacer una pócima de transformación de hombre en sapo, pero no entiendo ¿Por qué no puedo salir mejor?

—Tal vez no era el hechizo que debías poner —dijo—. ¿Sabes lo que yo puse?

—¿Qué?

—El hechizo de la manzana envenenada. Ese nunca falla. Igual que el de la princesa durmiente. Son historias en las que aparecen brujas legendarias. Deberías tenerlas en cuenta.

—Lamento no haber usado los cuentos de hadas —suspiró—, pero siendo franca, al final todos esos hechizos se rompen gracias al beso de un príncipe.

—Deberías hablar con la profesora —declaró finalmente. Como siempre nunca quería darme la razón—. Te darás cuenta que esa clase de hechizos son los que debes usar. La transformación de hombre a sapo no es más que un simple-

—Brujería —la interrumpí—. No es nada menos que eso.

—No, es una brujería ligada a la religión a mi parecer. La escuela no enseña esa clase de magia —defendió—. Aparte, ese hechizo también se rompe por el amor verdadero.

No quise continuar discutiendo con ella. Simplemente me dirigí hacia el despacho de la profesora para reclamar mi nota.

—¿Qué ocurre? —ella me dio la bienvenida bajando sus gafas por el puente de su nariz.

—¿Por qué tengo trece? —le enseñé mi boleta—. Lo he hecho bien todo. No entiendo.

—En está escuela no apoyamos la magia religiosa —afirmó—. Pensaba que eso lo sabías. La transformación del hombre en sapo constituye un hechizo no lo suficientemente bueno si lo vinculas con el cuento de La princesa sapo.

—Entonces ¿busca que duerma a una doncella o la envenene?

—No —negó—. Busco una única respuesta. Nadie pudo dármela —dijo sin dejar de mirarme—. Quería el hechizo vinculado a la historia de La sirenita.

Me quede boca abierta. Esa historia era perfecta. La brujería ganó a pesar de que la sirena estaba enamorada de un príncipe.

—Ese hechizo ¿cómo se llama?

—¿Transformación de cola en piernas?

—Exacto —afirmó con una sonrisa de oreja oreja—. Si todas tus compañeras y tú hubieran puesto esa respuesta, hoy todas tendrían la máxima nota como Yeh Shuhua.

—Señorita —No quería decirlo, pero algo en mi interior me gritaba que lo hiciera—. Yeh Shuhua no puso ese hechizo en la boleta puso la historia de Blanca Nieves.

—Eso es imposible— comenzó a rebuscar entre las pruebas. Ya se le había advertido de las manías de la bruja Yeh. Acostumbraba a engañar a los profesores. Cambiaba los resultados de sus pruebas para poder salir bien—. Yo vi su prueba y-

—Me extrañaba que sacara mejor nota que yo. Yo la ayude a repasar. No es buena en este tipo de asignaturas teóricas —defendí mis palabras a capa y espada. La profesora solo se limitó a mirar las hojas que estaban sobre su escritorio. Buscó el micrófono y llamó con seriedad a Shuhua. No me mantuve ahí en cuanto sentí sus pasos acercarse. No quería ver sus lágrimas de cocodrilo.

















Regresar a casa con un trece es una de las peores cosas que me pueden haber pasado. Ahora papá me obligará casarme con un hombre.

Mi familia está regida a una cosa. Si no llegas a ser una bruja graduada terminarás siendo una simple ama de casa, que se dedicará a ser sumisa al esposo y atender a sus hijos.

Realmente eso no es lo que quiero para mí. Desde pequeña mi sueño siempre ha sido concentrarme en la brujería.

Lo mío no es estar en una casa. Yo necesito buscar aventura. Crear, cambiar, mejorar, todo eso vinculado a la magia y la hechicería.

La escuela de brujas y hechiceros es mi única salida. Debo salir graduada a como de lugar para no terminar siendo la esposa de un hombre que ni siquiera puede montar a caballo solo.

Esa es otra historia...

Ya me tienen pretendiente. Su nombre es SeongHwa. Es un millonario, descendiente de la realeza que se limpia el trasero con pepitas de oro, por lo tanto es un buen partido.

—Buenos días.

Para mí desgracia su presencia incómoda se encuentra en mi casa y está nada más y nada menos montando su caballo y uno de sus sirvientes lo acompaña.

—Buenos días Seong —respondí a secas.

—¿Cuando dejarás de ser tan terca y aceptar nuestro matrimonio?

—Nunca.

—La brujería no te llevará por buen camino —afirmó y yo reviré mis ojos—. Mira a Ursula, terminó convertida en un cubo de hielo.

—Eso es en las películas de Disney, pero ¿sabes a caso lo que ocurre con ella en la historia real de la sirenita?

—No lo se.

—Por supuesto. Se queda convertida en humana y se casa con el príncipe. Ganó.

—Al fin y al cabo —él descendió del caballo—. Es solo un —se limpió su trasero y no pude evitar reírme por la forma tan cómica que lo hacía—. Cuento.

—Un cuento que marca la vida de la chica con la que quieres casarte —bufé y me cruce de brazos—. Debería importarte si verdaderamente me amas.

—No te amo —soltó claro y fuerte—. Solo hago esto porque la corona me lo ordena. Si quiero ser algún día rey debo casarme.

