Forjando un alma
Cuando pensé que la trampa del tronco era algo terrible pequé de inocencia, lejos fue solo una gota del mar de caos que se avecinaba tras ir por el resto de las cintas; a medida que iba dando con una a una estaba cada vez más segura de algo, NUNCA había que subestimar al pilar de la llama. Ataques de abeja, piedras rodantes, agujeros, animales salvajes, etc. Inclusive parte del agua que recibí tuve que usarla para apagar mi cabello, lo mas molesto es que el llevarlo suelto entorpecía mi visión.
Intenté caer lo más ligeramente posible, la cinta numero 85 se encontraba en la copa de un árbol En más de una ocasión temí que cualquier chispa provocada por las Geta, ya sufrí consecuencias y no quería que pasara de nuevo de lo contrario saldría calva de aquella montaña.
La preocupación me acompaño en todo momento, pero su intensidad incrementaba a medida que se aproximaba el atardecer ya tan solo me restaban 5, apresuré mi paso y comencé a descender ya no había espacio que no haya intentado recorrer al menos 2 veces. Logré encontrar las penúltimas me senté por un momento a descansar, miré levemente mi atuendo y estaba hecha un desastre, no quedaba ningún espacio blanco en aquel uniforme; poco importaba a esas alturas lo que más agradecía de esa tela era que me acompañaba con el calor de ese día.
Restaba no más de una hora para terminar mi entrenamiento, logré divisar las ultimas 2 estaban amarradas en una rama sobresaliente de un acantilado el que probablemente fue un río víctima de la sequía, no era tan alto pero debía ser rápida para tomarlas y de un salto llegar a la cima, hice mi movimiento pero para mí desgracia a pesar de que no caí tan cerca del límite la tierra cedió bajo mis pies, puse las cintas entre mis dientes con mis manos me aferré a la orilla y trepé lo más rápido que pude; me lancé hacia adelante, mi mayor preocupación fue no caer sobre la botella. Me quedé extendida en el suelo unos momentos mientras me componía, el sol ya se estaba poniendo, lo había logrado.
Salí de entre la arboleda hasta el pie de la montaña y divisé a Rengoku-sama el que me esperaba tal como había dicho, tenia la postura de siempre sus brazos cruzados y la sonrisa que ya me hacia normal en él, a medida que me acercaba su rostro cambio dedicándome una mirada entre curiosa y preocupada.
-Cumplí maestro—Dije mientras extendía las cintas y la botella que dediqué a cuidar mucho más que mi apariencia.
-¡Lo lograste!—Me dijo con su sonrisa de siempre.—Te mereces un descanso.
Regrese la sonrisa lo mejor que podía, mi cuerpo pedía un descanso a gritos simplemente quería llegar a la cabaña. Llegué a darme un baño caliente sentía como poco a poco volvía a la vida, al mirarme en un pequeño espejo y vi como había quedado mi cabello, suspiré un tanto apenada, pero sabía que debía cortarlo, procedí hacerlo con una navaja pequeña que traía conmigo, cuando quité las partes quemadas me di cuenta que quedaba disparejo, hice lo mejor que pude y aun así quedé con dos mechones cortos que no tenía el mismo largo enmarcando mi rostro, resignada decidí que el resto lo resolvería con una coleta así, que lo dejé suelto para que secase.
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El sueño pesaba sobre mis ojos, pero saltarme la cena seria muy malo para mí. Al momento en que ya me disponía ir a dormir me encontré con Rengoku-sama sentado en la terraza contemplando el paisaje nocturno.
-Rengoku-sama, buenas noches.
Volteó a verme--Kiseki, buenas noches—Hizo una pausa-- ¿Cortaste tu cabello? ¡Luce bien en ti!—Sonrió levemente.
-Gracias--dije sin pensarlo mucho—Tuve que cortarlo ya que... se quemó.
-¿Quemó?—preguntó preocupado. ¿Cómo sucedió? Por cierto, puedes acompañarme, si gustas.
Solté un suspiro un tanto apenada y me cerca de él—Pues, verá pensé que el girar al caer evitaría que cayera con el peso de mi cuerpo y pues chocaron las sandalias y tome sin querer mi cabello.
-JAJAJAJAJA ¡Lo lamento mucho!
Me sonroje entre avergonzada y molesta—No se ría por favor pase muchas dificultades, y pues apenas pude cortarlo bien.
-Puedes pedirle a Kanroji que te ayude con ello una vez que regrese.
Al recordarla no pude evitar sonreír—Sin duda es alguien increíblemente amable, disfruto mucho hablar con ella, me sentí un poco triste al saber que debía marcharse.—Miré al suelo.
-¡Um! Ciertamente ella saca lo mejor de nosotros. Siempre da lo mejor de sí sobre todo cuando se trata de su familia o sus amigos.
Sonreí internamente a pesar del poco tiempo que pude estar con ella y su duro entrenamiento rápidamente le tomé aprecio, repasando lo dicho por él, recordé la botella que me entregó antes de entrar a la montaña.—Rengoku-sama.
-¿Sí?
