Capítulo 38

Finalmente, el halcón de en frente mira al que estaba sujetándome y asiente una vez más.

-Suéltala -pidió.

El que me sujetaba se vio sorprendido pero no replicó y me soltó enseguida. Acaricié mi brazo mientras lo miraba fulminante por la marca que me había dejado con su fuerte agarre, pero no podía pensar bien en esto, pues mi ala herida dolía lo suficiente como para distraerme.
Volví a mirar al de en frente y tendí mi mano hacia él, señalando mi celular.

-¿Me lo devuelves? -pregunté.

-¿Para qué? ¿Con quién quieres hablar? -se veía desconfiado.

-Mi novio y un niño están esperando saber qué sucedió conmigo ahora. ¿Me dejas hablar con ellos?

El halcón desconfía pero termina aceptando y entregándome mi celular. Miré hacia la pantalla, notando que aún estábamos en llamada.

-Eiden, Aaron.

-¡Sarah! Joder... ¿Estás bien? -Eiden pregunta al instante, escuchándose muy preocupado.

-Señorita Sarah. ¿Qué sucedió? -Aarón estaba confundido y temeroso. El halcón frente a mí, al escuchar la voz del niño, parece calmar su desconfianza un poco.

-Tranquilos... estoy bien, mis nuevos amigos halcones ya se iban -hablé sarcástica mientras los miraba exigiendo que así fuera.

Ellos se miran entre sí, algunos querían responderme de mala gana pero el que parece ser el líder del grupo negó con la cabeza antes de hacerles una seña para irse. Se alejaron volando y finalmente pude respirar más tranquila sabiendo que el avión dejó de correr peligro.
Aún así, volteé para mirar, por encima de mi hombro, mi ala derecha. Apenas y podía extenderla muy poco, pues empezaba a doler la herida de la flecha. Solté una maldición por lo bajo y resoplé.

-¿Te hirieron? -cuestiona Eiden.

-Solo en un ala... pero estoy bien -respondí.

-¿Por qué la atacaron? -pregunta Aarón.

-Los halcones y los cuervos no son muy amistosos entre ellos, claro que hay excepciones -comenté, pero al mirar al frente suspiré aliviada-. Ya estamos llegando,, será mejor que yo me adelante.

Miré mi ala derecha y alcancé la flecha que la atravesaba por el músculo cerca de la espalda. Cerré los ojos y la arranqué ahogando un grito de dolor, mis piernas flaquearon pero mantuve el equilibrio.

-¿Estás segura? Tu ala...

-Mejor es esto a que miles de personas me vean llegando estando encima del avión con mi maleta en la hélice -dije mientras desataba esta misma.

Me acerqué hacia el borde y observé un segundo, pensando en saltar. Inhale y exhale profundo para darme ánimos.

-Okey ala... no me falles que morimos... -pedí en un murmullo.

-Espera Sarah... -Eiden intentó detenerme.

-Creo que puedo ver tiburones... -murmuré.

-¡Sarah, no lo hagas...!

Lo ignoré y salté del avión. Extendí mis alas, y aunque doliera al hacerlo, pude resistir consiguiendo que dejara escapar una leve sonrisa a la par que volaba hasta la ventanilla de Eiden, quien sonríe aliviado. Pero un dolor agudo y espantoso atraviesa mi cuerpo, concentrándose más en mi ala derecha haciéndola paralizarse.

-¡Dgh! -solté con una mueca, empezando a caer.

Intenté aletear pero además de dolerme al hacerlo, tampoco podía conseguirlo. Vi el avión alejarse mientras yo caía hacia el agua y la llamada se iba cortando.

-¡S..sa..rr..rah!

Estuve tan cerca de estrellarme contra el agua cuando de repente me atraparon al igual que a mi maleta, lo único que no se salvó fue mi celular.

-Los cuervos son estúpidos... -escuché.

-¿Y lo dices tú, pollo? -comenté.

-¿Crees estar en posición de hablarnos así? -sonríe de lado al saber que tenía razón.

Miré abajo en donde los tiburones que en realidad había visto nadaban por allí, asomaban la aleta dorsal y se escondían de nuevo.

-Paz -pedí rápidamente.

-Eso creí... Vámonos -ordenó el halcón que me tenía en brazos antes de alejarse del agua y decepcionar a los tiburones.

-¿Por qué me ayudan? -pregunté curiosa.

-Porque no te pareces a los otros cuervos, además de tus alas, no abandonaste a los humanos aunque fueran la razón por la que los sobrenaturales nos escondemos.

-¿Ah? Todos los cuervos que conozco harían lo mismo, hasta tengo una cuñada humana -comenté haciéndolos sorprenderse y mirarse entre sí.

-Que extraño... los cuervos de por aquí... son todo lo contrario -comentó murmurando.

-Les falta conocer más, si quieren pueden ir a mi clan, mi hermano es el líder y aceptan a varias especies además de los cuervos.

Los halcones solo se mantienen desconfiados y dudosos por unos cuantos segundos. Ya nadie dijo nada y solo aceleraron el ritmo, llevándome hasta el aeropuerto.

-Bueno, gracias, am... -murmuré al no saber sus nombres.

-Soy Lucas -se presenta el líder-. Ellos son Mason, Alexander, Ethan y Liam.

Los apunta a cada uno al nombrarlos. Asentí mientras notaba como ellos escondían las suyas al colocarse unos collares con una piedra brillante.

-¿Ah? ¿Cómo...?

-Nuestros collares nos permiten hacerlo. Es una rara piedra que nuestros ancestros bendijeron para esconderse de los humanos, solo funciona con halcones -explicó Lucas-. Pero me sorprende que tú no necesites de una piedra...

-Mi madre es humana y mi padre un cuervo, mis hermanos y yo nacimos con esta habilidad -respondí. Ellos asienten, comprendiendo-. Bueno... supongo que aquí nos separamos, debo volver con mi jefe.

-Está bien. Y... lamentamos lo ocurrido, Sarah.

-Acepto sus disculpas -sonreí amable-. Adiós. Creo que ha sido un placer.

Me alejé de ellos para mezclarme entre la multitud y buscar a los chicos. No fue tan difícil, escuché a un montón de gente gritando en cuanto Eiden baja del avión, pero traía una expresión muy mala... demasiado triste diría yo.

Decidí esperar para acercarme. Miré a todos lados pero no pude ver a Aaron ni a su madre, suspiré pesadamente ya que quería verlo aquí y hacerle saber de que estaba bien. Supongo que se mezcló con los demás cuando no me di cuenta.

Noté que Eiden estaba yéndose ya y fui junto a él, pero al saber cómo iba a reaccionar cuando me viera y como había mucha gente... no pude dejar que me viera aún. Esto era un problema...

-Sabíamos que podrías seguir necesitando ayuda... -miré a un lado y vi un auto negro que se estacionaba a junto a mí.

-Oh, Lucas, de nuevo son ustedes -sonreí amable.

-Si quieres te llevamos con ellos -mencionó.

-Ya me han ayudado con traerme hasta aquí, no necesitan seguir ayudándome si no quieren -respondí agradecida pero sin querer abusar.

-Nosotros dañamos tu ala y por ende, tus planes para estar aquí, así que es lo menos que podemos hacer. Ahora, si no quieres perderlo, más te vale decidirte.

Miré rápidamente hasta Eiden y vi que su auto ya estaba poniéndose en marcha, yo en un segundo ya estaba dentro del auto de Lucas y mi maleta en su compartimiento de atrás.

-Bien, gracias de nuevo.

Ellos asienten y aceleran para alcanzar a Eiden. Esto de haber conseguido quien me ayude fue útil.

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