Capítulo 26
Salté del borde de las rocas junto al comienzo de la cascada, hice un clavado, hundiéndome en el agua y luego nadando hasta la roca en donde estaba sentado Eiden.
-Diez de diez -habló sonriendo y levantando sus pulgares. Sonreí a la vez y me acerqué más hasta sentarme a su lado.
-¿Quieres intentar? -pregunté.
Él me mira un segundo, luego a la cascada y suspirando se levanta. En realidad no espero que lo haga, pero quisiera alentarlo a ir aunque sea allí, un paso más para bajar el miedo que tiene.
-Bien, pero que conste que lo haré mejor -dijo aún así, haciéndome reír a mí.
-Quiero ver eso.
Él sonríe de lado y se quita la playera, abrí los ojos de par en par bajando la mirada hacia sus abdominales, sentí mis mejillas ardiendo por lo que aparté la mirada rápidamente.
-¿Te subo yo o vas solo? -pregunté volviendo la vista a su rostro y tratando de no bajar.
-Iré solo, como el hombre independiente que soy -hizo una pose apuntándose a sí mismo, causando que ambos soltáramos otra risa.
Pero él comienza a alejarse y pude apreciar su espalda. Me acomodé en mi lugar mientras suspiraba y veía su espalda bien formada, ancha y perfecta, pero sin darme cuenta bajé la vista aún más...
Agité mi cabeza, cerrando los ojos y golpeando mis mejillas para reaccionar y dejar de pensar en cosas como esas, pues no era apropiado hacerlo en este momento.
-Idiota... deja de mirarle el trasero -me regañé a mí misma.
Volví a mirar a Eiden cuando este se alejó tanto que ya no pude verlo más, solo hasta que apareció en donde anteriormente yo estaba, asomándose casi sin poder acercarse al borde. Lo veía nervioso, sudando frío y apartando la mirada sin poder hacerlo.
-¿Estás bien? -pregunté alzando la voz solo un poco, pues sabía que sus sentidos lobunos lo ayudaron a escucharme.
Eiden me mira tratando de responder pero en cambio se aparta del borde, esperé un poco antes de levantarme y luego de exprimir toda el agua en mi cabello y ponerme unos shorts, -pues andaba en bikini-, extendí mis alas y fui hasta él. Encontré a Eiden cubriendo su rostro con ambas manos, respirando agitado y con el cuerpo tenso. Se frotaba el rostro y se pasaba la mano por el cabello con frustración y molestia.
-Hey... -me acerqué y apoyé mi mano en su hombro con delicadeza-. Está bien, no tienes que hacerlo si no puedes... el que hayas venido hasta aquí ya es suficiente.
-Pero... quiero hacerlo. Cuando tú lo haces se ve... emocionante y divertido. No me gusta que mi miedo me detenga de hacer cosas así -resopló.
-Pero no puedes obligarte a vencer tu miedo en un segundo. Puedes ir poco a poco y yo puedo ayudarte -comenté.
Él me mira de nuevo, bufa resignado y suspira para calmarse. Mira al borde y decide acercarse, noté que sus pasos se volvían dudosos y temblorosos al estar cada vez más cerca del borde. Me acerqué a él y lo sujeté del brazo cuando sus piernas quisieron retroceder. Él me mira sonreírle con ternura y me devuelve la sonrisa con agradecimiento.
-¿Quieres que nos vayamos? -pregunté y él negó.
-Quiero que saltes conmigo -pidió un poco apenado-. Si tú estás a mi lado, creo que puedo hacer lo que sea.
El sonrojo en mis mejillas volvió a aparecer acompañado de un leve ardor. Me aferré a su brazo y asentí encantada por ayudarlo. Ambos miramos el borde, Eiden empezó a temblar un poco así que lo sujeté por la barbilla con delicadeza y lo hice mirarme.
-Está bien, Eiden... puedes hacerlo, pero tampoco tienes que forzarte.
-No te preocupes, puedo hacerlo.
Volvió a mirar hacia abajo y suspiró profundo, cerró los ojos y se aferró a mí. Dimos un paso al frente y él se sintió sobresaltado al sentir que pisaba el borde y que al siguiente paso ya no habría donde pisar. Hizo una mueca pero no retrocedió, se detuvo solo un segundo para agarrar coraje y finalmente... saltamos.
El viento golpeó nuestros cuerpos hasta que el agua nos cubrió. Eiden y yo nadamos hacia la superficie y de inmediato me acerqué a él hasta abrazarlo por el cuello, pude sentir sus manos en mis piernas cuando enredé estas por su cintura.
-Lo hiciste -sonreí.
-Fue aterrador... no lo volveré a hacer -comentó.
-Pero al menos experimentaste algo que querías y tu miedo no te detuvo -asintió dándome la razón.