-Esto... ¿Cómo es su familia? Esto, como me mencionó a un hermano pues...-- Pregunté un tanto insegura.
-¡Senjuro!—Sonrío ampliamente—Es mi hermano menor, vivo con él y mi padre.
-¡Oh! Entiendo—Al no escuchar nada de su madre asumí rápidamente las cosas y guardé silencio.
-¿Qué hay de ti Kiseki? Anteriormente habías mencionado a tu maestro.--
Bajé la mirada un momento— Fubuki-san era mi familia, la única, a decir verdad, que puedo describir como tal, mis padres biológicos pensaron que debido a mi apariencia yo no debí llegar a este mundo, por muchos motivos, me es extraño ya que no lo supe hasta hace poco... lo siento no quiero aburrirlo.
-Descuida, yo fui quien preguntó por ello—Dijo con un tono serio y amable al mismo tiempo.—Continua.
Dudé durante unos segundos, pero su mirada me tranquilizó—Llegue a la montaña cuando tenía unos 4 años me cargaba consigo Hiroko-san, ella era una de las criadas que vivía en la casa de mis padres a quien se le encomendó mi cuidado, alejado de ellos por supuesto, básicamente las circunstancias en las que llegue a este mundo las consideraron malditas: mi temperatura corporal era al parecer impropias para un humano, el color de mis ojos como si carecieran de vida. Ello gatilló en una cacería, ya que corrió la noticia de que en había un demonio en la familia logrando que acaban con la vida de mis padres y hermanos.—Mientras recitaba las palabras de Fubuki-san podía sentir como un nudo se hacía en mi garganta— Cuando me encontraron Hiroko-san me protegió, pero ello solo logró que sucumbiera horas después de que me dejo al cuidado de mi maestro...yo me pregunto ¿Cómo es que puedo compensar todo ello? Tantas vidas que se perdieron a costa de que yo pisara este mundo, entre ellas la del hombre que dedicó su vida a criarme y entrenarme— Dije con ojos vidriosos-- ¿Siquiera valgo una pizca de ello?—Sentí una mano en mi hombro.
-Has logrado levantarte y continuar para demostrarlo ¿No?—Me dedico una mirada comprensiva.—Estoy seguro de que te convertirás en alguien fuerte y podrás enorgullecer a quienes creyeron en ti. Lo único que podemos hacer por quienes nos dejaron es replicar sus enseñanzas dando lo mejor de nosotros, así que no menosprecies quien eres.
Mi corazón palpitó tan fuerte que resonó en mis oídos, las lágrimas se hicieron presentes. Sus palabras, no solo me reconfortaron si no que me dieron una seguridad que nunca pensé que podría sentir, un calor reconfortante se hizo presente en mi pecho.—Gracias Rengoku-sama.
Sin más me sonrió y se puso de pie.—Mañana demos una vuelta por el pueblo tomémoslo como un día de vacaciones de tu entrenamiento.
-O...ok, eso estaría bien—dije un tanto extrañada al mismo tiempo que me ponía de pie.
-Es mejor ir a dormir, has tenido un largo día, buenas noches.
Buenas noches. Él sin duda era una persona admirable y noble.—Pensé mientras lo vi alejarse por el pasillo. Al momento en que me quede dormida estaba segura de que un ligero sonrojo teñía mis mejillas.
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-¿Hay algo especial el día de hoy? – miré curiosa a mi alrededor.
-Umu—Asintió el pilar— Toda la semana en realidad, celebran la fundación del pueblo.
-Ya veo.
Todo estaba repleto de puestos de comida, recuerdos y juegos típicos del lugar, era bastante entretenido, caminé observando detenidamente me sentí atrapada por el ambiente, pero un golpe me saco de mis pensamientos. Había chocado con la espalda de Rengoku-sama.
-¡Ouch!--Masajeé mi nariz, miré como su rostro se iluminaba al ver una pancarta.
¡Hola! ¿Quiere la feliz pareja intentar nuestro desafío?—Preguntó el dueño de un restaurant.
-¡¿Qué?! ¡¿Pareja?!—pregunté exaltada y avergonzada.
-¿Cuál es el desafío?—Preguntó entusiasmado Rengoku-sama pasando por alto las palabras de aquel hombre. Mirando de reojo la publicidad.
-¡Eso! El desafío consiste en pasar este aro metálico por el cable que está aquí a mi costado—señalo efectivamente un cable, el cual estaba muy torcido—Pero sin que este tope, es decir, el cable debe pasar por en medio. ¿Se entiende?
-¿Sí?—Dije entre que si comprendía y al mismo tiempo dudaba.
-Es un trabajo en equipo, yo ataré cada extremo a sus muñecas. Si logran pasar tendrán un especial de la casa totalmente gratis. Tienen 3 oportunidades.
Repase nuevamente las instrucciones; el anillo tenía dos círculos más a su alrededor de los que colgaban unos cordones, uno iría a mi muñeca y el otro a la de Rengoku-sama, debíamos coordinarnos para recorrer el "circuito" sin tocarlo con los bordes de este. Una vez replanteado en mi cabeza no salía tan difícil.