—No se como piensas ser rey —suspiré—. No eres ni un poco independiente ¿Cómo el reino podría confiar en alguien como tú?

—No sabes nada —volvió a subirse en su caballo—. Te casarás conmigo. Ya me enteré de tus malas notas. No eres buena como bruja. Tú destino es ser mi esposa.

—Ya lo veremos su alteza.

—Te daré un plazo de cinco días —señaló con las manos.

—No es usted alguien de mi familia para yo seguir sus órdenes, su alteza.

—No lo seré ahora, pero en el futuro sí. Ya he hablado con los Seo y están de acuerdo con mi idea.

—¿Qué idea es? Continué, le escucho.

—Tiene un plazo de cinco días para convertir en un hombre a la especie marina que entró en nuestro reino. Se encuentra en los laboratorios científicos.

—¿Quiere que convierta un pescado en hombre?

—Solo es para saber el tamaño de tu magia. Así sabré si serás mejor en las guerras o siendo mi esposa.

No me quedo otro remedio más que aceptar. Así, comenzaron mis estudios sobre la criatura marina que se esconde dentro del laboratorio y de la que quede enamorada por tan solo verlo una vez.










Era tan hermoso. Su rostro no se me borra de la cabeza. Cierro los ojos y lo veo. Siento que me toca, me abraza y esta cerca de mí. Cómo pude haber caído tan rápido.

Me paso las horas estudiando para encontrar una manera de transformarlo, pero mis habilidades no son suficientes como para hacerlo de lejos.

Tengo que estudiarlo de cerca. Si no fuera por esa científica, ya lo hubiera hecho.

—Me enteré que la científica del laboratorio se tomará unas vacaciones y están buscando a una nueva cuidadora para la pecera ¿Te interesa el trabajo?

Desde hace un tiempo estaba buscando un empleo y este me viene perfecto. Con este mato dos pájaros de un tiro.


La criatura estaba despierta. Nadaba dentro de la pecera y al verme se detuvo. Se me quedo mirando y yo lo saludé. Él me hizo lo mismo.

Me acerqué para tocar la superficie que nos separaba y él la tocó en el mismo lugar que yo. Nuestras manos estaban juntas, no llegaban a entrelazarse por culpa del cristal, pero podía sentir el calor que emanaba de él y el mío como se unían.

—Te ayudaré a ser un hombre —le dije.

Resultó ser un tritón amable. Encontrado en el Océano Pacífico y nombrado como Hui. No hablaba, pero emitía un pitido por la boca que te podía dejar sordo en un solo minuto.

Volviendo al tema de la transformación de cola en piernas, fue algo bastante complicado, ninguno de los hechizos funcionaban y ya estaba al borde de la locura.

Tiraba al suelo todo lo que había a mi paso, eso incluía frascos llenos de sustancias peligrosas que no dudaron en explotar un montón de cosas del laboratorio.

Por suerte, con un poco de magia pude repararlo.

Pero eso fue poco, lo peor fue cuando me caí dentro de la pecera mientras intentaba alimentar a mi sujeto de experimentos. Casi muero de no ser porque sus gruesos brazos me llevaron hasta la superficie.

—¡Lo tengo! —grité a penas tenía el hechizo perfecto. Este no me fallaría por nada del mundo.

Con un ojo de caballito de mar, un pedazo de escama de la cola de Hui, un mechón de mi cabello (Espero que por culpa de esto no le salgan piernas de mujer) se hizo la magia. La transformación de tritón en hombre estaba frente a mis ojos, aunque...

No la podía ver con claridad por la gran neblina a su alrededor dentro de la pecera. Hasta que poco a poco se fue desvaneciendo y me encontré con que todo había salido como tenía pensado.

Pero no me percaté de que el chico podría tener dificultades para nadar , así que tuve que meterme en la pecera para rescatarlo , unos minutos más y se ahoga.

Al estar en tierra, le tuve que dar respiración boca boca para que volviera en sí y funcionó, pero terminó escupiéndome el agua en toda la cara.

Él hizo una reverencia disculpándose y al hacerlo se percató del cambio en su cuerpo. Soltó un chillido y comenzó a toquetearse lo que le colgaba entre las piernas, curioseando.

—¡No hagas eso! —le dije— Es raro.












Cómo lo prometido es deuda. A SeongHwa no le quedo otro remedio que dejarme ser una bruja y olvidar el casamiento conmigo.

Todo iba fantásticamente, hasta mis notas habían subido. Ya estaba a punto de graduarme como bruja, pero nunca me imaginé que durante la ceremonia de graduación liberarían a Hui.

Sabía que él quería regresar a su hogar, pero nunca me imaginé que fuese tan pronto o tal vez estaré siendo egoísta, pero no quiero que se vaya.

La ceremonia se estaba llevando a cabo en una playa. La pecera estaba justo en la orilla y dos hombres estaban al lado de ella, en sus manos sujetaban dos martillos, los cuales no dudaron en chocar contra el cristal para liberar al tritón.

Y esa fue la última vez que lo vi, por eso todas las noches vengo a esta playa para ver si lo puedo volver a ver.

No se ni que era lo que sentía, podría ser amor, cariño o amistad. Solo se que hoy lo extraño mucho.

Así amigos fue que Entre hechizos y agua tuve a mi primer sujeto de experimentos.







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