Nos acercamos tanto que el sabor de sus labios ya se sentía en mi boca, no pude resistir y nos uní en un beso apasionado que le hacía saber lo orgullosa que me sentía. Sus manos se deslizan por mis caderas hacia mi cintura, su lengua acaricia la mía dentro de mi boca y sus colmillos lobunos raspan mi labio inferior. La corriente nos llevaba hacia la orilla mientras no queríamos separarnos, incluso nos dio la vuelta hasta acorralarme contra una roca a la que me sube sujetándome por la cintura.
Agarra mis piernas y las separa a la vez que me jala y se acerca más a mí. Sus manos apoyadas sobre la roca, a ambos lados de mi cuerpo y mis brazos enredados por su cuello, todo hizo que la atmósfera entre nosotros se hiciera más calurosa que incluso mis alas se agitaron y erizaron.
Eiden aprieta mi cintura con sus manos para acercarme aún más a él, haciéndome sentir aquella zona suya contra mi intimidad. Sus besos bajaron a mi cuello haciendo que sintiera un leve cosquilleo que me hizo soltar un jadeo contra su oreja, hasta hacerlo gruñir contra mi piel. La lengua de Eiden acaricia donde sus colmillos raspan, llega hasta mi clavícula y sube, acariciando levemente mi cuello hasta mi barbilla que incliné hacia arriba. Vuelve a bajar, lo pude sentir lamiendo cada gota de agua en el centro de mi pecho.
-Eiden... -suspiré.
Volvió a subir para verme al rostro y besar mis labios de nuevo con una nueva necesidad, pero todo terminó allí.
-Se está haciendo tarde, será mejor que regresemos -dijo apartándose un poco.
Me dejó anonadada por un segundo, pues después de todo eso estaba agitada y con el corazón acelerado. Aunque... estaba confundida en si quería que algo más sucediera y era mejor en otro momento, en un mejor lugar. Supongo que él fue por la segunda opción.
-Tienes razón -respondí bajándome de la roca y yendo detrás de él hasta salir del agua.
Pero antes de poder ir hacia nuestras cosas, Eiden me detuvo colocando un brazo frente a mí, lo miré confundida pero de repente escuché un gruñido de zorro.
Ya me preguntaba qué había pasado con él...
-Vete a un lugar alto -dijo Eiden.
-¿Qué? ¿Y dejarte aquí? -pregunté indignada.
-Por favor, amor -me sonríe por encima del hombro-. Como si él pudiera contra mí.
Me guiña el ojo y procede a transformarse en aquel lobo enorme y de pelaje marrón. Gruñe mientras Tanner intenta rodearlo para llegar a mí, extendí mis alas y vi la sorpresa en el zorro pero antes de que volara, él soltó hacia mí. Inmediatamente, Eiden lo derribó y ambos se enfrentaron en una pelea hostil.
Volé hasta estar fuera del alcance de Tanner, pero vi cuando este rasguño el rostro de Eiden quien mordió su pata y lo lanzó contra un árbol. Tanner se levanta y nos mira antes de salir corriendo, Eiden fue a perseguirlo, se notaba que quería terminar con esto...
-¡Eiden, espera! -lo llamé pero no hizo caso así que fui a buscarlo.
Me adentre entre los árboles haciéndome más complicado volar libremente por el tamaño de mis alas, aún no me acostumbraba del todo a ellas. Llegué a un punto en el que terminé por perderlos de vista, así que bajé hasta tocar el suelo. Escuché un aullido, pero no era el de Eiden, quise ir hacia allí pero alguien me agarra por la muñeca.
-Tú... -solté frunciendo el ceño- ¿Dónde está Eiden?
-¿Eso importa? -la sonrisa de Tanner me hizo sentir escalofríos.
Mis alas se agitaron por el peligro de nuevo. Las extendí para irme pero en cuanto intenté alejarme, Tanner sujeta mi tobillo y me jala de regreso al suelo, instantáneamente agarra una de mis alas por la unión con mi espalda y la estira haciéndome sentir dolor.
-¡Agh! ¡Suéltame! -intenté darme vuelta y golpearlo usando las técnicas que mis padres me enseñaron, pero apretó tanto que el dolor se hizo más intenso.
Mis piernas flaquearon, él me derribó, colocándose sobre mí en el suelo y sujetando mi ala para que no pudiera escapar.
-Desde que te vi te he imaginado así... -susurró contra mi oreja-. Escasa ropa... indefensa y... gritando debajo de mí.
Sacó sus garras para clavarlas en mi ala, grité de dolor, hundí mis dedos en la tierra por querer aferrarme a algo al apretar mis puños. Su mano libre acaricia mi cuello hasta sujetarlo y hacerme sentir incapaz de seguir pronunciando palabras. Sus labios tocaron mis hombros, se apoyó sobre mí y soltó mi ala para deslizar su mano por mi cuerpo, mis alas solo podían agitarse a nuestros lados, pero no podía pensar con claridad para usarlas a mi favor, estaba asustada.