-¡Suena fantástico! ¿Qué dices Kiseki?
Se notaba a distancia que su entusiasmo se refugiaba en la idea del platillo especial por lo que no podía negarme.--¡Demos lo mejor maestro!
El hombre procedió a hacer los nudos, nos debíamos poner cada uno al costado para que el alambre quedase en medio. Miramos detenidamente como era, curvas, partes rectas, etc. Al momento de ir al punto de partida supimos que debíamos jalar cada uno del cordón para que él alambre quedase en medio, el problema era que sin duda la fuerza de Rengoku-sama era notoriamente mas que la mía, por lo que ahí se fue nuestro primer intento ya que el jaló muy fuerte y pues tronó al chocar el anillo; me quejé como si fuese algo injusto a lo que provocó que el pilar soltara una leve risa.
En el segundo intento equiparamos lo mejor que podíamos para que ninguno hiciese mas fuerza que el otro, pero fallamos en una curva, porque era hacia atrás y porque no calculamos bien la distancia.
-¡Oh! Tan solo les queda el último intento ¡Ustedes pueden!—Dijo el dueño con bastante ánimo.
Al ser nuestra última oportunidad, pensé en lo que habíamos fallado y supe que debíamos hacer—Rengoku-sama tengo una idea, al estar de lado no podemos medir bien la distancia, menos la fuerza por lo que le propongo lo siguiente...--En mi cabeza solo pensaba en ganar, pero de un modo honesto y funcional, el único modo era estar de frente, a la misma distancia y mantener la argolla en equilibrio. Confiada le expliqué lo que pensaba, pero el pareciera que tenia ganas de reír. Con las manos que teníamos libres decidimos juntar las palmas para usar las distancias de nuestros brazos, aun cuando mi maestro era un poco mas alto que yo nos serviría, de reojo pude notar que el hombre que nos había invitado nos miraba felizmente. A medida que íbamos avanzando me di cuenta de que estaba dando resultado, ya solo restaban un par de centímetros y lo lograríamos. No sabría decir si fueron los nervios, pero en el tramo final ambos dimos un jalón tan fuerte que casi terminamos en el piso. Miré a mi maestro y sonreí, cosa que él correspondió.
-¡Felicidades!—Dijo el dueño—Realmente se esforzaron, pasen—Concluyó con una sonrisa.
Llegaron con una infinidad de platillos, Rengoku-sama se veía feliz, exclama con entusiasmo cada vez que probaba algo de lo que servían. El día paso bastante rápido para mí, a pesar de ser algo tan sencillo fue suficiente.
-¿Qué tal esta todo?—Preguntó el pilar de la llama.
-Estupendamente delicioso.
-Por cierto ¡Fue brillante tu idea para pasar el desafío, sin duda!— Me sonrió.
-Solo pensé en que podría funcionar, además quería ayudar mas que nada a que usted ganara—solté sin pensar y seguí comiendo.
El encargado nos despidió amablemente y agradecimos por la comida, sin embargo, antes de salir nos dijo que a la noche habrían fuegos artificiales para que fuéramos a verlos. Los había visto antes, pero siempre a distancia nunca había ido a algún festival o algo por lo que se me hacía interesante. El resto de la tarde la pasamos viendo algunos locales de dulces, en los que, por supuesto no pude acompañar ya que no me caía un bocado más, otros juegos y tiendas de recuerdos donde Rengoku-sama compro cosas para su familia, por un momento, sentí un vacío. Se acercaba la hora de los fuegos artificiales por lo que las personas comenzaron a aglomerarse
-Kiseki si quieres adelantate, ya regreso.—
-Bueno—Vi cómo se perdía entre la multitud-- ¿Acaso habré hecho una mala cara? Quizá cuando tuve esos malos pensamientos e incomodé a Rengoku-sama—Comencé a sentirme preocupada, una luz desvió mi mirada; el show comenzó, las luces que se formaban en el cielo eran realmente hermosas. A pesar de lo lejos que estaba aun podía apreciarlas, di un respingo al sentir una mano sobre mi hombro.
-Aquí estas—Dijo el pilar.
-Pensé que se había ido.
-¿Por qué? Dije que iba a regresar, tardé en encontrar eso—Dijo extendiéndome un par de calcetines color azul pálido-- Era lo mínimo que podía hacer por ti, después de todo te esforzaste en que pudiésemos completar el desafío anterior. Espero que te gusten.
No caía en mi misma cuando los tome ¿Él los eligió para mí?—Gracias me gustan mucho, esto es primera vez que recibo un regalo que no haya sido de Fubuki-san.— Le dije bastante feliz.
-¡Me alegra oírlo! Vamos a ver el espectáculo—Dijo con una sonrisa y dispuso su marcha.
Probablemente se me había subió la sangre a la cabeza, porque podría jurar que la silueta de Rengoku-sama resaltaba mas que cualquier otra luz esa noche.
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Pues hasta aquí el capitulo 5.
Honestamente fundí mi cerebro porque quería que la interacción del los personajes fuese fluida. Espero que les guste <3
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