Podía sentir su pelvis golpeando mi trasero desde atrás, incluso sentí la horrible sensación de su erección contra mi cuerpo. Su mano en mi cuello apretaba cada vez más, impidiendo que el aire llegara suficiente a mis pulmones y cerebro, además de que su otra mano se metió debajo del sostén de mi bikini para apretar mis senos.
Las lecciones de mis padres se esfumaron de mi mente, pero no de mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerza y apreté mis manos en puños, dejé de luchar y relajé mi cuerpo como siempre me han dicho que debía estar.
-Eso es... Así está mejor.
Tanner me hace girar con brusquedad hasta sujetar mis muñecas por encima de mi cabeza contra el suelo. Una lágrima resbala y él, al verla, me mira con falsa lástima.
-Oh, cariño... no temas, cuando termine contigo prometo que serás tú la que quiera más de mí -ríe con arrogancia y se acerca a querer besar mis labios pero hice a un lado mi cabeza y besó mi mejilla.
Intenté moverme con las piernas pero él sujetó mis muñecas con una mano para detener mis movimientos con la otra, ahora libre.
Se rió en burla esta vez y bajó sus besos por mi cuello hasta mis senos con el bikini mal puesto. Noté que había bajado la guardia en cuanto vio uno de mis pezones y se hundió en él, así que no dudé en usar su distracción para levantar mis piernas y enredarlas en su cintura. De inmediato me impulsé con toda mi fuerza hasta lanzarlo por encima de mi cabeza y golpear la suya contra el suelo. Finalmente me soltó.
-¡Hm! -me hice a un lado asqueada y arreglando mi ropa.
Antes de que pudiera levantarse, le di una patada en la nuca para golpearlo de nuevo contra el suelo y además de eso, también volví a pisar su cabeza una y otra vez... estaba temblando, podía sentir mis golpes sin la cantidad de fuerza necesaria para dejarlo inconsciente.
-¡Muérete de una vez! ¡Joder, eres un maldito asqueroso! -solté derramando lágrimas.
Tanner gruñe y con solo una mirada con sus ojos cambiantes me hizo sentir terror de nuevo. Retrocedí queriendo escapar pero mis piernas eran torpes en este momento y caí al suelo. Tanner estaba adolorido, quiso levantarse para acercarse de nuevo a mí pero apenas extendió su brazo en mi dirección un lobo conocido apareció con una mirada furiosa y asesina, mordió su mano y no lo soltó.
-¡Agh!
Eiden aferra su mordida en el brazo de Tanner y lo empieza a sacudir hasta que escuché algo desgarrarse. Aparté la mirada, cerrando los ojos con fuerza para no ver lo que se escuchaba espantoso. Los gritos de Tanner, sus huesos rompiéndose, la carne desgarrada y la sangre salpicada, todo eso... se escuchaba horrible.
Me cubrí con mis alas temblorosas y abracé mis rodillas aún sintiéndome asqueada y asustada.
De repente todo se detuvo, a excepción de la respiración fuerte del lobo que empezó a acercarse a mí.
-Sarah... -lo escuché con una voz suave y dulce cerca de mí.
Aparté mis alas y salté sobre él para abrazarlo y esconder mi rostro en su pecho. Aún temblaba y él lo pudo notar, me acarició el cabello hasta la espalda y me estrechó entre sus brazos con cariño.
-Está bien... Ya no volverá a asustarte -suspiró.
-Tenía tanto miedo... Me sentía paralizada, no sabía qué hacer y cómo defenderme. Olvidé todo lo que mis padres me enseñaron.
-El miedo suele hacer que ocurra eso, créeme que lo sé. Pero aún así, con miedo y la mente en blanco lo hiciste bien...
Eiden besa mi frente antes de cargarme en brazos y levantarse. No me permitió ver hacia Tanner, se alejó de allí y me llevó con él hasta salir del bosque. Mientras caminaba pude calmarme finalmente y notar las heridas en su cuerpo que comenzaban a curarse, vi el rasguño de garras en su pecho que desaparecía lentamente. Acaricié la zona, apenas rozando mis dedos.
-¿Qué ocurrió contigo? -pregunté.
-Tanner me tendió una trampa, me llevó donde los lobos pudieron atacarme. Eran muchos más que la última vez. Lo siento, de no ser por ellos habría llegado antes contigo.
Negué con la cabeza y lo abracé con cuidado, suspirando aliviada.
-Me alegra de que estés bien.
Llegamos hasta su auto, él me dejó en el asiento del copiloto y me entregó su abrigo que estaba en la parte de atrás para que pudiera cubrirme. Se subió de piloto y arrancó el auto para regresar a casa, pero yo solo podía pensar con felicidad de que Tanner ya no volvería a molestar a ninguna otra mujer, ni a Eiden.
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